Figari

[EL DEDO EN LA LLAGA]  «Convocamos, en primer lugar, a personas de reconocida trayectoria en la sociedad peruana para formar la Comisión de Ética para la Justicia y la Reconciliación. Se les encomendó la tarea de acoger a las víctimas de diversas formas de abusos y maltrato generados en su relación con el Sodalicio, y ofrecerles un primer paso en su camino de reparación, sin exigir un rigor de prueba o escrutinio de sus testimonios, sino procurando ofrecerles la escucha y acogida que su sufrimiento requería. Al finalizar su trabajo, la Comisión presentó su informe, y un conjunto de recomendaciones, sobre las cuales hemos venido trabajando.

Como parte de ese mismo proceso recurrimos al Sr. Ian Elliott, cuya experiencia de más de 40 años trabajando con víctimas de abuso en diversas partes del mundo permitió que un número significativo de personas pudieran presentarse para ofrecer sus testimonios».

Sin embargo, esto último no parece ajustarse a la verdad, pues la misma Kathleen McChesney, en un video publicado el 18 de febrero de 2017 por el mismo Sodalicio en su canal de YouTube (Canal S), afirmaba que tanto ella como Monica Applewhite y Ian Elliott recién fueron contactados por el Sodalicio en marzo de 2016, cuando la primera comisión ya tenía prácticamente listo su informe final, que fue finalmente publicado en abril de 2016. Más aún, no hay ningún indicio que demuestre que el Sodalicio habría tenido el plan de establecer dos comisiones desde un principio, sino más bien todo lo contrario. La convocación de una segunda comisión habría sido un plan alternativo para neutralizar las conclusiones a que había llegado la primera, tanto a nivel general como a nivel de informes personales.

Además, ninguno de los tres expertos contratados había trabajado jamás como representante de víctimas de abusos, sino más bien para organizaciones donde se habían cometido abusos, a fin de implementar programas de prevención y reparación, respetando por supuesto los intereses de la organización. Dicho de otro modo, eran profesionales de “control de daños” y “lavada de cara”.

La afirmación de que en el informe de la primera comisión hay «un conjunto de recomendaciones, sobre las cuales hemos venido trabajando» es ambigua. Puede entenderse como que están buscando cumplir esas recomendaciones, pero lo que el Sodalicio estaba haciendo en realidad era ver la manera de incumplirlas. De estas recomendaciones solo cinco eran para ser cumplidas por el Sodalicio, las otras eran para ser cumplidas por la misma Comisión de Ética o o simplemente eran recomendaciones a tener en cuenta por la Santa Sede.

Respecto a la primera recomendación, si bien el Sodalicio declaró a Figari “persona non grata”, no adoptó para él «la mayor sanción moral e institucional», que era la expulsión y tomar las medidas para que que se someta a la justicia civil. Al contrario, se le protegió y se le pagó incluso el abogado, Armando Lengua, uno de los más caros de Lima.

Respecto a la segunda recomendación, que «las víctimas de los abusos deben ser resarcidas», hay que decir que el Sodalicio no reconoció como víctimas a todas aquellas personas que la primera comisión había reconocido como tales, alrededor de un centenar, sino sólo parcialmente. Y las reparaciones ofrecidas estuvieron lejos de ser justas y proporcionales al daño sufrido. Igualmente respecto a «una solicitud de perdón y desagravio, de manera personal y escrita, por parte del Superior General a cada una de las víctimas», éstas aún siguen esperando que esto ocurra.

La tercera recomendación era ésta: «Compensación por los daños personales sufridos por quienes fueron privados de un adecuado discernimiento vocacional, y en esa medida, obligados a prestar servicios no remunerados, incluso en condición de “servidumbre”». Fue incumplida, o cumplida muy mezquinamente sólo con unos cuantos.

Las otras dos recomendaciones fueron incumplidas en su totalidad:

«El SCV deberá proceder a la devolución inmediata de toda la documentación correspondiente a cada una de las personas que forma o formó parte de la institución, que así lo solicite».

«Las personas que ejercieron algún cargo en la organización del SCV, durante los años en que se permitieron los abusos denunciados, deben ser impedidas de ejercer algún cargo representativo al interior de la organización».

Regresando al informe de los expertos internacionales, el mismo señala que «este informe fue originalmente preparado en inglés». Sin embargo, hay indicios para suponer que esto no es verdad.

