Violencia de género

[ENTRE BRUJAS] Según los registros del Ministerio de la Mujer, se han perpetrado 122 feminicidios y 192 tentativas de este crimen en lo que va del año.

Este es un crimen específico que insta al Estado a evaluar el contexto de violencia de género que prevalece en nuestro país.

No se trata de cualquier crimen, como algunos sectores intentan sugerir tendenciosamente para deslegitimar esta lucha. El Feminicidio es el asesinato de una mujer movilizado por un contexto de violencia de género, donde subyacen la afirmación de roles sexistas y el deseo de control de las decisiones, la sexualidad, la autonomía y vida de la víctima.

Este tipo penal fue incorporado en nuestro marco jurídico en 2013 como delito autónomo y ha experimentado varias modificaciones para definir adecuadamente el delito y operacionalizar lo que significa «un contexto de violencia de género.»

Aunque la mayoría de casos en nuestro país son feminicidios íntimos, es decir, donde el agresor es pareja o expareja de la víctima, existen otros tipos de feminicidio en los que el criminal no necesariamente mantiene una relación.

Por ejemplo, los casos de acoso y hostigamiento sexual, incluso perpetrados por desconocidos hacia las víctimas.

Hoy, un Tribunal Simbólico Contra el Feminicidio, organizado por «Familias Unidas por Justicia,» ha dado voz a madres y padres de víctimas; como un mecanismo para dar voz a quienes ya no la tienen.

En este espacio, ha quedado claro que la impunidad es un lamentable denominador común. Los familiares, que según los estándares de derechos humanos también son víctimas, reviven el dolor cuando sienten el olvido y la indiferencia de las autoridade.

Este Tribunal simbólico ha determinado que el feminicidio es un crimen pluriofensivo, ya que no solo vulnera el derecho a la vida, sino que también atenta contra el principio de igualdad y no discriminación.

Además, se ha evidenciado que el Estado no actúa con la debida diligencia reforzada, un estándar fundamental en materia de violencia de género, vinculante y desarrollado en el marco del Sistema Interamericano de derechos humanos.

Esto significa que, en los casos de violencia contra las mujeres, las autoridades deben actuar con mayor prontitud y celeridad en la atención e investigación, incorporando el análisis de contexto y rechazando la influencia de estereotipos de género en los procesos.

La indiferencia judicial en los casos de violencia hacia las mujeres incrementa el sufrimiento de las víctimas que han logrado sobrevivir a las agresiones y de los familiares que buscan justicia.

Entre 2018 y julio de 2023, el Poder Judicial (PJ) evaluó 808,483 casos de violencia contra la mujer e integrantes del grupo familiar, enmarcados en la Ley N° 30364. En ese mismo periodo, apenas el 0.044% (354) obtuvo una sentencia

Hoy luego de escuchar a las madres, me quedó con su clamor de justicia y su dolor por la impunidad. Tal como ellas lo señalaron, «Ojalá que esto no fuera solo simbólico» «Queremos justicia”.

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Entonces, ¿el varonicidio existe?, mi respuesta es no.  Este término absurdo ha vuelto a ser colocado por algunos abogados/as que, en mi opinión, ejercen su profesión sin ética, al no promover el principio de igualdad y no discriminación, dimensiones básicas que debe tener en cuenta toda persona que defienda los derechos humanos.

El varonicidio es una invención absurda y misógina. No tiene base para su problematización, ni es una figura jurídica. Este término solo busca enfrentar a los hombres contra las mujeres y seguir reproduciendo sociedades patriarcales.

La violencia de género es un problema estructural, un problema que amerita la lucha común de todas y todos.  Esperemos algún día la cifra de feminicidios llegue a cero.

