El ver en las redes miles de sentidos comentarios de despedida a Yola Polastri y el nostálgico recuerdo compartido por sus canciones, ha despertado en mí (y en muchos más) preguntas acerca de la carencia actual de una Yola y sobre todo del fin de proyectos televisivos como el que trajo consigo. Haber empezado durante la televisión velasquista, como ella misma manifestó, trajo consigo el apostar por construir un nuevo modelo de niña, de niño peruano. Para conseguirlo, el programa de Yola, con canciones propias y covers, tomaba lo cotidiano, lo hacía música, lo hacía baile, juguete, colores, chistes bobos, coreografía.
Si bien, la producción estaba centralizada en la ciudad de Lima, sus programas que abarcaron casi dos décadas, se veían en todos los lugares del Perú al que llegara la señal abierta de canal 4. Se puede afirmar, entonces, que una generación de peruanas y peruanos con acceso a la televisión, nacida entre 1968 y 1980, compartió un mismo universo de bailes y canciones. Una posibilidad de referencias, de contenido compartido a pesar de ser diferente: en estos días, sus canciones las tararea tanto un rico como una pobre, una juninense como un limeño, un zurdo como una ferviente evangélica de esa (de mí) generación.
Se podría afirmar por lo tanto, que por razones tecnológicas y políticas, un gran segmento de peruanos diversos entre sí compartió referencias infantiles en sus hogares. Luego, los programas para niños se estandarizaron, varios países empezaron a realizar producciones similares de entretenimiento infantil que pronto se pudieron comparar en la televisión por cable. Ese cambio tecnológico fue muy intenso para los programas de ese corte, pues llegaron con dos, tres y cada vez más canales de televisión dedicados solamente a programación para un público infantil. Dibujos animados, programas de aprendizaje, entretenimiento a escoger. Por ser infantes, sus criadores los apegaron más a ciertos canales según su estilo: algunos llenos de súper héroes, otros más muy lúdicos y estimulantes, otros más cómicos y seriales. Esta generación ya tuvo gustos muy distintos, aunque reconocidos por el otro, porque los vio para poderlos descartar.
Actualmente, cuando la difusión de la televisión se realiza por streaming, complementándose con los miles de canales de YouTube que intervienen y reproducen fragmentos de los programas, y desde hace poco con los infinitos videos de TikTok, pregunto si podemos seguir pensando en una suerte de identidad generacional creada por contenido compartido, o si más bien nos encontramos ante una identidad que lo que comparte es tan solo el aplicativo y que ante la incertidumbre de no reconocer el contenido del otro (la responsabilidad es la de los algoritmos), no queda más que aferrarse a los gustos que uno tiene como un gusto absoluto, incuestionable, impositivo.
Es cierto que algo ayuda el streaming. Limitado por la cantidad de producción posible de programas, su público infantil comparte los personajes de sus series y películas, que adornan fiestas infantiles. Aún Disney es muy protagónico y la producción japonesa su principal competencia. El Estado peruano tiene un canal para niños, limitado de competir con las grandes industrias. Así, la identidad o pertenencia ya no la provoca la televisión local compartida. La televisión/pantalla actual agrupa a seguidores de personajes del mundo entero, que tienen en las redes un espacio para conocerse y cerrarse sobre su gusto común. Hay una idea de comunidad distinta entonces, no producida porque “con eso viene el país”, sino voluntaria, cambiante, de duración que depende de cuanto dure el gusto.
Mientras tanto, el público infantil que no tiene acceso a cable o internet, carente de una Yola, sólo accede a una producción nacional a la que ha de adecuarse, una que combina el fútbol peruano y su farándula con los pocos programas como Esto es Guerra y Al Fondo hay sitio. Las películas animadas de Disney aún llegan en DVD. Estamos pues ante una generación y un acceso a contenidos escindidos por la tecnología. Otra brecha, poco discutida, que impide en el país estar unidos ante los desafíos que nuestra clase política nos presenta.
Creado hace exactamente un siglo, el Departamento de Drama de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Yale se convirtió en 1955 en el programa de Master of Fine Arts en Gestión Teatral de la Universidad de Yale, uno de los más importantes de la llamada Ivy League, el conjunto de universidades privadas del noreste de los Estados Unidos.
Por las aulas del MFA han pasado artistas tan renombrados como Paul Newman, Meryl Streep y la ganadora del Óscar, Lupita Nyong’o, y profesores y dramaturgos del más alto nivel académico e intelectual.
