Los años veinte fueron un decenio de contenidos, qué duda cabe. Fueron tiempos de ideologías, de encarnizados debates entre diversas cosmovisiones del mundo que pretendían abarcarlo todo. Pero a las aparentes certezas de estas cosmovisiones se les interpusieron corrientes filosóficas relativistas que exigían, lo menos, adecuar el dogma a cada realidad. ¿Qué hacer? ¿cómo aplicarlos?
Esa herencia la dejaron los marxistas originales. Marx y Engels vaticinaron su propio “fin de la historia” pero discreparon en los caminos, en las circunstancias, en las condiciones. Lenin, y después la Comintern, le metieron más candela al fogón: la revolución y la praxis revolucionaria debían adaptarse a cada realidad. La inquietud se trasladó al Continente Americano, ¿qué hacer con América Latina? ¿cómo conducirla hacia la revolución?
Durante la polémica entre Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui, el célebre trujillano corrió a la izquierda del también célebre moqueguano. Pero el amauta corrió con la Internacional Comunista, mientras que el fundador del APRA en contra de ella: por eso la historia registró a Haya como al revisionista. Lo cierto es para 1928 ninguno de ambos lo fue, al punto que el Haya de 1928, inclusive en su versión indoamericana del marxismo, se inspira en sus fuentes originales: Karl Marx, Friedrich Engels y Vladimir Lenin.
El marxismo indoamericano de Víctor Raúl es centrado, aterrizado, interpretado pero ortodoxo al fin y al cabo. Se enfoca más en establecer la estrategia adecuada para sacar adelante una revolución en concreto, continental, situada a la vuelta de la esquina, que anhelaba con impaciencia iniciar y liderar. El no entendió la revolución como la estación final, definitiva, consagratoria, de un proceso interior del trabajador proletario, que integra su ser al socialismo, como al mito espiritual que lo eleva a su estado más puro: la conciencia de clase. Estas eran las ideas de Mariátegui, muy influenciado por Henry Bergson y George Sorel.
Para el Haya de 1928, como para el propio Lenin, la cuestión, que no descuidaba la discusión teórica, debía perseguir una meta concreta: la conquista del poder para luego construir la patria proletaria posiblemente incorporando varios de los tópicos que demandaron la atención e inspiraron notablemente la producción intelectual de Mariátegui. Pero no había tanto que esperar, ni tanto que lucubrar. Al principio, la cuestión medular es el poder. Y de estos planteamientos no puede colegirse que la interpretación hayista sobre el marxismo y la revolución deban colocarse en un estadio epistemológico inferior al del amauta1.
Si Mariátegui voló libre a través del marxismo fue por su formación italiana, que resultó de su designación a Génova como agente de propaganda de la dictadura de Augusto B. Leguía, para la que escribió sus célebres “cartas de Italia” que se publicaron en Lima, en el diario La Razón, entonces ya adepto al Oncenio2. Tras esta experiencia, Mariátegui se volcó íntegro a su Defensa del Marxismo* que giró en torno al debate europeo occidental suscitado por la publicación en 1898 del célebre artículo La crisis científica y filosófica del marxismo contemporáneo, de Tomás Masaryk, posteriormente fundador de la república checoslovaca. Las valiosas obras de Antonio Gramsci, Benito Croce, Antonio Labriola y George Sorel enriquecen este debate del que Mariátegui se nutre y participa como el gran intelectual que fue al punto de señalar, en 1928, que dicha crisis fue una invención del susodicho Masaryk3.
Ideológica y programáticamente, Haya fue un marxista más centrado pues se avocó a encontrar la fórmula precisa para América Latina, su revolución y su transición al socialismo. En este aspecto fue insuperable, no hay otro El Antimperialismo y el APRA4 escrito para aplicarse a la región en aquellos tiempos. Los rusos, a su turno, no parecen tampoco haberse visto demasiado influenciados por el debate marxista-occidental. De hecho, Lenin tenía un mal concepto sobre George Sorel a quien calificó en su materialismo y empirio-criticismo de 1908, de confusionista bien conocido.
Pero si el Haya marxista fue más ortodoxo que Mariátegui en el plano ideológico, en el plano político al fundador del APRA le importó poco menos que dos cominos convertirse en instrumento de los rusos. Para él, la revolución indoamericana no ameritaba la sumisión a Moscú. Además, deploró la estalinización, conocida oficialmente como bolchevización, que verticalizó y centralizó todos los canales de decisión de la URSS y la Internacional Comunista: la entendió como la muerte de Lenin después de la muerte de Lenin.
Haya es un marxista que parte de las fuentes originales y que aterriza en la propuesta de un modelo de Estado de transición hacia el socialismo en Indoamérica, así como en un Plan Insurreccional para llevarlo a cabo. Mariátegui es un marxista muy inspirado, cosmopolita, como recientemente lo ha llamado Martín Bergel5, nutrido de diferentes fuentes que giran alrededor de un debate intelectual que agitó a las izquierdas occidentales. Un marxista, que, finalmente, también sabe aterrizar con éxito a la realidad a través de sus celebérrimos 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana, publicado por entregas en la revista Amauta el 1928 y que ha sido motivo de centenares de nuevas ediciones en diversos idiomas. Los marxismos de Haya y de Mariátegui no eran opuestos, no eran contradictorios, sencillamente eran diferentes. Esto se vincula de manera casi directa con quién era, qué hacía, qué buscaba y cuáles eran las utopías que iluminaban el camino de cada uno de nuestros personajes.
Mariátegui murió el 16 de abril de 1930 en el auge de su marxismo heterodoxo6. Luego de un tiempo de veto estalinista, que también tuvo que padecer el amauta, solo que, cual Cid Campeador, después de muerto, se redescubren su obra y trayectoria y proliferan cientos de estudios interesados en descifrar qué clase de marxista era el intelectual moqueguano.
