Opinión

Tres años después, Óscar Becerra es ahora el ministro de Educación y pone como representante del Minedu en el Consejo Directivo de la Sunedu al Director del Departamento Académico de su facultad en la USMP y presiona para que se elijan a candidatos como el superintendente que no cumple con el requisito de haber estado fuera del ámbito académico durante un año como mínimo. La asociación de universidades nacionales del Perú ha manifestado públicamente no reconocerlo y subrayar la ausencia de 19 rectores, mucho más que el quorum, que se opusieron a participar de su elección.

Es imposible, pues, esperar que un ministro como él no considere un adefesio a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que le parezcan culpables las mujeres con sus wawas atacadas por la policía protestando por las masacres, que esté a favor de la pena de muerte para quienes le dan la contra. De poco sirve que el gobierno se lave las manos con el Primer Ministro aclarando que el gobierno sí se respeta el pacto de San José, porque un hombre así, parece haber entrado para devolver a una red de corrupción el espacio que utilizaba para el enriquecimiento ilegal.

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Ministro de educación, oscar becerra, SUNEDU

Para construir una narrativa sólida sobre la Constitución del 93, la derecha peruana debe enfatizar el papel que ha tenido en la estabilización del país y el desarrollo económico. En este sentido, debe destacar la importancia de las reformas económicas impulsadas en los años 90, que permitieron la apertura de la economía peruana al mercado internacional y la atracción de inversiones extranjeras.

Finalmente, la narrativa de la derecha sobre la Constitución del 93 debe enfatizar que la defensa de los derechos y libertades individuales, como la propiedad privada y la libertad económica, son fundamentales para garantizar un país próspero y desarrollado. De nada servirá que el centro o la derecha ganen campañas si no ganan previamente el debate ideológico, que les permita luego gobernar con masa crítica social favorable a su proceder gubernativo.

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Constitución del 93, derecha peruana

Una sociedad donde la mayoría de los peruanos puedan acceder a una vivienda digna tanto en términos de ubicación como de construcción, a un transporte público seguro, niveles de infraestructura mínimos que permitan hacerle frente a desastres naturales, cierta seguridad social para situaciones como el desempleo, la jubilación, etc., sería una sociedad en la cual poco a poco menos peruanos necesiten caridad, y más tengan herramientas propias para hacerle frente a las situaciones adversas. Una sociedad cada vez menos desigual.

La solidaridad está bien, pero si queremos soñar con ser un país desarrollado, necesitamos pensar sobre todo en cómo generamos oportunidades para todos los peruanos, que permita cambiar dramáticamente los porcentajes de pobreza y vulnerabilidad monetaria, y, sobre todo, asegurar condiciones de vida mínimas para todos los peruanos.

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Igualdad de oportunidades, solidaridad

Cuando uno logra entender el libre mercado de esta manera, enfocado en el consumidor, entiende cómo es que es un modelo totalmente compatible con el fortalecimiento del valor de la diversidad – y esto con las luchas progresistas. Regular las distorsiones de mercado a favor de los consumidores es una idea que también se puede extender a la protección de la calidad de la educación universitaria. Así, defender la SUNEDU es un valor no solo progresista, sino de libre mercado. Lo mismo con la defensa de la reforma de transporte, de la reforma política, e incluso con asuntos de salud reproductiva – pues el modelo valora poder otorgar más opciones en la vida de las mujeres también. El enfoque en los consumidores también compatibiliza el modelo con la inversión pública en salud y educación, pues reduce las asimetrías entre consumidores. O, como mínimo, son acciones utilitarias que elevan el poder de consumo de los clientes, y así, la utilidad de las empresas.

Si se entienden las motivaciones reales del libre mercado, el conservadurismo peruano que afrontamos día a día es incompatible con el modelo económico que dicen llevar de bandera.

Sin embargo, el propósito de esta reflexión no es dejar a nadie en ridículo, sino de cuestionar si la bandera que llevan es la del libre mercado, o si es en realidad la del autoritarismo. En especial porque es importante resaltar que el conservadurismo no es una ideología perversa: para que los cambios sean sostenibles se requiere de una profunda reflexión de manera de modular la velocidad en la que se alcanzan; y es en esa discusión dónde se encuentra la riqueza de tener ambos progresistas y conservadores sensatos dirigiendo el país. Pues, nuevamente, la diversidad es riqueza para los que valoramos el libre mercado.

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derecha peruana, derecha progresista

Así, con la mirada puesta en un futuro mejor, el Perú se prepara para un cambio histórico, un cambio que no solo transformará la economía, sino que también transformará la sociedad y las relaciones de poder. Un cambio que llevará al país hacia la verdadera libertad y la verdadera justicia, y que pondrá fin a siglos de inequidad y opresión.

