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Opinión archivos | Página 60 de 342 | Sudaca - Periodismo libre y en profundidad

Opinión

Desde los tiempos en los que los 28 de julio atizaban la incertidumbre en las épocas del primer alanismo, donde el gobernante aprovechaba la ocasión para agitar el avispero, los siguientes mandatarios han optado por hacer de este trance uno anodino y recopilatorio de eventuales logros.

Para la democracia, es mejor que así sea y que la incertidumbre disminuya, pero en esta ocasión, nos haría bien que la presidenta Boluarte se salga del libreto y sorprenda dentro de algunas horas con lo que su Premier ha anunciado será un mensaje “potente”. Algunas humildes expectativas al respecto.

1.- Que se reconozca responsabilidad política por los muertos ocasionados por la brutal represión policial y militar de diciembre y enero pasado, y se anuncie la destitución y puesta a disposición de la justicia de todos los responsables directos o indirectos de lo sucedido. Ello, acompañado de un pedido de perdón empático con los deudos de las víctimas a quienes se les acompañará con un proceso de reparaciones. Nunca será tarde para hacerlo.

2.- Que se llame a los empresarios a invertir garantizando seguridad jurídica y sensatez macroeconómica (monetaria y fiscal). Debe romper la inercia de la inversión privada. No hay “Punche Perú” que sirva si los empresarios privados no meten la mano al bolsillo, y si no lo hacen es por la crisis política, porque las condiciones económicas y comerciales están allí, prestas para la dinámica capitalista. Así sea una estabilidad mediocre como la que sufrimos, basta esa certeza de que no habrá saltos al vacío para que la confianza empresarial haga que los capitales fluyan y se recupere el crecimiento económico, con la concomitante generación de empleo y reducción de la pobreza.

3.- Que se la juegue por alguna reforma estructural o de segunda generación. Si es por un par mejor. Allí están a la mano varias: la reforma político-electoral; la revisión del proceso fallido de regionalización; la defensa de la reforma universitaria; la agresiva puesta en marcha de una reforma de la salud pública; el inicio del largo proceso de una reforma del Estado, manejada profesionalmente; la puesta en práctica de una estrategia global, afiatada, ética y eficaz de una cruzada nacional en favor de la seguridad ciudadana, uno de los problemas que la ciudadanía siente más acuciantes.

4.- Que vuelva a presentar un proyecto de ley para que se apruebe la reforma constitucional que permita el adelanto de elecciones. No se trata tan solo de un saludo a la tribuna sino de una necesidad política. Tres años de estabilidad mediocre es una bomba de tiempo que mientras más dure mayor capacidad explosiva puede alcanzar. Se trata de darle un nuevo impulso al país y que no caigamos en la resignación de que se viene un trienio de desesperante medianía e indolencia gubernativa y congresal.

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Adelanto de elecciones, Anuncios políticos, Mensaje presidencial, Presidenta Boluarte, Reformas estructurales, Responsabilidad política

[LA TANA ZURDA] Pero, ¿por qué solo esto pasa en julio o en los partidos de fútbol? ¿Por qué no podemos sentirnos siempre peruanos y celebrar nuestras alegrías y combatir juntos la desigualdad de un país que es muy duro a veces con la gente que no tiene recursos, con la gente que vive en provincia y con la gente que pertenece al Perú profundo?

Por eso debemos ser más coherentes con nuestros hermanos y con nuestra tierra. Tenemos que proteger nuestra naturaleza, no podemos dejar que la malgasten y por eso deberíamos ser más precavidos con quienes explotan nuestros campos, montañas y ríos.

En la actualidad hay muy poca gente que siente o manifiesta su gratitud. Es más, creo que hoy en día no es popular ser agradecido. Somos acumuladores de experiencias y objetos para ser felices, no creemos que la abundancia existe en lo que no es material.

Los valores se han perdido para muchas personas, pero debemos tratar de querer más a nuestro Perú, a nuestros hermanos en todo ámbito y a nuestra tierra. La mejor muestra de amor a nuestro país es poner aunque sea un granito de arena y evitar tocar el claxon cuando no hace falta, botar papeles en la calle, meterle el carro al peatón, zamparnos en las colas, gritonear abusivamente a quienes no pueden defenderse, consumir por consumir productos con pesticidas, arrojar los plásticos a la basura, aceptar resignadamente los abusos de los criminales (con terno o sin terno), mirar con indiferencia a los niños que piden limosna, en fin, tantas y tantas cosas que hacemos los peruanos como si fueran normales.

