Opinión

En un mundo absurdamente paralelo, donde la frivolidad y la corrupción reinan con desparpajo, la política peruana se ha convertido en una telenovela de lujo digna de un Oscar. La protagonista de este drama, la presidenta DB, más que una lideresa, parece una figura decorativa exquisitamente adornada con joyas, movida por los hilos invisibles de su titiritera principal, K. Mientras tanto, la democracia, esa paciente en cuidados intensivos, agoniza bajo los estragos de un Congreso que actúa como el villano principal de esta tragicomedia, con la complicidad silente de un público que parece disfrutar del espectáculo.

Desde su malhadado ascenso al poder, DB ha dejado claro que sus prioridades brillan tanto como sus diamantes. ¿Cientos de miles de peruanos víctimas de delitos durante su mandato? Para ella, son simples números que no alteran su ostentoso estilo de vida, más parecido al de una reina de la farándula que al de una mandataria. Lo verdaderamente importante es la liberación de N, el primer hermano de la nación, celebrada con un entusiasmo que roza la histeria por DB y sus allegados. Porque, al fin y al cabo, ¿qué es el bienestar de un país comparado con el bienestar de la familia presidencial y su séquito de aduladores?

DB parece tener un don especial para utilizar el poder del Estado con un propósito verdaderamente noble: mantener a su familia lejos de las garras de la justicia. La dedicación a su familia es inquebrantable, al igual que su descaro para obstruir la justicia. Desde intentar sobornar a coroneles probos hasta desmantelar equipos policiales anticorrupción, su compromiso con la impunidad es realmente admirable.

Dedicación inquebrantable que brilla por su ausencia a la hora de gobernar. Si alguna vez hubo un gobierno más desorientado que el de DB, es difícil de imaginar. Su administración, incapaz de abordar los problemas más sentidos del país, parece estar más interesada en salvar su propio pellejo y enriquecerse a costa de “préstamos” oportunos de joyas, relojes y diamentes. La delincuencia y la pobreza son apenas detalles menores cuando hay que asegurarse de que los familiares y socios políticos estén bien protegidos y cómodos. Y si de pobreza se trata, se puede intentar evitar que el INEI publique cifras de pobreza, porque, claro, son malas noticias que podrían arruinar la falsa atmósfera de prosperidad que pretende mostrar. Nada mejor que un poco de censura para mantener las apariencias de que el país anda estable rumbo a la OCDE, mientras la pobreza aumenta sostenidamente. 

En medio de este teatro del absurdo, los partidos políticos democráticos, los que no forman parte de la coalición corrupta que sostiene a DB, deberían actuar con más decisión, o al menos fingir que lo hacen. Es urgente que ofrezcan alternativas, cursos de acción posibles, no solo para mantener las apariencias, sino para rescatar al país del marasmo en el que se encuentra. La descarada manipulación de las instituciones por parte de DB y su séquito, de sus aliados congresales, no puede pasar desapercibida. Es hora de que los partidos demuestren que están aquí para algo más que ser meros «vientres de alquiler».

Así que, estimados partidos, este es su momento de brillar, o al menos de intentar hacerlo. Demuestren que son mucho más y están a la altura de las circunstancias que demanda el país, o al menos que pueden fingir que lo están. Tracen una hoja de ruta clara y viable que nos saque de este lío, o al menos que parezca que lo están haciendo. La renuncia de DB, seguida de una transición bien organizada, podría ser el primer paso, pero no el único. ¡Vamos, sorpréndannos con su capacidad para liderar y construir un futuro mejor para el Perú!

El reloj sigue avanzando, y con él, la necesidad de acciones decisivas, o al menos de fingir que se toman. Porque, después de todo, si no es ahora, ¿cuándo? ¡Tic, tac, partidos políticos el tiempo corre! ¡No nos defrauden!

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Congreso, corrupción, Ejecutivo, frivolidad, Partidos políticos

[TIEMPO DE MILLENIALS] Ayer, 20 de mayo, se celebró el Día Mundial de las Abejas, con la finalidad de concientizar sobre su importancia y necesidad de protección. Esta fecha coincide con el nacimiento de Anton Janša, quien -en el siglo XVIII- fue pionero de la apicultura moderna en su Eslovenia natal y elogió a las abejas por su capacidad de trabajar tan duro y necesitar tan poca atención.

