Hambre en el Perú

El Perú registra un Índice Global del Hambre (IGH)  de 17 puntos, lo que significa que ha regresado al estado crítico del 2014, informaron las organizaciones miembros de la red Alliance2015, en el último informe de IGH. Esta situación implica un retroceso de siete años en la lucha contra el hambre, que además puso en evidencia que los departamentos costeros son los que tuvieron un mayor impacto negativo que aquellos ubicados en la sierra y la selva.

Las restricciones de transporte, impuestas debido a la pandemia, generaron la tendencia a la baja en la costa y la sierra, ya que buena parte de la economía familiar se sustenta en la pluriactividad, que implica desplazamientos de gran magnitud. En tanto, la resiliencia de la región amazónica se debe a la continuidad de la comercialización de cultivos agroindustriales como la palma aceitera, el café, y cacao.

Los departamentos de Apurímac, Huancavelica, Ucayali, Loreto, Huánuco, Ayacucho y Cusco fueron fuertemente golpeados por la pandemia perdiendo los avances conseguidos por varios años en materia alimentaria.

“El informe resalta que los programas sociales, tanto alimentarios como no alimentarios han contribuido a mejorar las condiciones de vida de muchas poblaciones desfavorecidas.  Sin embargo, es necesario implementar medidas complementarias y sistemas de protección social con dominios más universales y que tengan un mayor alcance”, afirmó Binolia Porcel, vocera de la red Alliance2015 y representante de HELVETAS Perú.

William Campbell, Director de la Fundación Ayuda en Acción, presentó algunas propuestas y retos pendientes que ayudarían a reducir el hambre en el Perú:

Políticas públicas

La crisis sanitaria acentuó problemas que comprenden tanto a los territorios más alejados y los de mayor desarrollo. A los efectos más severos de la pandemia, se suman la crisis política nacional y el contexto internacional para remecer nuevamente la estructura económica, poniendo en riesgo la recuperación y la seguridad alimentaria de la población.

Estos problemas complejos necesitan de respuestas complejas que trascienden la esfera local. Entre éstas, el replanteamiento de los sistemas alimentarios. “Es indispensable abordar la salud, la seguridad alimentaria y nutricional considerando la salud humana, animal y ambiental, así como las relaciones comerciales equitativas con enfoque holístico”, indicó Campbell.

Programas sociales

Los programas sociales alimentarios y no alimentarios han conseguido importantes mejoras en la capacidad de agencia de muchas poblaciones desfavorecidas. No obstante, sus diseños no han logrado cubrir los múltiples problemas sociales. “La creación de sistemas de protección social con dominios más universales, con participación de gobiernos, se plantea como una medida complementaria e integradora de los esfuerzos individuales y con alcances más prolongados”, propuso.

Trabajo sinérgico multiactor

Los avances dependen de esfuerzos locales, de la participación de la sociedad civil, los gobiernos y, la participación activa de la comunidad y los pueblos originarios como los principales agentes de cambio de sus entornos territoriales y culturales que conlleven a sociedades más justas, desarrolladas y responsables del medio ambiente. “El sector privado es de vital importancia en este proceso para complementar, potenciar o mejorar la acción pública en favor del bienestar social”, añadió.

Foto: Andina.

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