Opinión

Esta Casita de Cartón abre sus puertas siendo partícipe de los 473 aniversario de la Universidad Mayor de San Marcos. Por eso, y porque siempre he sido un devoto seguidor de la literatura vivencial, aquella de la que escribe sobre lo vivido, como las brillantes plumas de antaño de Ernest Hemingway o Vallejo con sus crónicas en períodos de guerras o el mísmisimo Gabo con las extraordinarias peripecias de la vida. Por eso aquí, una crónica o un intento a mi llegada a la gran Universidad que alguna vez en sus aulas albergó a personajes de la talla de nuestro Nobel, MVLL, Daniel Alcides Carrión, Eielson, Sebastián Salazar Bondy, Fernando de Szyszlo, entre otros grandes. Es que ni bien dejado las maletas en casa, recibo la invitación de una vieja amiga, Yoryet, estudiante de economía de aquella universidad: ‘A que no sabes a quién le conseguí un carnet para que presencie la fiestaza de San Marcos como bienvenida’. Lo que a priori iba a ser una cena de reencuentro, terminó siendo una tremenda sorpresa, y es que era presenciar mi primera verbena en aquella emblemática institución más no la primera en una universidad peruana, ya que tuve la dicha de haber disfrutado tiempo atrás en la Uni en otra noche memorable, con ‘Deyvis Orozco’ o ‘La Primerísima del Perú’, con un amor de verano sanmarquina, pero eso merecen otros párrafos. Por esta razón empezaría esta linda travesía. Y es que muchas veces para disfrutar de ciertos placeres, las reglas y las formalidades no son buenas compañías. Por eso no dude en aceptar la invitación. Y llegado los albores del crepúsculo, me dirigí leyendo desde otro lado de la capital un libro sobre el niño terrible de las letras norteamericanas, Truman Capote, justamente en la parte cuando conoció a Andy Warhol y esas coincidencias raras que siempre la vida tiene deparada a las ‘almas solitarias’, como diría el texto, dentro de las notables coincidencias que uno atreviesa para ser quien es. Y es que necesitaba una salida así: el reencontrarme después de tiempo con el lugar donde nací y di mis primeros pasos como mi primeros goles en mi primeros partiditos de fútbol, mi Perú y qué mejor que San Marcos, lugar donde recibe a personas todas las partes de este país. 

Yoryet estaría esperándome con un amigo de ella en la Puerta 3, la puerta donde los foráneos entraban con sum falsos o con constancias de cachimbos truchos. Él llevaba una mochila de un tamaño prominente, como panza de una embarazada de seis o siete meses, y es que dentro llevaban los poderosos fourlokos, un six pack. Y digo poderosos, por el 12 % de alcohol, bebida que desde luego hace mucho lo probé. Pero debido a su alto contenido del alcohol, y más el dulce sabor, te pega unos grado más de lo normal, y hace que muchas veces en tempranas horas de la noche la gente ya esté cantando las ‘mañanitas’. Y así sería más adelante. Ni bien llegamos, la música de Río nos recibiría, veía por doquier a la gente extasiados por esos clásicos, y nosotros no nos quedaríamos atrás y romperíamos nuestras cuerdas vocales con el infaltable: ‘Estar en la Universidad es cosas de locos’. A pesar que era prematuro, siendo como las 7, una incongruencia, ya que este himno de todo universitario debería estar en horario estelar más en una fecha conmemorativa como ésta. Pero no podía quejarme, había entrado gratis y era un feliz espectador, apuntando todo en mi nota mental para luego escribir. Adentro ya me encontraría con amigos de viejas épocas de marchas,  mientras sonaba ‘La Bembe’, grupo que no había oído el nombre más si sus hit’s en alguna que otra reunión allá en Buenos Aires. Pero en sí, lo que más me motivó en aceptar la invitación en referencia a la música, era la banda del maestro Beto Cuestas, ‘Los Ecos’. A quien tuve la oportunidad de oírlos en vivo en un entrañable concierto que diera en Argentina meses atrás, con otros pesos pesados de la cumbia/chicha peruana como Chacal y Centella, y que también tendrá sus parráfos alguna vez escritos por lo memorable que fue. Y es que por muchas de estas travesías, siento que mi vida está predestinada, para escribir o para contar, pero está, y eso volví a sentir al unirnos con un manchón de estudiantes cuando sonaban los clásicos, ‘Paloma Ajena’ o ‘Tres cruces’, como un Déjà vu. Y cuando llegara ‘No se puede amar a dos’, allí ya todos seco y volteados le dimos a las latas por esos amores ingratos. Pero lo que me sorprendió de gran manera fue cuando tocaron las canciones de moda de ‘Chechito’. Al momento de iniciar ‘En el cielo yo te espero’, como concierto chicha, los tragos se dispararon por los cielos, y yo que fui con mi polo de River, no pudo evitar sacarlo y levantarlo, el escudo por delante, besándolo por el amor verdadero que dejé en Argentina. Rebosaba la algarabía, los cachimbos cómo la vivían, ya picados, y como si los cerros hablaran, donde muchos llegan, se cantaba aquella rica música, porque todos los que alguna vez hemos vivido allí o hemos presenciados las legendarias polladas o festividades de los barrios, o en los mismos micros en cada viaje por la estresante y caótica Lima, alguna vez oímos estos temas. Como al instante,  las de Papillón, ‘la del rico vacilón, y la clásica: ‘qué pasó entre tú y yo, si hasta ayer todo era bonito…’. 