¿Por qué las abejas son tan importantes?

Las abejas son responsables de la polinización, que es la transferencia de polen entre las flores para que se reproduzcan y los polinizadores contribuyen directamente a la seguridad alimentaria. Según los expertos en abejas de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), un tercio de la producción mundial de alimentos depende de las abejas.

Cuando los animales e insectos recogen el polen de las flores y lo esparcen, permiten que las plantas, incluidos muchos cultivos alimentarios, se reproduzcan. Polinizan las aves, los roedores, los monos e incluso las personas, pero los polinizadores más comunes son los insectos, y entre ellos, las abejas.

Las abejas proporcionan alimentos de alta calidad -miel, jalea real y polen- y otros productos como la cera de abeja, el propóleo y el veneno de abeja.

La apicultura también es una importante fuente de ingresos para muchos medios de vida rurales.  

¿Por qué están desapareciendo?

Las poblaciones de abejas han disminuido en todo el mundo en las últimas décadas debido a la pérdida de hábitat, las prácticas agrícolas intensivas, los cambios en los patrones climáticos y el uso excesivo de productos agroquímicos como los pesticidas. Esto, a su vez, supone una amenaza para una variedad de plantas fundamentales para el bienestar y el sustento de los seres humanos.

También se cree que la contaminación del aire afecta a las abejas. Las investigaciones preliminares muestran que los contaminantes del aire interactúan con las moléculas de olor que liberan las plantas y que las abejas necesitan para localizar su alimento. Las señales mezcladas interfieren con la capacidad de las abejas para buscar alimento de manera eficiente, haciéndolas más lentas y menos eficaces en la polinización.

Unos datos interesantes de las abejas 

  • La abeja occidental es el polinizador más extendido a nivel mundial.
  • Una sola abeja visita 7 mil flores al día.
  • Una colmena puede polinizar 250 millones de flores.
  • Se necesitan 4 millones de visitas para producir un kilo de miel.
  • Durante su vida, una abeja vuela 800 kilómetros y produce media cucharadita de miel

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Abejas, Polinización, Sostenibilidad

Considero a Víctor Raúl Haya de la Torre un personaje entrañable. Por esta razón la Constitución de 1979, que representa su testamento político, me resulta especialmente afín, tanto como ejemplificadora la calidad de los representantes que la redactaron, la docencia de sus debates, las lecciones de política, ideología e historia vertidas en cada discurso pronunciado. La Constitución del 93, en cambio,  proviene de una dictadura y por eso, al margen de sus contenidos, o en virtud de algunos de ellos, genera fuertes resistencias.

Más allá de eso, desde siempre en el Perú ha existido el imaginario de “la Constitución Providencial”. En otras palabras, cada cierto tiempo se elevan voces clamando por una nueva Carta Magna. Una a través de la cual el Perú renacerá siendo otro distinto: moderno, republicano, con instituciones de una solidez nórdica, con una sociedad armónica y solidaria, amante del bien común, que repentinamente dejó de ver al Estado como la ocasión del propio enriquecimiento en desmedro de la colectividad. Pero soñamos, desvariamos, alucinamos: en las actuales circunstancias ninguna nueva Constitución variará absolutamente nada.  

El otro imaginario que acompaña a “La constitución providencial” es “el momento constituyente”. ¿Dónde se inventaron esa? Sé que la expresión se utiliza en varias latitudes y que ha motivado alguna producción teórica y unos cuantos foros, pero la única conclusión seria es que tal “momento constituyente” sólo puede desprenderse del sentido común, a lo más del análisis de cierta coyuntura. Pero no es posible establecer sobre bases empíricas que existe un “momento constituyente”. Este no es más que una intuición, se desenvuelve en el terreno de la especulación, no existe una realidad que podamos denominar “momento constituyente” 

¿Qué pasa en el Perú?

En la última década hemos pasado de la fragmentación social y la crisis institucional a la desintegración más absoluta debido al vertiginoso avance de incontenibles virus, encabezados por el más nocivo del todos: la corrupción. Este es el átomo que se desagrega en múltiples moléculas: copamiento institucional, pésimos servicios del Estado, imparable drenaje de recursos públicos a manos privadas, diversas modalidades del crimen organizado y un largo etc. 

