Opinión

[PIE DERECHO]  El concepto de empresas públicas es caro a la izquierda, por lo menos a la izquierda retrógrada que tenemos en el Perú y en casi toda la región, pero desde ningún punto de vista es un precepto de modernidad administrativa.

Sólo el afán de lucro puede lograr que actividades tan importantes, como la refinación de petróleo, su exploración y explotación, su transporte por el oleoducto, la provisión de agua potable o la administración de aeropuertos, hagan coincidir el interés privado con el buen servicio público.

Privatizar Petroperú, Córpac y Sedapal (además de todas las empresas municipales de agua potable del país), coadyuvará a que el Perú recupere una dinámica de inversiones capaz de evitar el derroche, el mal servicio y la corrupción (tanto empresarial como sindical) que hoy afecta a las empresas mencionadas, alejándolas de todo propósito social o de beneficio colectivo.

En estos temas ya no necesitamos entrar a discusiones ideológicas. Es un tema práctico gerencial. El sector privado es infinitamente más eficiente que el Estado para administrar empresas y su gestión le evita, además, a todos los peruanos el riesgo de que ante una situación crítica, sea el erario nacional (es decir, todos los peruanos) el llamado a meter la mano en el bolsillo y solventar las pérdidas, como es el caso actual de Petroperú y su escandalosa solicitud de nuevos desembolsos del fisco para seguir con vida.

Ya no debería ser motivo de debate que el mercado debe ser el gran motor de la economía y el Estado, no siendo débil, cumplir un rol regulador y ecualizador de las fallas del mercado (que sí existen, a pesar de la prédica en contrario de los libertarios). Ese es el Estado del siglo XXI que garantiza el desarrollo de las naciones.

Lamentablemente, ni la izquierda ni la derecha peruanas parecen tenerlo claro. Ambas parecen ancladas en el siglo pasado, planteando fórmulas anacrónicas. Se necesita de una nueva derecha y, con más urgencia, de una nueva izquierda, que sepan coincidir en lo dicho en párrafos anteriores y diriman sus diferencias en el perfil que le quieran dar a la función mínima del Estado y a la amplitud de políticas morales (aborto, drogas, políticas de género, etc.).

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[EN UN LUGAR DE LA MANCHA]

UNO

Toda literatura es intertextual. Los textos forman secretas o explícitas cadenas de alusiones que se activan en la memoria, desde el inconsciente o desde la intención expresa de aludir, parodiar o reescribir.

Una de las obras cumbre en este ámbito es sin duda Don Quijote, de Cervantes, que construye no solo un muestrario de los géneros narrativos de su tiempo (novela bizantina o pastoril, por ejemplo) sino además se da maña para crear una novela cuyo centro es un vasto sistema de vasos comunicantes con diversas tradiciones que le precedieron, desde los antiguos romances que daban cuenta de las fortunas y pesares de diversos héroes populares hasta las novelas de caballería, pasando por lo cantares de gesta.

Cervantes exhibe la destreza de un mago para citar, parodiar y reescribir una amplia gama de géneros narrativos, mas aun para crear un personaje único en su especie, lector transmutado en actor de sus propios delirios de caballero andante.

Una reciente novela del mexicano David Toscana, titulada El peso de vivir en la tierra, tiene un espíritu indudablemente quijotesco. O cervantino, que para el caso viene a ser casi lo mismo. Nicolás, un oficinista mexicano a inicios de la década del 70 sigue con interés obsceno la carrera espacial soviética y es, además, un hombre atrapado placenteramente en la trama de varias grandes novelas rusas, a cuyas escenas y personajes apelará sin descanso para explicar su presente.

Su conversión y la alteración que ella supone del principio de realidad es inapelable: Nicolás adopta el nombre de Nikolai. El inicio es aleccionador. Un compañero de oficina le pregunta si se ha enterado de la muerte de Jim Morrison, el líder de The Doors. Nicolas-Nikolai recibe la pregunta con elegante indiferencia y replicó: “¿Supiste que murió Iván Ilich? El compañero quedó en silencio. Entonces le preguntó si sabía que había asesinado a Fiódor Pávlovich Karamazov o que Ana Karenina se había suicidado…”.

Deliciosa confusión de planos. Desde ese momento Nikolai, como un Quijano del espacio, trata de realizar un viaje al espacio con su pareja y un amigo, un ebrio habitual. La vida de Nikolai transcurre en un cotejo permanente con sus lecturas de Gogol, Dostoievski, Pasternak, Bunin, Bulgakov y otros maestros de esa gran literatura. Homenaje a Cervantes, pero también actualización de un clásico, invitación a una lectura trascendente en medio de un mar de banalidades.

DOS

Un avión que se estrella todos los días es el título del reciente libro de poemas de Gastón Agurto. Un título desacralizador, por cierto, pues establece una analogía con la escritura poética como una aventura condenada al fracaso o, cuando menos, como una actividad cuyas promesas no se cumplirán.

