Opinión

La Policía Nacional del Perú la quiere emprender contra el caricaturista “Carlín”, Carlos Tovar Samanez, por publicar una viñeta en la que dejaba manifiesta la corrupción de la institución.

¿Cuál es el motivo de escándalo, si efectivamente la Policía Nacional es, desde hace tiempo, una de las entidades más corruptas del organigrama estatal? Casi a diario vemos noticias donde policías son detenidos o descubiertos cobrando coimas, participando en delitos varios o prestándose al accionar de mafias delictivas.

El tejido institucional que favorece el crecimiento de las organizaciones criminales incluye al INPE (las cárceles son oficinas del delito), el Ministerio Público y el Poder Judicial (donde los mafiosos son librados por fallos absolutorios o “errores procesales” que luego favorecen su impunidad), pero es la policía el principal eslabón de la cadena corrupta que propicia la ola delictiva que el país está sufriendo.

Hace muchos años, un exministro del Interior me contó cómo, el primer día que asumió el cargo, se le acercó el alto mando policial y le hizo entrega de un maletín con una enorme suma de dinero y le indicaron que era el monto correspondiente que le tocaba por su cargo (claramente era el precio de no tocar el statu quo). Mi informante rechazó la coima y desde allí solo sufrió boicots y trampas que pronto le costaron el puesto.

¿Quién de los que me lee y conduce un vehículo no ha recibido jamás una solicitud de dinero por parte de la policía de tránsito a cambio de no imponer una multa? Y ese es el delito al menudeo. Los delitos de corrupción mayores son los vinculados a las operaciones de las diversas mafias delictivas (narcotráfico, minería ilegal, trata de personas, tráfico de terrenos, contrabando, extorsión, etc.), que sobreviven gracias a la colaboración policial.

Quien quiera combatir el delito creciente en el Perú tiene que empezar por una purga de la costra corrupta de la policía. Hay buenos elementos y buenos mandos, que han sabido mantener la decencia en medio del pantano. En base a ellos, que se les conoce, se debe edificar la nueva policía. Sin ese paso, será imposible derrotar a la delincuencia y llama poderosamente la atención,por ello, que muchos de los impulsores de la mano dura, eviten hablar de ella cuando se trata de imponerla a una institución donde la corrupción ha hecho metástasis.

Se necesita una policía decente e ilustrada, que sea una institución democrática y moderna, que sepa aquilatar, por lo pronto, la Constitución y respetar, como derecho básico, la libertad de prensa.

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Desde hace varios lustros, hemos sido espectadores de una corriente ideológica autodenominada progresista que por paradójica que suene, ha sumido en la pobreza a los pueblos que han tenido el infortunio de sufrir este tipo de gobiernos.

Según la Real Academia de la Lengua Española (RAE), progresista es un adjetivo “Dicho de una persona o de una colectividad: De ideas y actitudes avanzadas”. Así, la misma RAE define a la palabra progreso con sinónimos positivos como prosperidad, mejora, mejoría, avance, adelanto, bonanza, crecimiento, desarrollo, entre otros.

De manera sagaz, hipócrita y pretenciosa, la izquierda socialista ha cambiado su etiqueta de socialismo por la de progresismo, que como vemos, tiene connotaciones muy positivas, alejadas de aquellas que relacionan al socialismo con dictadura, pérdida de libertades, pobreza, presos políticos y delincuencia de Estado.

Así, con la nueva etiqueta de progresistas, los mismos políticos socialistas salen a vender el mismo discurso de siempre, prometiendo reducir brechas cuando en realidad las incrementan, alardeando de mayor inclusión cuando fomentan la discriminación al que no sigue su discurso único, y ofreciendo una repartición de la riqueza más justa cuando la verdad es que solo reparten más pobreza.

Es una pena que tan bella palabra haya sido apropiada por el discurso de izquierda y que ya no pueda ser usada por la derecha, porque también, del otro lado, existe la intransigencia de excluir como de derecha, todo aquel que se haga llamar de derecha progresista. No eres de derecha si no eres conservador, apuntan.

La lucha de las ideas y del posicionamiento político efectivo van a tener que ser muy finas hacia las próximas elecciones presidenciales del 2026. 