¿En una sociedad con estas características creemos ver un “momento constituyente”? Entiendo la lógica:  “estamos tan mal que necesitamos una nueva Constitución”. Pero el razonamiento me resulta absolutamente errado: una Constitución concebida en el fango solo podrá hundirse en él, fundirse con él, convertirse en su simbiosis, en su más funcional sinergia. 

En el Perú no hay clase política, no una de verdad, y la gestión del Estado hiede en el moho impuro que la reviste. Por ello, el punto de partida, si es que existe uno, es la creación de una clase política con mínimos requisitos morales y formales para iniciar la reconstrucción de la institucionalidad el país. Esa misma clase política establecerá las pautas para avanzar algunos pasos indispensables en dirección hacia la mejor gestión del Estado y de sus recursos. 

Solo entonces podremos ver al país, podremos observarlo, podremos comprenderlo a cabalidad pues lograremos algún mínimo control sobre él -control entendido como gobierno- y podremos implementar las reformas constitucionales indispensables -para lo cual la Carta Magna actual presenta los mecanismos- para consolidar dicho sistema político -clase política- y dicha gestión del Estado, en sus niveles nacional, regional y provincial. Y solo entonces podremos alcanzar un diagnóstico más certero respecto de la necesidad de una nueva Carta Magna en el Perú u optar por la constante reforma de la actual -esto quiere decir gradualismo- más allá de la ojeriza que pudiese generarnos la Constitución de 1993. 

Habría más que decir, colocar sobre el tapate la discusión del Contrato Social, traer a colación a Jean Jacques Rousseau y otros tantos teóricos de la política y del Estado. Pero en estas líneas he querido establecer una base: un edificio se construye después de los cimientos, no al contrario. Una Constitución, salvo si se trata de la fundacional, de la primera -ojalá en nuestro país la primera hubiese sido la única con adendas, como en USA- necesita una base sobre la cual poder enraizarse en la realidad. Esa base no existe en el Perú, la sustituye el imperio del lumpen y el patrimonialismo, los que han creado un fétido pantano en cuyas profundidades yacen ya once constituciones republicanas. ¿Cuántas más queremos echar al cementerio de la historia? 

Vamos a suponer que efectivamente logran éxito las coordinaciones que se están efectuando entre algunos grupos de la centroderecha y se arman uno o dos frentes en este segmento ideológico, que de ese modo puedan darle batalla a los candidatos radicales de izquierda que asoman con fuerza y expectativa.

Allí, sin embargo, no acaba el problema sino que, probablemente, comienza uno mayor: encontrar al candidato propicio para representar tales conglomerados. Ya he citado a Enrique Chirinos Soto y su consideración de que un buen candidato tenía que tener “orgasmo por el poder”, pasión por ser presidente, y trasmitirle eso al electorado.

Lo tuvo Belaunde, lo tuvo Alan García, para mencionar a los dos últimos más importantes. En alguna medida también Toledo y Ollanta Humala (aunque éste venía ayudado por el envión que le había dejado de herencia su hermano Antauro). Sin esa pasión, sin ese biorritmo electoral, no hay forma. Si el candidato no rompe el vidrio que lo distancia del electorado, no hay frente ni campaña que valgan (el mejor ejemplo es Mario Vargas Llosa, quien parecía estar abrumado por la responsabilidad de ser el candidato, pero no tenía el ansia de poder que estos menesteres requieren).

La izquierda radical, representada por personajescomo Antauro Humala, Guido Bellido o Aníbal Torres, si acaso Guillermo Bermejo, tiene candidatos con esa característica. ¿A quién tiene la centroderecha? ¿Roberto Chiabra? Sí. ¿Carlos Anderson? También. ¿Rafael Belaunde? Le falta algo de pasión vital. ¿Jorge Nieto? Puede prender. ¿Carlos Álvarez? Empezó bien, pero se ha desinflado por sus propias indecisiones. ¿Carlos Añaños? Imposible. ¿Alguien de Lo Justo o los morados? No se ven en el horizonte.

La campaña del 2026 va a ser brutal. Se va a jugar en todos los frentes. Por eso se necesitan buenos candidatos, con fuste y preparación, que es el otro factor necesario para afrontar el desafío, alguien que tenga claro qué hacer con la economía, la crisis política institucional, la regionalización, la inseguridad ciudadana, la lucha contra las mafias ilegales, la lucha anticorrupción que está sangrando al Estado, etc. Poner a un improvisado en Palacio sería letal.

