Se anuncia una vez más un presunto cambio de varios ministros. El objetivo es meridiano: refrescar un gabinete alicaído y de esa manera tratar de subir algunos puntos en las encuestas.

El problema es que el gobierno de Boluarte anda totalmente despistado, sin brújula, sin saber qué hacer, y malcree que el tema es cosmético, epidérmico, que basta con cambiar la superficie y asunto arreglado.

Mientras este régimen no sea capaz de remediar el problema de la inseguridad ciudadana, la crisis económica y el problema endémico de la corrupción (las tres principales preocupaciones ciudadanas, según todas las encuestadoras), no servirá de nada que cambie tres o seis ministros, o que fusione cuatro o seis ministerios.

Y el problema estriba justamente en que sobre los temas señalados, no hay un solo indicio que haga presumir que el Ejecutivo tiene idea de qué hacer. Ha tenido tres ministros del Interior, ninguno ha sido capaz de, siquiera, presentar un plan verosímil de lucha contra la delincuencia que se ha adueñado de las calles del Perú. Y tenemos al actual ministro enredado con audios comprometedores, más preocupado en salvar su imagen, que en capturar a las bandas criminales que hoy son dueñas del país.

En materia económica había muchas expectativas respecto de José Arista, hasta entonces considerado un correcto economista, pero que adolece de un gran defecto: falta de carácter. No tiene la fuerza suficiente ni los arrestos para enfrentar los arrebatos populistas del Congreso. Cede en todo, sin chistar. Y tampoco tiene peso al interior del propio gobierno. No es capaz, por ejemplo, de empujar la propuesta del directorio de Petroperú, al punto que el mismo ya advirtió, en boca de su presidente, de que si hasta este fin de semana el gobierno no da una respuesta clara al que ha sido el mejor planteamiento que se ha hecho sobre la quebrada empresa estatal, darán un paso al costado.

Y la corrupción, sistémica en el país -no ha surgido con este gobierno- se mancha indeleblemente con los andares de Nicanor Boluarte y lo que se va conociendo de su proceder. Y Dina Boluarte no hace nada por alejarlo de su entorno sino todo lo contrario.

Mientras no haya políticas públicas de, por lo menos, mediana aplicación, un cambio ministerial es un simple engañabobos, que algún desavisado consejero presidencial le debe haber hecho creer a la Presidenta que le va a ayudar en sus dramáticos niveles de desaprobación.

Quiero comenzar este artículo, diciendo una verdad comprobada: la sociedad peruana es joven. Y podemos decir que es casi una necesidad el tenerlo presente siempre, sobre todo al momento de apuntar a la gestión de políticas de desarrollo. Y digo esto porque, parecería que desde las escuelas, se ha olvidado (es mi percepción),  el reflexionar siempre, sobre este tema, que parte de un  rápido recorrido de nuestra historia. Ahí es fácil percibir que desde la época prehispánica, o la época colonial, siempre hemos sido divididos o desmembrados como población por el antojo de los grandes poderes, que en su momento dominaron nuestros territorios. Los incas por ejemplo, generaron invasiones pacíficas y/o sangrientas que permitían su control geográfico, además del otro dominio, el político-administrativo, siendo que con la presencia de los llamados mitimaes, aquellos grupos de determinadas etnias que eran reubicadas por el Imperio en otras zonas de su territorio, cumpliendo funciones económicas, sociales, culturales, políticas y militares, llegaban a todos lados. Sin desconocer que la práctica de los mitimaes podía ser tanto un castigo como una recompensa, el punto era que el desarraigo era una constante en esos tiempos. Por otro lado, ya en la Colonia las famosas reducciones toledanas, concentraban o «reducían» aldeas pequeñas y dispersas, para formar pueblos de mayor envergadura y con traza urbana, es decir también era un desarraigo. La colonia se encargó de esos divisionismos.