Alesandra Reto, egresada de la Especialidad de Creación y Producción Escénica de la PUCP, ha sido aceptada en el reconocido programa de Master of Fine Arts (MFA) en Gestión Teatral en la David Geffen School of Drama de la Universidad de Yale, el cual solamente admite a ocho estudiantes por año. En breve charla, Alesandra nos reveló detalles de su próxima aventura académica, así como de sus planes para volver al Perú para aplicar todo lo aprendido.
“Esta maestría es una de las más destacadas a nivel mundial para la gestión teatral, ya que se encuentra a la vanguardia de las innovaciones en las artes escénicas. Estoy muy emocionada por la posibilidad de conocer a nuevos compañeros que probablemente están liderando cambios significativos en el teatro en sus propias comunidades”, continúa Alesandra Reto.
Alesandra les dedica este notable logro a sus padres, quienes le inculcaron la creencia de que cualquier meta era alcanzable con esfuerzo y determinación. Esa convicción, que para Reto es el emblema de su vida, tanto la recorrida como la que le falta por recorrer.
Para Alesandra, egresada de la Facultad de Artes Escénicas de la PUCP, estudiar una maestría en la Universidad de Yale fue siempre uno de sus mayores objetivos. Ahora, este sueño se ha convertido en realidad, de la cual se siente sumamente orgullosa y, sobre todo, emocionada por las oportunidades de aprendizaje que le aguardan en los próximos tres años. Con gran entusiasmo, se prepara para iniciar su trayecto hacia Connecticut, Estados Unidos, en agosto próximo, donde dará inicio a una nueva etapa de desarrollo académico y personal.
Ella nos expresa que su formación en la PUCP, así como su dedicación, le han permitido pasar exitosamente todos los procesos de admisión en Yale. Luego de superar la primera etapa, que consistió en enviar cartas de recomendación de sus profesores y sus notas académicas, fue convocada a una entrevista presencial. “Los organizadores del programa me solicitaron durante la entrevista analizar un caso de gestión teatral. Ya había abordado temas similares en mis cinco años de estudios en la Universidad, por lo que me mantuve segura”, afirma nuestra egresada.
Este logro simboliza el inicio de un prometedor camino en el que Alesandra podrá fusionar su pasión por las artes escénicas con habilidades de gestión de primer nivel. Con su entusiasmo y dedicación, no cabe duda de que dejará una huella significativa tanto en Yale como en el ámbito teatral internacional.
Jean Ferrari, administrador de la U, ha dicho que habrá importantes remodelaciones en el coloso merengue. Como socio, exdirigente, expalquista y asistente a sus tribunas, me permito sugerir algunas.
1.- Construir baños y cafeterías en la parte baja de las tribunas, de modo de evitarle al sufrido hincha tener que subir y bajar ocho pisos para realizar sus necesidades sanitarias o proveerse de alimentos. Ello haría, además, que se evite la aglomeración tribunera en las partes altas del estadio.
2.- Transformar las entradas a norte y sur, hundirlas y hacer que se ingrese por la parte media del estadio. El mismo propósito: que se llene primero la parte inferior de las tribunas y aumente la presión visual y auditiva a los rivales. Podría hacerse una bifurcación subterránea para evitar cortar la franja central de las dos tribunas populares.
3.- Construir en la parte alta que quedaría, si se hacen estas bajadas en declive, patios de comidas que también hagan más placentera la estadía en el recinto deportivo.
4.- Que se construyan escaleras mecánicas en todas las tribunas, que alivien el trajín al que hoy se ven sometidos las decenas de miles de asistentes por el mal diseño del estadio.
5.- Que se retomen las conversaciones con los vecinos de la urbanización Mayorazgo para retomar el proyecto inicial, que era que los vehículos de los palquistas ingresasen por un túnel subterráneo con salida a dicha urbanización de uso exclusivo automotor. Alrededor de 30 mil vehículos acuden hasta el propio estadio en cada partido de la U. El tráfico se vuelve endemoniado. Con este túnel, que no tendría por qué afectar la seguridad vecinal, esa situación se remediaría enormemente y ya solo se permitiría el tránsito peatonal desde el óvalo Huarochirí hasta el estadio.