Luego llegaría el momento de Afrodisiaco, y fue como si ingresaramos al túnel del tiempo’ o con sus ‘boom’ de Al Fondo hay sitio, como la nostálgica, ’Dónde está el amor’. Se cantaba efusivamente por un lado, despechados, como otros cargando o abrazando a sus enamoraditas universitarias. Para luego pasar a la última banda de la noche, ‘Zaperoko’, con la ‘Pantera Rosa’ encima del escenario. Lo cierto es que para esa hora, alrededor muchos ya se encontraban tirados, durmiendo abrazados a los fourlokos, o los más atrevidos por la huaca o los patios y parques teniendo sexo ante la atenta mirada de la luna. Trístemente, muchos al final ‘perdieron’ sus celulares y sus mochilas, ya que los inadaptados que nunca faltan se colaron lastimosamente. En lo que a mí corresponde fue un bálsamo al alma, el volver a reencontrarme con esta diversidad musical que acompañó mi noción de patria que es inevitablemente aquellas cosas que fueron parte mí, y que son parte invaluable de lo que soy ahora y del que me siento gratamente orgulloso. Esta Casita de Cartón cierra sus puertas con este inolvidable recuerdo por esta universidad, que si hubiera vivido en Perú, me hubiese gustado ingresar como estudiante. Ahora lo hice como un espectador, y me deja un recuerdo escrito para todos los tiempos. Feliz Aniversario, alma mater del Perú, porque por sus aulas y patios se encuentra el verdadero Perú, ese que hablaba el gran José María Arguedas: ‘el de todas las sangres’.

El Perú perdió atractivo minero por tercer año consecutivo. En el ranking anual de Fraser Institute 2021, el índice de atracción de inversiones mineras que mide factores geológicos y políticos, muestra que el país cayó a 61.64 de puntaje, luego de haberse situado en 70.41 en 2020. Se trata de la puntuación más baja desde por lo menos el 2017, según datos del estudio, señala Semana Económica

Este año, la encuesta del think tank canadiense evaluó a 84 jurisdicciones. En relación a puesto, el Perú se ubicó en el 42. Esta es la ubicación menos atractiva del país en las últimas cinco evaluaciones. En 2018, con una cantidad semejante de jurisdicciones evaluadas, Perú llegó a ocupar el puesto 14, agrega la publicación.

