Cuenta una antigua leyenda que, en la sabana africana, vivían tres leones muy fieros, valientes y aguerridos. Un día el mono, el asistente del rey, convocó a todos los animales a una reunión para darles una penosa noticia: “el rey había muerto”. Así es… nuestro querido y amado Rey León, quien nos gobernó tan sabiamente ha muerto, y por eso, debemos elegir un sucesor”. Sin embargo, aquí tenemos un problema, todos sabemos que el León, es el rey de los animales, pero actualmente tenemos tres leones, los tres son muy fuertes, jóvenes y valientes, entonces… ¿A cuál de ellos debemos elegir?, ¿a cuál de ellos debemos obedecer?, ¿Cuál deberá ser el sucesor de nuestro querido rey león ya muerto?». Al enterarse de la noticia, los tres leones se decían a sí mismos: Es verdad, tienen razón los animales, una selva no puede tener tres reyes, pero los tres leones no deseaban luchar entre sí puesto que habían crecido juntos y eran grandes amigos. Entonces, ¿cómo decidir quién era el sucesor más adecuado? ¿Cómo decidir quién estaría a la altura y ser digno sucesor? ¿Cuál de los tres debía ser el próximo rey de la selva?
Para ello, los animales decidieron lo siguiente: los tres leones deberían pasar una prueba muy especial, debían escalar hasta la cima de la Montaña Imposible, y el que llegue primero a la cima sería el próximo rey. La Montaña Imposible era muy alta y complicada; sin embargo, los tres leones aceptaron el desafío y todos los animales fueron a despedirlos en su aventura. El primer león intentó escalar la montaña con gran esfuerzo, pero no pudo llegar a la cima y bajó de ella muy desanimado. El segundo león empezó con mucho entusiasmo, pero tampoco pudo llegar a la cima y reconoció con tristeza su derrota. El tercer león, a pesar de toda su garra y gran esfuerzo, también bajó sin haberlo logrado. Por lo visto, la Montaña Imposible había derrotado a los tres leones. Todos los animales estaban impacientes y curiosos. Si los tres leones fueron derrotados y ninguno de ellos llegó a la cima de la Montaña Imposible, ¿cómo elegirían ahora a su rey? ¿cómo podrían decidir, si los tres habían fracasado?
En ese momento se generó una gran discusión, pero un águila de las más antiguas y con gran experiencia y sabiduría dijo: «yo sé quién debe ser nuestro rey». ¿Cómo puedes saberlo tú con tanta seguridad?, preguntaron los animales casi al unísono. «Es muy fácil”, dijo el águila. Yo estaba volando cerca de ellos cuando bajaban derrotados de la Montaña, y oí lo que cada uno de ellos le dijo a la montaña: El primero de ellos dijo: ¡Montaña, reconozco que me has vencido! Tú has sido más que yo. El segundo león dijo: ¡Montaña, acepto que me has derrotado! No he sido capaz de vencerte. Y finalmente el tercer león dijo: ¡Montaña hoy me has vencido, por ahora has vencido tú! Pero también te digo, tú ya llegaste a tu tamaño final, tú ya no serás más grande, pero yo aún estoy creciendo, aprendiendo y madurando. ¡Y pronto volveré y te venceré! Y he aquí la diferencia, – completó el águila, es que el tercer león tuvo una actitud de vencedor a pesar de la derrota y no se dio por vencido y quien piensa así, es más grande que su problema, porque está dispuesto a probar otra vez hasta conseguirlo: él es el rey de sí mismo, y entonces, está preparado para ser rey de todos los demás. Los animales aplaudieron entusiasmados al tercer león que fue coronado el Rey de los animales.
¿Cómo enfrentas tus problemas? ¿Cómo actúas cuando el camino se pone difícil o cuesta arriba? ¿Cuántas veces lo vuelves a intentar, cuántas veces antes de tirar la toalla? ¿Cuál crees que son las cualidades que diferencian al tercer león de los dos primeros?
La única diferencia entre las personas que ganan y las que pierden, son las veces que lo vuelven a hacer. No se dan por vencidas, y todos alguna vez fuimos así… si, así como lo oyes, alguna vez todos fuimos así: cuando éramos pequeños, cuando éramos niños, insistíamos tantas y cuantas veces fuese necesario para poder lograr lo que queríamos. En ese momento de nuestra vida, por alguna extraña razón, veníamos seteados con una forma de pensar que nos hacía entender que NO significaba…. Nueva Oportunidad. Por lo tanto, cada vez que recibíamos un NO, nosotros creíamos que nos estaban diciendo… prueba de nuevo.
No ha perdido el que pierde, ha perdido el que cree que no lo puede lograr y abandona sus sueños y metas por temor a no lograrlas.
Así que, la invitación es a que recuerdes a ese niño o niña que lo volvía a hacer hasta lograr el resultado, a recobrar esa confianza en que lo puedes lograr, a decirle a sus “montañas”: yo seguiré creciendo, yo seguiré aprendiendo, yo seguiré haciéndome más grande y sé que te venceré, sé que lo lograré. Si comienzas a practicarlo, ten por seguro que no habrá “montaña” que se resista, no habrá “montaña” que no puedas escalar, no habrá situación o problema que no puedas resolver. Y recuerda… convierte cada NO de tú vida en una Nueva Oportunidad para ti.
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