6.- Que se construyan o habiliten ascensores para los palquistas. Si se hace ello y se construye el túnel para sus vehículos, podría conversarse con la Asociación de Palquistas y establecer un pago simbólico por entrada para cubrir esa inversión, que, en verdad, los tendría a ellos como principales beneficiarios. De esta manera, además, en los registros de asistencia y recaudación se sumarían los casi veinte mil palquistas que acuden usualmente al Monumental, demostrando, con más diferencia, quién tiene la mayor hinchada del Perú.
Un día me llamaron “varón, blanco, patriarcal, dominante y cis-heterosexual”. Definirme así desliza la idea de que existen condiciones de nacimiento que te perseguirán hasta el final de tus días y que nada de lo que hagas podrá cambiarlas. Curioso, porque las teorías que categorizan de este modo a algunas personas son las mismas que proponen que la sexualidad constituye un constructo social. Entonces ¿somos seres biológicos en unos aspectos y constructos socioculturales en otros?
Esta introducción me invita a comentar el abrumador triunfo obtenido en Francia por la izquierda populista de Jean-Luc Melenchón, desde la mirada de la batalla cultural. La victoria de la izquierda, consolidada por el segundo lugar de los liberales de Emmanuel Macron, deja fuera de juego, en la nueva Asamblea Nacional, a la ultraderechista Marine Le Pen. Por supuesto,me alegra la doble buena noticia de la última semana europea: triunfo laborista en Inglaterra y de la Izquierda populista en Francia: la ultraderecha retrocede y con ella sus pulsiones más radicales que exhiben toques fascistas y xenófobos cada vez menos solapados.
Yo fui formado en una izquierda socialdemócrata y de bienestar que hoy muchos califican de obsoleta y boomer. En todo caso, me dota de una libertad muy mía y que aprecio. Esta libertad me releva de la obligación de sumarme a la trinchera de alguna de las posturas extremas que hoy se enfrentan en la arena política. Esto no equivale a la evasión, ni a la neutralidad.
La batalla cultural es una pulsión abyecta y totalitaria. Hasta ahora, el peor legado del siglo XXI. Se trata, apenas,de un pseudo paradigma. No trata de las ideas que confronta, sino de los métodos de lucha que utiliza. Las dictaduras del siglo XX controlaban estados y, desde siniestros ministerios del interior, desaparecían físicamente a sus opositores a través de la tortura, la ejecución extrajudicial y, en los casos “menos severos”, el presidio y el destierro.
Gracias a las TIC nos hemos sofisticado. El daño material casi nunca es necesario, sin embargo,no se atenúa la capacidad de menoscabar brutalmente la condición del ser humano.Otros tiempos, al recuperar la libertad, los presos y perseguidos políticos se veían revestidos de un aura de legitimidad. La prisión, el exilio, la vida a salto de mata, la clandestinidad, eran valorados como cicatrices que solo puede dejar una vida consagrada a la lucha por la libertad, la justicia social, la igualdad y la democracia.
Hoy la represión es distinta. Contiene la perversa crueldad de matar a un individuo antes de producir su muerte biológica, de enfrentarlo a la tortura psicológica del abandono y el rechazo más absolutos, vaciados de ningún contenido, de confrontarlo día a día con una soledad irreversible, con la orfandad perpetua, condenado por el mero crimen de pensar o ser “distinto”.
Paulatinamente, hemos convertido al individuo en un invertebrado kafkiano que finalmente se eliminará a sí mismo antes de enfrentar un día más al gran hermano de la cancelación y a ese otro, su gemelo idéntico, que sataniza la diversidad sexual. Se me vino a la memoria la visita del consiglieri Tom Hagen a Frank Pentangelli, en su confinamiento con el FBI, cuando el astuto abogado le propuso al mafioso de la vieja escuela su propia muerte a cambio del bienestar de su familia (Godfather II). Recién tomé conciencia de lo mucho que se nos adelantó la cosa nostra.
La guerra de hoy no la producen las ideas sino los métodos, el lenguaje, que no es lo mismo que los ideales y la doctrina. La relación entre ideas y métodos está por estudiarse. Las ideologías fascista y comunista presentaban absoluta sinergia con sus métodos de acción política. Si la revolución socialista planteaba la toma violenta del poder para derribar la burguesía y establecer la sociedad sin clases, los métodos solo podían ser consecuentes con las premisas ideológicas. Luego, si el fascismo colocaba a la nación por encima de todo y el nazismo a la raza, cualquier manifestación contraria a estas premisas debía ser exterminada.