En el mismo texto del informe se señala que fueron preparados «después de una extensa revisión de documentos públicos, registros del SCV y entrevistas de más de 245 personas», es decir, fuentes de información todas ellas en español, salvo algunas entrevistas que pudieron ser realizadas en inglés sólo gracias a que los entrevistados manejaban mal que bien este idioma.

Por otra parte, al traducir algunas partes del informe al alemán, me di con la sorpresa de que las traducciones del español eran más precisas que las traducciones del inglés. Por poner algunos ejemplos, la palabra “apostolado” aparece en la versión inglesa del informe como “ministry”, lo cual a grandes rasgos se puede considerar como correcto si la traducción es del español inglés. Pero en sentido contrario la cosa no funciona. “Ministry” (servicio de carácter religioso) no puede traducirse correctamente como “apostolado”.

De Jeffery Daniels se dice que era tildado de ser “payaso” —característica que le cae al pelo, según el testimonio de quienes lo conocimos personalmente—. En la versión inglesa dice “goofy” (bobalicón, ridículo o gracioso en sentido cómico), lo cual resulta aceptable con cierta flexibilidad si se trata de una traducción del español al inglés. Pero “goofy” no podría traducirse correctamente como “payaso”.

Además, el informe presenta alguna características inaceptables tratándose de un documento que debería cumplir con estándares académicos. Entre los abusadores sexuales, sólo se mencionan los nombres de Luis Fernando Figari —quien fue separado de la comunidad pero nunca expulsado del Sodalicio—, de Germán Doig —fallecido en el año 2001— y de otros tres, que ya no forman parte de la institución: Virgilio Levaggi, Jeffery Daniels y Daniel Murguía. Sin embargo, hay otros tres abusadores sexuales que seguirían perteneciendo al Sodalicio, cuyos nombres no se mencionan. Asimismo, no se menciona el nombre de ninguno de los once abusadores físicos y psicológicos que identificó la comisión de expertos, nueve de los cuales seguirían perteneciendo al Sodalicio.

En una parte se mencionan «actos de abuso sexual que se han reportado como perpetrados por cuatro exsodálites, de quienes se ha reportado que han abusado sexualmente de un total de dieciocho varones menores de edad y una joven menor de edad». Para enterarnos de la edad de cada una de las víctimas, los nombres de sus abusadores y los detalles de los abusos tendríamos que esperar al Informe de la Comisión De Belaúnde (julio de 2019) —lamentablemente aún no difundido públicamente—, donde aparece toda esta información.

El informe de los expertos internacionales, además de ser fragmentario y demasiado breve para la cantidad de fuentes disponibles y el tiempo de un año dedicado a la investigación, cae en una que otra contradicción. En su carta de presentación, Alessandro Moroni, decía que «los expertos identificaron ciertos elementos dentro de la cultura del Sodalicio que, de alguna manera, permitieron que estos reprobables hechos hayan podido ocurrir». El informe dice más o menos lo mismo refiriéndose a una «cultura pasada del SCV», pero también señala que «no fue, entonces, la cultura del SCV la que causó que los agresores cometieran actos de abuso, pero hubo autoridades o sodálites mayores que permitieron o alentaron abusos físicos y psicológicos». ¿En qué quedamos?

De hecho, la versión en español del informe de los expertos internacionales se lee con más naturalidad y no tiene la pinta de ser una traducción, lo cual no ocurre con la versión en inglés, que parece más bien una traducción del español.

Si esto es así, nos hallamos ante una premisa grave, considerando que los expertos no dominaban el español al punto de poder escribir un informe profesional en esta lengua. ¿Quién redactó entonces el informe?

La primera hipótesis es que fueron sodálites encargados por la institución para apoyar a los expertos quienes estuvieron encargados de redactar y supervisar el informe final. Que el Sodalicio tenía en control de los procedimientos se manifiesta en el hecho de que ni Ian Elliott, ni mucho menos las otras dos “expertas”, decidían a quién se le podía considerar como víctima y acreedor de una reparación, sino que eso lo hacía un Comité de Reparaciones integrado por los sodálites José Ambrozic y Fernando Vidal; Claudio Cajina, abogado del Sodalicio, y Scott Browning, abogado estadounidense contratado por el Sodalicio, según lo declarado por Alessandro Moroni en el Congreso de la República. En otras palabras, ante las víctimas el Sodalicio fue juez y parte.