En la República, los inicios no fueron distintos, no hubo claro esa movilidad forzada que tendía al desorden pero sí se comenzaban a agudizar las diferencias sociales y culturales,  y las zonas urbanas se consolidan y la ruralidad se hermetiza en las llamadas comunidades  campesinas. Esto es historia pura, que de vez en cuando se debería revisar, la historia económica en el Perú parte por este análisis que se debería detallar más. Quizás en otra colaboración. Entonces, era pues muy difícil ir consolidando un país con la idea de serlo, dividido, desconocido y ausente, desmembrado y con la mirada al mar, costeñizado. Ya los años posteriores de una “consolidación” republicana lo muestran, guerra del pacifico, fue un ejemplo de esa división y proyecto país trunco. 

La mitad del siglo XX es el inicio de un cambio y es ahí donde el Perú se comienza a conocer y a reconocer, el paso masivo de lo rural a las capitales y sobre todo a la capital limeña, marca el inicio de un nuevo tiempo. El comienzo de la construcción de un país. El Perú. 

¿Por qué menciono y resumo esta parte de nuestra historia? Pues para probar de alguna forma, con esta reflexión, lo que indiqué al inicio, que nuestra sociedad es joven. Una sociedad que se comienza a reconocer en diversos campos, el cultural sobre todo, pues se masifican nuestras ciudades y todo el caos que la historia genera en nuestra construcción social, se obliga a ordenarse, a reconocerse, a aceptarse y a convivir con un mismo norte. Vemos desde aquí, que toda nuestra realidad en todos los sentidos es producto de un doble esfuerzo y seguimos en ese rumbo. Somos un país que tiene menos de cien años de encontrarse, reconocerse, tiene todas las posibilidades para, pues, poder hacerlo, encontrar un camino hacia el crecimiento. 

Después de todo lo expuesto, emprender en un país joven, en pleno proceso de reconocimiento, con todas las posibilidades para descubrir e innovar, no debería ser complicado, sin embargo, no es tan fácil, en la realidad misma, es necesario contar con políticas que ayuden a hacerlo, que se comprenda este fenómeno social, que se entienda el proceso mismo de construcción de identidad. Tener menos de cien años de existencia real como país, nos presenta un gran reto a futuro, en todo sentido, en el cultural, en el económico, en el político y en lo social sobretodo.

Los momentos para comprender a la juventud, los momentos para analizar la violencia, el momento para evaluar la pobreza o las alternativas que encontramos cuando queremos terminar con la informalidad en el Perú, nos llevan a considerar los tiempos y nuestra historia que hace de nuestro país, uno en construcción. No estoy justificando errores, lo que pretendo es indicar que es tiempo de buscar enrumbar para no seguir cometiéndolos. El joven aprende, un país joven tiene aún futuro y por eso pienso yo, se podría construir ese futuro. A pensarlo.

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Cultura, Historia, país

Esta es una increíble historia de una empresa que tiene un ángel milagroso que la protege de cualquier tipo de fiscalización y la libra de toda sanción tanto en el sector público como el privado.

Una organización que tiene todas las ventajas posibles para monopolizar el mercado de la exportación del aceite de pescado, mientras que sus competidores son acosados y ajustados todos los días por las autoridades del sector.

Un grupo que tiene tantas ventajas y privilegios que son conocidos como “Los Impunes del Aceite.

 

[EN EL PUNTO DE MIRA] Hoy por hoy en el Perú, la política ha dejado de atraer a las grandes mayorías de peruanos. Para ser más precisos, hoy por hoy la política partidaria ha dejado de atraer a miles de ciudadanos peruanos por diversas razones. Una de ellas es -creo yo una de las principales- por lo anticuado de las formas de comunicar el mensaje.

En una época de tecnologías de la información, y donde el medio es el mensaje, las formas cobran vital importancia para decirnos algo. Cómo lo dices y con qué etiqueta lo dices cobran mayor relevancia. Pablo Iglesias -líder de Podemos- sostuvo alguna vez en una conferencia que su agrupación política atrae porque es sexy. Vale decir, porque apela –aparte de la razón- a la pasión. Y agregaba que ser del Real Madrid o del Barcelona no tiene nada que ver con la razón, sino con la pasión o con una emoción que difícilmente puede ser explicada, pero que moviliza conciencias y corazones.