Ojalá surja un candidato que haga suyas estas banderas y rompa la inercia de una clase política carente de ideas, pero, sobre todo, de aliento histórico. No es hora de decadencia del capitalismo. En el Perú, en particular, es una apuesta nunca jugada a plenitud y que cambiaría de raíz el orden social vigente, para bienestar de los más pobres y para el fortalecimiento de la democracia, que sin libertad económica deviene en un corsé institucional cada vez más desacreditado.

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capitalismo, Perú

Algo que siempre nos decía en reunión con él, y que se me ha quedado en la mente, es que había que pensar que nuestras acciones pasen a la historia porque ese es propósito para los que venimos al mundo. La historia como el objetivo más grande que tengamos como seres humanos. Trascender nuestro entorno inmediato. Contribuir con un grano de arena a través de obras e ideas y que eso se plasme en que, más adelante, los que escriban sobre el Perú reconozcan la labor que uno ha hecho. Eso es lo más hermoso que una persona puede recibir como mensaje. No dinero, no oro sino el dulce aroma de la historia.

Como dicen los historiadores: son de esas personas que aparecen cada cien años para pensar y hacer un país diferente. Así lo recuerdo al presidente Alan García.

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Alan García

Pero sobre todo, debemos cambiar nuestra mentalidad. Debemos entender que la informalidad no es solo un problema económico, sino también social y cultural. Debemos valorar el trabajo formal y la legalidad, y promover una cultura de la honestidad y la transparencia. Solo así podremos construir un país más justo y próspero para todos.

A la postre, más allá de remedios legalistas, lo que el Perú necesita para reducir la informalidad, es crecer a tasas superiores a las del crecimiento de su población. Hoy, si no fuera por la crisis política, lo podría estar logrando. Pero está demostrado que los menores niveles de informalidad acontecen cuando el PBI crece sostenidamente. Es la llave maestra de éste y muchos otros problemas institucionales que a veces sobredimensionamos en sus aspectos legales.

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Informalidad

Por último, el centro político sin definición procapitalista, contra lo que sus adeptos piensas, es un fracaso porque deja en manos de los extremos políticos la agenda política y la definición de los temas relevantes. Esto se traduce en una polarización creciente de la sociedad, y en un debilitamiento de las instituciones democráticas.

Los partidos políticos de centro deben definirse claramente a favor del libre mercado y la competencia si quieren ser percibidos como una alternativa real y efectiva para solucionar los problemas que enfrenta la sociedad.

La del estribo: ¡Oh pecado cultural que acabo de empezar a redimir! Gracias a HBO Max, en su sección de clásicos, he podido ver, por fin, Casablanca (1942) con Humprey Bogart e Ingrid Bergman; 2001 odisea del espacio (1968), de Stanley Kubrick; y la menor El halcón maltés (1941), también con Bogart, dirigida por John Huston. Y gracias a mi proveedor favorito, Madame Bovary (1991), con Isabelle Huppert. ¡Maratón que continuará!

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centro político

R.J.A.A.A. (“Alexis”)

El abuso en perjuicio de R.J.A.A.A. (o “Alexis”, según la comisión investigadora), quien tenía 15 años al momento de ocurrir los hechos, es el caso conocido más reciente. Ocurrió el 19 de mayo del 2015. El sacerdote Manuel Mendoza Ruiz le habría hecho tocamientos indebidos durante el viaje que el adolescente y el sacerdote realizaron a fin de participar de un retiro espiritual en la ciudad de Chimbote. Los tocamientos ocurrieron en el bus entre Trujillo y Huamachuco. Siendo de madrugada y con las luces apagadas, Mendoza Ruiz empezó a hacerle tocamientos indebidos en sus partes íntimas, metiéndole la mano en el interior de sus pantalones. A pesar del reclamo del adolescente, el sacerdote volvió a insistir, generando la molestia del menor de edad.

La madre de la presunta víctima, a quien la comisión investigadora llama con el seudónimo de “Rita”, relata que acudió ante el obispo Sebastián Ramis Torrens a realizar la denuncia correspondiente, pero éste no ordenó ningún tipo de investigación, ni medidas de protección o de acompañamiento a la víctima, ni ninguna sanción contra el responsable. Ante la falta de respuesta, “Rita” irrumpió en una reunión realizada el 24 de octubre de 2018 con sacerdotes de la provincia, para reclamarle al obispo Ramis por su inacción. Allí fue apoyada por otros sacerdotes:

«¿Por qué la quieren botar, si ella quiere contar su verdad (…)? Si su hijo ha sido afectado, ¿por qué vamos a defender lo indefendible? Nos da vergüenza que vengan a decirnos en nuestra cara la clase de gente que somos. Una madre humilde, que hayan querido hacer de su hijo lo que han hecho».