La otra hipótesis es que efectivamente hubo un extenso informe en inglés preparado por los expertos, pero que no es el mismo que se dio a conocer a la opinión pública, el cual sería más bien una especie de resumen o versión editada, preparada por el mismo Sodalicio a fin de apuntalar su propia narrativa de los hechos, donde —por ejemplo— se omite totalmente el papel que jugaron Rocío Figueroa, Pedro Salinas y Paola Ugaz en develar los abusos del Sodalicio. Alessandro Moroni dice en su carta de presentación que «los expertos no han encontrado indicios de complicidad ni conspiración entre los presuntos abusadores». La pregunta es dónde leyó esto, porque esta información no aparece en el informe publicado. ¿Lo habrá leído en el informe en inglés que efectivamente habrían preparado los expertos y que nunca fue publicado?

Queda claro que lo que se buscaba era cargar el peso de los abusos sobre un puñado de abusadores (Figari, Doig, Levaggi, Daniels y Murguía), de los cuales —con la excepción de Figari— ninguno forma actualmente parte del Sodalicio, y limpiar al Sodalicio institucionalmente de cualquier culpabilidad o responsabilidad en los abusos. Y el informe, curiosamente, no aborda en ningún momento el tema de los encubridores, de aquellos que fueron testigos de abusos y que sabían de lo que ocurría, pero prefirieron guardar silencio y proteger a los abusadores con el fin de salvaguardar a toda costa la imagen institucional. Y esos encubridores siguen en la institución, manteniendo en pie el sistema que permitió los abusos de poder y de conciencia que constituyeron la base y fueron una puerta abierta para los demás abusos.

Creer que el Sodalicio puso todo de su parte para que se conociera la verdad de los hechos es una quimera, una fantasía para ingenuos. Toda su estrategia sólo tuvo como objetivo engañar a la opinión pública.

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El 8 de diciembre de 2010 Luis Fernando Figari renunció al cargo de Superior General del Sodalitium Christianae Vitae (SCV), cargo que había ocupado durante más de tres décadas.

¿Qué circunstancias lo llevaron a renunciar? Al respecto hay distintas versiones.

La primera versión es la que dio el mismo Figari en su discurso de renuncia:

«En este momento de mi vida les comparto la experiencia de que voy sintiendo el peso de los años. Además, las gravosas limitaciones que se han ido presentando en mi salud, luego de la operación de hace ocho meses, han mostrado ser un creciente obstáculo para un servicio en la autoridad adecuado a los intereses de la Sociedad. […] Luego de discernir ante el Espíritu y de escuchar numerosos consejos he llegado al convencimiento de que esta nueva etapa implica pasar la posta de la carga del gobierno y la administración a una siguiente generación, a un hermano que con juventud y mejor salud pueda llevar adelante las responsabilidades de responder al Plan de Dios guardando el día a día de la marcha del Sodalitium».

Esta versión piadosa sería desmentida años más tarde cuando el 10 de febrero de 2017 se publican los dos informes de la comisión Elliott-McChesney-Applewhite, expertos internacionales convocados por el Sodalicio para investigar los casos de abusos perpetrados en la institución.

Allí se cuenta que quien sería el sucesor de Figari en el puesto de Superior General, Eduardo Regal , cuando todavía era Vicario General del Sodalicio, había escuchado de uno de sus confráteres sodálites que había sido abusado sexualmente por Figari. Sin embargo, la víctima no estaba dispuesta a hacer una denuncia formal y Figari negó los hechos cuando Regal lo confrontó con ellos. 

«Para esa fecha, Regal y otros en el Consejo Superior se encontraban extremamente preocupados por el comportamiento y las acciones de Figari, particularmente por su maltrato y abuso de los hermanos en la comunidad y personas en la familia espiritual del SCV. Ellos creían que la conducta de Figari, que era bien conocida por muchos de los miembros, era totalmente incompatible con la vida de un sodálite. Como resultado, Regal tomó el paso radical y sin precedentes de pedir a Figari que se retirara de la vida pública para llevar una vida de conversión, retiro y oración. Le prohibió aparecer en actividades públicas del SCV, del Movimiento de Vida Cristiana o en los eventos de la familia SCV, le prohibió presentarse a sí mismo como autoridad del SCV o en representación de la misma, así como asistir a Misas de aniversario o Misas públicas, publicar libros nuevos y participar en el Consejo Pontificio de Laicos. Pero los demás miembros de la comunidad no conocían estas medidas y creían que su retiro obedecía a motivos de salud».