Pues, bueno, eso ha perdido –hoy por hoy- la política partidaria en el Perú. El APRA fue eso en el siglo XX. Fue la entrada del Perú a la modernidad, porque atrajo a las grandes mayorías, tanto racional como pasionalmente. En pleno siglo XXI, la pasión va a favor de los antis. Ser antiaprista o antifujimorista aglutina más conciencias y corazones.

Si bien –a finales de los noventa- el gobierno autoritario de Fujimori cumplió su objetivo de generar una política despartidirizada, la globalización –más las tecnologías de la información como soporte- pulverizaron las grandes ideas, que daban sostén a los partidos realmente existentes.

He sostenido en reiteradas ocasiones que el país pasa por dos tipos de divisiones que es necesario saber interpretarlos y decirlos. La primera transita por una división que generan las corporaciones nacionales como transnacionales con respecto a la vulneración de los derechos del consumidor en el ámbito urbano. El otro pasa por los límites que está teniendo la forma de hacer minería y de extraer petróleo en el ámbito rural.

Quien dé un mensaje racional, pero -a la vez- pasional sobre lo que implica defender estos temas, dará el gran salto en el país. Asimismo, quien capte la revolución de la horizontalidad en el trato, en el que cuestione las jerarquías sociales y culturales, tendrá el corazón y las mentes de los peruanos y peruanas.

¡Ya tú sabes!

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Antipolítica, pasión, Política

Acabo de hablar con el presidente de Colombia Gustavo Petro por la tensa situación que estamos viviendo a nivel regional producto de la incertidumbre que existe en Venezuela. Concordamos que es fundamental que se respete íntegramente la soberanía del pueblo venezolano y que a la brevedad se trasparenten los resultados de la elección mediante una verificación imparcial. Trabajaremos juntos para colaborar en que la paz y la democracia prevalezcan en nuestra América”.

Recibí en La Moneda al canciller AlbertoKlaveren y al embajador de Chile en Venezuela, Jaime Gazmuri, quien arribó hoy a nuestro país junto al personal diplomático luego de la intempestiva e injustificada expulsión. Mantenemos nuestra posición: No reconocemos el proclamado triunfo de Maduro y no validaremos ningún resultado que no esté verificado por organismos internacionales independientes. Además, hacemos un llamado a respetar íntegramente los derechos humanos de los manifestantes en Venezuela y terminar con las detenciones arbitrarias y la violencia.

Ahora el régimen de Maduro anuncia persecución penal contra González y Machado, mientras reprimen a su propio pueblo que exige se respete su voluntad expresada democráticamente. Abogamos por el respeto a los derechos humanos de manifestantes y de los dirigentes de la oposición.

Hoy el TSJ de Venezuela termina de consolidar el fraude. El régimen de Maduro obviamente acoge con entusiasmo su sentencia que estará signada por la infamia. No hay duda que estamos frente a una dictadura que falsea elecciones, reprime al que piensa distinto y es indiferente ante el exilio más grande del mundo solo comparable con el de Siria producto de una guerra. He visto a los ojos a miles de venezolanos que claman democracia en su patria y que hoy reciben un nuevo portazo. Chile no reconoce este falso triunfo autoproclamado de Maduro y compañía.

Seguro por nuestra postura recibiremos (como es costumbre) insultos por parte de sus autoridades. No saben que como decía Huidobro “el adjetivo cuando no da vida, mata”, y ellos han asesinado la palabra democracia”.

La dictadura de Venezuela no es la izquierda. Es posible y necesaria una izquierda continental profundamente democrática y que respete los derechos humanos sin importar el color de quien los vulnere. Un progresismo transformador que mejore las condiciones de vida de su pueblo construyendo comunidad en vez de individualismo, encuentro por sobre polarización. Hacia allá caminamos en Chile. Mis respetos a todo el pueblo venezolano que lucha por la democracia, la justicia y la libertad”.