Eso no es amor al Perú, sino a uno mismo. Y no hay peor amor que el amor egoísta. Si vamos a construir una patria verdaderamente grande y libre hay que empezar por los pequeños actos de bondad y comprensión. De otro modo seguiremos condenados a repetir la barbarie y a vivir bajo la ley de la selva. Y así no hay sociedad que sobreviva.

Nuestra tierra privilegiada y la increíble historia que se ha desarrollado aquí, producto del esfuerzo de miles de años de civilizaciones en convivencia sostenible con la Pachamama, no puede borrarse por el zarpazo neoliberal, a menos que nos crucemos de brazos.

Amar el Perú es cuidarlo y defenderlo. Vestirse de rojo y blanco es mucho más que vestirse de rosado, a lo Barbie cutre. Hagamos que estas Fiestas Patrias signifiquen algo.

¡Vamos Perú!

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Amor al Perú, Construir una patria libre, Cuidar nuestra tierra, Fiestas Patrias, Perú

[PAPELES VIRTUALES] 

UNO

El grave problema del conjunto parisino era su inconsistencia. No era equilibrado. Messi y Neymar marcaban muy poco la salida del rival. Amén, de su debilidad defensiva en momentos claves. En el crack argentino era lógico, tenía 35 años. Inclusive caminaba. Sabía que el desgaste al marcar, repercutía en su accionar ofensivo. Ni Pochettino y menos Galtier pudieron resolver el intríngulis. No podían jugar los tres, debían sacrificar a uno. Y así les fue. Contratar a los mejores delanteros no te garantiza nada y menos la Champions. Incluso, el propio Barcelona, era una lágrima, con el Diez. Las eliminaciones de las Champions del 2017, 2018, 2019 y la goleada, estrepitosa, del Bayern fueron el punto final. Demoraron un lustro en ponerle un epitafio.

Cuando abandonó el club parisino, los fanáticos –del team catalán– se ilusionaron con su vuelta. Se apelaba a la nostalgia. El Barza de Guardiola (2008-2011) es nombrado por muchos –me incluyo– como el Mejor Equipo de la Historia. La realidad es que Xabi armó su plantel, de acuerdo a lo que dispone y puede pagar la entidad azulgrana. Si venia el rosarino, el técnico tenía que modificar su sistema de juego, por completo. Otro problema, era como jugaría con Lewandowski. Por último, el aspecto financiero era un gran escollo. Pensar que Messi podía volver a catapultarlos, era de ingenuos. Para ganar la Champions se necesita un equipo sólido, en todas sus líneas, y aun, el club catalán está en proceso. Esta temporada, le bastó para ganar la Liga, pero la Champions es otra cosa.

DOS

Creo que la elección de jugar en el Inter Miami es correcta. Jugar en una Liga con menor presión. Eso le benefició en el Mundial. Llegó 10 puntos físicamente. Entiende que está en la última etapa de su carrera. Tal como sucedió, a mediados de los setenta, con el Cosmos; el Inter Miami está contratando veteranos, a punto de jubilarse, Busquets, Iniesta y Jordi Alba. El ultimo, seria Suarez.

Justamente, el uruguayo tiene contrato vigente con el Gremio de Porto Alegre. El agente de Luis había exigido un contrato de 2 años para firmar. Los brasileños cumplieron. El equipo está en los primeros lugares en el Brasileirao y jugará la semifinal de la Copa Brasil. El 9 es una de las figuras del torneo.

  • ¿Y entonces?

Su rodilla está maltrecha, lo constataron los médicos del club. El crack está jugando en una de las Ligas más difíciles. También, llegan a jugar hasta 3 veces por semana. No es bueno para la artrosis que sufre.

Su deseo es ir a jugar, con su amigo, a Miami. Hay una cláusula de rescisión de 70 millones de dólares. El club, que siempre cumplió, pide que paguen el monto, sino que goleador estipule que no va a jugar, en ningún club, el resto del año. Eso sí, los gringos, no quieren desembolsar nada. El martes 25, Luis Suarez cortó por lo sano, e indicó que se queda –hasta fin de año– en el club gaucho.

TRES

En la MLS, juegan 29 equipos (franquicias) separados en dos conferencias: Este y Oeste. Por tal motivo, no hay descenso. El equipo de Lionel, está último en la Conferencia del Este. Sin embargo, se clasificó para jugar las semifinales de la US Open Cup, una especie de Copa del Rey o Copa Brasil.

