José María Eguren

Isabel Cristina López Eguren hilvana y teje con singular maestría la fascinante travesía de José María Ernán Eguren Rodríguez y su familia desde su abuelo don Andrés de Eguren, quien arribó al puerto del Callao alrededor de 1810, hasta sus generaciones posteriores. En cinco capítulos, analiza información inédita conservada por sus familiares de generación en generación y otras fuentes documentales y reconstruye más de siglo y medio del quehacer familiar, laboral, intelectual y político de los Eguren. Investigación que le permite corregir y subsanar vacíos en la biografía del poeta como cuando señala con meridiana claridad que el 8 de julio de 1874 fue el día de su nacimiento. 

Asimismo, traza el perfil del abuelo, los padres, los tíos y demás familiares de José María Eguren con detalle y cuidadoso esmero, gracias a lo cual el lector conoce sus maneras de pensar y actuar en distintos campos de la vida nacional desde fines del virreinato hasta mediados del siglo pasado. Por ejemplo, al abuelo del poeta el Rey de España Fernando VII le asignó el cargo de Factor y Administrador General de las Rentas del Tabaco de Chachapoyas, luego de cumplir con los requisitos de ser “súbdito leal, estar libres de cualquier deuda o de contratos vinculantes con comerciantes o con el gobierno, y tener alguna experiencia en la burocracia imperial. [De igual modo] (…) contar con suficiente riqueza como para pagar la media anta y depositar una fianza, pagada a la Caja como garantía de su honestidad”.   

En el capítulo que le dedica al poeta, López Eguren muestra con rigurosidad aspectos desconocidos de su vida. Varios de ellos, estrechamente vinculados entre sí, permiten conocerlo ya no solo como el bardo sin igual sino también como el hermano, el pintor, el amigo, el intelectual, el corresponsal, el funcionario público entre otras facetas más. Un aspecto, que la autora revela con particular esmero, es el vínculo amical de José María Eguren con sus pares y otros intelectuales, académicos y políticos no solo nacionales sino también extranjeros. Casi todos sin excepción le profesan admiración y respeto y así se lo hacen conocer. Como la dedicatoria de José de la Riva Agüero y Osma: “Al ilustre poeta limeño, Dn. José María Eguren. Su amigo y colega de la Academia”.

Amigos a los cuales José María Eguren les reconoce sin reserva alguna sus éxitos, sus publicaciones y su producción intelectual. “Une a su sentimiento maravillosa fantasía, cada día me sorprende con un nuevo aspecto del arte. Tiene impresiones muy originales de mis versos (…) tiene el don de fantasía y embellece lo que toca”, así se expresa el poeta de su entrañable amiga Isajara, seudónimo de Isabel Ramos Bodero de Jaramillo. Un amigo ideal como decían Abraham Valdelomar y José Carlos Mariátegui. 

En suma, Rastros Familiares: José María Eguren, orígenes y trayectoria de la familia Eguren en el Perú es una invitación a conocer otras facetas del poeta, a sus familiares, sus afectos y querencias, a sus amigos entre otras más, las cuales enriquecen la comprensión de su vida y época de manera sólida y documentada. Un libro de lectura imprescindible para todos aquellos que quieran conocer más a José María Eguren el poeta. 

 

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Eguren ve donde no vemos. Da color a la sensación. Estoy contemplando con absoluto deleite las páginas de un libro recientemente editado por la Biblioteca Nacional del Perú y que contiene algo digno de maravilla y aplauso: las acuarelas de José María Eguren, un conjunto de “metáforas visuales” a decir de Luis Eduardo Wuffarden, distinguido crítico de arte en el prólogo del álbum.

No escapa a la vista el universo de vasos comunicantes ni el diálogo secreto que se produce entre estas imágenes y la escritura de su autor. En Motivos, un libro único en su fascinante extrañeza, Eguren reflexiona con frecuencia sobre la pintura. Allí se lee, por ejemplo: “El paisaje es un compuesto de silencio y de luz; es un misterio extensivo” (p.56) o “la belleza es tenue, impalpable, la azul neblina que tamiza los molinos de viento y los castillos almenados” (p.59)[1].

Hagamos el simple ejercicio de pensar en estas afirmaciones mientras ponemos ante nuestra mirada las sutiles y misteriosas líneas que traza Eguren en sus acuarelas. Y surgirá la impresión de que el poeta ha traducido sus palabras en paisaje y color, que ha traducido sus impresiones y las ha llevado, con esa misma delicadeza, al lienzo.

La imagen de poeta-pintor cobra, entonces, pleno sentido. Y permite vislumbrar una tradición en el Perú, donde nos encontraríamos con César Moro, Jorge Eduardo Eielson o Luis Hernández, por citar a tres poetas que extendieron, en diverso grado, su labor creativa más allá de las palabras.

En el caso de Eguren, hay que destacar una idea que menciona Wuffarden y que sin duda merece atención: Eguren creía en un lenguaje capaz de integrar y sintetizar las artes y acaso en ello radique su pertenencia a la modernidad. Esto implicaba también la incorporación de un pensamiento sinestésico al momento de reflexionar en torno a la práctica artística.

“Guiado por una visionaria concepción integradora de las artes” –dice Wuffarden—“el autor insiste en que los lenguajes han dejado de ser privativos y excluyentes: la música puede ser lineal o gráfica, en tanto que el dibujo expresa ideas musicales; otro tanto sucedería entre ambas artes y la poesía, en todas las direcciones probables, lo que concluye difuminando las fronteras entre la vida y el arte” (p.18).

De manera que la lectura de la poesía de Eguren no puede darse fuera de este marco integrador, que concilia las posibilidades del arte como una totalidad de formas expresivas. Es lo que se percibe en un poema como “La danza clara”, que concentra color, movimiento, luz, sombra, trazo y palabra: “Es noche de azul obscuro…/ en la quinta iluminada/ se ve multicolora/ la danza clara./ Las parejas amantes,/ juveniles,/con música de los sueños,/ ríen./ Hay besos, harmonías,/lentas escalas;/ y vuelan los danzarines/ como fantasmas./ La núbil de la belleza/ brilla/como la rosa blanca/ de la India; /ríe danzando /con el niño de la Muerte/cano”.

El mundo poético-visual de José María Eguren queda pues a nuestra disposición en esta bella edición de la Biblioteca Nacional del Perú. Página a página, se acrecienta esa sensación que va mezclando misterios insondables, emociones infantiles, intuición de lo surreal, sueños de diversos tonos y colores, melancolía y visión.

 

Acuarelas. Un álbum de José María Eguren. Lima: Biblioteca Nacional del Perú (Colección Imagen y Memoria), 2021.

 

[1] Motivos. Edición de Ricardo Silva Santisteban. Lima: Biblioteca Abraham Valdelomar, 2014.

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