La lectura de los poemas que forman este libro confirman ese ánimo sarcástico y “antipoético” (lo que corresponda aquí a Nicanor Parra) que habita en sus páginas. El lenguaje evoca al mejor registro coloquial (registro que ojo, no es propiedad privativa de los 60), ese capaz de tejer imágenes con palabras del día a día, añadiendo indudables cuotas de ironía y ludismo.

Punto importante como rasgo constante de estos poemas es su articulación narrativa. Una anécdota, personal o no, provee la materia inicial para desarrollar una poesía que sin renegar de cierto lirismo, se aleja al menos de sus modales más convencionales, para construir textos que nunca o casi nunca resultan predecibles.

“Acto de magia” es, para mi gusto, uno de los poemas más emblemáticos del libro, pues en él parecen concentrarse los rasgos más notorios de la poética de Agurto: narratividad, ánimo contestatario ante los discursos “oficiales”, el trabajo de integrar otra voz en el poema y el cuestionamiento transgresor de las normas que rigen los hábitos sociales.

Muchas veces este cuestionamiento desemboca en la aparición del humor, bajo distintas formas: finas ironías, en algunos casos, crudas sátiras en otros, incluso giros inesperados que irrumpen en un verso, provocando un gesto de sorpresa y, según cada quien, alguna sonrisa que no esconde su profundo desencanto. Un libro refrescante y singular. Dejo aquí el poema “Acto de magia”, sutil recuerdo del Cisneros de Comentarios reales.

 Acto de magia

Nos quedamos pensando en los héroes
que se quedan dentro, después que cierran el cajón.

Deben estar quietos, con su sus uniformes de gala
y la barba recién afeitada, en medio de un avispero de voces.

En el cementerio hay un ángel de piedra
y otro con el brazo roto jugando a las apuestas.

Uno comenta sin prisa:
“Empezarán a olvidarlo después de la tercera palada”.

Una vez enterrados, los ataúdes caen sin cesar
en un hueco oscuro y húmedo, sin fondo.

Pero los héroes ya no están ahí. La Tierra
está llena de ataúdes vacíos cayendo persistentemente.

 

David Toscana. El peso de vivir en la Tierra. Alfaguara: 2023.

Gastón Agurto: Un avión se estrella todos los días. Santo Oficio, 2023.

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[CIUDADANO DE A PIE] Un problema regional

América Latina es hoy por hoy la región más violenta del mundo, en la que se producen algo menos del 40% del total de asesinatos registrados a nivel internacional, a pesar de representar únicamente el 13% de la población mundial. Los hechos ocurridos en Ecuador la semana pasada no hacen sino confirmar esta realidad. Presentamos aquí algunos importantes hallazgos de las investigaciones que, sobre el fenómeno delictivo en Latinoamérica, ha publicado el reconocido especialista Marcelo Bergman en su libro “El negocio del crimen: El crecimiento del delito, los mercados ilegales y la violencia en América Latina.”

La tesis “disruptiva” de Bergman, como él mismo la califica, trasciende las tradicionales explicaciones legales (códigos penales inadecuados) y sociológicas (pobreza, marginación, desempleo) sobre el delito y su expansión. Según el autor, básicamente vivimos las consecuencias de la expansión de un “negocio rentable”, que encontró un hábitat ideal en los tiempos de fuerte crecimiento económico de la región, y cuya rentabilidad es, en última instancia, el resultado de una demanda sostenida de bienes de origen ilícito, acompañada del incumplimiento sistemático de las leyes y de la impunidad resultante de los delincuentes.

Cuestión de equilibrios

Uno de los planteamientos más interesantes del libro, es el análisis la delincuencia sirviéndose de lo que se denomina un “modelo de equilibrio general”, esto es, un conjunto de interacciones entre factores que incentivan, y otros que imponen límites a las actividades criminales. De acuerdo con este modelo, la actividad delictiva en un determinado tiempo y país, alcanzará uno de dos tipos de equilibrio:  el equilibrio de baja criminalidad (EBC), o el equilibrio de alta criminalidad (EAC), aunque siempre es posible el pasaje entre uno y otro.

Un país con EBC se caracteriza por la existencia extendida de mercados secundarios, abastecidos por redes de contrabando y robo, como consecuencia directa de la demanda ciudadana constante de una variedad de productos ilícitos (drogas, autopartes, celulares etc.). Las actividades de estos mercados se realizan prácticamente sin ningún tipo de interferencia por parte de las autoridades. Esta tolerancia se explica generalmente por la recepción de sobornos, aunque también existen razones políticas, tales como asegurar un cierto nivel de satisfacción consumista a sectores sociales, cuyos escasos recursos, no les permitirían adquirir estos bienes por la vía legal. En todo caso, la actividad criminal permanece controlada, restringida y subordinada a los poderes públicos, siempre capaces de ejercer, según las circunstancias y conveniencias, una disuasión efectiva mediante la aplicación de leyes y sanciones. En lo que respecta a la violencia en países EBC (Chile, Uruguay, Paraguay, Argentina) Bergman señala: “cuando la policía y otras agencias controlan el crimen para su propio beneficio, los niveles de violencia permanecen relativamente bajos.”, y esto debido a que el Estado es capaz de evitar la aparición de poderosos grupos criminales susceptibles de entrar en conflicto entre sí.

