River Plate

[PAPELES VIRTUALES] 

UNO

Sino atajo, lo hago.

Sergio Rochet – arquero uruguayo del Internacional

Ahora resulta que River es un equipo perdedor. Hace unos días, los periodistas argentinos decían que era el paradigma del futbol argentino. Se enorgullecían. Es campeón de la Liga Argentina. Perdió ante Internacional, por penales, y ahora todos lo critican. Hiperbólicos, como siempre, los argentinos. River Plate perdió la clasificación cuando ganó exiguamente en el Monumental. El meta del Inter, Rochet, ahogó, mínimamente, tres ocasiones claras de gol. Debió golear y no pudo, el muro –de 1.89 metros– lo impidió. El partido de vuelta fue distinto. Si bien con Demichelis, el team millonario, es un equipo ofensivo, que te ahoga con el pressing, incluso desde el área rival. En Porto Alegre no se replegó, pero espero en el círculo central. Ahí estuvo la clave.

Internacional ganó la batalla del mediocampo. Allí se decidió el partido. Hasta el minuto 30, el equipo de Coudet, se perdió 2 ocasiones nítidas de gol. Hubo un posible penal no sancionado. En la mayoría, de las jugadas de peligro, dijo presente el crack.

  • Enner Valencia.

El espigado experimentado delantero ecuatoriano hizo trizas la defensa millonaria. Entró por las bandas, con suma facilidad, desbordando a su marcador, cuando quiso. Representó un problema insoluble.

En el minuto 69, el capitán del Inter, que había quedado en evidencia en el partido de ida, demostró su amor propio y anotó de cabeza.

  • ¿Fue un error defensivo del equipo argentino?

Por supuesto, que lo fue. Mercado cabeceó solo.

Pero no se quedó en eso el capitán vermelho, dirigió la defensa y corrió como nunca. Incluso, evitó que Beltrán anotara o quedara a tiro de gol. El minuto 93, lo retrata.

Igor Gomes se enreda solito y Colidio, el recién ingresado, se lleva el balón y remata, buscando las redes. Entonces, el veterano, de mil batallas, se barre en carretilla y desvía el balón. Todo en menos de cinco segundos. Por último, la ejecución de su penal, fue el broche de oro. Ese es Gabriel Iván Mercado Cruz. Indestructible, un líder, de aquellos, que te inspira. Nunca dejará a su equipo con diez.

El Dos a Cero era justo, hasta que River recuperó la memoria. Y atacó con todo. Entonces descontó. Al equipo de Martin debes matarlo. La diferencia de dos goles era minúscula.

  • ¿Fue justo?

No, por lo visto en los noventa minutos. El team gaucho fue mejor. Sin embargo, si tenemos en cuenta el partido de ida, si lo era. Y como colofón, vinieron los penales.

El suspenso iba in crescendo. Cada ejecución de los penales debería de ser visualizado, obligatoriamente, para todo jugador profesional o amateur.  Valencia demostró temple de acero. Ejecutó su penal como si estuviera en la canchita de su barrio. Un crack. Otro imperturbable fue Rene, quien enseñó cómo se puede ejecutar la pena máxima, sin necesidad, de tomar impulso. Lo hizo caminando, el maldito. El yerro de Pena hizo que muchos se infartaran.

Y ahí apareció Rochet. El treintañero y desfachatado arquero se plantó frente al balón. Estaba convencido. No dudó. El lema, que inicia este escrito, es su premisa. Y no falló. De esta manera, justificó su compra plenamente. Es el prototipo del arquero moderno.

Demichelis, es cierto, demoró en los cambios. Hay que acotar la gran diferencia en la calidad de jugadores que tienen en el banco unos y otros. Luiz Adriano, no es titular en el equipo brasileño. Es suplente. Bicampeón con el Palmeiras y amplio recorrido europeo. En tanto, Colidio tuvo una temporada gris en el devaluado futbol italiano.