“Perú experimentó una disminución en su puntaje PPI de casi 29 puntos, la disminución individual más grande en el puntaje PPI(Policy Perception Index) en América Latina y la Cuenca del Caribe. Los encuestados plantearon problemas importantes en torno a las regulaciones ambientales, la duplicación e inconsistencias regulatorias y la seguridad”, señala el reporte de Fraser Institute.

Hoy, por el índice publicado, resalta el tema minero, pero lo mismo sucede con todos los sectores productivos del país (agro, pesca, pymes, servicios de infraestructura, asociaciones público privadas, etc.).

Hay una sobreregulación dictada por ONGs que solo tienen como interés refrenar el desarrollo capitalista del país por ojerizas ideológicas y que influyen en los tomadores de decisiones para que vaya complicándose cada vez más el tema sectorial (el caso forestal es otro donde el ataque del tinglado izquierdista impone sus reales).

Es una batalla que un gobierno progresista liberal debe dar si quiere que el Perú recupere la dinámica de inversión que teníamos hasta el 2011 y que, luego, gracias a la mediocre gestión de Humala, fue perforándose hasta llegar a un Estado interventor y un sector privado cada vez más maniatado.

Pocos meses atrás, Víctor Manuel Quinteros, ex Gerente de Políticas de la Superintendencia Nacional de Control de Servicios de Seguridad, Armas, Municiones y Explosivos de Uso Civil, publicó en el Boletín Idehpucp que en los últimos 7 años, el número estimado de armas sin registro en el Perú había ascendido de 267,000 a 342,000 en un contexto sumamente peligroso: somos testigos de cómo se ha expandido el crimen organizado transnacional y cómo diversas organizaciones criminales han surgido en nuestro país en las zonas de extracción ilegal, como la madera y la minería. Como consecuencia, la demanda de armas de fuego creció tanto para fines criminales, como para defensa legal. Para detenerla, se promulgaron leyes para regularizar las licencias y solicitar la entrega voluntaria de armas, pero de poco sirvió, pues el tráfico de armas, señala Quinteros, no sólo comercializa pistolas o revólveres, sino también fusiles de largo alcance que utilizan las fuerzas de la minería ilegal y las organizaciones criminales en Ecuador. Esas armas jamás serán entregadas voluntariamente.

De pronto, de brusca manera, el Pleno del Congreso acaba de aprobar el uso de armas por parte de los ciudadanos en situaciones de “legítima defensa”. Norma Yarrow y Patricia Chirinos han sido las dos mujeres que han impulsado esta propuesta legislativa, la cual modifica radicalmente el Código Penal y el Nuevo Código Procesal Penal. Desde hoy 15 de mayo queda establecido que no habrá responsabilidad penal, ni siquiera prisión preventiva, para aquellos que empleen el uso de fuerza letal en caso tengan que “defender su integridad o la de terceros”. Eso implica que si irrumpen en su casa, su carro o su negocio y se crea una situación de peligro inminente, se podrá matar al agresor, sin ningún temor o sentimiento de culpa. El año pasado, ya el Ministerio del Interior, el Poder Judicial y la Fiscalía de la Nación determinaron que la iniciativa legislativa no podía ser aprobada, pues la seguridad ciudadana no puede ser usada como pretexto justificar o exculpar actos de violencia hacia terceros, incluidos familiares, como los feminicidios. De nada ha valido la advertencia. Hoy, 77 congresistas las apoyaron en uno de los más irresponsables arrebatos que se hayan cometido. Ya no sólo la corrupción, sino también el crimen, acaban de tomar nuestro Congreso.

Patricia Chirinos sostiene que su ley, siguiendo el derecho a la legítima defensa y al vivir con seguridad, permite un “escudo de protección” para aquellos que se enfrenten a situaciones de riesgo. Disparar a un criminal es protegerse, se concluye de su propuesta, la cual es enriquecida por José Williams, quien considera que la delincuencia organizada ha “menoscabado el respeto por el Estado”. Por tal razón, argumenta el congresista de la misma bancada, el poder disparar en defensa propia sin ninguna regulación, promoverá el empoderamiento de la ciudadanía y, sinceramente aún no comprendo cómo, sostiene que la ley también reforzará la confianza de las fuerzas policiales frente al crimen organizado.