En un país con EAC, en cambio, el Estado se presenta como totalmente incapaz de regular y sancionar el negocio criminal, debido a la existencia de bandas con altos niveles de organización y concentración de poder, que cuentan además con eficientes redes de complicidad al interior de las fuerzas del orden, entidades estatales, empresas y la política -sustentadas en el pago de sobornos, financiación de campañas, amenazas y coerción-, o mediante la infiltración directa de sus miembros en estas instancias. Estas bandas no solo se dedican a los lucrativos negocios del contrabando y el narcotráfico, sino que han diversificado sus actividades hacia otros ámbitos más depredadores, como el tráfico de personas, la extorsión, el secuestro, la tala y minería ilegales, los mismos que, dada su altísima rentabilidad, son la causa de constantes luchas por el poder entre bandas rivales. Violencia, corrupción e impunidad caracterizan estos EAC en países tales como México, Colombia, Honduras, Guatemala y ciertas regiones del Brasil, los cuales exhiben, como parámetro distintivo, tasas de homicidios superiores a 20 asesinatos por cada cien mil habitantes.

La inestabilidad delictiva

En ciertas condiciones, que Bergman ha denominado de “inestabilidad delictiva”, es posible una ruptura de estos equilibrios, y el pasaje resultante de un EBC hacia un EAC y viceversa. Un ejemplo de esta última situación es El Salvador, país que ha pasado de ostentar la tasa de asesinatos más elevada del planeta en 2015 (106 por 100 000 habitantes), a la más baja de su historia en 2023 (2.4 por 100 000 habitantes), como resultado de una serie de duras medidas adoptadas -algunas de ellas bastante controversiales- por el gobierno de Nayib Bukele. El paso contrario (de un EBC a un EAC) lo está viviendo dramáticamente Ecuador, que después de haber sido considerado, bajo el gobierno de Rafael Correa, como el segundo país más seguro de Latinoamérica, con una tasa de homicidios de 6.7 por 100 mil habitantes, se ha convertido en el país más violento de la región, con una tasa de asesinatos siete veces superior. La explicación de este fenómeno es doble: por una parte, el desmantelamiento de los entes públicos encargados de la lucha contra el crimen y la rehabilitación de los delincuentes -llevado a cabo por los presidentes Moreno y Lasso-, y por otra, los cambios que han tenido lugar en las organizaciones criminales y los circuitos del tráfico mundial de la cocaína, como consecuencia de las acciones represivas de otros países, que han convertido a Ecuador en un territorio estratégico para el narcotráfico (efecto globo).

¿Y el Perú?                                                      

La afirmación de que en el Perú se encuentran presentes todos los elementos característicos de una situación de alta criminalidad (con la excepción, por el momento, de una mayor tasa de asesinatos), resulta de una experiencia social tan omnipresente, que solo genera una abrumadora sensación colectiva de estar atrapados sin salida, en un país que, como señala Juan Carlos Tafur, se está convirtiendo en el mejor destino de las mafias. Un día sí, y otro también, los medios de comunicación y las redes sociales, nos inundan de noticias de corrupción en todos los niveles de la sociedad, de una delincuencia depredadora con apoyos políticos, y de una desvergonzada impunidad. Todas las últimas encuestas, nacionales y regionales, arrojan resultados similares: la mayoría de peruanos identifica la delincuencia como el problema que más les afecta, y señalan como responsables de esta situación al gobierno central, el sistema de justicia, los congresistas y la Policía Nacional, autoridades que, por otra parte, son identificadas como las más corruptas del país. El evidente fracaso gubernamental de un supuesto “Plan Boluarte por la seguridad ciudadana”, cuya existencia misma ha sido luego desmentida por la propia supuesta autora, no hacen sino incrementar el enojo y la desazón de una ciudadanía cada vez más propensa a demandar “soluciones radicales”, de la mano de algún “Bukele” local. Incluso un personaje de derechas tan sopesado como Jaime de Althaus, reflexionando sobre el tipo de outsider que convendría al Perú, llegaba a la conclusión de que “un Bukele más que un Milei” sería el apropiado. ¿Es realmente esto así? Aunque la situación salvadoreña es muy distinta a la nuestra, el Perú podría sufrir pronto de un “efecto globo”, similar al ocurrido en Ecuador (Farid Kahhat), lo que podría llevarnos a niveles de violencia asesina característicos de los países con EAC. Si esto no ha sido así hasta ahora, y en ello concordamos con Augusto Álvarez Rodrich, es porque “los políticos se llevan bien con las mafias. No hay campañas fuertes contra el crimen organizado y varios congresistas están a su servicio. Ningún político se ha comprado el pleito. Cuando eso ocurra, recién todo cambiará.” ¿Ocurrirá alguna vez?

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[PIE DERECHO]  La decisión del Ejecutivo de promulgar, sin observaciones, la ley aprobada en el Congreso que elimina la obligatoriedad de las elecciones primarias, constituye un grave retroceso en el esfuerzo por democratizar a los partidos, en primer lugar, por mejorar la representación parlamentaria, en segundo lugar, y por establecer filtros que eliminen la proliferación de candidaturas en los próximos comicios, por último.