¿Lo dice un derechista anticomunista, un enfebrecido radical reaccionario? No, es el izquierdista mandatario chileno Gabriel Boric. Ojalá algún día tengamos una izquierda así en el Perú.

[La columna deca(n)dente] La reciente ola de denuncias constitucionales contra congresistas de las bancadas de Podemos, Alianza para el Progreso, Acción Popular, Perú Libre y Fuerza Popular, entre las principales, ha sacado a la luz la corrupción dentro del Congreso. Al menos 15 congresistas han sido denunciados, lo cual muestra la magnitud del problema. Sin embargo, además de las acusaciones y los escándalos, hay un problema más profundo que requiere atención: la «banalidad del mal» que se ha apoderado de la cultura política.

La «banalidad del mal» es un concepto acuñado por la filósofa Hannah Arendt. Describe cómo el mal extremo puede ser cometido por personas ordinarias, sin una motivación particularmente maligna o ideológica. Esto significa que la corrupción congresal no es necesariamente el resultado de una intención malévola, sino de una cultura de impunidad.

La indiferencia y la apatía de los congresistas hacia las consecuencias de sus acciones permiten que el mal generado por el abuso de poder persista. Sumado a esto, la sensación de impunidad los lleva a cometer actos contrarios a la ley sin rubor alguno, lo que refleja un ejercicio del poder sin ningún tipo de control.

Esta dinámica de abuso de poder no es solo producto de la conducta individual de los congresistas, sino también de un ambiente donde la competencia por posiciones de influencia y el acceso a recursos fomenta el sacrificio de la ética en favor de los intereses personales y de grupo. La falta de una supervisión rigurosa y de consecuencias reales para el ejercicio descontrolado del poder perpetúa un círculo vicioso en el que la rendición de cuentas es una ilusión y el poder se ejerce de manera arbitraria y despótica. Hoy, ebrios de poder, creen que están por encima de la ley y la justicia. También creen que pasarán a la historia como los «congresistas del Bicentenario», pero no saben que ya están condenados al basurero de esta.

La resolución de estos casos requiere una transformación profunda en la práctica y la mentalidad de los congresistas, una tarea titánica en la que no tienen el menor interés, ya que no les importan la transparencia, la rendición de cuentas y el bien común. La «banalidad del mal» en el Congreso no puede ser derrotada con soluciones superficiales, como la promesa de reformas políticas cosméticas. Se requiere, en general, un cambio en la forma en que se piensa y ejerce el poder. En última instancia, solo nuestra participación en la vida política puede romper este círculo de abuso de poder y corrupción.

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Abuso de poder, Congreso, impunidad, mochasueldos, parlamentarios

Normalmente, los gobiernos democráticos de primer orden empiezan sus tareas gubernativas desechando algunas políticas públicas de sus antecesores e incorporando las que ellos mismos ofrecieron en campaña. Así, se produce un ligero cambio de acento que asegura la continuidad democrática y no altera los patrones de conducta ciudadana de manera dramática.

Eso no sucede ni puede suceder en países con democracias precarias, sin ciudadanía activa y con serios problemas políticos y económicos, como es el caso del Perú. Acá se requiere casi de una refundación republicana.

Por lo pronto, es necesario emprender dos grandes operativos de desmontaje. Uno económico y otro político. En el económico, se debe recuperar la dinámica de mercado estrenada en los 90 y continuada con éxito superlativo por los regímenes de Toledo y Alan García, tanto que se redujo los niveles de pobreza a niveles de país de mediano desarrollo y al borde de ingresar a la OCDE.

Eso se cortó abruptamente con el ingreso al poder de Ollanta Humala. No fue el chavista que muchos temían, pero su talante colectivista lo hizo amañar gabinetes repletos de políticos que no creían en el libre mercado y llenaron de sobrerregulaciones casi todas las actividades económicas. Es impresionante la ralentización del proceso de inversión privada que ello ha ocasionado y que, por supuesto, un régimen frívolo e indolente como el de PPK ni siquiera se tomó el trabajo de desmontar.

