éxito

Según la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho), al tercer trimestre del 2020, el 70.3% de la población de Perú ya contaba con acceso a Internet. Además, la población de Lima Metropolitana con acceso a Internet ya alcanzaba el 83.4% en septiembre del año pasado. Definitivamente los medios digitales representan una gran oportunidad para el posicionamiento de nuestra marca y potenciar las ventas.

Expertos en marketing de HubSpot brindan algunas recomendaciones para elaborar un plan de medios eficiente:

Ten un objetivo claro y realista

Para determinarlo puedes hacerte unas cuantas preguntas, como a dónde quieres llegar, cuál es tu alcance, qué cambios quieres lograr en tu mercado y cuál es el valor diferencial que tienes respecto de tu competencia. Tu plan de medios puede centrarse en ampliar tu público, lograr que tu audiencia aumente su cantidad de compras o reforzar la relación que tienes con tu público.

Identifica el recorrido de tus consumidores

Lo positivo de las campañas digitales, es que todo es medible y rastreable. Pensar en el recorrido de tu comprador ayuda a tener una mejor comprensión de lo que quieren tus clientes. Esto puede lograrse mediante el rastreo digital que los usuarios van dejando a lo largo de sus búsquedas en Internet y los temas, productos, servicios o sitios en los que se interesan. Este concepto es también conocido como customer journey.

Estructura el plan de medios digitales

Desarrolla una ruta de acción en donde incluyas los siguientes puntos:

  • Descripción de tu producto o servicio.
  • Posición actual en el mercado.
  • Lista de tus competidores directos e indirectos.
  • Definición del objetivo de campaña.
  • Periodo, alcance y amplitud de tu estrategia.
  • Inversión disponible.
  • Descripción de tus potenciales clientes.
  • Define la estrategia de la campaña

Define la vía que utilizarás para llegar a tu público. Ten en cuenta tu tipo de audiencia y el objetivo que planteaste desde el inicio, ya que de esta manera podrás saber cuál es la mejor estrategia para exponer tu mensaje. Estas son algunas de esas vías:

Estrategia de redes sociales: Elige las redes según tu público y objetivo. Por ejemplo, si deseas impactar a un usuario más joven las tendencias de marketing en Instagram apuntan al video. Los consumidores cada vez más tienen mayor apreciación por los contenidos en este formato, en lugar del escrito, ya sea a través del feed, stories, Reels o IGTV.

Estrategia SEO: Para que los usuarios te encuentren por medio de un buscador tienes que contar con un sitio web optimizado con palabras clave que te ayuden a posicionarte. Cuanto más específicas sean, segmentarás mejor a tu público objetivo.

Estrategia de email marketing: Las campañas de correo electrónico ofrecen el mejor retorno de inversión que cualquier canal de marketing. Considera que tus correos siempre deberán estar optimizados para todo tipo de dispositivos. Procura ser agradable y dirígete al lector usando un tono que le resulte familiar. Usa un lenguaje atractivo, práctico y personalizado.

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éxito, medios digitales, Plan de medios

Las personas que pasan demasiado tiempo comparándose con otras personas suelen tener un mayor grado de inseguridad en sí mismas, indica el psicólogo Andrés Carrillo. El experto explica que compararse puede servir para aprender y tomar ciertos aspectos positivos de otros, pero esto empieza a convertirse en un hábito tóxico cuando nos comparamos de manera obsesiva.

¿Qué podemos hacer para evitar caer en este mal hábito? Aquí algunas claves para enfrentarlo:

Reconoce que te comparas con los demás

Parece algo sencillo, pero cuando existe un hábito, puede ser complicado darse cuenta rápidamente que estamos cayendo nuevamente en compararnos. Una vez que tomas conciencia en pleno momento puedes empezar a tomar acciones al respecto. En ese momento intenta concentrarte en las cosas positivas que tú puedes aportar a las personas alrededor tuyo.

Concéntrate en lo que tienes y eres

Piensa en la manera en que puedes contribuir a la vida de los demás. Esfuérzate en hacer cosas positivas que te hagan sentir bien contigo mismo, para empezar a fortalecer tu seguridad múltiples aspectos de tu vida.

Sé consciente del daño que te causas

Compararte con alguien te causa dolor, y este es generado por ti mismo. La persona con la que te comparas está dirigiendo su vida a su manera e ignora que constantemente te estás comparando con ella.

Enfócate en aprender y no en competir

Sentirte mal al compararte con los demás es signo de que no estás aceptando que puedes aprender de alguien más. Procura ver a las otras personas desde una perspectiva de aprendizaje. Utiliza la comparación para inspirarte. Si sientes malestar al compararte es probable que te enfoques en competir y no en aprender.

Limita tu tiempo en redes sociales

Muchas veces lo que vemos en redes es el mejor ángulo de la vida de las personas. Podríamos tener la impresión de que estas personas no tienen problemas ni dificultades. Sin embargo esto es falso, pues fuera de lo que mostramos al mundo, todos tenemos dificultades, defectos y frustraciones. Limita tu tiempo en las redes sociales pues te expones a ver situaciones que no son reales y pueden debilitarte.

