Recortes salariales, depósitos de sueldo de apenas S/2, retraso en los pagos. Muchos internos tienen que comprar sus propias mascarillas y equipos de protección. Uno está en UCI por contagio de Covid-19
“Nos consideran la mano de obra barata”, así describe la estudiante del séptimo año de la carrera de medicina humana de la Universidad Nacional Federico Villarreal, Karin Llanos (26), la penosa realidad por la que atraviesan ella y otros compañeros que realizan sus prácticas pre-profesionales. Razones para estar angustiada no le faltan: hace cuatro meses que no le pagan su sueldo, que equivale al salario mínimo, y el centro de salud San Sebastián, del Ministerio de Salud (Minsa), no le entrega su equipo completo de protección personal.
La joven tiene que dirigirse, una vez a la semana, a las galerías de la avenida Emancipación en el Cercado de Lima para comprar una mascarilla N95 color verde, mandilones, gorros, botas y una botella de alcohol. Debe cuidar su salud y la de su familia. Vive con sus padres.
A la semana, su centro de salud solo le entrega EPP, según su testimonio, “cada dos o tres días”. Ella asiste seis. ¿Le hace falta? Sí.
“Voy a Emancipación porque es lo más económico, Una mascarilla N95 de 3M, marca americana, que es la más segura, ahorita está costando [allí] entre S/60 y S/95. Por la segunda ola, [el precio] ha subido, cuando normalmente una mascarilla [de ese tipo, antes del inicio de la pandemia] costaba S/5”, explica la estudiante a Sudaca.
Llanos puede hacer ese gasto extra porque tiene el apoyo económico de sus padres. Por semana, desembolsa entre S/100 y S/150. Cada mes, esas compras significan un gasto que fluctúa entre S/400 y S/600. “Este dinero que nos están negando [los sueldos] nos ayudaría a que nosotros mismos podamos protegernos, [con] nuestro EPP”, añade la joven.
Karin Llanos Chávez es estudiante de medicina humana de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Le deben cuatro meses de sueldo y no posee activo los seguros de Essalud ni de vida (ver imagen de abajo). La futura doctora compra sus mascarillas e indumentaria de protección en la avenida Emancipación, en el Cercado de Lima.
“No voy a usar un EPP [dos veces], que de repente [antes] he utilizado con los pacientes Covid que llegan con diarrea, que pierden el olfato o el gusto, a los que se les hace la prueba, salen positivos y ya sé que he tenido contacto [con ellos]”, dice Llanos. Además, indica que no está afiliada al seguro social de EsSalud ni posee seguro de vida, dos cosas a las que debería acceder según su contrato con el Minsa.
Cara a cara con el virus
¿Los practicantes atienden pacientes Covid-19?Sudaca le hizo esta pregunta a Jazmín Sánchez (26), quien también es estudiante del séptimo año de la carrera de medicina, pero en la universidad San Marcos. Ella también realiza sus prácticas en el centro de salud San Sebastián, en el Centro de Lima.
Jazmín Sánchez es secretaria de Internado de la Federación Peruana de Estudiantes de Medicina Humana (Fepemh) y cursa el séptimo año de medicina en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Tampoco posee activo su seguro de EsSalud (ver imagen de abajo) al igual que su compañera, Karin Llanos, y también le deben cuatro meses de sueldo.
La estudiante explica que, según la resolución directorial N° 022-2021, publicada el pasado 19 de enero por el Ministerio de Salud, los practicantes pre-profesionales de ciencias de la salud (medicina, enfermería, psicología, etc.) no deben atender en áreas Covid-19 de los hospitales ni establecimientos de salud. Asegura, sin embargo, que en los hechos atienden constantemente pacientes asintomáticos.
¿Cómo? La joven sanmarquina, quien también ocupa el cargo de secretaria de Internado de la Federación Peruana Estudiantes de Medicina Humana (Fepemh), explica que a su área llegan pacientes con Covid-19 porque no existe “un buen filtro”. “Nosotros, según decreto, debemos atender en áreas no Covid. Pero eso, al final, es difícil de cumplir porque hay pacientes que no saben que tienen la sintomatología clara”, precisa.
En San Sebastián, donde realiza prácticas desde octubre del año pasado, existe un consultorio especializado para pacientes con síntomas de haber estado expuestos al nuevo coronavirus. Aparte, hay otra área para las consultas médicas, como medicina general y vacunación. La joven atiende en medicina general.