Me pregunto si pasa lo mismo con la batalla cultural. Me pregunto si el vehículo mediático, académico y de las redes sociales ha iniciado una guerra que, en algún momento, incluirá misiles de verdad con un poder de destrucción que nunca antes conoció la humanidad. Pero me pregunto también si, dado que nos encontramos aún dentro de los límites del lenguaje -convertido en impía descalificación- será posible aún tender los primeros puentes, y luego de dos décadas asesinándonos en el ciberespacio, podremos entablar las primeras negociaciones de paz y acercar a las partes para establecer consensos mínimos dentro de un renovado marco democrático.
Por eso hoy son cruciales el victorioso Melenchón, el Macron en sus reductos y la Le Pen que cedió posiciones luego de mucho avanzar ¿Podrá la terre de la liberté et la fraternité trazar una ruta que nos sustraiga de este corrosivo e inacabado paradigma de la confrontación? Francia tiene la palabra.
[La Tana Zurda] Hoy elevo una mirada al cielo y despido desde mi firmamento a un ícono popular, a una persona que empoderó a muchos talentos jóvenes desde sus inicios sin importarle género o sexualidad, un alma pionera que innovó en todo ámbito. Se trata de la querida Yola Polastri, fallecida el pasado 7 de julio a los 74 años de edad.
Es verdad que ella hizo mucho por la música, la animación infantil en fiestas, pero también estimuló otras manifestaciones del quehacer cultural. Desde sus innovaciones en las actuaciones con las aclamadas «Burbujitas», empoderó a niños y niñas, haciéndolos protagonistas de su popular show «Hola Yola», que se convirtió en un referente alternativo del también popular «Tío Johnny» desde los años 1970.
Yola cultivó asimismo el periodismo cultural y deportivo. Cuando yo jugaba tenis y campeoné en un torneo internacional, ella fue la primera que me entrevistó y me hizo sentir querida por gente que de repente nunca conocí, pero Yola Polastri siempre invitó a jóvenes a su estudio y hacía que compartieran sus sueños y logros.
Recuerdo también haber conocido a gente talentosa como Marisol Martínez, Fernando Beingolea y otros más. Yola Polastri les dio confianza a muchos jóvenes y a muchas mujeres que, sin títulos y sin ninguna autoridad, hizo que fueran descubiertos por su talento. Muchos de ellos ahora ocupan grandes puestos en la escena cultural peruana.
Desde su inocente figura hasta la gran artista que se volvió, Yola Polastri inició una trayectoria para muchas otras más. Fue educada en el Colegio Parroquial Santa Rosa de Lima, en Lince, donde desde pequeña mostró grandes aptitudes para la actuación. Era una muchacha alegre y amorosa, muy querida por sus compañeros de aula y por los profesores. Hay que recordar que de esa institución han surgido personalidades como Beatriz Merino (ex Defensora del Pueblo), el artista Efraín Díaz-Horna, los escritores Guillermo Niño de Guzmán, Mariela Dreyfus y José Antonio Mazzotti, así como el abogado Manuel Pulgar-Vidal, ex Ministro de Ambiente durante el gobierno de Ollanta Humala y actual líder mundial en cuestiones de conservación ambiental.
La fama de Yola Polastri no debe ocultar su espíritu de aliento a la juventud y su práctica de lo que Horacio, el poeta latino, decía: «enseñar deleitando». Yola hizo del entretenimiento una vía privilegiada para aprender habilidades y cultivar el gusto por la música y la socialización. Los niños crecían complementando sus estudios escolares con una hora de entretenimiento diaria en la que se relajaban de la escuela sin dejar de aprender. Esa, al menos, fue mi experiencia.
Gracias, Yola, por tu innovación y por tu creatividad, por tu vuelo artístico y por ofrecer tu vida entera al Perú.
El gobierno de Dina Boluarte, rehén absoluto de la extrema derecha congresal, no tolera el sistema interamericano de derechos humanos. Se mantiene en él porque es consciente del escándalo mayúsculo que implicaría un retiro del mismo, pero dado el tenor de la carta que han enviado en conjunto la presidenta de la república y el titular del Congreso en protesta por una resolución de la CIDH, queda más que claro que la postura oficial es refractaria a los considerandos mínimos del sistema.
