José Martí

«Las armas del juicio», señala, y «trincheras de ideas». El pensamiento debe dirigir la acción, no los apetitos menudos ni los egoísmos de los grupúsculos poderosos. ¿Suena conocido?

Si Martí viviera en el Perú sin duda habría condenado la masacre de más de sesenta peruanos durante las protestas y las estructuras de un poder que es incapaz de reconocer sus errores y la necesidad de irse a casa y dejar que se democraticen el ejercicio político y la economía.

Cuando se encontraba en su primer exilio en España, escribió un largo poema en homenaje a sus correligionarios, los patriotas asesinados por el poder colonial:

A mis hermanos muertos el 27 de noviembre (1872)

¡Cadáveres amados los que un día

ensueños fuisteis de la Patria mía,

arrojad, arrojad sobre mi frente

polvo de vuestros huesos carcomidos!

¡Tocad mi corazón con vuestras manos!

¡Gemid a mis oídos!

¡Cada uno ha de ser de mis gemidos

Lágrimas de uno más de los tiranos!

¡Andad a mi redor; vagad en tanto

Que mi ser vuestro espíritu recibe,

Y dadme de las tumbas el espanto,

Que es poco ya para llorar el llanto

Cuando en infame esclavitud se vive!

Palabras mayores. Es hora de que nuestros poetas aprendan algo de modelos como el de Martí si quieren estar del lado de la historia y no quedar en onanismos y nostalgias de postal.

Despierten, poetas.

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José Martí, patriota cubano
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