Rama

Un día Ana recibió como regalo dos halcones. Como ella no sabía cómo entrenarlos, decidió llevarlos a un entrenador profesional que le recomendaron, para que él se encargara de adiestrarlos. Sin embargo, al cabo de algunos meses, el entrenador le comunicó a Ana que había logrado un trabajo extraordinario con uno de ellos, y que ya estaba perfectamente amaestrado. Ya había aprendido a volar y también cazaba. Pero también debía aceptar, que con el segundo no había logrado avance alguno. Desde el día que se los entregaron, lo colocó en una rama del jardín y no se había movido. Incluso, para evitar que muriera de hambre, ya que no se movía para nada, él tenía hasta que llevarle la comida.

Ana, que estaba ya muy preocupada por su halcón, busco a cuánto entrenador le recomendaron. Buscó a los mejores entrenadores. Sin embargo, ninguno logró que el halcón volara. La desesperación la llevó, incluso, a colocar avisos en todas sus redes sociales, en busca de alguien que la ayudara con su halcón.

Pero un día cuando se levantó para visitar a sus halcones, vio que el que no volaba, lo estaba haciendo, estaba volando majestuosamente por todo el jardín. Ana, que sentía una mezcla de felicidad, dicha, asombro y agradecimiento, quería saber qué había pasado, quién había logrado “el milagro”, cuando justo en ese momento ve a otra persona, un entrenador, que también contemplaba como volaba su halcón. Luego de la sorpresa, se acerca al entrenador y le pregunta si él había hecho que volara el halcón, cual había sido el método o quizás había utilizado algún tipo de magia. El entrenador le contestó con una sonrisa: “en realidad yo no hice que volara, lo único que hice fue cortarle la rama, cuando estaba cayendo, instintivamente abrió sus alas y voló. Volar estaba en él, sólo que no había necesitado hacerlo”

Pregúntate ¿Cuál o cuáles son las ramas a las que quizás estás atado? ¿Cuál o cuáles son esas cosas que no sueltas de tu pasado? ¿Qué tienes miedo a perder, pero ese mismo miedo a perder… ya te está haciendo pagar precios en tu presente?

Así como ese halcón, muchas veces vivimos aferrados a las ramas que nos mantienen en un estado de confort. Sin embargo, esa costumbre nos hace vivir en una jaula, y aunque tengamos la llave de la puerta o incluso sabiendo que la puerta está abierta, nos quedamos dentro, atrapados, porque creemos que es lo único que existe, que es lo mejor que hay para nosotros.

Es importante que nos atrevamos a enfrentar el riesgo que existe de soltar esa o esas ramas. Obviamente, cuando lo hagas es muy probable que tengas miedo, pero recuerda: no es valiente el que no tiene miedo, valiente es el que, a pesar del miedo, igual enfrenta la situación. Dejar nuestra zona de confort, tiene un miedo inherente, pero cada vez que lo hagas, te darás cuenta que -sin importar el resultado- cada vez que enfrentes la situación y sales de esa zona de confort, te sentirás mejor solo por el simple hecho de haber tomado el reto.

A lo largo de nuestra vida, van a haber situaciones en que seremos como el primer halcón, que no necesitó ayuda, que no necesitó que “alguien” le corte la rama y que simplemente desde el primer día voló. Habrá otras ocasiones en que te tocará a ti mismo “cortar las ramas” para volar y enfrentar la situación. Quizás te puedas preguntar: Pero ¿y cómo me doy cuenta de cuál es o cuales son mis ramas? Al principio es muy probable que no te des cuenta de que estás atado a una rama, porque estás acostumbrado a eso, pero si en tu vida sigues generando los mismos resultados, una y otra vez, si ves que no hay un cambio, es bastante probable que estés atado a una rama.

Para lograr lo que hasta el día de hoy no logras necesitarás hacer las cosas, tomar las decisiones y convertirte en la persona que requieras ser. De esa manera podrás alcanzar las metas que te propongas y lograr los resultados que sean importantes para ti.

Muchas veces nuestras creencias de lo que los demás pensarán de mí es la rama a la que estoy atado, y pienso más en lo que los demás pensarán, que en lo que puedo lograr. Estoy más pendiente del mundo exterior que de mi mundo interior y la opinión que yo tengo de mí.

Descubre nuevas maneras de vivir, sal de tu zona de confort, experimenta siendo la persona que te funcione ser. Recuerda que en esta función de teatro que se llama “vida” no hay ensayos, y la única manera de ser extraordinarios y lograr nuestros sueños es dándonos el permiso de hacer, de crear, de arriesgarnos a ser… esa persona que estamos destinados a ser.

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