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compararse, éxito, Fracaso

Según el boletín sobre la Demografía Empresarial en el Perú, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), más de 45,000 empresas dejaron de operar en Perú durante el 2020. A primera vista uno podría pensar que todas estas empresas fracasaron, cuando en realidad estos cierres se debieron a la crisis provocada por la pandemia por Covid-19.

Muchas veces nos enfrentamos a obstáculos en nuestro camino del emprendimiento, pero estos no deben representar un fracaso o abandono de nuestros sueños. El psicólogo organizacional Juan Armando Corbin explica que aquello que determina nuestro éxito es cómo afrontamos esos obstáculos. La perseverancia y levantarse a pesar de las caídas es lo que va a permitirnos lograr los objetivos planteados mediante la resiliencia.

Algunas claves que el experto recomienda para recuperarse de los fracasos son:

Aceptación

Es necesario aceptar que los fracasos son parte de la vida y que le ocurren a todas las personas en el mundo del emprendimiento. También es importante que en este proceso no seamos duros con nosotros mismos cuando las cosas no salen como las esperábamos.

Busca los errores

Una vez que se ha aceptado el fracaso, es necesario buscar los errores o factores que hicieron que llegáramos a dicha situación. Es probable que haya sido la mala planificación o el resultado se debe a causas ajenas a uno mismo.

Ten un plan de acción

Al detectar los errores, debes tener claro que si se trata de un factor externo, no hay mayor motivo para cambiar. Si la responsabilidad fue tuya, es momento de planificar una nueva estrategia que te permita llegar al objetivo deseado. Esto te hará tener una visión más clara de los pasos a seguir.

Actúa en lugar de quejarte

El experto explica que para tener una mentalidad positiva es necesario no asumir el rol de víctima. Si no pasas a la acción, difícilmente conseguirás levantarte. Cuando cuentes con un plan de acción listo, el siguiente paso es ponerlo en marcha y fijarse objetivos concretos.

Desafía las creencias limitantes

Cuando fracasamos, es fácil pensar que superar estos momentos difíciles no está a nuestro alcance. Debes entender que estas palabras que te dices a ti mismo son creencias limitantes, que no te dejan avanzar en el camino hacia el éxito. Sustituye estas frases por creencias potenciadoras y afirmaciones positivas.

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Evita compararte con la imagen que otras personas puedan proyectar en redes sociales.

El psicólogo Arturo Torres explica que la inseguridad tiene múltiples causas, aunque varias son comunes. Se trata de una visión distorsionada sobre las propias capacidades, desde un punto de vista pesimista. El hecho de tener expectativas muy bajas acerca de lo que uno mismo es capaz de hacer, hace que no se tengan gran iniciativas. Con el paso del tiempo, esta percepción refuerza otras inseguridades y mantiene el autoestima baja.

Para superar esto, Pilar Jericó, doctora en Organización de Empresas explica que si aprovechamos esa inseguridad, podemos convertirla en una aliada. Para que eso ocurra, el primer paso es la aceptación de esta inseguridad. Si revisamos nuestros pequeños o grandes éxitos, veremos que muchos de ellos comenzaron por un deseo de mejora de nuestra vida personal y profesional.

“La inseguridad que nos motiva a la acción de mejora es un buen aliado. Aquella que nos lleva a lamentarnos, que nos deja lamiéndonos las heridas y repitiendo lo desafortunados que somos, es paralizante”, indica la experta. “Necesitamos ponernos manos a la obra y aceptar que vamos a convivir con ella, como con el miedo, nuestra personalidad o nuestros gustos. Aceptarnos en todas nuestras dimensiones, incluyendo las que no nos gustan tanto, es un buen camino para la serenidad y la felicidad”, finaliza.

Superar la inseguridad

Anota tus fortalezas e inseguridades: Todas las personas, incluso las más inseguras, son capaces de reconocer ciertas cosas que se les dan bien. Por eso, un gran punto de partida es anotar una lista de debilidades y otra de fortalezas personales. Es importante que evites compararte con otras personas en este proceso. Destacar tus fortalezas te ayudará a centrarte más en lo bueno que tienes.

Revisa las tendencias a la paranoia: Muchas personas basan su inseguridad en pensamientos casi paranoicos, pensando en las supuestas intenciones de herirnos o de burlarse por parte de otros que se esconden tras una apariencia de normalidad. Por eso, es positivo dedicar unos cinco minutos, al final del día, a ver en retrospectiva si hemos caído en ese tipo de pensamientos de forma injustificada.

No te compares con personas desconocidas: Con el auge de las redes sociales, es fácil dar una imagen falsa. Esto es algo que facilita la aparición de inseguridades. Cada vez que te asalte un pensamiento de inferioridad frente a lo visto mediante Facebook, Instagram o similares, recuerda que se trata de un espejismo. No hay ningún motivo para pensar que esa persona sea perfecta.