El tema viene complicado. Quedan poco menos de dos años para la campaña y eso es tiempo corto para las tareas pendientes de resolver. Es necesario exigir decisión y sentido de urgencia a los voceros de la centroderecha para que aceleren el paso.

Hasta la fecha, son seis los ministros del Interior que han asumido la dirección del sector encargado de velar por el orden interno y la seguridad pública del país desde que Dina Boluarte asumió el poder el 7 de diciembre de 2022. En promedio, hemos tenido un ministro nuevo cada tres meses. 

En ese mismo periodo, se han producido 1 435 211 millones de denuncias por delitos y faltas a nivel nacional. Si está cifra alcanzó las 77 503 denuncias en enero de 2023; se elevó a 86 256 en enero de 2024. Para el caso de las denuncias por extorsión, 1348 incidencias fueron registradas en enero del 2023, mientras que esta cifra subió a 1549 para enero de 2024. La tendencia se repite en el caso de la gran mayoría de modalidades delictivas relevantes para el grave panorama de (in)seguridad que afronta el país en la actualidad: robo agravado (enero 2023: 2146; enero 2024: 2525); estafa (enero 2023: 2016; enero 2024: 3162); asalto y robo de vehículos (enero 2023: 480; enero 2024: 553). Y así con otras modalidades más. 

Ninguno de ministros del Interior de Dina excluyendo al recientemente nombrado Juan José Santivañez ha podido liderar una reducción de las cifras anteriormente mencionadas. Todo lo contrario, parece que cada uno ha tenido una tarea concreta que cumplir durante sus breves designaciones: César Cervantes duró menos de dos semanas en el cargo y su misión fue aplacar (bajo cualquier medio necesario) las protestas masivas que se desataron luego de la salida de Pedro Castillo de Palacio de Gobierno; ante su rochosa salida, Víctor Rojas Herrera asumió la cartera por un par de semanas más para continuar con la tarea de amilanamiento de las manifestaciones; luego, Vicente Romero Fernández asumiría el cargo por un periodo más largo, diez meses, con el objetivo de defender a la presidenta ante la ola de críticas en su contra, como también intentar limpiar la imagen de la Policía Nacional del Perú (PNP) por las irregularidades cometidas durante las tareas de control y restablecimiento del orden; finalmente, sería censurado por el Congreso de la República por “manifiesta incapacidad técnica de liderazgo y falta de idoneidad para el ejercicio del cargo”; su sucesor, Víctor Torres Falcón, fue el encargado de absorber políticamente la destitución de, Jorge Angulo, comandante general de la PNP quién lanzó fuertes acusaciones en contra de la mandataria por supuestas intrusiones en la institución policial; y, por último, todo parecería indicar que Walter Ortiz asumió el cargo con la única consigna de desactivar el Equipo Especial contra la Corrupción en el Poder (Eficcop) compuesto por personal policial especializado e involucrado en las investigaciones en contra de la presidenta Boluarte por el caso conocido como Rolexgate antes de renunciar al cargo por “razones personales”. Cada ministro ha tenido una bala de plata que quemar. Una bala de plata que claramente no ha tenido en la mira resolver la grave situación de (in)seguridad que el país afronta, sino más bien deshacerse de cualquier obstáculo político y penal que pueda aparecer en el camino de Dina Boluarte.

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Dina Boluarte, MININTER, Policía Nacional del Perú, Rolexgate, seguridad ciudadana

Este pasado 15 de mayo se cumplieron 61 años de la muerte de Javier Heraud (1942-1963), un caso muy particular en la historia de la poesía peruana. Su corta vida y trágica muerte, sus veintiún años de existencia, su destacada figura en los deportes y en la labor intelectual le dieron un perfil brillante, el más relevante en su momento dentro de su generación, que luego sería bautizada como ‘Generación del 60’. Aunque no muchos se hayan acordado del luctuoso aniversario, lo traigo a colación porque su caso, después de todo, tiene ciertas implicancias con la situación política actual del Perú.