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Segundo, el accionar de la Policía y el Poder Judicial no siempre es el adecuado. La Policía a veces falla en actuar rápido para capturar a los agresores, y en diversas ocasiones los dejan libres a las pocas horas “por falta de pruebas”. La fiscalía juega un rol importante en estos casos, ya que siempre escuchamos en las noticias que algún juez dejó libre al agresor o no solicitó detención preventiva. Pero qué podemos esperar, si en el 2022, más de 180 servidores públicos fueron sancionados por acoso, abuso y violación sexual. De estos, casi el 70% pertenece al sector Educación [El Comercio]. Y no olvidemos que, en el 2017, el exjuez César Hinostroza liberó en a un condenado por violar a una niña de 13 años.

Esto demuestra lo mal que estamos como sociedad, y esta es la principal causa del aumento de violencia contra mujeres y niñas. Así el marco legal sea el adecuado, nuestra idiosincrasia es paupérrima. No vamos a avanzar como sociedad y seguiremos siendo #muchasmenos mientras tengamos una clase política que se oponga a enseñar educación sexual en colegios, mientras los padres de familia sigan transmitiendo la masculinidad tóxica en casa, mientras no aceptemos que hombres y mujeres tenemos los mismos derechos, mientras no avalemos la libertad de la mujer.

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Verónica Zavala es miembro del Comité de Líderes por la Equidad de Género de IPAE Asociación Empresarial. Conversamos sobre cómo lograr una sociedad y un Estado que levante la bandera de la equidad y la igualdad de oportunidades. Nos recuerda que toda violencia contra la mujer debe ser rechazada y señala cómo la pandemia ha afectado más a las mujeres en cuánto a pérdida de empleo, al asumir -en la mayoría de casos- el cuidado del hogar impidiéndole buscar trabajo, si es que no lo tiene; dificultándole el acceso a estudios y haciendo más difícil su crecimiento profesional en las empresas.

Esta semana, Héctor Valer dejó su breve cargo de primer ministro luego denuncias de violencia familiar, específicamente contra su esposa e hija. Lo mismo sucedía con el exministro de Defensa José Gavidia ¿Cómo hacer para que todos, como sociedad, asumamos esta lucha por la igualdad, equidad y rechazo a la violencia contra la mujer?

Lamentablemente, tristemente e ilegalmente hay mucha violencia contra la mujer. Sea violencia física o psicológica. Esta es, lamentablemente, muchas veces tolerada.

 

 

 

Usted, en un TEDx, comentó que, muchas veces, pareciera que tenemos una catarata, una especie de telaraña sobre los ojos que no nos permite ver con claridad y rechazar temas como la violencia de género.

Tuvimos (por tres días) un ministro de Defensa (José Gavidia) que dijo que este tema era un asunto personal. Eso demuestra esa telaraña. No se entiende que esto es una conducta absolutamente fuera de la ley. No se puede tolerar en los espacios más altos de la autoridad a personas que tienen serias denuncias de violencia de género, tampoco se puede tolerar o pasar por agua tibia esas conductas rechazables, porque todo ello sigue dejando a las mujeres en una situación de debilidad por la violencia; y en una falta de capacidad para desempeñarse al máximo de su potencial.

En estos años de pandemia la mujer ha sido la más afectada. ¿Cuál es el costo de la Covid-19 en contra de la mujer en términos de pérdida de empleo y falta de oportunidades?

La pandemia ha sido más injusta con las mujeres que con los hombres. Muchas mujeres trabajan en segmentos del mercado que han sufrido demasiado. Trabajan -por ejemplo- en el ámbito hotelero o en restaurantes que pertenecen a sectores que han sido muy golpeados.

Las mujeres, en nuestro país cargan mucho más con la economía del cuidado. El cuidado de la casa, de los niños, de los adultos mayores. En pandemia esta carga aumentó. Ahora que estamos normalizando nuestra vida, las mujeres tienen menos tiempo para salir a buscar trabajo porque siguen cargando el costo del cuidado.

La pandemia también ha traído mucha frustración para todos, pero en especial para los hombres que han perdido su empleo, que han disminuido sus ingresos y esas frustraciones, encerrados en la casa termina con violencia en los hogares. Todo esto demuestra que la pandemia ha sido más dura para las mujeres que para los hombres.