Sin embargo, cuando un paciente se acerca al establecimiento, muchas veces saca una cita directa para su área. Recién después de la entrevista que tiene con la paciente, Sánchez se entera que ese “resfriadito”, esa “diarrea” y ese “dolor de cabeza con diarrea”, eran síntomas de la Covid-19.
“Hay bastante desinformación en las personas. Y cuando llegan a nosotros [a medicina general, sin haber pasado antes por el consultorio especializado de Covid-19], los recibimos, los atendemos, los mandamos a hacerse la prueba y salen positivos”, añade con preocupación. De esa forma, Karin, Jazmín y muchos más practicantes de medicina están en contacto con pacientes asintomáticos, por más que en su contrato esté escrito que no lo estarán.
El riesgo se agrava porque las dos jóvenes, hasta el cierre de esta edición, no sólo no reciben sus sueldos desde hace cuatro meses sino que ni siquiera tienen la afiliación al seguro social de EsSalud activa. Tampoco poseen un seguro de vida. Ambos son derechos que le corresponden, según el contrato de los internos publicado por el Minsa.
Karin Llanos no se ha contagiado de Covid-19, pero Jazmín Sánchez sí ha tenido la enfermedad. La también dirigente del Fepemh estuvo infectada en agosto del año pasado, aunque en ese momento los servicios de internado estaban suspendidos y no realizaba sus prácticas. Su salud continúa en riesgo. ¿Por qué? El pasado 3 de febrero, el propio EsSalud publicó un comunicado en el que informa que un paciente que ha tenido el coronavirus “puede reinfectarse”. La severidad de la enfermedad dependerá de la carga viral, el estado inmunológico del paciente y las mutaciones que existan del virus.
Por lo pronto, en su centro de labores, dos médicos y dos internos –que, si bien no son de la carrera de medicina, estuvieron en contacto con el personal– están en cuarentena porque dieron positivo al Covid-19. Si las dos estudiantes no tienen el seguro de EsSalud ni el seguro de vida activos, ¿cómo podrían trabajar con tranquilidad?
Yelicsa Altamirano (27), al igual que Jazmín Sánchez, también estudia en la San Marcos. Ella empezó a trabajar en noviembre pasado en el centro de salud Materno Infantil San Fernando, en Yerbateros, distrito de San Luis, y tampoco posee el servicio activo de EsSalud ni el seguro de vida.
Yelicsa Altamirano, al igual que Jazmín Sánchez, estudia en la San Marcos. El pasado 26 de enero recibió S/2, en su cuenta del Banco de la Nación, por el pago del mes de noviembre del año pasado. Tampoco posee el servicio activo de EsSalud ni el seguro de vida (ver imagen de abajo).
En su centro de salud también le dotan de equipos de protección personal que son insuficientes para su labor diaria. “Para no estar exponiéndome cada semana, compré 45 mandilones: 20 con un grupo de compañeros, al por mayor; y, otros 25, por mi cuenta. Además, una caja de 100 unidades de gorritos, una de 100 pares de botitas y una caja de mascarillas simples de triple capa” sostiene. Ella también tiene que comprarse su propia indumentaria para estar protegida. La tienen que ayudar sus padres.
“La mascarilla N95 no puedo encontrar, por eso no me compro. En mi centro me dan una mascarilla N95 a la semana. Me pongo una mascarilla de triple capa [que compro] abajo [de la N95] y otra encima, para estar protegida. [La mascarilla N95 que me dan] tengo que cuidarla bien y guardarla en un táper para que esté bien conservada”, agrega.
Sobre el pago de sueldos atrasados, el 26 de enero recibió en su cuenta del Banco de la Nación un depósito de S/2 (sí, dos soles). Según la boleta de pago que entregó a Sudaca, del mes de noviembre, le realizaron un descuento de S/ 928. Allí aparece un descuento por EsSalud de S/83,70, pese a que todavía no está afiliada. Esto se puede confirmar en la página web de ese servicio.
La resolución directorial N°022-2021 del Ministerio de Salud, publicada el pasado 19 de enero, es clara: los practicantes pre-profesionales de medicina tendrán un sueldo mínimo (S/930) y los seguros de EsSalud y de vida. Sudaca ha confirmado que en varios casos ese documento está escrito solo en el papel y no se está cumpliendo.