El verdadero reto –del equipo de Lio– sería participar en la Copa Libertadores.  Tanto a ellos, como a los clubes mejicanos, les beneficiaria, económica y deportivamente. Para ver donde están parados realmente. Ya tienen el aval de la Conmebol, falta el de la Concacaf.

Mientras tanto, el equipo rosado va a facturar con todo. Ya están aplicando el merchandising, en cada rincón del país-continente. Allí el futbol es llamado Soccer y lo juegan con éxito las mujeres. Donde la idiosincrasia no admite los empates. Ganas o pierdes. Ellos necesitan triunfos transcendentes e ídolos propios. Sin eso, es difícil que el deporte Rey triunfe en el país del norte.

  • ¿Hay la posibilidad de que Messi cambie todo esto?

Es posible.

Entre tanto, es la mejor persona que puede haber, así es como los argentinos – hiperbólicos como nunca– lo definen ahora. Pensar que dos años atrás, muchos lo acusaban de pecho frio. Creo que está en el mejor lugar posible. Claro, no depende de él solamente. Necesita un equipo que lo ayude. Si lo logra, pues lo disfrutaremos en la Copa Libertadores.

  • Eso sería inolvidable.

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Copa Libertadores, Deportes, Estrellas del Fútbol, Fútbol, Inter Miami, legado, Lionel Messi, MLS

Entre dos malas opciones, es infinitamente mejor que haya ganado la lista apoyada por la derecha en vez de la presidida por “Los Niños” y el apoyo de la mayoría de la izquierda. Garantiza que al menos la estabilidad mediocre que nos signa, se mantendrá. Darle la Mesa Directiva a la oposición no nos salvaba de la mediocridad, pero hubiera aportado una situación de inestabilidad política que al país no le conviene.

Es el de Dina Boluarte un régimen constitucional legítimo. No es una dictadura, ni abierta ni encubierta, como nos quiere vender la narrativa de la extrema izquierda y algunos incautos de centro. Las muertes de diciembre y enero deben ser condenadas, pero su ocurrencia convierte a la democracia vigente en una teñida de sangre injustamente derramada, no cambia el signo del régimen político que representa.

Acá funciona la separación de poderes. El Ejecutivo no controla al Legislativo y aún si lo hiciese ello no es requisito o síntoma dictatorial. Si así fuera tendríamos que atribuirles esa condición a los gobiernos del segundo Belaunde, a los dos gobiernos de García, a Toledo y a Ollanta Humala, que por angas o por mangas se hicieron de la mayoría suficiente para tener al Legislativo a su disposición.

Hay libertad de prensa absoluta y cuando ha habido algunas iniciativas para afectarla, el Congreso ha terminado por retroceder. No se han capturado instituciones autónomas (véase cómo el Tribunal Constitucional, supuesto apéndice del Parlamento, le acaba de poner un “estáte quieto” con el tema del presidente del JNE). La fiscal Zoraida Ávalos bien sancionada y dentro de las atribuciones congresales. Las iniciativas por afectar a la Junta Nacional de Justicia y a los organismos electorales hasta ahora no han pasado de bravatas que ojalá no se consumen. ¿De qué dictadura hablamos?

En esa medida, es saludable para la democracia que la Mesa Directiva del Congreso recientemente electa no tenga entre sus planes sabotear al Ejecutivo y es de esperar, más bien, que el buen signo entre ambos poderes del Estado conduzca a que se plasmen algunas medidas importantes, aunque luego de escuchar el pobre discurso del flamante nuevo presidente del Legislativo, las esperanzas son pocas o nulas. Por su lado, al menos, no se augura nada bueno. Esperemos a mañana a ver si Boluarte nos sorprende.