La izquierda seguirá presentándose como progresista aún con candidatos radicales, de allí la importancia de encontrar una contra narrativa que cale en la población, por ejemplo, llamándolos por lo que realmente son, pobresistas, porque lo único que causan es más pobreza y enfrentamiento entre los ciudadanos. 

Pero esto no es suficiente. Se requiere también buscar con inteligencia, aquella que está en nuestros cerebros pero que también se encuentra en los estudios de mercado, un discurso firme y efectivo de la derecha liberal, que pueda trasmitir conceptos simples pero positivos como bienestar, respeto, iniciativa, paz, seguridad y a la vez desligarse de la connotación negativa que la izquierda aprovecha muy bien, de tildar de neoliberal a todo aquel que se diga de derecha.

Tareas nada simples si además contemplamos, con desolación, la enorme cantidad de posible oferta presidencial de candidatos que están en esa línea, que más que pensar en una coalición liberal, prefieren al cacicazgo de mini partidos con la esperanza que un 8% los lleve a segunda vuelta. Así, más cerca estaremos de una disyuntiva Antauro Humala versus Carlos Alvarez, que de alternativas democráticas de centro-izquierda o de centro-derecha.

Aunque aún hay tiempo, nos quedan menos de 27 meses para las elecciones, construir una alternativa conjunta y democrática del centro a la derecha liberal, va a costar desprendimientos de los egos presidenciales y mirar nuestros actos como una suma de individuos que compartimos principios en la búsqueda de un mejor bienestar para nuestra gente, y en especial, de los que más lo necesitan.

 

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Hemos señalado recientemente que una señal clara del gobierno en favor de la inversión privada sería que saque adelante los proyectos mineros de Conga y Tía María y que ello podría despertar de su letargo la confianza empresarial y la consecuente inversión.

No será necesario ir a mayores -como implicaría destrabar dos proyectos con enorme carga de conflictividad social-; bastaría con que el Ejecutivo coordine con el Congreso y logre la privatización de ese monstruo burocrático, que se roba los dineros de todos los peruanos, que es Petroperú.

Fitch le acaba de rebajar la calificación crediticia en consonancia con su quiebra fáctica. Apoyo Consultoría ha emitido un informe en el que sugiere cinco medidas concretas: 1.- Regresar temporalmente la empresa al Fonafe para designar al nuevo directorio, eliminar la interferencia política y mejorar el gobierno corporativo. 2.- Condicionar nuevas facilidades financieras, tanto garantías como reprogramación de deudas; 3.- Transparentar el Plan de Restructuración realizado por la consultora Arthur D. Little; 4.- No otorgar la operación de nuevos lotes petroleros a Petroperú, en particular el lote X; y 5.- Acelerar la incorporación de capital privado a Petroperú y evaluar su transferencia completa al sector privado.

A contramarcha de ello, el presidente del directorio de Petroperú dice que la empresa no tiene que divulgar su plan estratégico (plan de reestructuración), cuando es una obligación de cualquier gobierno corporativo de una empresa que cotiza en bolsa. Petrobrás y Ecopetrol lo tienen a libre disponibilidad en su página web, no hay ni que pedir el favor que lo compartan. ¿Qué se esconde?

Peor: Petroperú promete bajar el precio del combustible si el Estado se allana a sus irracionales pedidos de salvataje. Es pura demagogia. ¿Cómo lo va a hacer, si solo tiene ventas mayoristas -un 30% del mercado- y no maneja sus grifos, quienes solo alquilan el logo?

Es una desgracia que Fujimori, embelesado con su intento de re-reelección, haya abandonado el proceso de privatización de las empresas públicas que empezó la primera mitad de los 90 y que luego detuvo para evitar asperezas y lograr su cometido político. Por culpa de ello, tenemos que soportar la carga infame de Petroperú, Sedapal y Córpac, entre otras. Se anotaría un golazo el gobierno de Dina Boluarte si zanjara esa deuda histórica.