Encima de ello, de contrabando, la ley consolida el perverso sistema del voto preferencial y eleva a futuro (no afecta a los partidos con inscripción en curso) los requisitos para anotar una agrupación partidaria, exigiendo la friolera de 500 mil firmas para lograrlo (resucitando el tráfico corrupto de firmas para lograr semejante condición).

Resultado más tangible de esta contrarreforma: vamos a tener el 2026 una treintena de partidos, cuyas listas serán designadas a dedo por las cúpulas, y con un infame trasiego de dineros ilegales sosteniendo candidaturas que cainitamente se enfrentarán por conquistar el voto preferencial.

La desgracia democrática que hoy vemos en el Congreso de la República es producto del sistema legal que el susodicho poder del Estado ha decidido perpetuar. Es decir, vamos a tener más de lo mismo en el periodo político que se estrena el 2026. Adiós a la estabilidad política por tantos añorada. Salvo que se produzca un aluvión electoral que involucre a la votación parlamentaria, vamos a tener un Congreso fragmentado, con una alta cuota de transfuguismo y precariedad de los partidos que alcancen un sitio en su seno.

Es una calamidad lo que se avecina. Por lo menos habrá una treintena de partidos de todas las coloraturas y la impronta del fenómeno Castillo (un outsider improvisado apareciendo en el firmamento) hará que nadie dé su brazo a torcer y en el fondo de su alma aspire a reeditar una situación similar a la del 2021, destruyendo así la eventualidad de que se conformen frentes electorales que consoliden una propuesta ideológica.

En esta columna hemos venido luchando por crear un espacio de convicción respecto de la necesidad de que se conforme una gran coalición centroderechista, alejada de una izquierda que no tiene nada que aportar al país en el presente y de una ultraderecha bruta y achorada que tampoco tiene perspectivas de país. Como están dadas las cosas, esa gran coalición parece una quimera que sucumbirá a los egos políticos de todos los candidatos que se sienten presidenciables.

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[LA TANA ZURDA] Costa y sierra (o, léase mejor, el Perú criollo y el Perú indígena y mestizo) han sido dos aspectos que han convivido de manera asimétrica desde tiempos coloniales. Sabemos de sobra que el poder político y económico se ha ejercido desde entonces en la costa, específicamente Lima, cuando Pizarro decidió asentar su nueva sede de gobierno en el florido y poblado valle del río Rímac, usurpando sus derechos al cacique Taulichusco. Poco a poco el fértil valle fue depredado para construir casas y edificios convenientes a los conquistadores. Los árboles fueron desapareciendo y el descuido de los canales de regadío que por cientos de años habían hecho de este enclave un lugar productivo consiguió que poco a poco la población indígena se dispersara, quedando apenas algunos agrupamientos en lo que después fue llamado el «cercado» (hoy Barrios Altos), Magdalena, Ate y pocos más. El incremento continuo de españoles y el crecimiento de la población criolla empezó a configurar una ciudad que se pretendía blanca desde sus inicios, aunque sabemos que por igual se daban mezclas que les otorgan a los autoasumidos «blancos» peruanos sus rasgos amestizados hasta hoy. O sea, europeos bamba, pero con ínfulas de pureza racial.

Con la independencia formal de 1821 simplemente se renovó la dominación occidental y los indios y mestizos del interior siguieron viviendo casi en las mismas condiciones de antes, pues los corregimientos fueron sustituidos por las haciendas y cualquier intento de modernidad pasaba por cuentagotas por la redoma limeña. La historia es bien conocida y no sé si merece la pena resumirla una vez más, salvo para subrayar que de ese supuesto «atraso» de la provincia surgió en el siglo XX la mejor respuesta que pudieron dar los grupos históricamente dominados: uno de los mayores escritores peruanos, José María Arguedas, cuya grandeza consiste en haber sabido dar cuenta de la expresión del mundo quechua aprovechando la letra europea, uno de los mecanismos iniciales de la dominación occidental.

En el entonces pueblo de Andahuaylas, en 1911, como se ha dicho, nace este pequeño que pierde a su madre muy temprano y es obligado a vivir entre la servidumbre indígena. De ahí surge la figura maternal por excelencia, doña Cayetana, que lo criará como hijo propio y le enseñará el quechua con la ternura y la generosidad que todo niño merece.

José María no solo destacó como narrador, desde sus primeros cuentos publicados en 1933 (el entrañable «Warma kuyay», por ejemplo) y sus libros como Agua (1935), Canto quechwa (1938) y Yawar fiesta (1941), a los cuales seguirían otras notables novelas y numerosos artículos periodísticos y recopilaciones del saber oral de los pueblos andinos.

Pero donde Arguedas también renueva la literatura peruana es en la poesía, con sus contundentes poemas publicados en quechua y español en la década de 1960, luego recopilados póstumamente en 1972 bajo el título de Katatay.

