La balada antibélica Us and them –con sus ecos crepusculares y grandilocuentes coros- es uno de los puntos más altos de un álbum que tiene, en sí mismo, una estatura más que elevada. La circular melodía es una composición que Wright había preparado como una de las contribuciones de Pink Floyd para la banda sonora del film de culto Zabriskie Point (1970) pero que fue rechazada por su director, el italiano Michelangelo Antonioni (1912-2007) porque la consideraba “hermosa pero muy triste, me hace pensar en la iglesia”, como alguna vez recordó Waters. La letra es un listado de dicotomías y conceptos antagónicos y/o relacionables entre sí –“nosotros y ellos”, “con y sin”, “arriba y abajo», “abajo y afuera”, “negro y azul”- para luego condenar la brutalidad de la guerra, un tema que lo obsesionó siempre -su padre había fallecido durante la Segunda Guerra Mundial- y que fue insumo para composiciones posteriores como algunos cortes de The Wall –In the flesh?, Bring the boys back home– o las canciones que dieron forma al disco The final cut (1983, el último que grabó con Pink Floyd). Waters usó el título de la canción para una de sus más recientes giras mundiales, que generó a su vez el documental Us + Them (2019). En este tema, como en Money, brilla el saxofonista Dick Parry, colaborador estable del grupo entre 1973 y 1977.
El álbum comienza y termina con el latido de un corazón (Speak to me), simbolizando el pulso vital y la fragilidad humana, además de dotarlo de un sentido de continuidad. Las voces que se escuchan al fondo, en diversos momentos, haciendo comentarios sobre la vida y la muerte, la locura y la agresividad, surgieron a partir de preguntas escritas en tarjetas por el mismo Waters -como se cuenta a detalle en el capítulo de la serie documental Classic Albums dedicado al disco (2003)- y tuvo también una serie de complementos audiovisuales para los conciertos, como el video de Money, esa ácida crítica contra el consumismo o la animación de relojes voladores para Time. El último tramo del disco, conformado por el instrumental Any colour you like y Brain damage/Eclipse -otra en la que destacan las coristas Lesley Duncan, Liza Strike, Barry St. John y Doris Troy-, condensan el mensaje principal de esta visita al lado oscuro de la luna que es, en realidad, el lado oscuro del alma, marcado por el inconformismo y la neurosis como resultado de comprobar que, en el fondo, todos lidiamos con un mundo cargado de desconfianza, ambición y soledad.
Autoritario y polémico como siempre, Roger Waters anunció a principios de este año que acababa de regrabar todo el álbum y nos conmina a olvidarnos de “esa tontería de que fue un trabajo grupal. Yo lo escribí. Claro, éramos una banda entonces pero el disco es mío”. Lo cierto es que, si bien la concepción de la idea es enteramente suya, así como las letras y la planificación de detalles, en las composiciones musicales hay participación muy fuerte de Gilmour, Wright y, en menor medida, Mason. De modo que lo dicho por Waters no es del todo exacto. En todo caso, quienes han escuchado la nueva versión -un par de periodistas y amigos del músico- han comentado que se trata de una interesante relectura.
Roger Waters y su extraordinaria banda tocaron, en su primera visita a Lima, The Dark Side of the Moon completo en el Estadio Monumental, con el guitarrista David Kilminster y el tecladista Jon Carin haciendo las voces de Gilmour y Wright, aquel inolvidable 12 de marzo del 2007. La noticia anunciada por Roger Waters no fue del agrado, desde luego, de Nick Mason y David Gilmour, los dos Pink Floyd restantes -Richard Wright falleció a los 65, el 2008- e incluso Polly Samson, esposa y manager de Gilmour, tuvo duras expresiones contra Roger Waters en sus redes sociales (quienes seguimos al grupo sabemos que estos enfrentamientos son más comunes de lo que podría pensarse).
En todo caso, un desinformado periodista británico llamado Stuart Maconie se encargó de lanzar una rama de olivo entre Gilmour y Waters, cuando este último respondió con furia al enterarse de que le atribuía declaraciones injuriosas sobre los solos que su compañero grabó para la versión original de 1973. “Para mí, los solos de David constituyen una colección de los mejores que se hayan grabado en la historia del rock. Así que Stuart, pequeño idiota, la próxima vez revisa bien lo que escribes antes de imprimirlo”.
A la vista de estas discusiones interminables, parece un sueño imposible que Roger Waters (79), David Gilmour (77) y Nick Mason (79) se sienten en torno a la misma mesa para celebrar, juntos, la tremenda obra maestra que perpetraron entre mayo de 1972 y febrero de 1973, aquellos nueve meses de intensas sesiones que terminaron siendo The Dark Side of the Moon, álbum certificado catorce veces con Disco de Platino solo en el Reino Unido y que ha permanecido en los rankings por más de 950 semanas. Como premio consuelo, nos queda escucharlo una y otra vez, como venimos haciéndolo desde hace cincuenta años.
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