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Dina Boluarte, Los niños, mediocridad, Mesa Directiva, Separación de poderes

[EN LA ARENA] Hace 200 años, todavía nuestros actuales símbolos patrios no habían sido diseñados, aún tenían vigencia los que diseñó José de San Martín. Los símbolos que quedaron vigentes los mandó a hacer Simón Bolívar y desde ese entonces con algunos retoques, se supone que deben ser las imágenes con las cuales se construye nuestro nacionalismo. El nacionalismo es un sentimiento muy particular, pues se trata de una adherencia a un territorio que tiene límites fuera de nuestra vista, que abarca sociedades que jamás conoceremos, lenguas que quizá nunca escucharemos, caminos, ríos, montañas que nunca pisaremos. El territorio, poblado por millones de personas que jamás nos llegaremos a ver, tiene un gobierno mayor, que abarca, de cierta manera piramidal a todos los gobiernos en los que se divide el territorio. Y sin embargo, somos uno solo, un terruño que queremos porque aquí nacimos, que celebra estrepitosamente cuando triunfamos con algún deporte, que hemos defendido con la vida en las pocas guerras que hemos tenido. Somos un solo territorio pero que vive herido y fracturado por el extractivismo, la pobreza, el racismo, la corrupción y la indiferencia. Un territorio al que le sacamos el jugo sin pensar en el futuro, pero ahí vamos, con el pobre dándonos todo lo que puede.

El nacionalismo implica también entender a este territorio como una patria. No hay que saber latín para saber que patria y padre derivan de un mismo término. La tradición occidental la representa simbólicamente como una mujer porque es la tierra, porque la patria es la tierra de nuestros padres, de nuestros antepasados. Quizá sea por eso que el patriotismo se ligue duramente con el conservadurismo, con la creencia ingenua de que todo pasado fue mejor y que no debemos cambiar nuestras patriarcales costumbres. La cosa es que el nacionalismo nos acompaña todos los días, y mucho más ahora que son las fiestas patrias y tiempo de protestas. Está en la bandera que hay en cada puerta. Sus colores, el blanco y el rojo, adornan mercados, calles, colegios, ciudades. Está en la camiseta de los deportes nacionales, para los deportistas y para sus hinchas también. En el escudo que se lleva en bordados oficiales y en ropa de diseño.

Pero cuando los símbolos patrios caen en manos extremistas, nos terminan dividiendo. Si cada vez que Keiko Fujimori postula utiliza la camiseta de los futbolistas, eso limita a usarla a quienes la tienen pero no quieren ser relacionados con una líder que usa su partido político como una organización delictiva. Cuando los congresistas usan la bandera peruana, las peruanas y peruanos que salen a marchar deben llevar también la Wiphala o una bandera negra para reclamar las masacres ocurridas en su región.

Quizá la única imagen que aún nos representa sin problemas políticos sea el mapa del Perú. Hemos crecido aprendiendo a dibujarlo a pulso, con plantilla, con papel carbón, con hojas para calcar y ahora, claro, a imprimirlo y a sacarle fotocopia. Recitamos los nombres de cada región, los límites del Perú y jamás hemos olvidado pintar las 200 millas que nos tocan del Océano Pacífico. El territorio que jamás llegaremos a ver, los peruanos que jamás nos llegaremos a conocer, parecemos caber en un mapa, ese que hay en cada salón de clase del país. Una de sus versiones, quizá la que muestra con mayor sinceridad cómo nos imaginamos, es el mapa que aprendimos dividido en tres regiones naturales; esa división en costa, sierra y selva es una exitosa fórmula nacionalista todavía presente en las canciones, en las historietas, en los programas de televisión, hasta en la publicidad de teléfonos celulares. Las tres regiones que consiguieron abarcar nuestra diversidad étnica con estereotipos sí, pero con una intención de reconocimiento mutuo que con la bandera parece haberse perdido. Ya nos tocarán mejores fiestas porque el amor por el terruño, por la Mama Pacha, por nuestras diferencias, nos unirá para reconstruirnos.

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Fiestas Patrias, Las 3 regiones Perú, Mapa Perú, Nacionalismo Peruano

Carlos Añaños, el correcto empresario ayacuchano, enormemente exitoso en su ámbito de acción, poseedor de una épica personal digna de encomio, es voceado, desde un tiempo a esta parte, como el candidato presidencial idóneo de la centroderecha.

Rafael López Aliaga, alcalde de Lima, acaba de lanzarlo, inclusive, como candidato único de consenso, para evitar la fragmentación partidaria de este segmento mayoritario de la opinión pública (por cierto, el líder de Renovación Popular muestra muchas veces una lucidez política que ya quisieran exhibir otros pares con más trayectoria).

De hecho, si se hiciera una encuesta entre los CEO de las empresas o los propios empresarios, Añaños barrería en primera vuelta. Goza de todas las simpatías. Ello, a pesar de no ser del todo liberal (firma, sin rubor, comunicados de la conservadora Coordinadora Republicana).