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“¡Marta, pásame el destornillador!” y Marta le alcanza el martillo…

Bastante molesto e irritado José le reclama a Marta: “¿Es que tú no sabes escuchar? Yo te pedí el destornillador”. Y ella contestará: “¡No, José!, tú me pediste el martillo. ¡Clarito escuche cuando dijiste martillo!”.

“¡Qué no! Te pedí el destornillador”, insistirá José.

Entonces, la discusión se pondrá peor. Cuando cada uno, por defender su posición, traiga temas que nada tienen que ver con la situación.

¿Será posible un desenlace distinto? ¿Será posible lograr un resultado diferente? Veamos la misma historia con una actitud y enfoque nuevo. Uno en el que nuestro foco se oriente a conseguir el resultado y no en ver quién está equivocado o quién tiene la razón.

“¡Marta me pasas el destornillador!”. Y Marta trae el martillo.  Aquí es donde todo puede ser distinto.

José puede decidir tener la razón. Él dijo lo que dijo y nunca se equivoca.  Es decir, la del problema es Marta porque no escucha, porque siempre piensa en cualquier cosa y quién sabe qué más podría inventarse. Por este camino, ya sabemos el resultado y el destino.  O puede estar realmente comprometido con el resultado y la relación, de tal manera que esos objetivos sean más importantes que “tener la razón” y abrir posibilidades a obtener el resultado que se desea: Que Marta traiga el destornillador.

Entonces la situación puede ser la siguiente:

“¡Gracias Marta! Es posible que no me haya dejado entender, o me haya equivocado o quizás no lo haya dicho claramente. Pero lo que necesito es el destornillador para colocar el tornillo ¿Me podrías traer uno?”. Simple y sencillo.

Solo se necesita abrirnos a la posibilidad de que lo sucedido pudo haber sido nuestra responsabilidad.

Si depende de mí que Marta entienda, puedo volver a probar, generar claridad y lograr mi resultado. Pero si la otra persona es “el problema”, ya no tenemos posibilidades porque depende de ella o él y no podemos hacer nada al respecto. En ese caso mis resultados están supeditados a otra persona y esto en muchos casos agrava la situación porque nos genera frustración.

Cuantas veces en nuestro día a día nuestro compromiso es mayor con “tener la razón” que con los resultados que queremos (sin estar consientes).

Esto está basado en nuestras creencias o paradigmas. Muchos de los cuales ni siquiera son nuestros, porque en muchos casos, son aprendidos durante nuestro crecimiento o son asignados por la cultura o sociedad, adoptándolos como propios.

Decimos querer lograr “A” pero logramos “B”, y preferimos encontrar todas las evidencias, excusas y problemas externos por lo que no logramos “A”, en vez de enfocarnos en seguir buscando la manera de lograr “A”. Y lo más importante, no queremos hacernos cargo o aceptar que si dices querer “A” pero constantemente obtienes “B”, la realidad es que inconscientemente tu compromiso realmente es “B”. Por eso muchas veces no vemos o encontramos otras posibilidades.

Imagínate ir a algún lugar y por ‘X’ razón no se puede transitar por el camino habitual.  En ese caso, podemos molestarnos, gritar, pensar en toda la genealogía del alcalde de turno. Y sí, es cierto, tenemos todo el derecho a estar molestos, que es injusto, que pagamos nuestros impuestos, etc. Y sí, tenemos razón. Pero queremos estar claros que todo eso no hará que lleguemos a tiempo.  Que distinto sería si la actitud y el pensamiento estuviesen comprometidos con llegar a tiempo más que con tener la razón; de que eso no debería estar sucediendo, que es injusto, etc.  Simplemente buscaríamos otro camino. Porque en el fondo, no importa cuánto gritemos, nos molestemos o irritemos, la situación no va a cambiar.

Otra forma en la que muchas veces preferimos tener la razón versus tener éxito es cuando decimos: “Es que yo soy así”. En realidad, no lo eres. Actúas de una u otra manera, pero no lo eres. Es una conducta aprendida. Puedes revisar un artículo que escribí -hace una semana- que se llama “El poder de las palabras”, donde hablo un poco más profundo del tema; y próximamente publicaré un artículo en donde veremos con mayor profundidad la diferencia entre “ser” y “actuar”.

Debemos cambiar el foco de tener la razón y actuar como una “víctima” de la situación o de una persona, para pasar a verme como el autor y creador de mis resultados. Comprometerme con ellos de tal manera que lo que tenga presente es cómo los puedo obtener y no las excusas, pretextos o inventos de por qué “yo no puedo”.

¿Qué resultados podrías obtener en tú vida si momento a momento te comprometes a enfocarte en los caminos hacia tus resultados, y no en las razones por las que no los puedes tener?

Disfruta el camino al éxito.

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