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Esta casita de cartón abre sus puertas viendo una vez más el peculiar recibimiento que le dieron a la máxima mandataria en la ciudad de Ayacucho hace unos días, por parte de Ruth Bárcena Loayza, unas de las viudas de aquella masacre perpetuada por las ‘fuerzas del orden’, el sangriento 15 de diciembre del 2022. «Mataron a mi esposo y… ¿creen que voy a estar tranquila yo? Soy Ruth Bárcena Loayza, viuda de Leonardo Hancco Chacca’. Fueron las palabras de una indignada mujer que burló con facilidad el cerco policial para atestar sus manos en la cabellera de la presidenta, vociferando: ‘asesina’. Y es que atemoriza y causa tanta pena hasta ahora la impunidad como ha sido rehuida esas muertes y como parte de la prensa ha sido gran responsable de eso, haciéndose de la vista gorda y continuar con el circo de su andar selectivo. Y es que estamos ciertamente en pañales de una democracia, o mejor dicho, estamos bajo una cacocracia (y en esto incluyen los grupos de poderes quienes son quienes realmente tienen las riendas del teatro político) en un ensayo risible de república bananera. En una cacofonía sistemática, con gobernantes y congresistas que ensalzan nuestra poca noción y compromiso ante la sociedad y el devenir. Y de todo esto, desde luego, la policía no podía estar al margen. Y es que su actuar ante el incidente mencionado, es el fiel reflejo de cómo realmente actúan ante la inseguridad ciudadana que campea a raudales. Y para la indignación mayor, muchas veces son parte de agrupaciones delincuenciales, como recibiendo buenas coimas. 

Ahora la misma policía afirma que denunciará al caricaturista ‘Carlín’ de La República, por un dibujo controversial, pero que dentro de la semiótica colectiva no tiene nada que deslindar de la realidad con la que se le percibe. Y es que desde hace mucho, dado la corrupción como los hechos de violación de derechos humanos en las protestas recientes, solo han incrementado la imagen pobre y penosa que venían arrastrando.  

Y es que la población está cada vez más cansada de su ineficiencia y de esta vorágine perezosa e incongruente, a la par de una recesión que cada vez pega más el bolsillo de uno. Con bandas delincuenciales que como narcos ocupan zonas importantes de la capital para sus turbulentos negocios provocando muertes a la luz del día. Y de eso, la sempiterna política y su actuar nulo y lucrativo a sus fines. Sin importarles los miles de emprendedores que a diario son extorsionados u obligados a retirar su negocio por estos malhechores. Y eso también demuestra la última encuesta sobre la desaprobación altísima a la gestión del actual alcalde que haría de Lima ‘potencia mundial’, y que demuestra una vez más como nos ‘comemos’ el verso con facilidad. Esta pobrísima gestión hace extrañar a algunos nostálgicos al ‘fantasma’ de Muñoz, quien brilló por su ausencia en el mismo puesto, increíblemente. 

Esta casita de cartón cierra sus puertas, por último, vislumbrando las asombrosas cortinas de humo que imperan estos días para tapar los onerosos hechos de corrupción que rodean a la misma Dina Boluarte, o como las reuniones siniestras del hermano, Nicanor Boluarte, y otra vez los hechos de corrupción entrelazados por familiares. Y es que pareciera que un gobierno digno y revolucionario sería solo uno donde los más altos puestos no estén manchados con este vil cáncer. Pero eso, está tan lejos de ser real, por lo menos eso nos cuenta la historia. 

 

Se dice que el Perú es un pais de emprendedores, suena bien en discurso cotidiano, es verdad, pero a veces no se sabe si decirlo nos debe llenar de orgullo, pues el reto es canalizar esta característica lo mejor posible para desarrollar y hacer crecer nuestro pais de distintos modos en términos económicos, pero, a veces también las circunstancias nos indican que la necesidad de emprender se da por la mera necesidad de subsistir y disfrazamos los términos a veces adrede, pues no queremos cambiar la frase por otra que diga el Perú es un pais de auto empleados.

En muchos artículos hemos puesto en la bandeja, muchos temas de análisis que promueven el éxito de un emprendedor o de un pais emprendedor, temas de cultura, de competitividad, de resiliencia social y además de construcción de un mercado nacional llamado interno, que muy bien puede ser liderado por las mypes. Las mypes que al inicio empresas populares, se constituyen en una fuerza no muy reconocida o quizás no muy entendida. Ilusamente seguro, el artículo anterior decía mucho de la construcción de un proceso muy largo pero necesario. En fin. 