En mayo de 2011 Regal se enteraría de manera informal que en el Tribunal Eclesiástico Interdiocesano de Lima había ingresado una denuncia contra Figari por abusos sexuales. En septiembre de 2011 se presentaron dos nuevas denuncias contra Figari ante el mismo tribunal. Ante esos hechos, «en noviembre de 2011 y nuevamente en octubre de 2012, Regal viajó a Roma a entrevistarse con la CIVCSVA [Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica] y con canonistas en referencia al caso canónico contra Figari. También continuó tratando el asunto con la Arquidiócesis [de Lima] y el Tribunal».

En diciembre de 2013 es elegido Alessandro Moroni como sucesor de Regal en el puesto de Superior General. Sabiendo de cuatro nuevos casos incluidos en una sola denuncia canónica presentada ese mismo año, Moroni, después de consultar al Consejo Superior y a las autoridades vaticanas, le ordena a Figari abandonar Lima y residir mientras tanto en una comunidad sodálite en Roma en completo aislamiento. Lo demás es historia conocida.

Esta segunda versión de la caída de Figari presenta inconsistencias, sobre todo porque fue el mismo Sodalicio encabezado por Regal el que avaló la idea de que Figari se había retirado por motivos de salud, y así fue comunicado oficialmente por ACI Prensa, agencia de noticias dirigida por el sodálite Alejandro Bermúdez, en una nota del 21 de diciembre de 2010.

Años más tarde el mismo Regal insistiría en esta misma versión en sus declaraciones del 15 de julio de 2016 ante la Fiscalía de la Nación:

«PREGUNTADO DIGA: Indique usted si conoce el motivo de por qué Luis Fernando FIGARI RODRIGO dejó de ser Superior General.

Dijo: Que sí, conozco. En el año 2010 FIGARI sufrió una operación médica complicada al abdomen, luego de dicha operación se le presentaron infartos cerebrales múltiples que lo dejaron incapacitado para el gobierno, sus capacidades intelectuales y físicas quedaron disminuidas y por lo tanto era indispensable poder contar con un Superior general en ejercicio, es así que varios sodálites, entre ellos yo, le recomendamos encarecidamente que deje el puesto de servicio de Superior General para poder tener un gobierno efectivo».

Cuando Regal hizo estas declaraciones, ya se había publicado el libro “Mitad monjes, mitad soldados” de Pedro Salinas y Paola Ugaz, y los abusos de Figari eran ya de conocimiento público. Según Regal, a él nunca le constó que Figari hubiera cometido abusos, pues aunque recibió denuncias, las desestimó por no encontrarlas consistentes. Y así lo declaró en el Ministerio Público:

«PREGUNTADO DIGA: Indique usted si en el periodo que fue usted Superior General, recibió denunciados por miembros del SCV por abusos cometidos contra ellos por Luis Fernando FIGARI.

Dijo: Que recibí denuncias y en cada caso procedí según el debido proceso en el marco ya explicado de las atribuciones del Superior General en el que debe existir verosimilitud, pruebas suficientes para, según eso, verificar si hay delito tipificado y vigente y abrir proceso o descartar dichas denuncias o proceder a medidas disciplinarias o administrativas. En ninguna de las denuncias que recibí, luego de investigar, encontré los elementos señalados».

Eso nos lleva a la tercera versión sobre la caída de Figari, la más verosímil de todas, que es detallada en el informe preliminar de la Comisión Investigadora de Abusos Sexuales contra Menores de Edad en Organizaciones, del Congreso de la República del Perú, presidida por el congresista Alberto de Belaúnde.