Hace cuatro días le abonaron otros S/1.860 a la misma cuenta por los meses de diciembre y enero. Esta vez no le realizaron descuentos. Ella pide que el Minsa explique si en los meses posteriores les realizarán más descuentos y si les pagarán puntualmente.
Otro vía crucis
El mismo calvario lo vive el estudiante de medicina de la universidad San Martín de Porres Pablo La Serna (28). El futuro médico realiza sus prácticas pre-profesionales en el centro de salud Santiago de Surco, pero su caso es más dramático porque todavía no se ha dado a conocer el documento de la renovación de su contrato. El pasado 19 de enero, el Minsa publicó la resolución directorial N° 022-2021 con la renovación de los contratos de 7.480 estudiantes de las carreras de ciencias de la salud, pero su nombre no aparece en esa lista. Está a la espera de la publicación de una nueva resolución que lo incluya.
Pablo La Serna, estudiante de la universidad San Martín de Porres, ha recibido el pasado 26 de enero el primer depósito de su sueldo en el Banco de la Nación. Pero no fueron los S/930 que le prometieron pagar, sino también solo S/2. No tiene seguro de EsSalud ni de vida.
La secretaria de Internado del Fepemh, Jazmín Sánchez, calculó para Sudaca que un aproximado de “500 estudiantes” a nivel nacional −la cifra es extraoficial− estarían en la misma situación que Pablo La Serna. “Son estudiantes que continúan realizando sus prácticas pre profesionales sin tener su renovación de contrato”, señaló.
Por el momento, al igual que Yelicsa Altamirano, Pablo La Serna ha recibido el pasado 26 de enero el primer depósito de su sueldo en el Banco de la Nación. Pero no fueron los S/930 que le prometieron pagar, sino también solo S/2. Él no puede asegurar a qué corresponden los descuentos, porque no ha podido acceder a su boleta de pago. Tampoco está afiliado a EsSalud y no tiene seguro de vida.
Hasta el 23 de enero La Serna estuvo realizando sus prácticas pre-profesionales, que comenzaron en octubre del año pasado, en el Hospital de Emergencias de Villa El Salvador. Estas quedaron suspendidas debido a que, según su testimonio, dicho establecimiento no quiso asumir más responsabilidades cuando un compañero suyo salió positivo al nuevo coronavirus.
De forma preventiva, Pablo La Serna y Yelicsa Altamirano han sido afiliados al Sistema Integral de Salud (SIS), que normalmente se destina a personas que no tienen un trabajo formal. En el caso de Jazmín Sánchez y Karin Llanos, ellas poseen SIS desde antes de realizar sus prácticas. No obstante, todos ellos reclaman tener activa su afiliación a EsSalud, porque es su derecho y porque tiene mejor cobertura.
El caso del estudiante de medicina de la universidad Federico Villarreal César Augusto Dávila Arainga (26), quien en la mañana de hoy será trasladado al Hospital Sabogal de EsSalud, es un claro ejemplo de la necesidad de contar con un seguro de amplia cobertura. Los médicos tuvieron que ayudar a la familia del joven universitario para que pueda conseguir una cama en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de dicho hospital, pues tiene Covid-19 y la salud muy deteriorada desde hace 12 días. El joven cumplía su internado en el centro de salud materno infantil Tambo Viejo de Cieneguilla desde octubre del año pasado.
El estudiante de la universidad Federico Villarreal, César Augusto Dávila Arainga, será trasladado a una cama UCI del Hospital Sabogal de EsSalud. Los compañeros del joven han organizado una colecta para que su madre, Luzmila Arainga, quien es enfermera de EsSalud, pueda solventar los gastos. No posee el seguro de EsSalud y los médicos le han ayudado para que pueda salvar su vida.
Su madre, Luzmila Arainga, quien es enfermera de EsSalud, lo llevó ayer a la Villa Mongrut del seguro social. Le pudo conseguir una cama porque tenía una amiga que trabaja allí. “Si no hubiera tenido a mi amiga, no sé qué hubiera hecho”, señaló a Sudaca. Recién esta madrugada se le pudo conseguir la cama UCI en el Sabogal, para que pueda ser trasladado.