Desde sus primeros poemarios, El río (1960), El viaje (1960, primer premio compartido con César Calvo en el concurso «El poeta joven del Perú) y Estación reunida (1961) se revelaba su precoz aporte dentro del llamado «británico modo», un estilo de poesía que asumía de manera directa el lenguaje conversacional, la frase sencilla y el ritmo fluido, propio de lo que el poeta mexicano José Emilio Pacheco llamaría en 1979 «la otra vanguardia», es decir, la poesía que derivaba de la tradición anglosajona más que de la francesa (como el surrealismo, por ejemplo) o de cualquier otra escuela de vanguardia europea continental. En inglés, la vanguardia se encarnó en la escuela imaginista, que preconizaba la escritura directa, derivada del habla común, así como las imágenes visuales, sin retorcimientos semánticos.

También se nota la influencia del Neruda de las Odas elementales (1953), con sus versos cortísimos y su ritmo «vertical», como un chorro de agua, que, sin embargo, al reunirse, evocaba a veces formas tradicionales del español como el verso endecasílabo y el alejandrino.

Heraud era ya un poeta consagrado desde sus primeros años de universidad. Le hubiera sido muy fácil acomodarse al «establishment» cultural, convertirse en catedrático, o quizá en miembro de la Academia de la Lengua, o en un caserito más de la mamadera estatal, como tantos y tantas hoy en día. Pero al alejarse del Perú en 1962, atraído por el socialismo y el triunfo reciente de la revolución cubana en 1959, Heraud se fue politizando de manera cada vez más visible. Viajó a Cuba supuestamente a estudiar cine, pero se enroló en las filas del Ejército de Liberación Nacional y regresó al Perú como guerrillero. Con este gesto, que algunos necios calificaron de ‘absurdo’, ‘ingenuo’ o ‘muestra de inseguridad personal’, sorprendió a todo el mundo, particularmente a la clase media y oligárquica peruana, que no podía entender cómo un muchacho tan joven, de ‘buena familia’ y con un futuro brillante, podía haberse metido en actividades que hoy fácilmente serían calificadas de terroristas. Sus poemas de esa época, bajo el pseudónimo de Rodrigo Machado, nos presentan a un poeta muy explícito en sus creencias políticas. Su lenguaje literario se volvió, a su vez, todavía más directo, casi panfletario (lo cual, claro, es una pérdida para la literatura).

El resto ya es bastante conocido. Él y su grupo fueron avistados en la selva de Madre de Dios y el 15 de mayo de 1963 fue baleado con proyectiles explosivos (las famosas y vedadas balas «dum dum») mientras trataba de escapar, ya que la bandera blanca de rendición que él y su compañero Alain Elías enarbolaron desde su canoa en el río no sirvió de nada. No solo fue la policía la que lo masacró, sino muchos civiles desaforados, que mostraron así su rabia y su pánico, aplicando una ejecución sumaria sin justificación alguna.

La crueldad de la muerte de Heraud nos deja hoy palidecidos. Su vida y su entrega a sus ideales lo revelaron como un mártir del fervor revolucionario de esos años. Hoy algunos dirían que solito se colocó «fuera de la sociedad» y por lo tanto, incluso de haber sobrevivido, no merecería una vida civil ni una reintegración al tejido social peruano. Para esos cuantos, Heraud debería permanecer eternamente como un paria.

Piénsese en lo que ocurre hoy con aquellos condenados por terrorismo que ya han pagado con largas condenas de cárcel sus acciones equivocadas. ¿Hasta cuándo seguirán siendo castigados? ¿Son mejores moralmente quienes saquean el estado, mienten descaradamente y se mantienen en el poder con uñas y dientes?

Heraud, al menos, sobrevive como ejemplo de excelente poeta y hombre íntegro, por muy equivocado que haya estado. 

Quedan tan pocos en el Perú.

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el río, Javier Heraud, poeta guerrillero, revolucionario

Jorge Coaquira Del Arroyo

Socio Fundador – GRUPO PRACDA

De manera general podemos decir que el apalancamiento es la habilidad de hacer más con menos. En ese sentido, esta habilidad puede aplicarse tanto en el mundo financiero como en la vida cotidiana con ejemplos como el apalancamiento de tu mentalidad, de tener un plan o estrategia, de tus actos o hábitos, incluso de apalancamiento de solamente dar el primer paso hacia una meta u objetivo, ya que el primer paso no te llevará a donde quieres llegar, pero seguro te saca de donde ya estás.

