El maestro y su sombra
Jactoso de sus títulos académicos y su terca y breve presencia como profesor por en viejas universidades del mundo, lleva una doble vida. Hijo de un escritor defensor de los campesinos, decidió estudiar las ciencias, las artes y las letras hasta convencerse de ser un sabio rendentor, capaz de salvar sino al país, al menos a la Ciudad Capital. El mundo tiene que admirarlo. Pero sus energías parecen arrebatarlo y las miradas que se cruzan con la suya, las que ven congelada su sonrisa, siempre le temen. Hasta el momento se rumoran que abusa de sus hijos, que desprecia a sus hijas, que golpea a las sirvientas.
El 2 de octubre, las amargadas y enlutecidas televisión, radio y prensa de Ciudad Capital nos anunciarán cuál de los cuatro se hará cargo de las calles, los monumentos y los edificios, de la seguridad y el bienestar de las 10 millones de personas que aquí habitamos, así nomás, sin un hombre ni murciélago ni gallinazo que nos defienda y mejor así.