El caso de Haya es distinto. En 1931 abraza la socialdemocracia desde una mirada aprista, ya en 1928 había roto definitivamente con la Comintern o viceversa. De allí resultó en un paria de todo el comunismo mundial, y, en tanto que tal, catalogado de revisionista, nacional-imperialista, demo-burgués etc. Por ello, la mayoría de los estudios, incluso contemporáneos, reproducen las imágenes que sobre él supo difundir la Comintern en tiempos de la polémica y se ha descuidado un análisis más sistemático y riguroso de su estación marxista.
Como dijimos en nuestra nota anterior, sí hubo un Haya marxista que en estas líneas, y en nuestra nota pasada, hemos reseñado brevemente. También hubo, a posteriori, un Haya anticomunista, desde que entiende que el cambio debe realizarse en democracia y señala al comunismo como uno de sus peores enemigos, más en los tiempos de José Stalin.
Entre las estaciones en las que se detiene Haya de la Torre, la marxista es fundamental, no sólo por ser la primera, sino porque probablemente fue con aquella que nos legó su corpus ideológico y doctrinal más brillante y trascendental. Por eso han llegado los tiempos de dejar atrás una pugna política-ideológica revitalizada en los años setenta del siglo pasado pero que carece de toda motivación en estos tiempos de post Guerra Fría y de auge de los estudios culturales.
La Guerra Fría terminó. Al igual que Mariátegui, Haya es patrimonio del Perú, también debe serlo para nuestra intelligentzia. Su aporte al marxismo continental merece rigurosos estudios, mejores investigaciones históricas y las más profundas reflexiones filosóficas7.
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1 Augusto Ruiz Zevallos, en un sugerente artículo recientemente publicado (2023) sostiene que Por la Emancipación de América Latina es compilada por Haya en 1927 con la intención de convertirlo en un libro para la revolución. Creemos que este análisis, al que dedica la mitad de su reflexión, debió seguirles la pista a los siguientes pasos de Haya en ese sentido, a la escritura en México de El Antimperialismo y el APRA, así como a la puesta en marcha del Plan de México, que resulta la concreción del proyecto revolucionario que Haya anunciase en su recordado libro de 1927. Sin embargo, el artículo de Ruíz Zevallos da súbitamente un giro en sentido contrario e intenta desmontar el proyecto revolucionario de Haya desde que este tuviese que enfrentar a Mariátegui en la célebre polémica. Ruiz Zevallos realiza este ejercicio a través de una bastante forzada crítica a mi artículo LIMA NO RESPONDÍA. El fracaso del plan insurreccional planteado en México explicado en carta de Víctor Raúl Haya de la Torre a Wilfredo Rozas, fechada el 22 de septiembre de 1929. Investigaciones Históricas. Época Moderna Y Contemporánea, #42, 2022.
https://revistas.uva.es/index.php/invehisto/article/view/6914
En su réplica, Ruíz Zevallos sostiene, entre otros tópicos, que Haya se sitúa epistemológicamente por debajo de Mariátegui. Al final, este inesperado giro en el trabajo de Ruíz Zevallos, que, a nuestro entender debió ser sinérgico al nuestro, lo lleva a ofrecer conclusiones contradictorias y poco comprensibles. Ruiz Zevallos, Augusto. Un libro para la revolución. Por la emancipación de América Latina y el Plan Político del joven Haya de la Torre, 1923–1927 En Revista del Instituto Seminario de Historia Rural Andina # 11, 2023.
2La designación de José Carlos Mariátegui como agente de propaganda del régimen dictatorial de Leguía es hasta hoy polémica. Sus seguidores sostienen que se trató de un exilio disimulado que le permitió evitar la cárcel y ampliar, como efectivamente lo hizo, su bagaje intelectual. Es positivamente cierto que hoy no disfrutaríamos de lo más fundamental de la obra de Mariátegui sin su experiencia europea. Nosotros nos hemos limitado a señalar el motivo del viaje de Mariátegui a Europa. No emitiremos ningún juicio de valor.
3Mariátegui refiere y cuestiona las tesis de Marasyk respecto de la crisis del marxismo en el #17 de la Revista Amauta publicada en 1928.
4Escrito en 1928, El Antimperialismo y el APRA recién pudo publicarse en Chile en 1936, a través de la Editorial Ercilla. Es posible que Haya modificase el texto original considerando su adhesión a las ideas socialdemócratas desde una mirada aprista a partir de 1931. Sin embargo, el texto mantiene la propuesta de un marxismo adaptado a la realidad latinoamericana.
5 Bergel, Martín. El socialismo cosmopolita de José Carlos Mariátegui. En Nueva Sociedad #293, 2021.
6 Del marxismo heterodoxo de José Carlos Mariátegui se ocupó, la década pasada, Sosa, Paula. José Carlos Mariátegui. Lecturas heterodoxas del marxismo desde el tercer mundo. Jornadas Nacionales de Investigación en Ciencias Sociales de la Universidad de Cuyo, 2016.
7 Actualmente asistimos a una saludable renovación temática de los estudios acerca de la historia del APRA gracias al enfoque de las historias intelectual y conceptual. En este nuevo ambiente, la inclusión de estudios más acuciosos sobre las diferentes estaciones ideológicas de Haya de la Torre es tarea pendiente y fundamental.
*Al hablar de Defensa del Marxismo jugamos con el nombre con que el amauta denominó su última compilación publicada en vida. No obstante, en el artículo referimos de manera puntual la encomiable lucha de Mariátegui en defensa de la vigencia del marxismo frente a los cuestionamientos que recibió en su tiempo desde corrientes relativistas y otras más.