En las finanzas y economía el apalancamiento es un concepto fundamental, que se refiere al uso de deuda (dinero prestado) para financiar la adquisición de activos. Este mecanismo permite a los individuos y empresas aumentar su capacidad de inversión más allá de lo que permitirían sus propios recursos financieros. Existen varios tipos de apalancamiento, entre ellos el operativo, el financiero y el combinado, cada uno con características y aplicaciones específicas.

El apalancamiento operativo se refiere al uso de costos fijos en la estructura de costos de una empresa. Una alta proporción de costos fijos en comparación con los costos variables significa que la empresa tiene un alto apalancamiento operativo. En ese contexto, una pequeña variación en las ventas puede provocar un cambio significativo en las ganancias operativas. Por ejemplo, una fábrica con altos costos fijos (como alquiler de instalaciones y maquinaria) y bajos costos variables (como materia prima) experimentará mayores beneficios con un aumento en las ventas, pero también sufrirá más en caso de una disminución.

El apalancamiento financiero implica el uso de deuda para adquirir activos. Esto permite a una empresa o individuo aumentar la cantidad de inversión y potencialmente las ganancias. Sin embrago, también incrementa el riesgo financiero, ya que las deudas deben ser pagadas independientemente de los ingresos generados. Una empresa con un alto grado de apalancamiento financiero tendrá una mayor cantidad de deuda en su balance general en comparación con el capital propio. Esta estrategia puede aumentar significativamente las ganancias cuando las inversiones realizadas con el dinero prestado generan un retorno superior al costo de la deuda. No obstante, si los ingresos no son suficientes para cubrir los costos de la deuda, la empresa puede enfrentar problemas financieros graves. 

El apalancamiento combinado es, justamente, la combinación del apalancamiento operativo y financiero. Este mide el efecto total del uso de costos fijos tanto operativos como financieros sobre las ganancias. Una empresa con altos niveles de ambos tipos de apalancamiento puede experimentar grandes fluctuaciones en sus ganancias debido a pequeños cambios en las ventas. Esta situación puede ser muy rentable en tiempos de bonanza, pero extremadamente arriesgada en períodos de crisis económica.

El apalancamiento ofrece varias ventajas. Permite a las empresas y a los individuos acceder a oportunidades de inversión que de otro modo no estarían a su alcance. En un contexto empresarial, el uso efectivo del apalancamiento puede aumentar significativamente las ganancias y el valor para los accionistas. Además, en algunos casos, los intereses pagados por la deuda pueden ser deducibles de impuestos, lo que reduce el costo efectivo de la deuda.

Sin embargo, el apalancamiento también conlleva riesgos considerables. El principal riesgo es el de insolvencia, donde la incapacidad para cumplir con las obligaciones de deuda puede llevar a la quiebra. Durante las recesiones económicas o periodos de baja demanda, las empresas con altos niveles de deuda pueden encontrar difícil generar suficientes ingresos para cubrir sus costos fijos y pagos de deuda. Además, el exceso de apalancamiento puede limitar la capacidad de una empresa para obtener financiación adicional en el futuro.  

En conclusión, el apalancamiento es una herramienta poderosa en finanzas que puede amplificar tanto las ganancias como las pérdidas. Su uso debe ser cuidadosamente gestionado, evaluando los riesgos y beneficios, y manteniendo un equilibrio adecuado entre deuda y capital propio. Una gestión prudente del apalancamiento puede contribuir significativamente al crecimiento financiero de una empresa o individuo.

Para terminar, se dice que existen dos tipos de apalancamiento en el mundo cotidiano del dinero: T.O.P. (Tiempo de Otras Personas) y D.O.P. (Dinero de Otras Personas); y tal como dijimos al inicio, el apalancamiento es una habilidad, por lo tanto debe aprenderse y practicarse hasta que se gestione de la manera más eficiente posible. Recordemos que si no estás utilizando algún tipo de apalancamiento en tu vida y en tus finanzas, probablemente seas el apalancamiento de alguien más.

Hay quienes ingenuamente creen que Antauro Humala va a ser un bluff político, que apenas comience la justa electoral se va a desinflar y perderá el interés que hoy genera.

