Maricarmen Alva

Pero ella dice, en los audios: “el pueblo está con nosotros”.

Bueno, está equivocada. No revisa las encuestas, no ve televisión, ni redes. Lo más importante en las personas es ser conscientes y coherentes.

Congresista, ¿qué opina usted del plagio de Pedro Castillo y la primera dama?

A ver, hay una falla en no controlar, en no tener los filtros de parte de las autoridades universitarias, que deben ejercer el control y la supervisión para que eso no suceda.

Por extensión, entonces, es responsabilidad del presidente de esa casa de estudios: el señor César Acuña.

No, porque tú sabes que en todas las empresas… ¿quiénes las manejan? Los rectores, los directores académicos, los asesores. Los accionistas ya no llegan a tener esa responsabilidad. Los accionistas han delegado esos cargos, esas actividades.

¿Y qué opina de las denuncias de plagio contra su hermano?

Él ya aclaró. Ha tenido el tiempo y, de alguna forma, ha tratado de que se esclarezca. Y lo que tengo entendido es que el problema que tuvo en la universidad de España quedó claro y no sucedió lo que todos querían: que le quiten el título, el grado.

Pero eso no quita las conclusiones de la comisión de doctorado de la universidad [que no se había citado a diversos autores en la tesis]. ¿No es un acto igual de condenable el acto del presidente a los actos del señor César Acuña?

Son cosas distintas, porque, en el caso del presidente Castillo, las investigaciones no han concluido. En el caso de mi hermano, ya hay conclusiones donde no ha quedado claro el hecho del plagio.

Congresista, ¿cree usted en la libertad de prensa?

Absolutamente, claro que sí.

Lo pregunto porque María del Carmen Alva le ha cerrado las puertas a los colegas que vienen cubriendo el Parlamento. ¿Está de acuerdo con esa decisión?

Hay un error allí. Si bien las condiciones han cambiado, estamos en una nueva normalidad, la pandemia no ha pasado, pero no es motivo. La prensa debe tener la oportunidad de divulgar lo que se hace en el Congreso.

Entonces, si usted fuese presidente del Congreso, nos abriría las puertas en su totalidad.

Sí, es necesario porque uno tiene que pensar en el bien; no en el mal.

 

 

 

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Congreso, Héctor Acuña, Maricarmen Alva

La peluquera y el estilista buscaron sin éxito entrar al Parlamento en tiempos de pandemia, dice una fuente congresal a Sudaca. La Mesa Directiva en el gobierno de transición, presidida por Mirtha Vásquez, no autorizó esas contrataciones. “No lo hubiésemos hecho de ninguna manera. A nosotros nos tocó la época más dura, donde los protocolos eran muchos más exigentes y se desconocía más la enfermedad, que son Covid- 19”, dice el acciopopilusta Luis Roel Alva, exsegundo vicepresidente del anterior Parlamento.

La relación de Alva con la industria de la belleza no es de ahora. En el despacho parlamentario de la presidenta y congresista de Acción Popular trabaja como técnico Carlos Cabieses Bertoni, vinculado al mundo del modelaje, de acuerdo al portal El Foco. 

Los ingresos de un estilista y una peluquera a la planilla congresal coinciden con el aumento del número de trabajadores en la gestión de Alva. En agosto del 2021, con la llegada del nuevo Congreso, había 3,131 trabajadores, según el portal “Epicentro”. En marzo, la planilla creció a 3,889. Es decir, 758 más. 

“Es totalmente falso [sobre la planilla inflada]. Les pueden dar la información. Siempre ha habido una campaña contra el Congreso desde el primer día. Todos los peruanos saben”, dijo Alva a los periodistas, defendiéndose de la publicación periodística.

 

Fotoportada: Darlen Leonardo

 

 

 

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Congreso, Maricarmen Alva

Todos los días, de lunes a viernes, Alexandra Ames, David Rivera y Paolo Benza discuten los temas más importantes del día por Debate. En nuestro episodio número 325.