El 73% del cuidado de la casa lo asumen las mujeres. Esto significa que el desarrollo profesional y académico de las mujeres se ve relegado, al existir esta inequidad en los roles de género.

Totalmente. Imagínese en su casa. ¿Quién cocina?, ¿Quién limpia?, ¿Quién cuida a la abuelita que no puede moverse?, ¿Quién lleva a los niños al parque? De 10 horas, 7 horas con 30 minutos las pone la mujer (en el cuidado de la casa). Son horas donde no puede salir a buscar empleo; son horas en las que la mujer no puede hacer networking en su trabajo. Sin embargo, son horas que el hombre dispone de más para apostarle a su carrera. Mientras no resolvamos los temas del cuidado, la mujer siempre partirá la carrera con una mochila más pesada.

¿Cuáles son los costos sociales de la violencia contra la mujer?

Uno de los grandes flagelos de nuestra sociedad es la desigualdad de género y la violencia contra la mujer que es moralmente inaceptable. Los costos sociales son muchísimos. Más del 1% del PBI se afecta porque hay mujeres que no pueden ir a trabajar o faltan al trabajo, por ejemplo. Pero también está el costo psicológico de mujeres que sienten que no pueden hacer las cosas bien porque sus maridos o parejas les quitan la autoestima. Hay costos físicos, emocionales y psicológicos. Todo esto impide que las mujeres puedan desarrollarse con todo el potencial que tienen.

¿Cómo hacer para que -como sociedad- entendamos que se debe rechazar todo tipo de violencia contra la mujer y contra todo ser humano?

Aquí lo que todos necesitamos es cambiar.

Hombres: no tolerar que el amigo haga el comentario sexista.

Mujeres: no tolerar que se nos trate de una manera menor. Y si una persona es tratada como si otra fuese menos, nosotros debemos actuar. El silencio cómplice es lo que debemos romper. La risita que tolera una cosa menor, permite a ese que hizo un chiste machista que después no se sienta tan mal para ir un paso más, un paso más y un paso más. Hay que tener una tolerancia cero con la violencia. Y es cero, cero.

Por otro lado, los medios de comunicación muchas veces presentan valores que se expresan de una manera, pero después vemos el programa de chistes, de relajo el día sábado, y los valores que muestran no son los mismos.

¿Desde el Estado se puede hacer algo más?

Lo primero que debe hacer el Estado es cumplir con las políticas de Estado. Yo sé que suena tautológico, pero eso es lo primero. Y para eso debes nombrar personas que están en la capacidad profesional y moral de cumplir las políticas de Estado. No se trata de sacar más leyes, porque las tenemos. Se trata de cumplir el marco normativo y los compromisos internacionales que el país ha asumido.

En las empresas hay pocas mujeres en puestos de liderazgo, ahí también hay una tarea pendiente.  ¿Qué hacer desde el sector privado?

Aquí creo que hay tres espacios del empoderamiento de la mujer. Uno es el financiamiento de las mujeres emprendedoras. Los bancos deben entender que existe una necesidad de productos financieros para las mujeres. No es sacar tarjetas rosadas. La idea es bancarizarlas.  Bancarizar a las mujeres más humildes, y con el programa Juntos se ha bancarizado y durante la pandemia lo hemos visto.

Otro tema es el de la representación de la mujer en los puestos más altos de las empresas. En el Perú, el 37% de las empresas que cotizan en bolsa ya tienen a una mujer directora. Se está avanzando.

Lo otro es hacer que la mujer progrese en la empresa. Que en las organizaciones se tenga tolerancia cero al acoso laboral. Lo que hace GenderLab con ELSA es súper importante. Hacer que los gerentes sean responsables, que los ascensos no sean para los amigos hombres, sino que sea con igualdad de oportunidades.

 

Foto de portada: Agencia Andina.

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En nuestro país, el 51% de los puestos junior en las empresas es ocupado por mujeres, pero más del 99% de los altos cargos gerenciales aún son ocupados por hombres, de acuerdo a un reciente estudio del portal Bumeran. Pese a que las pruebas son claras, respecto de la brecha salarial y gerencial, un 30% de personas en el Perú, cree que los informes sobre la brecha de género son noticias falsas, según un estudio de Ipsos.

