Las calles son indispensables, más aún si se tiene en cuenta el fracaso de la derecha para movilizarla. Frente a la inercia conjunta del Ejecutivo y el Legislativo, las marchas tienen que hacerse presentes y multitudinariamente hacerles sentir la mano del descontento con el statu quo a los dos principales poderes del Estado.
En las manos de la izquierda histórica, con su brazo sindical, radica buena parte de la salida de esta crisis política. Salvo un albur legal en el Congreso, lo único que puede lograr remedio a la actual situación está ligado a la protesta callejera. Al paso que vamos, se asoma como la vía matriz para romper el nudo gordiano en el que nos hallamos atrapados.