La pensadora Rita Segato describe la crueldad (2019) no sólo como una falta de compasión ante actos violentos, sino también como un deleite provocado por el dolor y el sufrimiento ajeno. Naturalizada, la crueldad también se presenta en las prácticas cotidianas que someten la subjetividad de las personas. Segato plantea que la crueldad se aprende porque se enseña. Que el gozo y la desensibilización ante el dolor juegan un rol activo en procesos de enseñanza-aprendizaje que como en los juegos de guerra, homogeniza y masculiniza. Pero hablamos de un país que no puede soportar esos juegos. Se trata de una guerra posible y de un mercado ilegal que dos mujeres congresistas, enceguecidas por las normativas ilegales que el Congreso y sus mafias nos imponen, están decididas a celebrar con una crueldad cada vez más retorcida. 

En el excelente libro La crisis del capitalismo democrático, Martín Wolf, editor jefe de Economía del Financial Times, estima que hay una crisis profunda en el matrimonio de ambos sistemas, la democracia representativa y el capitalismo de mercado.

Esa distancia y crisis creciente abarca no solo a los países desarrollados sino que se escenifica también en países como el Perú. Sugiere, sin embargo, que hay caminos de solución. Y propone una receta aparentemente sencilla, pero compleja que se puede resumir en: 1.- un nivel de vida creciente, ampliamente compartido y sostenible; 2.- buenos empleos para quienes puedan trabajar y estén dispuestos a hacerlo; 3.- Igualdad de oportunidades; 4.- Seguridad para quienes la necesitan; 5.- Fin de los privilegios especiales para unos pocos.

Suena a una agenda sencilla, pero resume una alta complejidad y laboriosidad, sobre todo en países como el Perú. Veamos. 1.- implica una política proinversión privada intensiva y excepcional para salir del marasmo en el que nos encontramos. Supone una coordinación interministerial y un equipo de tecnócratas afiatado. 2.- combatir la terrible informalidad y no se ve en el horizonte otra opción que reducir los sobrecostos que impiden que la nueva masa laboral encuentre un empleo digno, con beneficios sociales. 3.- crucial es la provisión de salud y educación públicas de calidad. Es un esfuerzo político y burocrático descomunal. Casi podríamos decir que podría gastar todas las energías políticas de un gobierno emprender ambos cometidos. 4.- si eso es tarea primordial en naciones del primer mundo, en sociedades como la nuestra ya implica restaurar el contrato social roto por las mafias ilícitas que ya controlan buena parte del statu quo político. 5.- Tarea esencial la de construir un capitalismo competitivo, alejado de las prebendas gubernativas y los privilegios fiscales que con fruición consiguen a través de un Congreso solícito.

En esta tarea pueden y deben coincidir desde la centroizquierda democrática hasta la centroderecha. Supone un esfuerzo político del primer orden y que requiere consensos amplios, impulso político, mayoría congresal, además de voluntad férrea de emprender reformas a fondo.

Hay muchas más por agregar en el Perú (regionalización, reforma del Estado, institucionalidad política y electoral, etc.), pero un buen comienzo y una tarea propia de un mandato democrático es la que nos plantea Wolf.