Todo comienza con el encargo que había recibido Rocío Figueroa, entonces fraterna —es decir, integrante de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación—, de investigar la vida de Germán Doig —segundo en la cadena de mando del Sodalicio, fallecido en el 2001 en circunstancias aún no aclaradas—, a fin de escribir una biografía para su causa de beatificación. En el transcurso de esta investigación, Rocío llega a saber que otra fraterna había sido objeto de tocamientos indebidos por parte de Doig, ella misma toma conciencia de haber sufrido los mismos abusos, y finalmente obtiene el testimonio de un joven que afirmaba haber sido víctima de abusos por parte de Doig en los años 90. Asimismo, un amigo cercano le confiesa haber sido objeto de abuso sexual por parte de Virgilio Levaggi —el tercero en la cadena de mando de la institución en los años 80—. Con la ayuda de Cecilia Collazos, otra fraterna, Roció investiga más a fondo estos casos y llega a la conclusión de que debía enfrentar a Figari para detener todos las iniciativas orientadas a lograr la beatificación de Germán Doig. Así relata ella misma este encuentro:

«Luis Fernando me llama: “¿Has hecho la biografía?” “No”, le respondí. “No puedo hacer la biografía. Germán Doig no es santo, tengo noticias de que ha abusado de gente”. Me dijo que vaya a su casa. Yo temblaba. Llegué a su casa y estaba como loco. Los dos estábamos en Roma. Le conté primero lo mío. Me respondió: “Tú seguro lo sedujiste. Además, que te haya toqueteado no es nada. Porque lo que tú quieres hacer es un complot contra el Sodalicio. El movimiento necesita un santo y eso no es para tanto. Además, cuando yo me muera también van a decir que soy un abusador”. Yo le dije: “Cuando yo me muera nadie va a decir que he sido una abusadora. Yo no soy abusadora”. Me dio dos apellidos y dijo: “Estos dos hermanos van a decir que he abusado de ellos. Éste está loco”. No se dio cuenta que me estaba diciendo sus víctimas. Casi me muero”.

La reunión quedó allí. Por supuesto, no se interrumpieron las acciones conducentes a la beatificación de Doig. Rocío sería entonces objeto de una campaña de desprestigio y difamación orquestada por Figari dentro de la organización, que terminaron haciendo mella psicológica en ella. Se rumoreaba que había sido amante de Doig y le pusieron la chapa de “la viuda de Doig”. Posteriormente, por problemas de salud tuvo que ser operada en Milán. A mediados de 2010 logra tener una reunión con Eduardo Regal, Vicario General del SCV, y le comunica lo que sabía.

«Le digo dos cosas a Regal: 1. La causa de Doig tienen que cerrarla. 2. Figari no puede seguir siendo superior y tiene que ser investigado. No tiene la calidad moral, ha encubierto los crímenes de Doig y ha abusado de mí psicológicamente. Le dije: “Si tú no lo haces, lo voy a hacer yo sola. Voy a ir a la prensa, al Vaticano. O lo haces conmigo o lo hago sola yo”. A los tres meses Figari renuncia. Ellos dicen que hicieron todo. Mentira, fue por amenaza mía. Entonces regreso a Lima y ya habían cerrado la causa de beatificación. Le pregunté a Eduardo sobre Figari. Me dijo que era inocente, que no sabía nada de Germán. Le dije “Eduardo, pero esos ejercicios de yoga, ¿quién se los enseñó a Germán Doig?” Respondió: “Ah no, tú no puedes confundir ejercicios de yoga con abuso”».

El 22 de agosto de 2011 aparece en Diario16 la primera noticia sobre abuso sexual cometido por Figari, relatando cómo obligó a un joven a sentarse sobre un palo luego de que éste le revelara su orientación homosexual. Ésta fue una de las tres denuncias presentadas ese año ante el Tribunal Interdiocesano de Lima. De la reacción de las autoridades sodálites da testimonio el sacerdote exsodálite Jean Pierre Teullet, indicando que el P. Jaime Baertl, «que era muy amigo mio, me dice después [de la publicación en Diario16]: “Mira, lo hemos sacado de Lima ahorita sabiendo esto, porque no sabemos si esta cuestión se ha judicializado y le van a hacer impedimento de salida”. Entonces tú dices, oye, pero si a mí me dicen mañana que yo me he violado a alguien, que me digan lo que quieran, yo voy a pasearme por acá porque no tengo nada que ocultar. Y el segundo hecho que genera suspicacia es que Regal se va a Roma, regresa por mayo un poco más probablemente y nos junta —creo que era septiembre de 2011—, nos junta a los sodálites: “Miren, chicos, han salido estas denuncias, todo, pero ustedes no tienen que preocuparse porque yo he ido a hablar con los mejores canonistas de Roma y me han dicho que estas cosas ya prescribieron y en todo caso, como Figari es laico, no tiene jurisdicción”. Con lo cual, en buen lenguaje, te estaba diciendo: son verdad y es culpable».

