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Se impone unidad en la oposición. Por lo mismo, es un disparate que se anden peleando enconadamente candidatos ediles como Rafael López Aliaga y Daniel Urresti. Va a llegar un momento en el que la crisis alimentaria, la inseguridad ciudadana y la corrupción, van a generar un malestar popular de tal envergadura que bastará una pequeña chispa para que se incendie la pradera.

En ese momento, se va a necesitar no solo de la derecha (Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País), que anda, además, con una agenda poco pertinente y por eso no convoca a nadie en las calles. Se va a tener que sumar a Acción Popular, Somos Perú, Podemos, Morados (otros de los blancos de la extrema derecha) y, por supuesto, a Alianza para el Progreso.

La inconmensurable mediocridad del régimen va a hacer que la calle se pronuncie y cuando ello ocurra va a ser necesario que la clase política congresal actúe con celeridad e inteligencia política. Y se va a necesitar, sobre todo, unidad férrea de todos para superar el impasse que más temprano que tarde este gobierno va a provocar.

-La del estribo: muy recomendable Run Run, el primer libro para niños del reconocido escritor Fernando Ampuero, que se inspira en la historia del zorro andino que se extravió y fue capturado en Comas. Ampuero incursiona en un género novedoso para él y lo hace con la misma solvencia que en sus novelas o cuentos.

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La polarización ideológica de la última elección pulverizó al centro, como opción política, aun cuando los resultados parlamentarios de Acción Popular y Alianza para el Progreso no son desdeñables, pero, la verdad sea dicha, ninguno de ellos es significativamente relevante en términos de cabal representación del ánimo popular centrista.

El último esfuerzo de construir una opción de centro, explícitamente identificado como tal, fue el Partido Morado de Julio Guzmán, pero cometió el grave error de soslayar el achicharramiento personal del candidato y fundador, y en lugar de presentar a otro postulante, insistió con él llevando al colapso a la agrupación que hace tan solo cinco años había sido protagonista principal de la elección.

Otro de los candidatos que reivindica semejante alternativa es Jorge Nieto, pero no fue capaz, siquiera, de inscribir su Partido del Buen Gobierno. Hoy mantiene un perfil promisorio, pero le queda mucho trecho por recorrer para erigirse en una opción nacional.

¿Qué implica ser de centro en el Perú? Básicamente, creer en la vigencia de una economía de mercado, pero con una dosis significativa de rol estatal en asuntos como la salud y la educación públicas, además de cierta regulación de sectores económicos que han confundido el libre albedrío con prácticas mercantilistas anticompetitivas.

En ese sentido, un mensaje de ese perfil tiene mucho terreno propicio por delante. La última encuesta del IEP resulta, al respecto, reveladora. Preguntada la población por su propia autoidentificación ideológica, un 41% dice ser de centro, un 35% de derecha y un 24% de izquierda.

Claro está que detrás de esa respuesta no hay necesariamente convicciones ideológicas claras (podría darse el caso de que alguien que dice ser de derecha al mismo tiempo sea partidario del control de precios, por mencionar un ejemplo) y, por ende, las respuestas no son un indicador previsorio de lo que podría ocurrir en un proceso electoral venidero.

Pero, de todas maneras revelan un estado de ánimo, mesurado en su mayoría, alejado de los extremismos vocingleros tanto de la izquierda como de la derecha. Es cuestión tan solo de que se construya una alternativa orgánica en ese sentido, que suponga una superación cualitativa del aguachento zafarrancho que hoy representan partidos como AP y APP, carentes de sustancia ideológica y propuestas programáticas claras.

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Derecha, Encuesta IEP, ideologías, Izquierda

El Perú no ha migrado a la izquierda, como pudiera sugerir ingenuamente el resultado electoral, que por razones extraideológicas terminaron consagrando el triunfo de un improvisado disruptivo como Pedro Castillo (sin pandemia, la segunda vuelta era entre Keiko Fujimori, Hernando De Soto o Rafael López Aliaga).

La última encuesta del IEP revela que la mayoría del país se define de centro o de derecha. De derecha un 37%, de centro un porcentaje similar y de izquierda un minoritario 26%. Y si se tiene en cuenta que mucha gente se autodefine de centro porque le ruboriza decirse de derecha, podemos afirmar que el Perú es un país claramente inclinado hacia la diestra.

Inclusive, en zonas del país que la izquierda considera bastiones ideológicos, el tema parece mucho más compartido de lo que se pudiera creer prejuiciosamente. En el “rojo” sur, el 32% se define de izquierda, un mayoritario 37% de centro y un nada desdeñable 31% de derecha, cifra casi igual que aquella que se autoidentifica de izquierda. Y en el centro del país ocurre algo similar. Un 35% se dice de izquierda, un 34% de centro y un significativo 31% de derecha.

La derecha y el centro tienen por delante una batalla promisoria para reconquistar el electorado andino que le ha sido refractario por muchas décadas. No es un tema ideológico, es un tema de actitud hacia malos candidatos capitalinos que no han sabido recoger y cosechar de ese enorme bolsón de personas del sur y el centro que naturalmente podrían votar por candidatos promercado, proinversión privada, etc.

No es un tema de demanda político ideológica. Es un problema de oferta. El país, y con mayor razón, regiones disruptivas como las andinas, están hartas de los mismos rostros desvencijados del elenco estable de la política peruana. Se requiere una renovación urgente.

En anteriores columnas hemos dado varios nombres que tienen las capacidades para reemplazar a los Keiko Fujimori, Hernando de Soto, Rafael López Aliaga, César Acuña, Yonhy Lescano, Alfredo Barnechea, Raúl Diez Canseco, Jorge del Castillo, Mauricio Mulder, Renzo Reggiardo, Julio Guzmán, entre otros. El país está ideológicamente servido, para, sin renunciar a los principios de centro o de derecha, cosechar de una matriz sociológica propicia para este sector político.

La del estribo: sigue con fuerza el teatro presencial. Ahora viene la imperdible Fieras, con la dirección de Norma Martínez y la dramaturgia de Mateo Chiarella, dos grandes del teatro peruano. A ver nomás si Joinnus mejora su plataforma de pagos, que es un desastre. Ya están las entradas a la venta y va del 6 de noviembre al 19 de diciembre en el Teatro Británico.

 

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