Es sabido también, que los emprendedores surgen desde el momento que existen las condiciones necesarias para la apuesta empresarial popular y que no solo las circunstancias deben ser sociales y económicas, sino que la coyuntura debe tener el acompañamiento planificado del estado. El espacio donde surgen los emprendimientos suelen ser espacios muy urbanos de coyuntura global o quizás también emprendimientos rurales que identifican entre otras cosas la necesidad de acompañar los circuitos turísticos (muchos en el Perú), o amoldarse a las areas de influencia directa o indirecta de algún grupo empresarial extractor de recursos mineros ó hidrocarburos. Todos sabemos que esto es una realidad, y que es bueno reconocer que en las regiones también se piensa y es muy fuerte el espíritu emprendedor. El Perú pluricultural emprende.

  Para ello, creo, que no está demás recordar algunos conceptos que las personas deben considerar y sobretodo las autoridades involucradas en los temas culturales deben tomar muy en serio, pues por lo general de ahí debería partir toda acción para dirigir actividades de responsabilidad del estado. Es muy fácil pensar desde un escritorio. El Perú es un pais que debe asumir desde la sociedad misma su diversidad, no solo debe decir que es multicultural, sino debe pensar su pluriculturalidad.

La multiculturalidad es un término que solamente describe, se constituye en la foto de una realidad como la nuestra, pues se refiere a la multiplicidad de culturas que existen dentro de un determinado espacio, ya sea local, regional o nacional, sin que necesariamente haya una relación entre ellas. Pensar que hay culturas que no se reconocen y que cual islas conviven, sería un error, y parecería que en muchos espacios aún se ve al Perú  como un pais con muchas culturas y las presentan con sus esencias originarias, descartando de plano su derecho a abrirse paso, compitiendo y conviviendo con otras culturas, definiendo lo pluricultural que es un concepto más usado, pues este concepto representa en parte la realidad y particularidad de una región, donde diversas culturas han existido y han convivido siempre, pluralizando su relación, es por eso que a diferencia de lo multicultural,  la pluriculturalidad nos presenta una pluralidad ya sea histórica o coyuntural, donde se aprecia que  varias culturas conviven en un territorio y se construye una totalidad nacional.

Entonces, la multiculturalidad presenta en forma descriptiva, la existencia de distintas culturas que social y políticamente se permanecen separados, divididos y hasta distantes, mientras que lo pluricultural nos indica una convivencia de culturas en el mismo territorio, aunque con la necesidad de una mejor interrelación. Es por eso, que aún se sigue construyendo el concepto de INTERCULTURALIDAD.

Tomar en cuenta estos conceptos son de obligación para las autoridades que buscan promover, generar y facilitar el desarrollo y crecimiento pais. Los emprendedores ven condiciones, viven el día a día, necesitan de las condiciones para subsistir y el gobierno necesita saber de dónde partir para crear esas condiciones. Se reducirían los conflictos sociales en gran medida, de eso estoy seguro. El Perú es diverso, no olvidemos eso. Es una condición para emprender.

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“El delincuente tiene que ser declarado como objetivo militar. Además, declarar la tenencia ilegal de armas como terrorismo delictivo. Tercero, los delitos como sicariato, secuestro, extorsión, declararlos como traición a la patria”.

“Leyes más duras, más drásticas (…) Yo sí estoy de acuerdo en que se aplique la pena capital aquí en el país, y si tenemos que salirnos del Pacto de San José, nos salimos pues”.

“La delincuencia criminal ha convertido en un baño de sangre el Perú y esta situación necesita medidas duras, mano dura. Por lo tanto, creo que tenemos que eliminar a aquellos sujetos, lacras que asesinan a peruanos inocentes (…) Que se aplique la pena capital a todos aquellos delincuentes en flagrancia”.

Son algunas de las frases lanzadas en la entrevista que le efectuara este fin de semana Perú21 a Carlos Álvarez, el potencial outsider de la derecha para los comicios del 2026 (de antemano, ya hemos señalado que tiene un potencial electoral muy superior al de sus competidores del mismo espectro ideológico).

Por ello mismo preocupa que Álvarez haga suyo el populismo punitivo, que a nada bueno conduce y no es el mecanismo adecuado para luchar contra el grave problema de inseguridad que el país vive.

Lo que se requiere, y es la llave mágica que muchos países han hallado para disminuir la tasa delincuencial (no es El Salvador, en ese sentido, el mejor ejemplo), es asegurar que el delito sea sancionado efectivamente. Ya existen penas duras en el Perú, pero los delincuentes saben que ni siquiera van a ser capturados o que, si lo son, lo más probable es que sean liberados o sancionados levemente.