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Maricarmen Alva, Pedro Franke, UNMSM

 

Durante décadas, en los libros de historia se representaba la organización social de toda cultura mediante una pirámide dividida en estamentos. La organización del virreinato, por ejemplo, distribuía los niveles del triángulo por grupos raciales: en la cima estaba el español, seguido de criollos y mestizos, luego indios y en la base más ancha, negros y mulatos. Una vez terminado el año en que se estudiaba el periodo colonial, los escolares nunca más volvíamos a encontrarnos con una pirámide similar sobre la sociedad contemporánea. Aparentemente, gracias a la democracia, una organización así y sus relaciones de poder habían quedado en el pasado,

Se suponía que al convertirnos en una república y considerarnos iguales, el Perú había conseguido reemplazar la pirámide por una escala alfabética de niveles socioeconómicos, de la A hasta la E, como suele aparecer en los informes estadísticos. Los hitos de ese logro habían sido resultado de la independencia, la liberación de los esclavos y de la tardía reforma agraria. Pero como bien nos hizo notar Gonzalo Portocarrero, en una sociedad donde la ley pública jamás llegó a tener prestigio, la independencia solo consiguió que otros extranjeros y los criollos más blancos reemplazaran a los españoles, que la prohibición de la esclavitud no pusiera fin a la discriminación racial y a la pobreza de la población afrodescendiente, y tampoco consiguió que la reforma agraria lograra terminar con la pobreza de la población indígena y su acceso a educación de calidad.

Doscientos años después de la independencia, la presidenta del Congreso, Maricarmen Alva, le demanda a la alcaldesa de un distrito rural arequipeño que cambie el tono de voz porque está prohibido en “su casa”. El recurso de considerar su casa al Congreso, el lenguaje corporal que utilizó y el silencio posterior a los reclamos de demás autoridades públicas, dan cuenta de cómo con ese discurso ella se coloca en la blanca cima de la vieja pirámide y le quita la voz a la autoridad de una localidad rural. Con este acto, Alva pone a Marilú González en la base inferior de la pirámide y transparenta cómo su reclamo no puede ser aceptado porque rompe con el orden establecido. Se ha metido a su casa a protestar, sin importar que sea justo o no.

Doscientos años después de la independencia, los electores peruanos dieron preferencia a un maestro rural sindicalista para que fuera presidente, mostrando su hartazgo por la heredera de la mafia fujimorista que azota al país desde los años noventa. De la base fue llevado hasta la cima. Pero el presidente no quiso esa casa. Prometió que la convertiría en museo y mantuvo otra casa en Breña para visitas, yendo directamente contra la ley, desconociendo sus verdaderas funciones, pero con la esperanza de transmitir “al pueblo” que no lo traicionaba, sino que sufría el no saber cómo gobernar junto con él.

Estas buenas intenciones son para él razón suficiente para justificar el sentirse víctima de los grupos de poder que promueven sistemáticamente su vacancia, pero el querer permanecer en la base piramidal no tiene por qué justificar que se lave las manos, que eluda sus principales tareas, que dé sus cargos a personas sin experiencia en el sector o, peor aún, que los mantenga sabiendo bien que están implicados en mafias viejas o nuevas de los sectores informales y delincuenciales del país.  En ninguna de las dos casas, el Palacio de Gobierno o el Congreso de la República, alguno de sus dirigentes ha sido capaz de pedir disculpas. Lo único que se ha conseguido es que el presidente se quite el sombrero.

8 de febrero de 2022

 

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Congreso, Maricarmen Alva

La presidenta del Congreso no debería ser la que se encargue del gobierno ante una vacancia. El ministro de Justicia cruza todas la líneas. ¡Y la sombra de Bertini sobre Fujimori!

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anibal torres, Giancarlo Bertini, Maricarmen Alva
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