Ahí Arguedas avizora la invasión migratoria de las ciudades costeras, en un desembalse incontenible que cambiaría el rostro del Perú, hasta el punto de que hoy Lima es la ciudad quechuahablante más grande del mundo.

Sin duda que al Perú le falta mucho aún para ser un país unitario y homogéneo, pero ejemplos como el de Arguedas nos hacen mantener una esperanza, no tanto hacia la mezcla y el discurso mestizófilo, sino hacia el cultivo y, sobre todo, el respeto de nuestras diferencias.

El 18 de enero, pues, es una fecha clave en el Perú. Que sirva para recordar cada año, como diría Vallejo, nuestro «trémulo, patriótico peinado».

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18 de enero, Arguedas, Lima, Pizarro

[AGENDA PAÍS]  El Perú es un país bendecido por su diversidad natural, su gente y por una rica historia que permanece viva a través de nuestras culturas y vestigios arqueológicos. Pocos países en el mundo pueden brindar a un turista tantas experiencias en un solo viaje; desde enrumbarse en las rutas de la selva, caminar por senderos en la montaña, disfrutar de playas paradisíacas, contemplar la historia a través de monumentos arqueológicos que van desde 5,000 años de antigüedad (como Caral) hasta la reciente era republicana y disfrutar de nuestra exquisita gastronomía siempre acompañada con un buen pisco.

En el extranjero, para un potencial turista, el Perú es sinónimo de Machu Picchu. Y aunque tanto Promperú, los operadores turísticos, como nuestras misiones diplomáticas y consejeros económicos comerciales que nos representan en el exterior, se empeñan, y con mucha razón, en mostrar otros atractivos, los turistas en su gran mayoría, incluyen a nuestra maravilla cusqueña en su itinerario como prioridad.

Es por ello que las idas y venidas sobre cómo se comercializan las entradas para nuestro primer destino turístico afecta no solamente al Cusco, sino a todo el Perú.

Los turistas extranjeros, sobre todo aquellos que vienen desde lejos como los Estados Unidos de América, Europa y Asia, planifican con varios meses de anticipación sus viajes a destinos como el Perú. No estamos hablando de un par de meses, las ferias internacionales de turismo orientadas a operadores turísticos, que también contienen una porción de público en general, arrancan en setiembre y continúan hasta marzo (estas últimas ya completamente orientadas a potenciales turistas) para los viajes que se inician en junio.

La incertidumbre de viajar 6, 12 o incluso 24 horas para llegar al Perú y no saber si se va a poder visitar Machu Picchu, desalienta al potencial turista y nos impide recibir divisas (unos $1,600 dólares por cada turista de países desarrollados) que tanto necesitamos.

La venta por internet de entradas para monumentos y museos es ya una práctica común en todo el mundo y permite, no solamente organizar con mayor fluidez las visitas de los turistas, sino también, asegurar que esos turistas puedan reservar sus boletos con anticipación así el Perú los “captura” antes de que nuestra competencia, como México, Colombia o Chile (por citar a algunos), se nos adelante.

Es altamente positivo que el Ministerio de Cultura (MINCUL), con el apoyo incondicional del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (MINCETUR) y los gremios turísticos, hayan lanzado la plataforma para la venta de entradas a la Llaqta de Machu Picchu (https://reservas.machupicchu.gob.pe/inicio).

Sin embargo, la presión de organizaciones locales como la Unidad de Gestión del Santuario Histórico de Machu Picchu (UGM) y la Cámara de Comercio del Cusco, entre otros, ha ocasionado que la venta online no haya sido continua, perjudicando la planificación de aquellos turistas que tienen en su mente visitar el Perú y su emblema arqueológico.

Incluso, se está permitiendo la venta de 1,000 entradas de manera presencial en el pueblo de Machu Picchu, lo cual, además, es un exceso considerando que a la Llaqta entran entre 4.500 a 5.600 visitantes dependiendo de la fecha. La venta presencial debería ser mínima, en realidad solo las entradas que no han sido vendidas online deberían venderse de manera local. Pero, aun así, si uno llegara al pueblo de Machu Picchu sin entrada, se podría comprar una en su celular o en algún tablero electrónico con energía solar que podrían estar ubicados en lugares estratégicos de la Llaqta.

Se entiende que el pueblo de Machu Picchu quiere que los turistas pernocten al menos una noche para generar más ingresos, sin embargo, forzar la compra presencial de boletos es contraproducente.

Lo que sí se puede hacer, es que el pueblo de Machu Picchu sea más atractivo para que la gente se quede, empezando por un mejor terminal de tren, mayor orden en la circulación y con un calendario anual de actividades como festivales musicales (jazz, rock, criollo, vernacular), semanas culinarias, domingos de folklore, aprender a tejer telares incas, clases de cocina cusqueña, baños termales, spas y otras tantas iniciativas que harían del pueblo, un atractivo turístico en sí mismo.

Para ello se pueden destinar fondos concursables no reembolsables, tanto de MINCUL como de MINCETUR para proyectos de este tipo en la zona y articular con COPESCO y el gobierno regional del Cusco para que se financien las obras que se necesiten para apoyar estas iniciativas.