Lo que se requiere es una profunda reorganización de la Policía Nacional, del Ministerio Público y del Poder Judicial, preñados de corrupción o intimidados por los criminales, y que, al disminuir la tasa de efectividad en la real sanción de los delincuentes, alientan su proliferación (hemos descendido 20 lugares en el ranking global de la corrupción que realiza Transparencia Internacional).

No hace falta ser autoritario para combatir a las mafias. Se necesita firmeza, eso sí, para combatir a aquellas que se han infiltrado en nuestras instituciones llamadas a combatir el delito. Y para ello no hace falta romper los cánones democráticos, ni construir un Estado policíaco, ni vulnerar el respeto estricto a los derechos humanos.

Siendo, como es, un líder popular, inteligente y bien articulado, Carlos Álvarez está a tiempo de estudiar mejor el tema y proponer soluciones que no constituyan un peligro democrático. Tenemos experiencia como país de que cuanto más indiscriminada fue la lucha antiterrorista, Sendero Luminoso creció y prosperó. Cuando se aplicó la inteligencia y la civilización, fue derrotado. Lo mismo debiera aplicarse a la lucha contra la lacra delincuencial que nos está sometiendo. No necesitamos un Bukele. La DBA no debe tener vela en el entierro de las bandas criminales que asolan el país.

Parece que la entrevista dominical de Carlos Álvarez marca el inicio de su carrera a la presidencia de la república. Parece que la búsqueda de un candidato de centro derecha con posibilidades electorales ha culminado. Parece que será un rival que complique las aspiraciones electorales de Keiko Fujimori.

La incursión de actores cómicos en la política como candidatos presidenciales es un fenómeno revelador de cambios significativos en la forma en que la sociedad percibe y participa en la política contemporánea. Tanto en el ámbito político como en el cultural, este fenómeno ilustra transformaciones notables que afectan la relación entre los ciudadanos y sus líderes políticos.

Desde una perspectiva política, la presencia de actores cómicos puede interpretarse como una expresión palpable de la insatisfacción generalizada con la clase política tradicional. El desencanto de la ciudadanía con políticos percibidos como corruptos y desconectados de las preocupaciones cotidianas impulsa la búsqueda de alternativas novedosas. Los comediantes, al no estar vinculados a partidos políticos tradicionales, pueden presentarse como figuras no contaminadas por la corrupción y capaces de expresar las inquietudes de la ciudadanía de manera directa y sin restricciones.

En el ámbito cultural, la incursión de actores cómicos también refleja la creciente despolitización de la sociedad contemporánea. En un contexto donde la política ha asumido características de entretenimiento y espectáculo, la ciudadanía muestra un interés decreciente en la política convencional. La capacidad de los comediantes para hacer reír se convierte en una forma de atraer la atención del público, ofreciendo una alternativa a la política tradicional y sus representantes.

La singularidad de estos candidatos radica en su enfoque diferenciado y su habilidad para conectar con el público de maneras no convencionales. Desafían las normas establecidas y presentan ideas diferentes. Su conexión con la audiencia, a menudo basada en el humor y la autenticidad percibida, les otorga una ventaja en la era de la desconfianza hacia la política tradicional.

A pesar de estos aspectos positivos, la incursión de actores cómicos en la política plantea cuestionamientos legítimos sobre su idoneidad y seriedad para asumir roles de liderazgo a nivel presidencial. La percepción de falta de seriedad y la preocupación sobre la capacidad para gobernar son desafíos evidentes que estos candidatos enfrentan. La falta de experiencia política y conocimientos específicos para ocupar cargos de alta responsabilidad puede generar inquietudes sobre su capacidad para abordar los desafíos complejos de la gobernabilidad.

En conclusión, mientras que la presencia de actores cómicos en la política puede ser un reflejo de la búsqueda de alternativas y la desilusión con la política convencional, también plantea interrogantes sobre la preparación y la seriedad necesarias para liderar un país. La intersección entre la comedia y la política ofrece una dinámica compleja que desafía las percepciones tradicionales y exige un análisis cuidadoso de los pros y contras asociados con esta tendencia emergente.