La otra tarea refundacional que debe emprender el gobierno que ingrese el 2026, si acaso, por suerte, es de centroderecha democrática (o de centroizquierda democrática), será recuperar los fueros institucionales democráticos que este pacto infame del Ejecutivo y el Legislativo se ha encargado de ir demoliendo de a pocos, pero sostenidamente.

Si alguien tiene sangre en el ojo contra el Ministerio Público, víctima de un abuso fiscal producto, mondo y lirondo, del rencor de la fiscal Marita Barreto por publicaciones críticas contra ella, es quien escribe, pero no por ello me voy a sumar al cargamontón contra el Eficoop, o a los intentos del Legislativo de violentar las normas constitucionales para cortarle los fueros al Ministerio Público e, inclusive al Poder Judicial.

Sumémosle la contrarreforma política, la destrucción de la reforma universitaria y muchas más perlas y entenderemos que en esta materia se requiere reconstruir mucho de lo que se había avanzado en los lustros anteriores, y que los Atilas de la plaza de Armas y la plaza Bolívar se han propuesto desbaratar con impunidad y soberbia ignorancia constitucional.

Ciertas posturas me desbordan, como eso de exigirle a los deportistas que actúen como activistas y que se enfrenten a este gobierno o a otros que pudiesen tenerse por condenables como lo hacen las vanguardias políticas opositoras. Condenarlos porque asisten a actos protocolares en los que serán condecorados por las autoridades del Estado tras obtener para el país un triunfo de resonancia internacional es maniqueo y oportunista. 

Resulta aún más lamentable cuestionar la calidad de su ciudadanía por esta razón. Hubo, como no, deportistas que sí se pronunciaron. Como no recordar el desplante del futbolista chileno Carlos Caszely al dictador Augusto Pinochet en la Casa de la Moneda, antes de que el team deportivo partiese a competir en la Copa del Mundo de Alemania 1974. Pero el resto del equipo sí saludó al temible dictador, ¿debía no hacerlo?

Por encima de mis convicciones ideológicas y políticas yo creo en la democracia, a mí no me importa si Stefano Peschiera es de derecha, porque creo en la democracia y entonces creo en los derechos fundamentales y hay uno que dice que nadie puede ser discriminado en virtud de sus ideas. Por esa misma razón, no me interesa el grupo social de pertenencia del medallista olímpico, ni mucho menos su etnia (pues incluso le han dicho despectivamente que practica un deporte para blancos). Bien,  resulta que nadie puede ser discriminado por su raza y mientras este principio que es universal prevalezca sobre las teorías decoloniales, pues me guiaré por el principio de la igualdad y de la universalidad de los derechos. 

Algunos piensan que no hay conflicto entre ambos preceptos. Yo pienso que si lo hay y que dividirnos en grupos enfrentados no es el camino para superar la tara del racismo, que, en efecto, es más racismo si es blanco y es occidental pues viene respaldado por el poder.  En este aspecto concreto concuerdo con la teoría decolonial. En la resolución, en los métodos de lucha se ubican algunas de mis diferencias:  ni la guerra de las razas, ni la guerra de los sexos van a generar ninguna sociedad más justa. Nos dirigen, más bien, a una distopía dramática y patética.  

A mí no me interesa si Stefano Peschiera es rico aunque desde luego yo no lo soy. La Constitución que he referido –la del 93 que aún contiene los derechos fundamentales a pesar de las barrabasadas que se están cometiendo contra ella- consagra el derecho al libre desarrollo y al bienestar. Que yo sepa Stefano Peschiera no es corrupto ni ladrón, ni lo es su familia. Y si lo fuese su familia, debido precisamente a la terca insistencia de los teóricos decoloniales en dividirnos en clanes o grupos diferenciados y no en individuos, aún en nuestro orden jurídico las responsabilidades son individuales; en otras palabras, no se heredan.