“Alexis” tuvo una audiencia el 26 de febrero del 2019 con el vicario judicial Mons. Ricardo Coronado Arrascue, que lo afectó mucho. Al respecto, ella relata:

«Ayer mi hijo salió muy mal de la entrevista, y cada vez que lo entrevistan, que lo preguntan, mi hijo sale mal, molesto. Y le he pedido al padre que ayer lo ha entrevistado que ya no lo entrevisten más porque mi hijo ya… hemos ido a la fiscalía, ha pasado por la psicóloga de la fiscalía, por el padre, por el obispo, por varias oportunidades y yo creo que, en vez de mejorar las cosas, lo estamos empeorando. Antes de ir estaba molesto, resentido. En el trayecto del camino no me dijo nada. Entró a hablar con el padre, le contaría los hechos como sucedieron, y salió molesto».

Los casos de estas cinco víctimas fueron denunciados ante la fiscalía, siendo archivados por prescripción de los hechos o argumentando su poca capacidad probatoria. El obispo Sebastián Ramis Torrens, denunciado por encubrimiento en todos los casos, fue exculpado con el argumento de que no existe normativa que obligue a un miembro del clero a trasladar una denuncia de abuso sexual, inclusive contra menores de edad, a la fiscalía.

Los casos de estas cinco víctimas son sólo la punta del iceberg de un escándalo mucho más complejo de abusos y encubrimiento que implicaría a las más altas autoridades de la Iglesia católica en el Perú, como informó en julio de 2020 la periodista Melissa Goytizolo de La República en un extenso reportaje intitulado “Batalla al interior de la Iglesia”.

Un grupo de sacerdotes de la prelatura de Huamachuco, entre los que se encuentran algunas de las presuntas víctimas, reunidos en torno a la Comisión de Escucha de Víctimas de Abusos Sexuales de la Prelatura de Huamachuco, vienen solicitando desde hace años a las autoridades eclesiásticas que tomen acciones concretas a favor de los denunciantes. Entre ellos se encuentran Agustín Díaz Pardo, Antonio Campos Castillo, Nery Tocto Calle, Esteban Desposorio Fernández, Ángel Antero Salazar Chávez y Ángel Cachay Malo. El padre Esteban Desposorio le comentó a la periodista de La República que tenía más de 100 testimonios de jóvenes víctimas de abuso sexual.

La investigación periodística de Goytizolo menciona, en base a cartas oficiales, los nombres de políticos que fueron informados de lo que estaba pasando en Huamachuco y de las altas autoridades eclesiásticas que fueron debidamente informadas en su momento, a saber, el cardenal Juan Luis Cipriani, Mons. Sebastián Piñeiro (actual arzobispo de Ayacucho) y Mons. Miguel Cabrejos (actual arzobispo de Trujillo y presidente de la Conferencia Episcopal Peruana). Por supuesto, ninguno se pronunció sobre el caso ni hizo nada para atender a las víctimas.

En carta del 25 de febrero de 2016, dirigida por Mons. Cabrejos a Mons. Ramis, obispo prelado de Huamachuco, aquél pide que se discipline a los sacerdotes denunciantes por haber aparecido en el programa Punto final de Frecuencia Latina para hacer públicas sus denuncias. «Ante estos hechos me permito pedirle que en su condición de obispo de los referidos sacerdotes (…) actúe con la mayor diligencia para garantizar la observancia de la disciplina eclesiástica entre sus sacerdotes, les exija el cumplimiento de todas las leyes que le competen y evite que se introduzcan abusos como el ocurrido a propósito de la publicación de esta denuncia, para que comportamientos de esta naturaleza no se vuelvan a repetir».

Y sobre el fondo del asunto, las denuncias mismas, dice que «el contenido de las declaraciones en ese reportaje reviste especial gravedad, pues se acusa de supuestos actos que atentarían gravemente contra la dignidad del sacramento del orden, contra la disciplina eclesiástica y algunos estarían contemplados en los “delicta graviora”. Denuncias que por su contenido y por la forma en que se han expresado han ocasionado grave escándalo entre los fieles y daña profundamente la imagen de nuestra amada Iglesia».

Ni una sola palabra respecto al sufrimiento y al daño que se les ha ocasionado a las víctimas ni sobre la necesidad de reparaciones. Lo único que le preocupa es la imagen de la Iglesia, por lo se debe garantizar que no se vuelvan a repetir denuncias como éstas. Y como efectivamente sucedió, los denunciantes fueron sancionados y las víctimas, desatendidas y revictimizadas, restándole crédito a sus testimonios y declaraciones, considerándolas «llenas de contradicciones y exageraciones extremas». El cura Montenegro fue suspendido de todas sus responsabilidades eclesiásticas recién en el 2019, tres años después de la carta de Mons. Cabrejos, sin haber reconocido sus delitos ni haber sido obligado a reparar el daño producido.

Una conclusión que salta a la vista es que la Iglesia católica en el Perú requiere ser sometida a investigaciones independientes sobre abusos cometidos, como se ha estado haciendo en varias diócesis de países desarrollados. Porque donde uno pone el dedo, salta la pus.

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