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El fallo pronunciado por el Juez Peter Tomka en Ámsterdam, Holanda, sobrecogió a peruanos y chilenos la mañana del 27 de enero de 2014. Nuestro agente ante la Corte, el embajador Allan Wagner Tizón, lo describió como una montaña rusa, pues por momentos daba la impresión de que ganábamos y por momentos parecía lo contrario. Finalmente, el Fallo nos otorgó 50 mil de los 66 mil kilómetros cuadrados en disputa, lo que representa, en toda la historia del Perú, la única vez en la que nuestra área geográfica ha aumentado. Tomemos en cuenta, como referencia, que 50 mil kilómetros son poco más de tres veces la superficie de la región Tacna y casi equivalen a la extensión de la región Arequipa.  

Pero el Fallo de la Haya es una victoria que puede y debe interpretarse de otra manera. Desde Torre Tagle la consigna fue clara: había que defender la postura ante la Corte y, en simultáneo, fortalecer las buenas relaciones con el vecino, que no se entendiese el litigio como una guerra o ajuste de cuentas histórico, sino como la resolución pacífica de una controversia a través de las herramientas del derecho internacional. Visto así, todo el procedimiento, y la manera de llevarse a cabo, podían sentar no solamente un precedente, sino también un parteaguas: un momento en la historia desde el cual el Perú y Chile hicieron las cosas distintas, para mejor, apuntando a que la interrelación socioeconómica existente, se fortalezca a través de la confianza mutua y la integración entre sus pueblos. 

Hoy, el proceso que siguió el Estado Peruano en la CIJ hasta conocer el Fallo voltea a mirarnos e interpela a nuestro presente. Tres gobiernos estuvieron involucrados en la lucha por el mar: el de Alejandro Toledo -con la participación del canciller Manuel Rodríguez Cuadros- que sentó las bases para el litigio; el de Alan García -con la participación el canciller José Antonio García Belaúnde- que presentó la demanda y logró un decisivo acuerdo fronterizo por intercambio de notas con Ecuador en 2011, que partió de una gestión personal del exmandatario, fundamental para nuestra causa pues gracias a este el vecino del norte se abstuvo de participar; y, finalmente, el de Ollanta Humala -con la participación del canciller Rafael Roncagliolo- que gestionó la unificación del Perú a través de la prensa, independientemente de posturas políticas e ideológicas, y que manejó de manera impecable la fase final del litigio, así como  la fase inmediata posterior cuando la Sentencia se aplicó*. En esta última circunstancia, las armadas del Perú y Chile demarcaron de manera conjunta la nueva frontera marítima en marzo de 2014, apenas dos meses después de que la Sentencia fuese anunciada. De esta manera,  ambos países ratificaron, en las instancias finales del proceso, su vocación de integración y de resolver la controversia dentro de los márgenes del derecho internacional.  

Recuerdo el día del fallo, cuando me paseaba por los canales de televisión, al igual que tantos otros voceros oficiosos de las más diversas tendencias, explicándole al Perú lo que estaba sucediendo, y una periodista chilena me comentó: en el Perú pregunto y todos me responden lo mismo, en Chile pregunto y cada quién se va por su lado. Sin pretender una crítica al vecino en una fecha que algún día debemos conmemorar juntos, quiero resaltar lo que el Litigio nos dio y hemos perdido después: la política de Estado y la unidad nacional en pro de grandes metas para el beneficio de toda la sociedad. ¿Por qué solo cuando se trata de Chile? ¿por qué no hacerlo por nosotros mismos, para promover el progreso material y espiritual del país? Hace 10 años Torre Tagle dio el ejemplo, es hora de continuarlo.  

* Ciertamente, hubo muchas más personalidades e inclusive más cancilleres involucrados en el proceso. Enumerarlos a todos y todas, implicaría tomarme casi todo el espacio de la presente nota y el riesgo de omitir a alguno. A todos ellos la gratitud del país entero.

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Por lo general, la palabra VENDER está relacionada con el mundo de los negocios, en donde su significado es persuadir o influir en alguien con el objetivo de lograr que adquiera un producto o servicio. Se dice incluso, que es una de las habilidades esenciales para lograr el éxito en el ámbito empresarial y de negocios. Pero la habilidad de saber vender tiene un papel fundamental en las interacciones cotidianas, desde una persona se encuentra buscando un empleo, en donde tiene que “vender-se”, o alguien que ya se encuentra en uno, en donde “vende” su tiempo por dinero, hasta cuando esa persona quiere “vender” una idea o propuesta a una posible pareja, a sus hijos o a su entorno personal y social.