La semana pasada, visité a unos amigos de improvisto. Me reciben con pizza casera y sonrisas, pero la alegría decae un poco cuando comenzamos a hablar sobre la situación del país. Sabiamente, Lara —una amiga— introduce el tema de la literatura como para salir de lo político. ¿Qué tal va la literatura?, pero mi desazón responde que terrible, que no logro escribir a pesar de que lo literario me persigue. Hasta los taxis me recuerdan a ella. Se sorprende y explico que he vuelto pedir taxis, ya que el auto está abandonado en el taller por falta de dinero para recogerlo. La cuestión es que en la última semana me han tocado dos conductores inolvidablemente literarios. El primero me recoge de Salaverry y se llama Orestes. No es la primera vez que escucho un nombre griego en nuestras calles, pero aún no me explico el origen de este tipo de predilección. Envalentonado le pregunto al conductor por el origen de su nombre. ‘Me lo puso mi papá’, me indica sonriente y agrega que desconoce toda referencia al origen del mismo. Contento de que elogie su nombre me explica que de niño lo molestaban en el colegio por llamarse así. Es un clásico de la tragedia griega, le digo. Orestes venga a su padre Agamenón. En complicidad con su hermana Electra, asesinan a su madre Clitemnestra y a su amante Egisto, pues fueron ellos quienes acabaron con Agamenón para hacerse del poder. Orestes es perseguido por las Furias por su crimen, pero finalmente queda absuelto por la justicia de Atenea. Es —le explico— un representante de la reflexión en torno a la justicia para la Grecia clásica. Asombrado y ya por terminar la carrera, Orestes me dice que ahora le gusta más su nombre y que buscará la historia. Antes de bajar, le hago una última pregunta: ¿Nunca le preguntó a su padre por qué le puso ese nombre? Nunca lo conocí —responde— se desentendió de mí al nacer…

En la mesa se ríen, pero aún falta la mejor. Ayer, saliendo de la feria de arte pido un taxi para continuar con la fiesta. Vamos varias cervezas, pero no las suficientes como para leer mal el nombre del taxista que acaba de aceptar mi solicitud. John Milton llegará en 5 minutos me indica la aplicación. Imposible, les enseño a las amigas que me acompañan. No puede ser que después de Orestes uno de los poetas más grandes de la humanidad nos vaya a recoger. Esta vez, el conductor es muy alegre y nos anima con rock en español. Ya en confianza procedo a preguntarle si, en efecto, se llama John Milton. Sí, me responde, primer nombre John y segundo Milton. John porque su padre se llamaba Juan y Milton por el cantante brasileño Milton Nascimento, que le gustaba mucho a su madre. No conoce nada acerca del autor del Paraíso perdido ni de los magníficos dibujos del infierno de Dante. No tenía idea, me dice, pero lo voy a buscar si usted dice que es tan bueno y volvemos al rock en español hasta que nos deja en la fiesta. ‘Realmente te persigue la literatura, a mí me tocan nombres de los más normales’. Reímos y acabamos las pizzas. Nos tenemos que mover porque hemos quedado con otros amigos en ir a La Oficina a escucha música criolla. Es tarde y ordeno un taxi.

Recién cuando llega veo el nombre. Sócrates. Esta vez el taxista sí conoce la historia del nombre. Mi amiga Lara no lo puede creer. ‘Eres tú me dice’. Sin duda, le digo, Lima es una ciudad cada vez más literaria…

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El directorio de Petroperú ha señalado en comunicado reciente que comunicó a su Junta General de Accionistas la urgencia de privatizar la empresa y que no hay otra salida que aquella para reflotarla, ya que se requiere con urgencia de dos mil 200 millones de dólares adicionales.

“En las actuales circunstancias de un Petroperú con gobernanza y gestión empresarial expuesta a los usuales apetitos políticos, sería irresponsable y un acto de inmoralidad solicitar mayor financiamiento del Estado, ya que nada asegura que la empresa no retorne en el futuro cercano a solicitar más apoyo estatal, en desmedro de la caja fiscal y el bolsillo de los contribuyentes peruanos”, señaló la empresa del Estado.

Se ha puesto por fin el dedo en la llaga y lo ha hecho la propia administración de la empresa, corroborando que la misma nunca debió subsistir y menos aún embarcarse en el delincuencial proyecto de modernizar la refinería de Talara, proyecto apoyado fervorosamente por diversos economistas de izquierda durante la gestión de Humala (al propio Humala nunca se le vio tan contento y radiante como cuando anunció desde el sitio el inicio de las obras).