El problema político que, sin embargo, carga a cuestas el integrante del clan familiar propietario de AJE Group, la trasnacional peruana, es la interrogante de si cuenta con el carisma y la empatía suficientes para seducir al electorado popular.

Enrique Chirinos Soto, el brillante exparlamentario y periodista arequipeño, acuñó el término “orgasmo por el poder”, para distinguir entre los que él consideraba candidatos capaces de encandilar a las masas y aquellos que no. Y utilizaba este criterio para distinguir, por ejemplo, entre Luis Bedoya Reyes y Fernando Belaunde Terry, los dos candidatos más importantes de la derecha desde mediados de los 60 hasta finales de los 80.

Decía Chirinos Soto que Bedoya carecía de esa virtud y que por esa razón, a pesar de iniciar sus campañas con muchos bríos, bastaba que apareciese el líder histórico de Acción Popular en las mismas, para que inmediatamente el mandamás pepecista pasara a segundo plano en cuanto a los entusiasmos populares.

Por lo que se ve hasta el momento, Carlos Añaños no tiene esa adrenalina, ese deseo turbulento e imbatible por alcanzar el poder, necesarios para convencer y emocionar a los electores. Carece de biorritmo político. ¿Lo puede adquirir? Sí, para empezar, despejando las dudas hamletianas que parece albergar respecto de la encomienda, pero si no lo obtiene, tendrá una mala performance electoral arrastrando a toda la derecha a un descalabro. Sería bueno que lo evalúen seriamente sus promotores.

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Candidato presidencial, Carlos Añaños, centroderecha, Empresario exitoso, Rafael Lopez Aliaga

[TIEMPO DE MILLENIALS] En los últimos años mucho de lo que se ofrece es ecológico, orgánico, hecho de materiales reciclados, reciclable, sostenible, bajo en emisiones de gases de efecto invernadero y hecho con fibras naturales. Pero ¿es de verdad?

El término ‘Greenwashing’ proviene de la unión de ‘green’ (verde) y ‘washing’ (lavado) y fue ideado por el investigador Jay Westerveld en 1986, tras detectar que las campañas ‘verdes’ realizadas por determinados hoteles, en las que se defendía el ahorro del uso de toallas, respondían más a intereses publicitarios, y económicos, que a ecológicos. Un concepto que se ha mantenido hasta el día de hoy.

Así, entendemos al ‘Greenwashing’ como una táctica de marketing cuyos objetivos principales son esconder sus prácticas reales (normalmente dañinas con la naturaleza) y, aprovechar la creciente preocupación de los consumidores por el medio ambiente, aumentar las ventas, y evitar críticas.

En el mercado existen muchas tácticas de ‘Greenwashing’, unas mucho mejores que otras. Sin embargo, TerraChoice definió un listado en 2007 que se ha mantenido hasta hoy. Son los denominados “7 pecados del Greenwashing”:

  1. Afirmar que un producto es totalmente ‘verde’ cuando, en realidad, solo cuenta con un conjunto reducido de características sostenibles, siendo el resto dañinas con el medio ambiente, solo con el fin de venderlo mejor, y en ocasiones, más caro.
  2. Asegurar que un producto es sostenible sin aportar pruebas o certificados de tercero objetivo que lo verifiquen.
  3. Utilizar un reclamo ambiental de forma vaga o escueta o, también, bajo una definición muy genérica, de forma que pueda provocar o inducir a interpretaciones erróneas en los consumidores.
  4. Usar etiquetas falsas que indiquen que el producto posee una certificación ‘ecológica’ que en realidad no tiene.
  5. Ofrecer al consumidor información sostenible que, a pesar de ser cierta, le resulte irrelevante o poco útil para la elección del producto en base a su característica más ‘eco’.
  6. Desviar la atención del consumidor hacia factores que resultan menos dañinos para el medio ambiente, distrayéndole de aquellos que son más peligrosos.
  7. Incluir información falsa en los productos.

Para evitar caer en el ‘Greenwashing’ debemos volvernos proactivos al verificar con mayor detalle la información que generan las marcas. También debemos ser más curiosos sobre el origen de lo que estamos consumiendo, de qué está hecho, o cómo se produce.

 

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¿Alguien ha escuchado a alguna de las listas oficiales o extraoficiales que existen para hacerse de la mesa Directiva del Congreso, pergeñar siquiera un mínimo plan de acción legislativa para el periodo 2023-2024?