En el 2019 llegaron cerca de 4.5 millones de turistas y en el 2023 poco más de 2.5 millones. Está en nuestras manos tener una visión común que tenga como objetivo atraer más turistas de manera consistente y ordenada, respetando nuestra naturaleza, ciudades y arqueología, para que todo el mundo nos identifique siempre como Perú, Turismo Sostenible.

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Machu Picchu, propuestas, Turismo, venta online

[PIE DERECHO]  Lima es no solo la capital del país sino su ciudad más poblada, casi el 30% de la población del país vive en la capital y aporta más del 40% del PBI nacional.

Su rasgo más distintivo es el de la migración. Lima es una ciudad de migrantes. Casi el 40% de su población proviene de otras regiones del país y a ello hay que agregarle el 1.1 millones de migrantes venezolanos que ha acogido en la última década, con lo cual casi la mitad de su población no es limeña de nacimiento.

Muchos limeños de las élites perciben este fenómeno con espanto y lo identifican como el origen de todos sus males (lo mismo sucede en otras ciudades peruanas, como Arequipa, donde sus sectores altos requintan por la migración puneña). La verdad es que esa amalgama migratoria las ha hecho lo interesantes y ricas que son; como ocurre, dicho sea de paso, con todas las ciudades del planeta que han transitado por procesos similares.

Lima es la muestra étnica y cultural de todo el Perú, y a pesar de sus inmensos problemas, es una ciudad bullante, compleja, culturalmente muy rica (de paso, no comparto el chauvinista calificativo de “capital gastronómica” que algunos le endosan: no hay acá muchos lugares que ofrezcan comidas de otros países, como debiera tener una megaurbe como Lima; no hay ni siquiera un buen restaurante español).

A la par de esta asimilación de los flujos migratorios sin la edificación de ghettos excluyentes (estamos mejor, en ese sentido, que urbes del primer mundo, que no han sabido administrar el tema), se han ido edificando polos de desarrollo económico pujantes, propios de la cualidad migratoria de sus habitantes (el migrante es un megaindividuo, un protocapitalista al que la informalidad nacional le ha permitido florecer, sin necesidad de apoyos estatales o gubernativos).

Por ello, es Lima una ciudad derechista, reñida con aventuras radicales, como las que el postergado sur andino alberga, a pesar de ser una región también signada por el emprendedurismo popular comercial. Dicho sea de paso, hay allí un chip potencialmente positivo que las élites no han entendido que deben instalar para agregar al sentimiento nacional procapitalista a casi un 20% de la población nacional y hacerlo parte de lo que José Matos Mar llamó desborde popular y Hernando de Soto, “el otro sendero”.

Corresponde celebrar las características del poblador de esta conjunción de valles, que es la capital de la república. Lima, a la que le ha dedicado tantos cantos la música criolla y a la que aún falta que la épica de la cumbia, la música popular del presente, le cante igual.

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Aniversario, Diversidad cultural, Lima, migrantes


JOSÉ LUIS OLIVERA
Director de Unidad de Negocios

[HACIENDO EMPRESA] 

  1. Comprender las Motivaciones Individuales:

Entender las motivaciones individuales de los empleados es esencial. En el diverso panorama laboral peruano, las motivaciones pueden variar considerablemente. Realizar encuestas o entrevistas para conocer las metas y aspiraciones de los empleados puede proporcionar información valiosa sobre cómo diseñar programas de motivación personalizados.

  1. Reconocimiento y Recompensas:

El reconocimiento es un poderoso impulsor de la productividad. Implementar programas de reconocimiento y recompensas que celebren los logros individuales y grupales puede crear un ambiente laboral positivo y fomentar el esfuerzo adicional. Desde bonificaciones financieras hasta reconocimientos públicos, las opciones son variadas y pueden adaptarse a la cultura de cada empresa.

  1. Desarrollo Profesional y Oportunidades de Crecimiento:

Los empleados motivados son aquellos que ven un futuro prometedor en su lugar de trabajo. Proporcionar oportunidades de desarrollo profesional, programas de capacitación y rutas claras de crecimiento dentro de la empresa no solo motiva a los empleados, sino que también contribuye a retener el talento clave.

  1. Ambientes de Trabajo Flexibles

La flexibilidad en el entorno laboral se ha vuelto más relevante que nunca. Permitir opciones de trabajo remoto o establecer horarios flexibles puede aumentar la satisfacción laboral y, como resultado, la productividad. Este enfoque también demuestra confianza en los empleados, fortaleciendo la relación laboral.

  1. Comunicación Transparente

Una comunicación abierta y transparente es esencial para construir confianza y mantener a los empleados informados sobre los objetivos de la empresa. Realizar reuniones regulares, compartir información relevante y fomentar un diálogo abierto contribuirá a una cultura empresarial más sólida y comprometida.

  1. Fomentar un Equilibrio entre Trabajo y Vida Personal

El equilibrio entre trabajo y vida personal es crucial para prevenir el agotamiento y mejorar la calidad del trabajo. Ofrecer opciones como días de descanso adicionales, horarios flexibles o programas de bienestar puede mejorar la satisfacción general y, por ende, la productividad.

