porvenir

Hay un clic que no se está produciendo en una región andina estratégica para el país, como es Puno, entre su “ser social” y su “conciencia social”. La mayoría de puneños son comerciantes y empresarios, pero a la hora de acercarse a las urnas lo suelen hacer por opciones disruptivas de izquierda, que van directamente en contra de la libertad empresarial de la que disfrutan sus coterráneos.

En la segunda vuelta del 6 de junio de este año, Perú Libre obtuvo en la región altiplánica el 89.256% de la votación mientras que Fuerza Popular apenas logró el 10.744%, una diferencia abismal entre dos opciones polarizantes, de izquierda y derecha, respectivamente.

Si la derecha quiere evitar que reaparezca algún candidato radical de izquierda, está en la obligación de conquistar para sí al mundo andino y evitar de esa manera que su población creciente termine por inclinar la cancha a favor de alguien como Pedro Castillo en el futuro.

Puno es, además, una región con enorme influencia en las regiones vecinas: Arequipa, Tacna, Moquegua, Cusco y Madre de Dios. La migración puneña es masiva en tales localidades.

Puno es, sociológica y económicamente hablando, capitalista. Inclusive en Lima, interesante es anotarlo, en todos los conglomerados empresariales emergentes (Gamarra, La Parada, Tacora, Caquetá, Lima Norte, parque industrial de Villa el Salvador, etc.), los núcleos empresariales más cooperativos entre sí, capaces de tejer redes de asistencia y apoyo emprendedor, son los conformados por puneños.

Pero en su terruño, el puneño vota, históricamente, por la izquierda. Sin duda, puede haber una explicación a esta vocación contestataria del establishment, en la proliferación de los reinos de informalidad delictiva que se enseñorean en Puno (el contrabando, el narcotráfico, la trata de personas, la tala ilegal, la minería informal), que generan circuitos anti Estado y antimercado, porque resienten el imperio de la ley que supone una economía de mercado que funcione a plenitud, pero hay también un descuido secular de las élites derechistas del país, políticas y empresariales, respecto de regiones como la puneña, que han terminado por activar un antilimeñismo y antiderechismo irracionales y sin fundamento.

El futuro político del país y el bienestar económico creciente, dependen de que en el Perú sobrevengan tres o cuatro gobiernos promercado sucesivos. Mientras el mundo andino, que bien simboliza Puno, sea refractario a un discurso liberal, ese porvenir será recurrentemente esquivo.

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