Rolando Arellano, presidente del directorio de la consultora Arellano, participó de la última edición de la Cade Ejecutivos 2021. Durante la charla “¿Cómo llegamos a esta encrucijada nacional?”, señaló que en el 2019 habían alrededor de 3 millones de empresas formales en el país, pero si se incluyen a las informales, la cifra superaría las seis millones de empresas. Es decir-sostiene Arellano- habría una empresa por cada 5 habitantes. Esto lo hace concluir que somos uno de los países más empresarios del mundo, pero con muchos problemas por resolver. Uno de ellos, la desunión en la que cohabitamos.
Vivimos una época de división política, donde el sentido de unidad parece un concepto lejano. ¿Cómo lograr esa unión?
Tenemos un país muy dividido, pero esa división no es una cosa de hoy. Quizás se ha hecho más evidente por los últimos temas políticos, pero viene desde antes. En realidad, somos una nación que recién se está formando, después de 200 años. No hay otra forma de tener un país próspero, inclusivo, sino nos unimos.
Durante su participación en Cade usted señaló que el Perú es el país más empresario del mundo y con mayor sentimiento empresarial ¿Qué cifras explican esto?
Ser empresario y ser peruano es casi coesencial. Lo primero es la evidencia: Perú es por lo menos 50% más intensivo en empresas (registradas y formales) que países como Chile. Durante muchísimos años, el Perú salía siempre entre los cinco primeros puestos del mundo en la intensión de emprender. Esto se explica, en una parte por la necesidad y la supervivencia. Según nuestros estudios, el 73% de peruanos, cuando se les pregunta si quieren un empleo fijo o un negocio propio, nos dicen que quieren uno propio.
Pero de ellos, el 63% dice que preferirían tener ambas. Si se tiene un empleo, en la casa se tiene una bodeguita o el esposo ‘taxea’ o se vende cosméticos. El espíritu empresarial está ahí. Lo que no hay es la unidad de las empresas para hacerse fuertes. Somos millones de empresas pequeñas pero desunidas. Y ahí está la oportunidad y el problema a la vez.
¿Y por qué no se ha logrado esta unidad?
No se ha logrado porque todo esto tiene faces. La primera es generar la empresa y el desarrollo; y la segunda es que el sistema, en general, ha facilitado la existencia del pequeño pero ha hecho compleja la existencia del que crece. Entonces, cuando empiezas a crecer y organizarte, caes bajo el control de un Estado ineficiente y terminas huyendo de la formalidad.
¿Este espíritu emprendedor está relacionado con la subsistencia?
Una de las razones de la formación de empresas es la subsistencia. Sabemos que el Estado no nos va a proteger, no nos va a ayudar, entonces lo que hacemos es protegernos a nosotros mismos y generamos nuestros propios emprendimientos, una especia de círculo vicioso si lo quieres, pero también de círculo virtuoso. Eso ha obligado que hagamos nuestra propia ropa, empresas textiles, restaurantes, soldaduras. No es que hayamos sido siempre el país más empresario del mundo. Esto tiene 20 o 30 años de existencia.
¿Cómo afectó la pandemia a las pequeñas y medianas empresas?
La pandemia afectó al mundo y al país. Hizo crecer la pobreza en 10 puntos, según el INEI. Sin embargo, lo que es importante es ver la resiliencia que hubo en esto. Del 2004 al 2016, el 40% de peruanos salió de la pobreza y la mayoría entró a la clase media.
En el 2020, según el INEI, la pobreza creció en 10 puntos. Pero si vamos al 2021, la pobreza creció tres puntos. Se revirtió esa tendencia y rápidamente llegaremos al nivel del 2019. Eso nos dice que la gente que entró a la clase media y vio que tiene la posibilidad de tener un bienestar mejor (tener a su hijo en la universidad y hacerlo profesional o tener una casa mejor o salir a comer un pollito a la brasa), pues estas personas no están dispuestas a perder esos beneficios que adquirieron y harán un inmenso esfuerzo para regresar a eso.
Pese a que muchas empresas quebraron…
En el 2020 desaparecieron 45 mil empresas, según el INEI. Pero el mismo dato nos dice que se generaron 235 mil. Es decir, creció la cantidad de empresas en 190 mil a pesar de la crisis. La gente está diciendo: “¡Ya está! Tengo el problema, lo tengo encima, pero ahora hay que tirar para adelante”. El peruano dice: “¡Yala!”. “’Yala’ vi cuando estaba Sendero Luminoso, cuando hubo la hiperinflación, cuando teníamos el problema de las crisis agrarias. He salido de peores”. En términos futbolísticos, esto es un entrenamiento en relación a lo que ya tuvimos: y lo que tuvimos fue terrible.
¿Cómo unirnos, el gran reto del bicentenario?
Debemos entender que unirnos es rentable. Ganamos más uniéndonos que estando separados. Si vamos por ese elemento, que es un win-win, la idea es que empecemos a darnos cuenta que ese espíritu empresarial separado es un yacimiento de metales valiosos que si lo empezamos a trabajar tendremos mucho valor para todos.
¿Qué lecciones nos viene dejando esta pandemia?
Una de las cosas importantes que nos deja es un sentimiento de fragilidad. Este crecimiento que hemos tenido ha podido generarnos cierto nivel de arrogancia, de que todas las cosas sí se pueden, pero nos hemos dado cuenta que hay una fragilidad en la sociedad que puede venir de adentro o de afuera. Ese es el gran escenario. La segunda cosa que nos ha hecho ver esta pandemia es reconocer que la sociedad no puede estar bien si hay muchos que están mal.
En Cade usted anunció el libro digital El país más empresario del mundo ¿Cómo acceder a él?
Si entran a la web de Arellano Marketing, encontrarán un QR donde podrán descargar el libro.
Podría resumir en una idea, esta publicación …
Tenemos un potencial de creación de empresas que está ahí, pero necesita superar muchos problemas. Primero: hay que creérnosla. Segundo: evitar todos los tipos de desaparición de grupos. Tercero: los chiquitos, y los medianos son tan o más empresarios que los grandes. Hay que evitar esa separación entre emprendedor y empresario porque es una separación que no tiene sentido. El pequeño es hasta más empresario que el grande. Cuarto: tenemos que apoyarnos. Si nos unimos, seremos más fuertes.
Fotoportada: IPAE.
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