  1. Involucrar a los Empleados en la Toma de Decisiones

Cuando los empleados sienten que tienen un papel activo en la toma de decisiones, se vuelven más comprometidos con el éxito de la empresa. Fomentar la participación en la toma de decisiones, ya sea a través de reuniones de equipo o encuestas, puede fortalecer el sentido de pertenencia y responsabilidad.

  1. Cuidado del Ambiente Laboral

Crear un ambiente laboral saludable es esencial para la productividad. Asegurarse de que los espacios de trabajo sean cómodos, proporcionar descansos adecuados y promover la salud mental contribuirá al bienestar general de los empleados y, por ende, a su rendimiento laboral.

Conclusión:

Mejorar la productividad laboral en el entorno empresarial no solo es cuestión de implementar políticas generales, sino de comprender las dinámicas individuales y culturales de cada empresa. Al adoptar estrategias personalizadas que aborden las necesidades y motivaciones específicas de los empleados, las empresas pueden construir equipos más comprometidos y eficientes, impulsando así su éxito a largo plazo. En un mercado en constante cambio, la inversión en la motivación y el bienestar de los empleados se traduce directamente en ventajas competitivas significativas.

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estrategias efectivas, motivación de empleados, Productividad Laboral, Rendimiento laboral

[REFLEXIONEMOS PERÚ]  Saludos estimados lectores, es grato nuevamente escribirles, para compartir con ustedes reflexiones de nuestro querido país y continente. Esta vez, quisiera profundizar en el mensaje de Milei. Bastante profundo y contundente. Con ello, quisiera analizar la historia de la Educación que ha acontecido en nuestro continente.  Nadie puede negar que la Educación es y ha sido el talón de Aquiles de Latinoamérica. Pero no creo haya sido la mejor.

Nadie puede negar que la historia, a como nos la han contado, ha sido sesgada. En estas épocas de cambios de los primeros 20 años del siglo XXI, para transformar el Perú necesitamos una nueva manera de visionar y entender el futuro, desde la historia. Pero, sobre todo, desde los retos que ha de afrontar la Educación en la sociedad actual.

Volvamos la mirada hacia la realidad del mundo actual, para descubrir allí los retos que ha de afrontar la educación en la sociedad contemporánea. El primero está relacionado con la verdad del hombre que es el sujeto de la educación; el segundo, se refiere a la libertad en el marco del derecho natural y las leyes de la educación; el tercero, a los estímulos ambientales más significativos y potentes de nuestro tiempo: los medios de comunicación social y con ello a todas las tecnologías emergentes en este el ámbito de la cultura digital; y el cuarto, es relativo a la formación docente, en todos los niveles de enseñanza.

La verdad sobre el hombre

Hablar del mundo en el que nos ha tocado vivir es hablar de un despliegue amplio y transversal de los aportes científicos con ayuda de la tecnología. Pero también es hablar de un Humanismo emergente, donde coloca al ser humano al centro de todas las transformaciones, y donde su rol principal es ser agente activo en el direccionamiento de esta cultura digital. Sin embargo, paradójicamente es también la época de las más hondas angustias del hombre respecto a su identidad y destino. La crisis de la identidad de género es la crisis de un humanismo digital sin Dios.

Dios ha creado al hombre con un diseño en su naturaleza, con inteligencia, voluntad y libre albedrío. También fue dotado de un alma, con espíritu y conciencia mental. Más allá de esas preferencias sexuales, que hoy están tan de moda, defendidas por la Ideología del género, el hombre nace hombre o mujer. Les guste o no, es así. La naturaleza humana nace con una libertad, reflejo del creador – padre que es Creador de todo. Es la libertad el don más divino en el ser humano que refleja no solo la esencia de la verdad de su naturaleza sino, sobre todo, la imagen y semejanza de la criatura con Dios.

En un mundo que pugna por desterrar a Dios y toda relación con El, la historia se comprende como un puro escenario material de esfuerzos humanos. La moral se reduce a una higiene de los sentidos y la crisis de esta identidad que vivimos no es otra cosa que el rechazo de Dios de la misma criatura hacia su creador.

Educar en libertad, es formar al hombre en todas sus dimensiones para que sepa cómo buscar su abundancia y felicidad plena, desde su propósito de vida, y que, vinculando su existencia a su Creador, le permite entender un sentido y trascendencia en el mundo. Co-creador de un mejor futuro. De esta verdad, se basa su verdadera liberación y función en el mundo como artífice de su vida hacia otros semejantes como él.