Llama particularmente a pasmo, la referencia -en la carta mencionada- al rechazo por primera vez oficial del término jurídico “conflicto armado interno”, el mismo que no implica ningún beneficio valorativo al terrorismo senderista o emerretista, pero cuya narrativa en ese sentido los dos principales poderes del Estado hacen por primera vez suya.
Los abogados que suelen acompañar a los voceros de la extrema derecha peruana saben muy bien que ese término no excluye la barbarie terrorista ni contemporiza con ella y comprende perfectamente lo sucedido en el país durante las épocas de la subversión.
Lo que en el fondo está en juego -y va de la mano con la ley que prescribe los delitos de lesa humanidad cometidos en esos tiempos- es la cerrazón respecto de las violaciones a los derechos humanos que nuestras fuerzas armadas y policiales cometieron durante ese periodo, y que el país entero haría bien en no olvidar, porque la barbarie terrorista no la justificaba. Es más, cuando se cambió de política oficial antisubversiva -justamente en los tiempos fujimoristas- fue que se logró arrinconar y luego derrotar a Abimael Guzmán.
La carta firmada por Dina Boluarte y Alejandro Soto es vergonzosa. Constituye una falta de respeto a las víctimas de las tropelías oficiales -que no fueron pocas- y forma parte ya de la historia peruana de la infamia. El Perú, como sociedad democrática, debe hacer de la memoria un ejercicio cotidiano y recurrente. Sitios como el Lugar de la Memoria, El ojo que llora, documentos como el informe de la Comisión de la verdad o muestras como Yuyanapaq (que se puede visitar en el Ministerio de Cultura), no es casualidad que sean aborrecidos por quienes quieren negar la historia a su conveniencia y antojo. Lo que escandaliza es que la primera mandataria haga eco de esa visión macartista y negacionista de la que hace gala buena parte de la derecha peruana.
Mientras la vida seguía en un país azotado por tantas problemáticas, la luz de una estrella se apagaba. Yola Polastri falleció a los 74 años, llevándose consigo no solo sus creaciones y la esencia que la hizo un ícono a nivel nacional e internacional, sino también la infancia de nuestros padres, hermanos, abuelos y de todos aquellos que tuvieron la suerte de vivir en la época de la televisión en blanco y negro y conectar con «la chica de la tele»
Un poco irónico estar sentado escribiendo esta columna y que muchos de nuestros lectores se pregunten, ¿qué puede escribir este chico de 22 años si no ha vivido la época de Yola Polastri? Sinceramente, no puedo contradecirlos; es más, les doy la razón a muchos de ustedes. Sin embargo, no haber estado presente en esa hermosa época que muchos de ustedes, tal vez, sí vivieron, no me hace mezquino al sentimiento, emoción y algarabía que Polastri cautivaba en los adultos que aún tenían su niño interior guardado en lo más profundo de sus almas.
Recuerdo cuando se acercaba el Día del Niño y vimos una publicidad en el Parque Zonal Lloque Yupanqui que anunciaba la llegada de Yola Polastri. De manera ingenua, uno podría pensar que los padres llevarían a sus hijos a los típicos juegos mecánicos también anunciados en el evento. Sin embargo, ese día, todos esperaban a la tan anhelada «chica de la tele». Mientras las emblemáticas canciones como «Mi Rancho Bonito», «Eco» y otras creaciones de Yola se escuchaban en el evento, la gente estaba entusiasmada por su llegada. Todos se preguntaban: «¿A qué hora llegará Yola?», «¿Cantará El Teléfono?», «¿Vendrán las burbujitas?».
A las seis de la tarde, el estrado donde se iba a presentar Yola comenzó a iluminarse, y la música se escuchaba más fuerte. La gente empezó a gritar y a corear su nombre. Los más pequeños no entendían. No entendían por qué adultos y adultos mayores parecían haber retrocedido varios años y empezaban a saltar y a comportarse como esos niños que parecían haber desaparecido con el pasar de los años.
Mientras la algarabía se encendía en el ambiente, las famosas «burbujitas» salieron al escenario, y todos empezaron a gritar y cantar al ritmo de la música. Pasaron solo unos segundos cuando se escuchó la famosa canción «Vamos a ver a la chica de la tele», y detrás de las burbujitas apareció Yolanda Piedad Polastri Giribaldi, la famosa Yola Polastri.