Las empresas públicas no tienen ningún sentido económico. La empresa privada es muy superior en capacidad de inversión, mejor provisión de los servicios y rentabilidad, además de que en los casos en los que su posición de dominio podría afectar al consumidor existen organismos reguladores muy estrictos y finalmente el Indecopi, para intervenir (como ya lo han hecho en sinfín de oportunidades).

El directorio de Sedapal debería seguir el ejemplo de Petroperú y junto con ella todas las empresas de saneamiento de todos los municipios del país que operan pésimo y no tienen capital para mejorar sus ratios de eficiencia y de cobertura.

Es patriótico que no haya empresas públicas, que solo terminan pasándole la factura de su ineficiencia al ciudadano común, que con sus impuestos debe pagar el despilfarro y la pésima conducción empresarial.

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En los rincones más oscuros del gobierno peruano, se está tejiendo una telaraña de corrupción y abuso de poder que amenaza con deshilachar por completo el tejido democrático del país. Cada nuevo episodio de delito y manipulación que emerge desde los pasillos del poder ejecutivo es como un golpe más a la débil estructura de la democracia peruana.

La reciente detención preliminar del hermano de la presidenta del país, junto con su abogado, es solo el último capítulo en una saga de delitos y manipulaciones que han corroído las bases de la sociedad peruana. Desde la presunta participación en organizaciones criminales hasta la obstrucción de la justicia, la presidenta y los congresistas de Fuerza Popular, Alianza para el Progresos, Renovación Popular y Perú Libre, entro otros, han convertido el ejercicio del poder en una trama retorcida de intereses particulares y enriquecimiento ilícito.

Dina Boluarte, la presidenta en el ojo del huracán, ha sido señalada repetidamente por su complicidad en actos que van desde la venta de cargos públicos hasta la manipulación de instituciones para su beneficio personal. Pero la corrupción no se limita al ejecutivo. El Congreso, lejos de ser un contrapeso efectivo, se ha convertido en cómplice de esta demolición de la democracia.

La manipulación de procesos judiciales, la destitución arbitraria de funcionarios públicos y la obstrucción de la justicia son solo algunas de las tácticas utilizadas por los legisladores para proteger sus propios intereses y mantener su control sobre el poder. Incluso el sistema judicial ha sucumbido ante las presiones políticas, perdiendo su independencia y viéndose influenciado por el poder político.

Pero la tragedia más grande es que el pueblo peruano parece estar dormido ante esta pesadilla que se desarrolla a su alrededor como bien lo señala Juliana Oxenford en su columna de opinión. Mientras los que hoy gobiernan y legislan se enriquecen y consolidan su poder, millones de peruanos sufren las consecuencias de la corrupción y el abuso de poder en forma de pobreza y desigualdad.

Es hora de despertar y enfrentar esta crisis con determinación y valentía. La democracia peruana está en juego, y solo una ciudadanía activa y comprometida junto a verdaderos partidos democráticos pueden detener su colapso. Es necesario exigir transparencia, rendición de cuentas y respeto por el Estado de derecho. Solo así podremos evitar que la corrupción y el autoritarismo sigan minando los cimientos de nuestra sociedad.

La historia ha demostrado que la democracia es frágil y vulnerable. Depende de cada uno de nosotros, protegerla y defenderla. El futuro de nuestro país depende de nosotros, y solo juntos podemos construir un país donde reine la justicia, la igualdad, la fraternidad y la libertad para todos sus ciudadanos y ciudadanas. Porque esta “waykiKracia” no es democracia.

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Resulta increíble que un decreto supremo del Ministerio de Salud, invocando un manual de diagnóstico caduco, considere enfermedades mentales a la transexualidad y el travestismo. La Organización Mundial de la Salud ya no las considera así, pero nuestro órgano rector en salud se ampara en normas ya arcaicas para proceder como lo ha hecho.