Si bien se han dado importantes avances contra este flagelo en los últimos años, así como la grave violencia de género que sufren las mujeres en el Perú, aún existen barreras que superar. Se trata de una situación que debe cambiar con urgencia y solo será posible lograrlo con una verdadera política de meritocracia y acceso a igualdad de oportunidades.

En ese sentido, la Comunidad de Líderes por La Equidad de Género de IPAE Asociación Empresarial, hizo un llamado a los líderes empresariales del país a asumir un rol activo y generar un cambio dentro de sus instituciones. “Cada uno de nosotros, desde el sector privado, público, así como la academia y la sociedad civil estamos llamados a eliminar estas prácticas desde nuestro ámbito de acción”, indicó Elena Conterno, presidenta de IPAE.

Asimismo, tomando como referencia los Principios de Equidad de Género de IPAE Asociación Empresarial, el Comité de Líderes por la Equidad de Género, junto a GenderLab y otros aliados, brinda tres recomendaciones a aplicar por las organizaciones para ser espacios libres de violencia de género:

-Crear canales de atención: idóneos y efectivos para proteger a quienes sufren violencia y sancionar a aquellas personas que la ejecuten. Para ello, es importante contar con procedimientos claros, sencillos, eficaces y empáticos para atender casos de hostigamiento sexual laboral y otro tipo de violencia.

-Concientización de la problemática: mediante la promoción de conversaciones y espacios en las empresas sobre causas y consecuencias de la violencia.

-Compromiso de cambio genuino hacia la igualdad: a través de la adopción de políticas, objetivos e indicadores claros para la construcción de organizaciones más igualitarias, diversas e inclusivas.

A la fecha, son 139 instituciones a nivel nacional, de todo tamaño y giro de negocio, que conforman la Comunidad de Líderes por la Equidad de Género. Ello significa que desde sus espacios se encuentran comprometidos con promover la equidad de género a través del impulso y defensa de los principios para la equidad de género, la implementación de sensibilización y la toma de conciencia en sus organizaciones de esta problemática, así como el impulso de una agenda de cambio en beneficio de todos y todas.

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En el calor de la segunda vuelta, cuando el ahora presidente Pedro Castillo fue a Cusco, jóvenes feministas salieron a las calles a darle el encuentro en apoyo crítico a su candidatura. Le dijeron fuerte y claro, carteles en mano, pero de manera fraterna: “Profe, sin feminismo no hay revolución”. En el ánimo de esta escena, que grafica claramente que se puede colaborar con el proceso de cambio al tiempo que se apuntan debilidades, me quiero referir a lo ocurrido con el presidente del Consejo de Ministros, Guido Bellido, en los últimos días.

El primer ministro ha dado un conjunto de declaraciones inaceptables sobre el grave problema de la violencia de género, banalizando la emergencia nacional que vivimos las mujeres todos los días: acoso, violencia física, psicológica y sexual, desapariciones, feminicidios y más.

Cuando Bellido sugiere a las mujeres que antes de denunciar violencia pensemos en los hombres de nuestras familias, y desliza, además, que el tema no es prioritario; revela un profundo desconocimiento e insensibilidad. Peor aún, de confirmarse que le habría dicho a la congresista Chirinos “ahora solo falta que te violen” como ella sostiene, ya estaríamos ante un político que ejerce violencia machista. En cualquier caso, no debería liderar el gabinete de un gobierno de cambio.

Decir esto no significa “hacerle el juego a la derecha”. Cancelar la crítica feminista con esta y otras expresiones redobla la banalización y minorización de la violencia de género y evade la complejidad de las opresiones al jerarquizar un eje de confrontación (izquierda – derecha) por sobre cualquier otro. Más peligroso todavía, exige un bajado de banderas y silenciamiento incluso violento. Hace poco me dijeron “Kaviar infeliz” y “Fujimorista asolapada”, entre otros insultos vía redes sociales, por criticar la homofobia del primer ministro. 