El ambiente se llenó de emoción. Adultos llorando y saltando, mientras los niños los miraban con asombro. Las pelotas comenzaron a volar por toda la zona del evento, y las personas, emocionadas, esperaban que llegaran a su lado para lanzarlas hasta el otro extremo. Estoy seguro de que muchos de los presentes en el evento no se conocían, y a pesar de ello, se abrazaban y saltaban para corear las canciones de Yola.
El impacto que Polastri ha generado en la sociedad peruana es inminente, no solo porque fue parte de la infancia de nuestros padres, sino también porque llegó en un momento en el que nuestro país vivía los momentos más difíciles de su historia. Sin embargo, eso no fue excusa para que la esencia, los colores y la luz de la «chica de la tele» encendieran en tantos adultos el niño interior que llevaban dentro.
Hoy, la tan querida Yola Polastri ha regresado a su rancho bonito, donde brillará para muchos, y cuyo legado no será reemplazado por nadie. Desde este espacio, un joven de 22 años le agradece por haber iluminado la infancia de mis padres y haber hecho sus vidas mucho mejor.
La reciente aprobación de dos polémicos proyectos de ley por parte de la Comisión Permanente del Congreso ha desencadenado una seria preocupación tanto a nivel nacional como internacional. Estos proyectos han sido objeto de críticas por parte de analistas y diversos sectores de la sociedad debido a las implicaciones profundas que podrían tener para la democracia y el Estado de derecho en el país.
El primer proyecto de ley ha generado controversia al limitar la aplicación del concepto de crimen organizado únicamente a delitos que generan valor económico, como el narcotráfico, excluyendo delitos como el sicariato, la extorsión, la tortura y el asesinato. Esta restricción debilita la capacidad del sistema judicial para enfrentar eficazmente la criminalidad violenta y organizada, poniendo en riesgo la seguridad pública y la confianza de los ciudadanos en las instituciones estatales.
Por su parte, el segundo proyecto de ley es igualmente alarmante al declarar prescritos los crímenes considerados de lesa humanidad cometidos antes del 2003. Esta medida va en contra de los compromisos internacionales asumidos por Perú al suscribirse tanto al Estatuto de Roma como a la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y Delitos de Lesa Humanidad, que establecen la imprescriptibilidad de tales crímenes. El proyecto de ley aprobado niega a las víctimas de estas atrocidades su derecho fundamental a la justicia, la verdad y la reparación, beneficiando de manera directa a Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos y el grupo Colina, entre otros, así como a los subversivos de Sendero Luminoso y del MRTA.
La aprobación de estos proyectos refleja un preocupante panorama político donde las diferencias ideológicas y partidarias parecen diluirse frente a intereses particulares y la protección de organizaciones criminales. Partidos como Fuerza Popular, Alianza para el Progreso, Renovación Popular, Acción Popular, Perú Libre, entre otros, han mostrado una convergencia nada sorprendente al respaldar medidas que debilitan gravemente el Estado de derecho y el bienestar de la ciudadanía en general.
El impacto de estas leyes va más allá de sus implicaciones inmediatas; amenaza con socavar los pilares fundamentales sobre los que se sustenta la democracia peruana. El debilitamiento del sistema judicial y la posible consolidación de la impunidad podrían generar un clima de desconfianza y desesperanza entre los ciudadanos, afectando la estabilidad política y social del país a largo plazo.
Quienes hoy legislan, embriagados de poder, creen que pueden hacer lo que quieran, olvidando que el poder es efímero y que tarde o temprano pagarán por sus fechorías. Esta arrogancia y desmesura en el ejercicio del poder no solo pone en riesgo la estabilidad política, sino que también amenaza los cimientos mismos de la democracia y el Estado de derecho. La historia ha demostrado repetidamente que el abuso de poder y la corrupción inevitablemente conducen a la caída de aquellos que creen estar por encima de la ley y la justicia.
Ante este escenario, es imperativo que los ciudadanos, la sociedad civil, los partidos políticos democráticos y la comunidad internacional estén alertas y actúen de manera decidida para defender el Estado de derecho y los derechos humanos en el país. La resistencia activa y la presión constante sobre el Congreso para revertir estas leyes son cruciales para evitar retrocesos irreversibles y asegurar un futuro justo, fraterno y equitativo para todos y todas.