Craso error de juicio político. Antauro Humala es un líder elocuente, inteligente, disparatado, pero que en su disparate mismo comulga con las expectativas populares. Sus anuncios de expropiaciones de medios de comunicación, por ejemplo, nos agarran cuando nunca antes han estado tan desprestigiados los medios de comunicación. Su discurso en contra de las grandes empresas nos coge en medio de una situación terrible de descrédito del gran capitalismo (según encuesta de Ipsos, el 90% de peruanos cree que acá unos pocos gobiernan para su propio beneficio).

Con astucia, Antauro busca “posicionarse”, además, como el Bukele peruano, recogiendo así la alta expectativa local -y regional- que existe en favor del autoritario mandatario salvadoreño por su lucha contra las bandas delincuenciales en su país.

Antauro, por lo demás, no está quieto. Recorre a diario el país, particularmente el sur andino, haciendo política de verdad y no aquella que cree que basta salir en medios limeños para sembrar presencia y posterior endose electoral.

Este columnista está convencido de que Antauro será contendiente de la segunda vuelta del 2026. Lo único que podría sacarlo de carrera es que aparezca y crezca otro candidato disruptivo radical (allí asoman Guido Bellido y Aníbal Torres), que lo supere en radicalismo y lo haga fragmentar el voto -ojalá que ello ocurra- y arruinar la posibilidad de que la izquierda radical dispute la segunda vuelta.

De lo contrario, y si persiste la fragmentación de la centroderecha (ya hemos visto que, felizmente, hay esfuerzos por remediarla), tendremos no solo a un candidato radical sino probablemente a dos en la segunda vuelta y nos encaminaremos a perder el país. Se juega mucho el 2026. A riesgo de parecer obcecada, no se cansará esta columna de advertirlo.

La comisión de Trabajo ha aprobado un proyecto de ley para desactivar la Autoridad Nacional del Servicio Civil, Servir, una entidad que si de algo adolecía es de incompletud de su tarea, pero que en donde había intervenido con propiedad había logrado elevar los estándares meritocráticos de la administración pública.

Uno de los grandes males estructurales del Estado peruano es la carencia de cuadros tecnocráticos, con conocimientos técnicos de los sectores y capacidad administrativa. Servir se encargaba precisamente de eso, de fungir de filtro para mejorar la burocracia estatal.

Dos son las causas del empobrecimiento tecnocrático de la burocracia estatal peruana: la decisión de Alan García, en su segundo gobierno,de reducir los sueldos, y la persecución fiscal abusiva y absurda que muchos exfuncionariosafrontan durante años por parte del Ministerio Público y el Poder Judicial.

A contrapelo de ello, Servir había ya alcanzado velocidad en sus acciones. Cerca de 90 entidades públicas han presentado ya su Cuadro de Puestos de Entidad que luego derivan en una evaluación, posterior contratación, y una consecuente supervisión periódica.

Cuando las cosas habían empezado a caminar y se desplegaba una de las pocas reformas positivas que vemos en el horizonte, un grupo de parlamentarios pretende meterle un golpe demoledor desactivando la entidad y dando pie al retorno del desmadre del tarjetazo, la contratación por favores políticos o cuotas partidarias que tanto daño nos hace como Estado eficaz y productivo.

La reforma del Estado es una matriz gubernativa esencial que cualquier gestión pública debe considerar eje central de su gestión. No lepodemos pedir ya a la clase política que hoy nos gobierna en el Ejecutivo y el Legislativo que inicie reforma estructural alguna, pero sí exigirle que no destruya lo que se ha avanzado en algunos sectores como el mencionado.

Ojalá las instancias superiores del Parlamento sepan aquilatar la reforma emprendida y eviten que esta iniciativa de algunos ganapanes con curul la destruya.

[La del estribo] sería bueno que el alcalde de Miraflores, Carlos Canales, le preste atención al extraordinario mural instalado en una parte del Zanjón correspondiente a su distrito, hecho por el artista Ricardo Wiesse, que, aún ya en pequeños tramos, ha empezado a caerse. Probablemente, la humedad está generando consecuencias, pero bajo ningún concepto puede permitirse que se arruine uno de los mayores aportes al arte público en la ciudad.

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Carlos Canales, Miraflores, Ricardo Wiese
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