Saber vender implica entender las necesidades de la persona a la que le estamos ofreciendo o proponiendo algo, comunicarse de manera efectiva y, ¿por qué no?, construir relaciones sólidas. De manera general compartimos algunos puntos que pueden ser valiosos para alguien que decida mejorar en su habilidad de saber vender.

En primer lugar, es fundamental tener un conocimiento profundo del producto o servicio que se está ofreciendo. Conocer las características y los beneficios a detalle permite transmitir confianza y credibilidad en el cliente o prospecto. La familiaridad con lo que se vende, no sólo facilita la explicación de sus ventajas, sino que también permite anticipar y abordar las posibles preocupaciones del interesado. La confianza en el producto o servicio es contagiosa y puede influir significativamente en la decisión de compra.

La empatía desempeña un papel crucial en el arte de vender. Comprender las necesidades, deseos y preocupaciones del cliente, permite adaptar el enfoque de venta de manera personalizada. Escuchar activamente y demostrar interés genuino crea una conexión emocional, estableciendo así las bases para una relación a largo plazo. La empatía no sólo se aplica a los negocios, sino que también es vital en las relaciones personales, donde comprender las perspectivas y emociones de los demás fortalece los lazos interpersonales.

La comunicación efectiva es otra habilidad clave. Utilizar un lenguaje claro y persuasivo, enfocándose en los beneficios que el producto o servicio puede aportar, contribuye a captar la atención de la persona interesada. La habilidad para articular una propuesta de valor clara, destacando lo que hace que la oferta sea única y valiosa, es esencial para diferenciarse en un mercado competitivo. La comunicación eficiente no sólo se trata de transmitir información, sino también de crear una narrativa convincente que resuene con la audiencia.

La construcción de relaciones a largo plazo es un componente importante de la venta exitosa. No se trata sólo de cerrar una transacción, sino de cultivar una conexión duradera. Esto implica mantener contacto con los clientes incluso después de la venta, garantizando su satisfacción y fomentando la posibilidad de ventas repetidas o recomendaciones. En la vida personal, construir relaciones sólidas también se traduce en un apoyo mutuo y una red de contactos valiosa.

El manejo hábil de las objeciones es una destreza que todo vendedor debe perfeccionar. Anticiparse a las preocupaciones del cliente y abordarlas de manera positiva y pro-activa contribuye a superar barreras y cerrar ventas. La habilidad de convertir objeciones en oportunidades de resaltar las fortalezas de producto o servicio es esencial tanto en el ámbito comercial como en situaciones de vida cotidiana donde se enfrentan desafíos y resistencias.

Establecer un sentido de urgencia y oportunidad es otro aspecto clave. Crear la motivación acertada para que el cliente tome decisiones rápidas, ya sea a través de ofertas limitadas en el tiempo o resaltando los beneficios inmediatos, como el costo de oportunidad, puede acelerar el proceso de venta. En la vida personal, reconocer la importancia de la toma oportuna de decisiones también puede influir en el logro de metas y objetivos.

Por último, la mejora continua es fundamental para el éxito en la venta, así como en la vida en general. Analizar éxitos y fracasos, aprender de cada experiencia de venta y buscar constantemente formas de mejorar habilidades y estrategias son prácticas que garantizan la adaptabilidad y relevancia en un entorno cambiante. Sin embargo todas estas habilidades carecerían de valor si no se practica la ÉTICA dentro de ellas, es decir que el volverse experto en persuadir o influir puede aplicarse tanto para vender un producto o servicio malo como uno bueno o excelente, de ahí que frases comúnmente utilizadas como “él vende hasta piedras” o “él puede venderle hielo hasta a un esquimal”, estarían bordeando más con el concepto de estafa o engaño, que con el verdadero arte de saber vender. 

En resumen, saber vender en los negocios y en la vida implica una combinación de conocimiento, empatía, comunicación efectiva, construcción de relaciones, manejo de objeciones, creación de urgencia y una búsqueda constante de mejora. Estas habilidades no sólo con cruciales en el mundo de los negocios, sino que también son fundamentales en las interacciones diarias, contribuyendo la construcción de relaciones significativas y al logro de objetivos personales y profesionales; todo esto dentro de una ética tanto profesional como personal. 

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