¿Alguna reforma? ¿Quizás retomar la político-electoral? ¿Tal vez retroceder en alguna de las barbaridades cometidas, como la de la Sunedu? ¿Cesar en su intento de maniatar a la Junta Nacional de Justicia o los organismos electorales? ¿Sorprender radicalmente y sugerir un paquete legislativo que, por ejemplo, corrija el desastre logístico que implica nuestra fallida regionalización? ¿Detener la vorágine de proyectos populistas regulatorios que tanto daño le hacen a la actividad económica?

De lo dicho ni un pelo. Nadie en el Congreso piensa en ello. Ni por asomo. Lo único que interesa es que la sumatoria de votos, en base a los acuerdos alcanzados (como el de Fuerza Popular y Perú Libre), les permita hacerse de la directiva congresal.

A estas alturas, con un Congreso tan fragmentado (en el 2021 eran nueve bancadas, ahora son trece), nadie debería escandalizarse porque se junten partidos de diferente ideología, pero ello admite comprensión si es que va acompañado de un consenso relativo respecto de algunas acciones a tomar una vez que tomen el poder, si finalmente lo logran.

No parece que ese sea el camino. Se trataría solamente de una sumatoria simple de votos para alcanzar un objetivo político, para, una vez instalados en el estrado del Legislativo, seguir dedicándose a lo mismo a lo que este Congreso se ha dedicado desde el 28 de julio del 2021. Y con las otras listas pasa exactamente lo mismo.

A este paso, el Legislativo va a seguir arrastrando el inmenso desprestigio que lo embarga. La última encuesta del IEP le da un índice de aprobación de 6.2% y una desaprobación de 90.4%, e Ipsos le otorga una aprobación de 9% y una desaprobación de 85%. Son cifras nunca antes vistas, por lo menos desde que se hacen encuestas y es, claramente, un factor que contribuye a la crisis social y política por la que transita el país.

No se ve salida a la estabilidad mediocre a la que han arribado tanto el Legislativo como el Ejecutivo. Y mucho menos se ve cercana la posibilidad de que juntos, racionalmente, acuerden el adelanto de elecciones que la población demanda. Se quedarán los dos poderes del Estado, orondos ellos, sin importar el clamor popular o el daño que le están produciendo a la democracia (sus efectos los apreciaremos en las elecciones presidenciales venideras).

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La movilización del 19 de julio sigue despertando discusiones respecto de su magnitud y resulta difícil ser aguafiestas respecto de su convocatoria, cuando a la par, hay que considerar saludable para la democracia peruana que la sociedad se movilice, en un país donde no hay tradición de que la calle se manifieste, a diferencia de lo que sucede en otros países de la región, donde la ciudadanía sale a expresar su descontento masivamente e incide en las políticas públicas.

Pero le haría mucho bien a los propios organizadores de esta movilización reconocer su fracaso. No hubo más de cinco mil personas en las calles de Lima y con ello no alcanza para mover la aguja del reloj político ni un milímetro. La dupla Boluarte-Otárola, o el pacto tácito Ejecutivo-Congreso respiran aliviados luego de la escuálida marcha del jueves pasado.

Hay razones sociológicas que explican esta inactividad del ciudadano peruano, siendo la principal la mayoritaria informalidad reinante, que genera un pasivo inactivismo, por su naturaleza precaria y absorbente de horas-hombre. A ello se suma que Lima es la región que más apoya a Boluarte y no parece dispuesta a convertir los segmentos de desaprobación en movilización activa.

Pero lo que más atentó contra la marcha fue el intento de expropiación política de la misma por parte de la izquierda, sector ideológico que carece de autoridad ética para convocar nada, luego de su complicidad abierta con los desmanes políticos, económicos y, sobre todo, morales del nefasto régimen castillista. Encima, con su particular gusto por la ideologización, en lugar de concentrar la agenda de la marcha en uno o dos puntos (salida de Boluarte y elecciones adelantadas), le agregó de su propia cosecha, temas que a la ciudadanía independiente le importan poco o nada o, inclusive, desaprueba.

Como van las cosas, el deseado adelanto de elecciones no se va a producir. Se requerirá una movilización inmensa, un escándalo mayúsculo de corrupción que involucre a la primera mandataria o la ruptura impensada del pacto tácito entre la plaza de Armas y la plaza Bolívar, y nada de ello parece, por el momento, inminente. Lo más probable es que este gobierno, mediocre y sin brillo reformista, dure hasta el 2026, en medio de la estabilidad de la medianía que ha alcanzado.

 

 

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