La columna vertebral de Def Leppard es el bajista Rick Savage (61), quien fundó el grupo en 1976. La imponente presencia de sus profundas notas arma y sostiene cada uno de los éxitos que interpretaron, como los clásicos Armageddon it, la power ballad Love bites (Hysteria, 1987) o Bringin’ on the heartbreak (High ‘n’ dry, 1981). Savage, Collen y Campbell unen sus voces para los agudos y roncos coros que caracterizan a estas y otras canciones como Rocket, Pour some sugar on me o Hysteria, tema-título del álbum más famoso de su discografía. La banda no perdió ocasión de presentarnos tres canciones de su más reciente producción, Diamond star halos (2022), entre las que destaca This guitar, canción que grabaron a dúo con la estrella de country Alison Krauss y que es una oda a la guitarra como icono de libertad y consuelo. La noche se cerró con una extraordinaria versión de Photograph (Pyromania, 1983), esa canción que todos dedicamos a aquella mujer que nos quita el sueño, y que los colocó en primer plano en una época donde la competencia era por demostrar quién era más solvente y efectivo en esto de emocionar al público a través de interpretaciones musicales diestras, intensas y auténticas.
El caso del baterista Rick Allen (59) parece haber sido normalizado por el público pero es, en realidad, uno de los más sorprendentes e inspiradores de superación personal ante la adversidad, no solo del rock sino de la vida en general. En 1984, cuando Rick tenía solo 21 años y en medio del éxito obtenido con los tres primeros discos de Def Leppard, sufrió un grave accidente mientras manejaba a toda velocidad, el cual tuvo como consecuencia la amputación completa del brazo izquierdo. Lejos de deprimirse, el músico se sumergió en extenuantes terapias físicas y psicológicas para, con el apoyo de su familia y sus compañeros, comenzar a practicar una técnica para tocar baterías electrónicas y pedaleras que le permitieran reemplazar, con los pies, las funciones del brazo faltante. Después de dos años, Allen reapareció con Def Leppard en el festival Monsters Of Rock de 1986. Desde entonces, nunca ha abandonado el puesto. Sus seguidores lo conocen como “The Thunder God”. Escucharlo y verlo lanzar en vivo, atronadores bombazos en el instrumental Switch 625 (High ‘n’ dry, 1981), justifica el apelativo.
Cuando uno se encuentra con estas bandas, que han pasado más de cuarenta años viviendo al borde la cornisa, subiendo y bajando de aviones, superando adicciones, enfermedades y tragedias, realizando conciertos uno tras otro sin descanso, produciendo música fantástica y ejecutando a la perfección composiciones propias como si se tratara de un juego, no puede evitarse esa nostalgia por aquellos tiempos en que la música de las radios nos conmovía e ilusionaba, nos sacudía el cuerpo y elevaba el alma. Mötley Crüe y Def Leppard hicieron realidad esa magia otra vez, para quienes dudan de la vigencia del hard-rock en estos tiempos de sonidos melosos y simplones.
POST-DATA: Otro grande de la música partió esta semana. Wayne Shorter, legendario saxofonista de jazz que trabajó con Art Blakey, Miles Davis, Weather Report -donde coincidió con nuestro compatriota Álex Acuña-, Joni Mitchell, Steely Dan y muchísimos otros, falleció el 2 de marzo, a los 89. Más sobre él, la próxima semana…
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