Europa

A la luz del desastre social ocasionado en las naciones europeas respecto de los procesos migratorios acontecidos en sus lares (particularmente de población de origen africano y recientemente del Medio Oriente), que ha sido nuevamente puesto en evidencia con los descontrolados estallidos de violencia en Paris luego de un incidente policial, no se puede dejar de reconocer la sabiduría esencial de nuestro país para acoger este tipo de procesos.

En Francia, la colusión del racismo derechista con el buenismo izquierdista, terminaron por construir inmensos ghettos urbanos, de contingentes poblacionales auxiliados por la beneficencia, pero marginados del orden establecido, materia prima propicia para la marginalidad permanente (pobreza, delincuencia, disidencia). Y lo mismo sucede en Gran Bretaña, Países Bajos (acaba de renunciar su primer ministro por un desatino migratorio), países escandinavos, Alemania en menor medida, etc.

El Perú ha recibido un influjo masivo de casi millón y medio de venezolanos, y si bien ha cometido errores en el proceso (no extender inmediato permiso de trabajo a nuestros compatriotas venezolanos o no cribar legalmente a los que cruzaban nuestras fronteras), no ha ocurrido acá lo que en Europa.

La población venezolana está desperdigada por todo el territorio nacional, en su mayoría trabaja honestamente, se ha adaptado perfectamente -cuando tiene sus papeles en regla- y, salvo excepciones delictivas muy minoritarias, no ha generado un problema social y político. Por el contrario, ha generado un enorme beneficio económico al Perú, ya que, además, no se cometió el error de destinar recursos fiscales a “ayudar” a los migrantes y condenarlos a una pobreza inducida.

El Perú, en ese sentido, goza de una tradición histórica que ha sabido acoger fenómenos de migración, aunque algunas de ellas hayan sido originalmente procesos de esclavitud (población afro y oriental), y paulatinamente se va tomando consciencia de la necesidad de una mayor equidad social respecto de estas minorías que, en buena medida, forman parte del paisaje demográfico nacional sin ninguna fricción particular.

La del estribo: muy recomendable el documental El dorado, que describe la proliferación de locales queer en los años 20, en la Berlín anterior al ascenso de los nazis, reflejando la atmósfera de libertades y modernidades que luego el totalitarismo aplastó. Un documental que no deja de ser una alerta de lo que puede ocurrir si predominan en el planeta las fuerzas ultraconservadoras que han venido creciendo en las últimas décadas. Va en Netflix y también con su proveedor favorito.

 

 

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Ahora la expresidenta Dilma Rousseff comanda el banco de los BRICS, del que se dice que es el polo económico contrario al G-7, y donde muchos países están en la espera de ingresar, entre ellos, la Argentina. Es inexorable señalar que la hegemonía del país del norte ha estado en declive ya desde tiempo atrás, teniendo el 2008 un sustantivo acontecer y síntoma, que hizo que se le cayera notablemente la máscara del patrón mundial. Y no por eso, de un momento a otro, dejará de ser todavía una potencia de gran importancia. Por el contrario, lo seguirá siendo muy probablemente, porque una tercera guerra mundial con las armas químicas que abundan como piedras en algunas playas de la costa verde, sería el fin de nuestra especie, y solo supuestamente las cucarachas sobrevivirían y gobernarían el mundo. Pero ahora el trono, como ya se ve en varios factores sociales y políticos, y desmontándonos de los prejuicios ideológicos, está compartida en una tríada. Junto con China, del que está pronosticado que para el fin de la década será la mayor economía, y Rusia, país con mayor cantidad de armas nucleares.

Y es que en esta casita de cartón, se tiene muy cuenta las palabras que dijera el ex presidente argentino, quien dejara una marca de épocas en el país del sol resplandeciente, Juan Domingo Perón: «La verdadera política es la política internacional». Y ésta, que está muy centralizada con información por medios occidentales, y con sus medias verdades que abundan, como también seguramente en la otra parte del globo terráqueo. Lo cierto es que estos tres países están dentro del juego atómico y dantesco del poder mundial. ¿Cuál será su final? Eso ni Nostradamus lo vaticinó.

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