Ojo, el Internacional aun es un equipo en formación. Adriano, el crack ecuatoriano, el arquerazo y el Chacho Coudet recién fueron contratados en julio. Está en la décima posición en el Brasileirao.

Lo espera el Bolívar. El Campeón boliviano, que se ganó su clasificación merecidamente. Le anularon injustamente el gol del empate transitorio. Sin embargo, los penales hicieron justicia. No ha perdido en la Paz. Incluso, goleó en Asunción. Tiene entre sus filas, argentinos, brasileños, uruguayos y un chileno. El entrenador es el español Beñat.

Cuidado con los bolivianos. No va a ser fácil para ninguno.

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Pero vayamos al inicio, cuando el equipo haría su “monumental” ingreso. Como es sabido, desde hace años no hay más hinchadas visitantes debido a múltiples incidentes entre barras como muertes. Aun así ¡no cabía espacio para ni un alfiler ni un alma más! Desde un lateral un telón y desde la popular otro, una camiseta inmensa, la que llevara el equipo en el 2018, año en que ganara de la mano del “Muñeco” Gallardo la final histórica de la Libertadores a Boca en Madrid. Los bombos, las bengalas rojas y blancas como los globos y las banderas, como la albiceleste y los trapos, al son del “River, mi buen amigo”. Los jugadores miraban anonadados. Era un apoteósico recibimiento como es costumbre en cada partido. Y después de un primer tiempo donde tuvo un solo dominador, al equipo local, la gente comenzaba poco a poco a impacientarse. Como mi amigo Manuel Esponja, que no paraba de comerse las uñas. Él me diría: “ojalá que no sea uno de esos superclásicos donde River ataca y ataca y al final faltando pocos minutos, con un contrataque o un córner, Boca hace un gol”. Pero esta vez estaba predestinado que la historia fuera distinta. En el segundo tiempo, el equipo “millonario” seguiría yendo al frente, con un remate al palo y con buenas atajadas de “Chiquito” Romero. Se vislumbraba un 0-0 injusto. Pero en el tiempo adicional, una falta imprudente del lateral izquierdo de Boca, Sández, cambiaría el destino final del partido al dar un penal para River. Que con gran determinación y frialdad el colombiano Borja convertiría en ¡¡¡Gol!!! Desatando el grito sagrado y la euforia máxima entre todos los aficionados, como la de mi compañero Manuel Esponja, que entre conocidos y desconocidos se abrazaban, empapándose de lágrimas. Por primera vez River le ganaba en el último minuto al cuadro “Xeneize”, y eso desataría una celebración única. Pero en eso se armaría un barullo entre los jugadores por un festejo desmedido de Palavecino, que hizo que el partido sobrepasara el centenar de minutos y que a su vez produjera 3 expulsados para cada equipo, como viejos superclásicos. El resultado no cambiaría de resultado y se daría un triunfo histórico para los hinchas de River, que celebraban efervescentemente con Enzo Pérez y los demás jugadores, acompañado del «Tomala vos, damela a mí, el que no salta, murió en Madrid», entre otros cantos.

Posteriormente nos iríamos a festejar al Hall, donde se reúnen los hinchas para continuar con la celebración de un partido importante. Y allí estaría mi entrañable amigo y compañero de viajes, fanático como pocos de River, Bruno Raitzin, junto con los muchachos de Plaza Italia, con los que cantaríamos y saltaríamos hasta quedarnos afónicos. Para luego, como tenía que ser, la fiesta llevarla a otra parte. A un “boliche”, dando el mejor cierre posible a la estadía de Manuel Esponja en el país de la pasión, como haciéndome vivir mi momento más emotivo en el fútbol, y con la cual esta casita de cartón cierra esta memorable columna que indudablemente llevará de recuerdo hasta que tenga que dar su último suspiro y sea enterrado en un cajón, pintado rojo y blanco, como su corazón.

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