No es un error superficial o un descuido administrativo. Es consecuencia de la conservadurización extrema que viene asolando los organismos estatales desde hace algunos años, y que va de la mano, por ejemplo, con todo el desmontaje de las políticas de género hasta hace poco vigentes.

Ya ningún psicólogo, psiquiatra o psicoanalista serio considera patologías a las identidades sexuales diversas que existen. Se estiman como configuraciones distintas de la “normalidad” estadística, pero perfectamente explicables dentro de la ciencia mental.

No hay perversiones, en el sentido más estricto, en el erotismo humano. La sexualidad instintiva, animal, tiene sí un solo proceso y desenlace, pero la maravillosa explosión de variantes, en base a la interacción con la cultura, abre el abanico de posibilidades eróticas de una manera infinita.

Todo el erotismo humano es perverso en el sentido de ser otra versión (per-versión) del instinto. Lo es tanto un transexual como un heterosexual que se excita con ver a su pareja con indumentaria particular. Están en el mismo rango psicológico.

No se puede perder la batalla liberal por las libertades civiles morales que la derecha más bruta y achorada quiere imponer como narrativa, primero, y como política pública después. Está en juego la vida de miles de peruanos que merecen un trato democrático igual, sin privilegios, por su condición.

La salud y la educación públicas son los campos de batalla en que la DBA está sembrando trincheras y cargando municiones y lamentablemente un gobierno mediocre y débil como el que nos gobierna cede en todo con tal de no molestar a quienes lo sostienen desde la mayoría congresal conservadora.

Eso no es admisible. La modernidad liberal, que tiene siglos reinando en el mundo occidental, acá parece necesitada de una Ilustración. Pues habrá que dar esa batalla si no queremos ser avasallados por las cavernas.

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La mayoría del Congreso no va a vacar a Dina Boluarte aunque el escándalo de su hermano detenido crezca (y también porque percibe que hay un operativo político de la Fiscalía, juego al que no se va a prestar), y la presidenta, por su lado -ya lo dijo su vocero-, no piensa en renunciar.

No es soslayable, sin embargo, la opinión de algunos congresistas que ya han empezado a desmarcarse del régimen y podrían crecer hasta ser una mayoría que, cambiando de opinión, decida acabar con el suplicio que nos gobierna.

El balance de la semana nos arroja un gobierno políticamente más debilitado, con el agravante de las cifras de pobreza, que han puesto en duda su capacidad técnica para manejar la economía, tarea esencial en estos momentos de crisis.

La pregunta de si Dina Boluarte dura hasta el 2026, que ya se daba por sentada, ha sido puesta en entredicho esta semana, al son simplemente de si su abogado se sometía o no a la colaboración eficaz.

Desde siempre esta columna ha señalado que este gobierno debió ser de estricta transición y convocarse a elecciones generales lo más rápido posible. ¿Sigue siendo una opción viable faltando apenas dos años y pico para que acabe su mandato? Lo sigue siendo. Por más apariencia de inestabilidad que generen unas nuevas elecciones, mientras más corto sea el mediocre mandato que nos rige, menos chance de crecer tendrá la izquierda antiestablishment.

Ese es el punto político principal que anima a quien escribe a insistir en la propuesta del recorte del mandato. Ya lo dijimos: cada día que pasa Dina Boluarte en Palacio son cinco mil votos más para Antauro Humala.

Veremos en los siguientes días cómo viene el panorama en el Ministerio Público y cómo en el Congreso -el gran sostén del régimen-, pero lo cierto es que, lejos de amainar, la crisis política ha crecido sobremanera, con todos los costos que eso le trae al país.

La del estribo: un nuevo descubrimiento literario gracias al Club del Libro de Alonso Cueto, ha sido Memorias de África, de Isak Dinesen (en realidad Karen Blixen; tuvo que firmar como hombre para poder triunfar en la primera mitad del siglo pasado). En este libro se basó la película del mismo nombre, dirigida por Sydney Pollack, con las actuaciones de Robert Redford y Meryl Streep, que en 1985 ganara siete Óscar.

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