No se puede dejar de lado la instrumentalización de la lucha contra la violencia de género desde los sectores golpistas. Es inverosímil que de pronto el fujimorismo esterilizador de mujeres campesinas y aliado de los anti-derechos muestre tremenda indignación por la actitud misógina y homofóbica de Bellido. Toca también desenmascarar estos intentos como ya se ha venido haciendo desde diversos sectores de los feminismos con trayectoria de lucha y compromiso. Sin embargo, no por ello vamos a dejar de decirle al gobierno lo que está haciendo mal y demandar que rectifique. 

Sin duda, nuestro país es altamente racista y la presencia en las altas esferas del gobierno de políticos que proceden de un sector históricamente marginado levanta resistencias colonialistas. Esto hay que rechazarlo con contundencia, pero también rechazar y desmontar los argumentos culturalistas que pretenden banalizar la violencia de género y la homofobia. La invasión colonial creó la raza y el racismo sí, pero también exacerbó el sexismo y la homofobia desde un binarismo estrecho que bien haríamos en desterrar de nuestra vida social como parte de un proyecto emancipatorio y anticolonial. 

 

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Muchas expresiones de la violencia de género contra las mujeres se encuentran naturalizadas, una de ellas es la violencia verbal, la violencia sexual y sobre todo el acoso. Tras años de luchas intensas de las feministas y de las defensoras de derechos, no se ha logrado subvertir esta situación; sin embargo, si se ha logrado colocar la preocupación en la agenda pública y política.

Ante diferentes episodios de violencia, las feministas y defensoras de derechos siempre hemos expresado nuestro rechazo e indignación, independientemente del matiz político de quiénes fueron agredidas y de los agresores. La violencia de género se ha rechazado de forma permanente, por principio y no dudo que este es el camino correcto y coherente.

Diversas feministas e instituciones se han pronunciado rechazando los hechos de violencia sexista y acoso denunciados en un medio de comunicación por la congresista Patricia Chirinos; se ha exigido investigación y sanción al premier como corresponde, empezando por separarlo inmediatamente del gabinete.

Desde mucho antes se sabe y se ha denunciado la actitud misógina y homofóbica del primer ministro, siendo los hechos narrados por la congresista un suceso inaceptable y que confirma su perfil contrario a los derechos de las mujeres y la igualdad.

De otro lado, no podemos negar el contexto de polarización política que se vive, la oposición al gobierno ha sido permanente, filtrándose discursos autoritarios y manifestaciones racistas cotidianamente. En este contexto, los hechos serán – evidentemente aprovechados por la oposición- pero además por sectores que poco o nada les importa la violencia contra las mujeres, pero que hoy se indignan no porque se han vuelto sensibles a la problemática sino por intereses políticos que van más allá del hecho concreto y del premier.

Creo es importante tener claridad, la conducta, perfil y antecedentes de Guido Bellido lo hacen una persona nefasta para el gabinete, su renuncia debió darse hace mucho. Su actitud misógina, homofóbica, así como su falta de garantías democráticas han sido evidenciadas desde muchas defensoras y – no hay duda- que la actual agresión contra la congresista es repudiable. No obstante, utilizar este contexto en contra del gobierno y de otros ministros/as como la actual Ministra de la Mujer, evidencia que las intenciones son otras y ello desdibuja la lucha contra la violencia hacia las mujeres.

La violencia machista se rechaza, debe ser sancionada venga de donde venga, en cualquier contexto político, sin importar quién fue la agredida y quién fue el agresor; pues no estamos hablando de un problema individual sino colectivo y estructural. Rechacemos la violencia, si, absolutamente, así también rechacemos la utilización de la misma con fines políticos. Aquellos sectores que hoy se indignan con los hechos, si bien tienen mucha razón, deberán ser coherentes y ojalá defiendan el derecho de las mujeres a no sufrir violencia desde la propuesta y aprobación de normas para la igualdad de género. Finalmente, la coherencia es importante.

 

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