«Mujer o Soldado» es una película que, según la cineasta, no podría realizarse en la actualidad debido a la nueva legislación. «Es el tipo de película que ellos no quieren que se haga. Si has visto el documental, no tiene nada de pro-terrorista, al contrario, la señora protagonista habla de los horrores que Sendero Luminoso trajo a Manta,» explica. «Incluso utilizan el término ‘terrucos’ para referirse a ellos, una palabra que personalmente no me gusta, pero es la que ellas usan continuamente en la película. Es lo menos pro-senderista que se puede ser”, añadió.
La cineasta describe cómo la película aborda un tema incómodo para ciertos sectores políticos: la violación sistemática como política de infiltración en los territorios del sur andino. «Los militares llegaron, instalaron bases y una de sus formas de maltratar y humillar a la población era violando a las mujeres. Es una estrategia de guerra utilizada en todo el mundo, no solo en Perú. El cuerpo de la mujer se convierte en un botín de guerra”, menciona.
Con la nueva ley, ella recibió el 100% del financiamiento en su momento, algo que ahora ha cambiado. «El monto para Lima se ha reducido al 70%, lo que hace casi imposible completar un proyecto sin buscar otros fondos, coproducciones, etc. Ya era difícil antes, y ahora con esta reducción, cubrir todos los costos de postproducción se vuelve una tarea titánica”, explica la cineasta.
La nueva legislación en Perú impone restricciones adicionales sobre el contenido de las producciones audiovisuales, prohibiendo películas que puedan atentar contra la seguridad del Estado, los valores constitucionales o el Estado de Derecho. Esto ha generado un ambiente de censura y autocensura entre los cineastas, quienes temen que sus proyectos sean vetados o no reciban el financiamiento necesario.
El Acercamiento a las Protagonistas y el largo proceso de Producción
El acercamiento de la cineasta a las mujeres protagonistas se facilitó gracias a su trabajo en una ONG de derechos humanos que defendía a las señoras. «Antes de hacer esto, tenía la idea en la cabeza desde hace 15 años. Viajé a Manta para un reportaje después de que la Comisión de la Verdad llegara allí. En ese momento, la mayoría de las mujeres no querían hablar; les afectaba demasiado recordar y temían que sus nuevas parejas se enteraran de lo que había pasado”, recuerda Patricia.
El proceso judicial contra los violadores comenzó hace 20 años, y el juicio en sí hace unos 10 años. «Este miércoles se dictará sentencia en una audiencia abierta en Lima. Cuatro señoras estarán presentes para escuchar la sentencia después de dos décadas de lucha”, indica.
El trabajo de campo comenzó en 2008 con la recopilación de testimonios y la construcción de una relación de confianza con las mujeres de Manta. El equipo de producción pasó varios meses en el pueblo, documentando las historias de vida de las protagonistas y los impactos continuos de la violencia sexual en sus comunidades. «Cada visita era un ejercicio de paciencia y sensibilidad, ya que revivir esos recuerdos era extremadamente doloroso para ellas. Hubo momentos en que tuvimos que detener las grabaciones para darles espacio y tiempo para recuperarse emocionalmente”, recuerda con nostalgia.
La Dificultad de filmar en Manta
Filmar en Manta presentó muchos desafíos. «El pueblo no tiene hotel, las carreteras están sin asfaltar, y las condiciones eran muy duras. Contratamos una casa con un solo baño prefabricado para todos. Además, hacía mucho frío porque filmamos a fines de mayo y junio, durante la helada”, reflexiono Wiesse sobre la realidad que se vivía en la localidad.
A pesar de haber hecho un trabajo previo con la comunidad y las autoridades, enfrentaron hostilidad. «Al décimo día, la gente empezó a decir que éramos terrucos. Tuvimos que llamar a DAFO, que envió a dos personas para explicar que éramos un proyecto financiado por el Ministerio de Cultura. A pesar de esto, había mucha desconfianza y hostilidad.»
El equipo de producción también enfrentó dificultades logísticas, como el transporte del equipo de filmación en condiciones precarias y la necesidad de obtener permisos de filmación en una región sensible. La cineasta cuenta: «Tuvimos que sortear muchas trabas burocráticas, y en más de una ocasión, las autoridades locales nos pusieron obstáculos para continuar con el rodaje.»