Los descuentos
Jazmín Sánchez dijo a Sudaca que, a nivel nacional, podrían ser hasta 2.000 los estudiantes afectados por los retrasos y recortes de sueldos, por no contar con el servicio activo de EsSalud y el seguro de vida, y por la entrega incompleta de equipos de protección personal. No obstante, precisó que esa cifra es extraoficial. Muchos de los internos no tienen el contrato renovado y no se quejan.
La dirigenta estudiantil explicó que poco a poco se están organizando. En diciembre enviaron una comunicación al Ministerio de Salud. Están alistando una nueva con más denuncias. Allí piden que se cumpla con el pago puntual y completo de sus sueldos, y con activar sus afiliaciones a los seguros de EsSalud y de vida.
Según Sánchez, desde que en agosto del año pasado se dio el decreto de urgencia N°090-2020, que reincorpora a los estudiantes de ciencias de la salud a sus prácticas pre-profesionales –suspendidas el 15 de marzo del año pasado por el inicio de la pandemia–, “sabíamos que no se iba a cumplir [con los pagos] porque ni siquiera se está cumpliendo con el pago a los médicos, no se les está dando EPP a todos. Sabíamos que siendo internos, iba a ser difícil”.
“Hemos mandado documento tras documento [al Minsa] –añadió la dirigente del Fepemh– diciendo que se tiene que hacer fiscalización, que hay internos cuyos contratos no salen, y esto es algo que se viene arrastrando desde el inicio. [Nos aseguraron en el MINSA que] se iba a pagar todo junto; eso nos dijeron en diciembre. No pasó. Llegó enero y nos dijeron que iban a pagar los cuatro meses, y tampoco pasó. Eso fue la gota que derramó el vaso, eso nos hizo tomar la decisión de hacer todo esto visible”.
Cuando las prácticas pre-profesionales fueron suspendidas el 15 de marzo del año pasado, a la mayoría de estudiantes se les continuó la propina de S/400 hasta el mes agosto. Lo que entienden ellos es que se estaría descontando los pagos que realizaron a los practicantes por los meses no trabajados.
No obstante, para la representante estudiantil esos descuentos son injustos. Ese dinero les sirvió para afrontar el periodo de pandemia y ellos siempre pidieron continuar con sus prácticas pre profesionales.
Con la cabeza
¿Cuál es la solución? Lo que exigen los estudiantes, señala Sánchez, es una reunión con “la cabeza”. Es decir, con la ministra de Salud, Pilar Mazzetti. Además, que se publique una resolución ministerial explicando si habrá o no descuentos a los sueldos de los estudiantes y que se regularicen los contratos a quienes no se les ha renovado. “Papelito manda”, añade.
El Minsa publicó el pasado 30 de enero un comunicado de prensa que no es del todo claro. Allí señala algo similar a lo que los estudiantes intuyen: que el problema de descuentos se debería a que un “grupo de estudiantes tuvo que regularizar su situación administrativa por los meses en que recibieron los abonos por actividades que no realizaron por estar suspendidas. Este procedimiento se está llevando a cabo actualmente y culminará en enero del 2021”. Es decir, que la ‘propina’ que recibieron entre marzo y agosto estaría siendo descontada de sus salarios mínimos ahora. ¿Y los retrasos?
Sudaca envió un pliego de preguntas, por separado, al MINSA y EsSalud, pero hasta el cierre de esta edición, no hubo respuesta.
Para la dirigente del Fepemh, esto es “un aprovechamiento” del Minsa porque saben que, al ser su último año de estudios, solo tienen tiempo hasta abril para terminar sus prácticas y graduarse.
Sin embargo, para la estudiante de la universidad Federico Villarreal, Karin Llanos, se trata de un maltrato histórico que siempre han sufrido los estudiantes de medicina. “Hasta nosotros mismos nos burlamos de nuestra propia realidad diciendo que somos como los esclavos, los esclavos mal pagados”.
En un artículo de El Comercio, publicado en el 2015, la lingüista Martha Hildebrandt dice que la frase “cholo barato” es “una expresión nominal que expresa o representa la explotación del indio por el blanco desde la llegada de Pizarro hasta nuestros días”. “Aunque ya no sea tan barata –añade–, nuestra mano de obra sigue siendo hoy subvalorada”. Esta historia, en la era del Covid-19, podría reforzar el desarrollo de su tesis.