El mismo P. Teullet también tuvo conocimientos de abusos cometidos por Figari y, no obstante la resistencia que experimentó dentro de la organización, hizo lo que estuvo de su parte para que fueran investigados, tal como lo relata en una carta aclaratoria a Fernando Vidal, Asistente General de Comunicaciones del SCV, fechada el 20 de octubre de 2015:

«En mayo del 2012, luego de varios meses de dialogo infructuoso con las autoridades, 4 sodálites presentamos formalmente “pedidos de investigación” contra el Hno. Luis Fernando Figari por actos graves e inmorales cometidos por él […]. Estos pedidos fueron desestimados, primero por el superior general de entonces, el Hno. Eduardo Regal, y luego, al ser presentados nuevamente por mí de modo formal en abril del 2013 al nuevo superior general, el Hno. Alessandro Moroni, fueron también desestimados por él. En ambos casos, nunca se realizó una investigación formal […]. Nunca se erigió un jurado, nunca se nos solicitó el testimonio formal, nunca hubo actas, nunca se dio un dictamen, y menos se nos respondió de modo formal la conclusión de dicho proceso».

Finalmente, el P. Teullet decide presentar la denuncia canónica correspondiente ante el Tribunal Eclesiástico Interdiocesano de Lima el 25 de octubre de 2013, no obstante que el P. Jaime Baertl, Eduardo Regal, Alessandro Moroni y otros habrían estado en desacuerdo con esta medida.

De todo lo dicho se concluye que en el Sodalicio nunca se inició ninguna investigación interna contra Figari, a pesar de que habían indicios suficientes para hacerlo. La renuncia de Figari fue un acto forzado por las amenazas de Rocío Figueroa de que si no lo hacía, iba a acudir a la prensa y a las autoridades vaticanas para revelarles todo lo que sabía. Eduardo Regal, una persona muy cercana a Figari, no investigó nada a fondo y terminó desestimando las acusaciones contra Figari por abusos de diversa índole —incluidos sexuales— que, antes de la publicación del libro “Mitad monjes, mitad soldados” en octubre de 2015, ya eran de su conocimiento y de otras personas con autoridad en el Sodalicio. Hubo tres denuncias canónicas individuales contra Figari en el año 2011 y una más en el año 2013 que incluía a cuatro víctimas más. Ninguna de estas denuncias fue presentada por algún representante oficial del Sodalicio. Más bien, los esfuerzos de las autoridades sodálites estuvieron dirigidos, no a a averiguar la verdad, sino a ver de qué manera podían librar a Figari de los cargos y de cualquier sanción que se le impusiera. Y cuando eso fue prácticamente imposible, se habría buscado la manera de minimizar el número de casos y obtener una sanción benévola para el fundador del Sodalicio. De paso, la comisión Elliott-McChesney-Applewhite, convocada por el Sodalicio y jugosamente remunerada, le practicaba una lavada de cara a Regal y a Moroni, entre otros tantos de los servicios de control de daños que prestó a beneficio de la institución.

Por lo demás, el P. Jean Pierre Teullet declaró ante la Comisión De Belaúnde que los casos conocidos de Figari a través del libro “Mitad monjes, mitad soldados” serían sólo algunos de los varios casos de abuso sexual que habría cometido el fundador del Sodalicio:

«…muchas de las víctimas de estas cosas de verdad no salen. No quieren decir cosas. Sí, por varias razones. Además, porque si tienes todo un aparato mediático que te van a perseguir… y a veces no sólo estás tú, dices: oye están mis hijos, mi familia ¿no?»

En la iconografía sodálite se resalta la figura de la Virgen María pisándole la cabeza a la serpiente. En nuestra historia es un símbolo profético, pues quien dio inicio a la caída de ese reptil llamado Figari fue precisamente una mujer, valiente y arriesgada, que no tuvo miedo de enfrentarse a ese monstruo, aunque ello le significara un alto costo personal. Algo que también hemos sufrido de una u otra manera todos los que hemos salido a dar la cara para desenmascarar a esa presunta organización criminal llamada Sodalicio de Vida Cristiana.

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