El Enfoque del documental
La cineasta quería alejarse del formato tradicional de documentales de derechos humanos. «No quería hacer un documental periodístico o clásico de derechos humanos. Quería una película cinematográfica que mostrara el reencuentro de las cuatro amigas en Manta. La relación entre ellas, sus conversaciones y recuerdos, era lo que quería reflejar. El juicio es solo un telón de fondo, un contexto para su historia”, menciona.
Documental “Mujer de Soldado” dirigido por Patricia Wiesse
El enfoque cinematográfico del documental implicó una cuidadosa planificación de las tomas y la selección de escenarios que reflejaran la vida cotidiana y los paisajes de Manta. «Queríamos capturar no solo las entrevistas, sino también los momentos espontáneos de interacción entre las mujeres, sus risas, sus silencios y la manera en que se apoyaban mutuamente. Esto requirió un estilo de filmación muy inmersivo y una presencia constante en sus vida”, sentencia la directora de “Mujer de Soldado”.
El Crecimiento personal de las protagonistas
A lo largo de los años, la cineasta observó un crecimiento personal en las protagonistas. «Al principio, todas lloraban en las reuniones con los abogados. Pero poco a poco, tres de ellas mostraron un gran empoderamiento. Magda, especialmente, es increíblemente lúcida e inteligente. Fue la primera en decir que ya estaba harta de que su historia no se conociera”, recuerda.
Magda, junto con Santosa y Magna, mostró una gran capacidad de análisis y reflexión sobre lo que les había sucedido. «Virginia, la cuarta protagonista, ha tenido una vida muy dura y no ha procesado los eventos de la misma manera. Pero en general, he visto un crecimiento notable en todas ellas.»
El empoderamiento de las protagonistas se refleja en su participación activa en el documental y su disposición a compartir sus historias públicamente. «Magda se convirtió en una líder dentro de su comunidad, organizando grupos de apoyo para otras víctimas de violencia sexual. Santosa y Magna también asumieron roles de liderazgo, abogando por la justicia y la reparación.»
Impacto Social y Político del Documental
El documental ha tenido un impacto significativo en la discusión sobre la violencia sexual en conflictos armados en Perú. «Desde su estreno, ‘Mujer o Soldado’ ha sido utilizado como una herramienta educativa en universidades y organizaciones de derechos humanos. Ha generado debates sobre la necesidad de reconocer y abordar la violencia sexual como un crimen de guerra.»
Además, el documental ha influido en políticas públicas y en la sensibilización de las autoridades judiciales. «La visibilidad que ha dado a los casos de Manta ha presionado a las autoridades a tomar acciones más decisivas. En el juicio reciente, se han presentado nuevas pruebas y testimonios que antes no se habían considerado.»
El futuro de DAFO y el cine nacional
La cineasta expresa su preocupación por el futuro de DAFO y el cine nacional. «DAFO ha funcionado muy bien en los últimos años, permitiendo la producción de muchas películas. Pero ahora, con los cambios en la ley, temo que se convierta en un ente censor. No sé si nombran jurados militares o de grupos conservadores. No está claro qué pasará, y eso me parece terrible para el cine nacional.»
A pesar de todos los obstáculos, la cineasta logró crear un documental poderoso que narra la historia de cuatro mujeres valientes y su lucha por la justicia. Su dedicación y pasión por contar historias reales y significativas son evidentes en cada paso del proceso de producción de «Mujer o Soldado».
La cineasta también enfatiza la importancia de la resistencia y la creatividad en la comunidad cinematográfica peruana. «Los cineastas tenemos que seguir luchando por nuestra libertad creativa y buscar nuevas formas de financiación y distribución. El apoyo internacional y las coproducciones pueden ser claves para mantener viva la industria cinematográfica independiente en Perú.»
En esta entrevista, queda claro que la lucha por la libertad de expresión y la producción de cine independiente en Perú enfrenta desafíos significativos. Sin embargo, la determinación y el compromiso de cineastas como [Nombre de la cineasta] continúan siendo una luz de esperanza para el futuro del cine documental en el país.
«Mujer o Soldado» no solo es un testimonio de los horrores de la guerra y la resistencia de sus víctimas, sino también un recordatorio de la importancia de contar historias que el poder intenta silenciar. La cineasta concluye: «Tenemos la responsabilidad de dar voz a los que no pueden hablar y de mantener viva la memoria de lo que realmente sucedió. El cine es una herramienta poderosa para la verdad y la justicia.»