La respuesta a la pregunta sobre qué es el hombre, resulta, a todas luces, decisiva para la acción educadora que siempre se ha considerado como un proceso necesario para el desarrollo integral de la persona. Por eso, todo planteamiento educativo está penetrado y lleva en el trasfondo una concepción del hombre; y la idea de perfección a la que hace referencia el proceso. Dependerá de la noción que se tenga del ser humano, no como fruto de una evolución materialista darwiniana, que se hizo muy famosa en su momento pero que hasta ahora no cuenta con fundamentos científicos. La neurociencia en cambio, sí ha aportado una vez más, la energía que existe entre la interconexión de neuronas por medio de las sinapsis cuando los seres humanos piensan, aman o son felices. Las neuronas se reproducen y caemos en la cuenta que el diseño de nuestra naturaleza le hace mucho mejor a nivel biológico y psíquico, el efecto que producen en nosotros cuando segregamos las hormonas de la felicidad como la oxitocina, cuando experimentamos emociones positivas, como la esperanza, la confianza, la alegría. Acá vemos el reflejo de las leyes de Dios en nuestra naturaleza. Lo que significa que estamos hechos para el Bien Común. No existe una pedagogía que no descanse necesariamente en una antropología.

Pedagogía del Bien Común

Cuando hablamos de Bien Común, seguramente se podría pensar en el bien común universal. Pero inmediatamente me preguntarán: ¿Cuál sería este? ¿El amor? ¿La justicia? ¿el bien? ¿Todo a la vez? La expresión requiere de precisiones para evitar ambigüedades. La Humanidad no es solo el conjunto de seres humanos. Es también la naturaleza individual propia que crece, se desarrolla y madura con el tiempo. El recién nacido, sin sus padres y más ampliamente sin la comunidad en la cual nace, no logra desarrollar ni el habla, ni el raciocinio ni su libertad. Se actualiza la propia humanidad a través de las relaciones que lo constituyen a uno como humano.

‘Trascender’ significa la ayuda o el bien que yo hago hacia otros en el mundo. Por eso, la humanidad es una realidad común y a la vez participada a cada uno de manera única e irrepetible. Se es humano junto a otros, nunca excluyendo a otros. Pero por más que uno sea virtuoso, libre, educado y culto, y que respete mi dignidad como ser humano que soy, si en alguna parte del mundo existen personas denigradas, dañadas, necesitadas de la ayuda de las personas, persona como yo, solo me será compasivo si tenemos en nosotros al otro, como una criatura creada por Dios, como yo.

El amor al prójimo no existe por mero amor al prójimo. Porque lo instintivo en el ser humano es pensar en sí mismo y en lo que le conviene. La humanidad y el bien común se desarrolla cuando somos conscientes – de modo compasivo- como Dios fue con nosotros, en alguna oportunidad que alguien humano y caritativo se compadeció de nosotros. Y la Bondad, es reflejo una vez más, del diseño de la obra del Creador en la naturaleza humana. Por ello, la búsqueda del Bien Común es la respuesta a la necesaria educación basada en formación humana – la tuya, la mía, la nuestra – de esta consciencia divina tatuada en el mismo ser humano, que nos lleva a ser leales y fieles a los valores humanos, por una causa más alta que la mera convicción personal. La pregunta es sencilla: ¿Queremos vivir juntos como seres humanos o renunciar a la humanidad y vivir como lobos – como lo planteó Thomas Hobbes?

Más Humanismo frente a la Cultura Digital

La pedagogía del Bien Común debe desarrollar al ser humano a un “saber hacer” y “saber ser”, desde una educación integral intelectual “saber buscar la verdad”, espiritual, y deontológica “saber vivir valores”. Implican el cultivo de las virtudes, de la práctica de los valores humanos (religiosos, morales, sociales. Como la bondad, la sinceridad, la empatía, el amor, la gratitud, el perdón, humildad, responsabilidad, autonomía, obediencia, solidaridad, incluyendo a la magnanimidad). La finalidad de la Educación integral personalizada es formar ciudadanos, hombres y mujeres, de Bien. Al servicio de contribuir con hacer un mundo mejor y ayudar siempre, agregando valor a todo el que se cruza por el camino. Desde el trabajo, la educación, los emprendimientos. La creatividad humana está para ello, para crear soluciones y que el impacto de aquello contribuya a la sociedad.

Si llevamos este concepto a los desafíos que se nos presentan con el cambio climático, la eliminación de la pobreza, el hambre cero, mejorar los niveles educativos en la juventud y todos los objetivos de desarrollo sostenible que la agenda de Davos 2030 presenta, podremos entender que la tecnología siendo el eje transversal que encamina la cultura de la transformación digital, la innovación y la sostenibilidad – estoy más que segura – que no llevaría a la miseria como lo dijo Milei, si incluimos en las aulas, de todos los niveles de enseñanza, una Educación Humana para la cultura digital, basada en una pedagogía del Bien Común cuánto bien haríamos. Este es el enfoque que no ha existido y se necesita a nivel de reforma pública. La tecnología no es buena ni mala en sí misma, siempre estará al servicio del ser humano. Sin Educación integral, no podemos estar preparados para los retos, ni tampoco ser valientes para liderar los cambios. El humanismo digital invita a salir de la caverna de Platón y aterrizar al pensamiento de los amigos Sócrates y Aristóteles, para encontrarnos en la calle libertad y atravesar el puente llamado: “Tú puedes liderar el mañana, si te da la gana con innovación social”.  No hay razón más sobre natural que elegir el Bien Común por convicción personal, porque la verdad, siempre nos hará libres.

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Bien Común, Educacion Integral, Humanismo Digital, Transformacion
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