Ya para terminar este brevísimo comentario: ¡qué ganas de jodernos entre peruanos! ¿no? ¡qué ganas de cerrarle el paso a cualquier iniciativa que trate de la nación, que suponga unir fuerzas desde nuestras diferencias para sacar todos juntos adelante un proyecto de desarrollo, o que implique algo tan inofensivo como disfrutar la poco usual obtención de una presea olímpica. ¡Qué mal rollo llevamos dentro! No podemos ni mirarnos la cara de frente sin que una voz interna nos esté diciendo, “sí, pero tu vienes de allá y yo vengo de acá”; “¿en qué distrito vives? ¿de qué colegio eres?” Somos el país en el que la diferenciación social es lema y bandera de izquierdas y derechas ¿podrán ofrecernos algo con narrativas así?   

Recordé mi pubertad, llegó a mis manos, a mi viejo tocadiscos para ser exacto, un 45 rpm con tres canciones, tres festejos de cada lado cantados por Arturo “zambo” Cavero. Unos muy célebres como “Mueve tu cucú” del gran Pepe Villalobos. A mí me emocionó uno que pasó desapercibido, nadie lo recuerda, nadie lo canta, no fue famoso ni en su época, tal vez porque difundía una utopía para la cual no estábamos ni estamos preparados todavía.

El festejo se llama “El Milagro Grande” y le canta al milagro de Fray Martín de Porras quien hizo comer a un perro, un gato y un ratón del mismo plato. La letra establece una bella analogía con los seres humanos:  

“Y también si hizo el milagro

Yo habré de pedirte Dios

Lo repitas entre los hombres

Si es tu voluntad Señor

Que los cholos, los mulatos, 

Y los rubios como el sol 

Se sirvan del mismo plato

En la mesa del Amor

Y no habrá perro ni gato

Que se coman al ratón”

¿Qué es una sociedad justa? Pienso en ello a menudo. Pienso en el Perú, pienso en las prioridades. Primero lo material: tener Estado, tener servicios de educación y salud de calidad, tener infraestructura y proyectos de desarrollo, desarrollarnos, crecer. Segundo e inmediato, lo espiritual: igualdad sin discriminación ni racial, ni de género, ni de ideas, ni ninguna otra. Aspirar a una sociedad de iguales, de ciudadanos que nos sintamos y tratemos como iguales en el ágora pública, en una sociedad pluricultural que es nuestro mayor valor, que nos queramos y respetemos y que adoptemos juntos las mejores decisiones en procura del bien común y en el marco de la democracia, de nuestras instituciones y de la universalidad de los derechos fundamentales. 

Si ese no es el camino, no sé cuál otro podría ser. 

Depósitos Químicos Mineros (DQM) manejaba el almacenamiento y el manejo del ácido sulfúrico del Complejo Metalúrgico La Oroya (CMLO) desde 2007, ayudando a cumplir con las normativas ambientales. Sin embargo, en 2010, la insolvencia de Doe Run llevó a que esta empresa se sometiera a un proceso concursal ante Indecopi. A pesar de los acuerdos adicionales firmados, Doe Run no cumplió con los acuerdos adicionales firmados ni con las fechas de pago acordadas.  

Actualmente, Doe Run le debe a DQM 14,3 millones de dólares, más intereses, penalidades y gastos administrativos, totalizando a 29 millones de dólares: una deuda considerada como crédito no concursal, según la Ley General del Sistema Concursal.

Doe Run está en un procedimiento de liquidación, lo cual quiere decir que va a salir del mercado, y la única razón por la que todavía no lo hace es porque tiene cuentas por cobrar, que son fondos por recuperar y que tienen que ingresar a su caja para pagar sus deudas, tanto con proveedores que fueron estratégicos para la liquidación en marcha, como con sus acreedores.

Los que cobran de manera inmediata son los proveedores estratégicos, como el propio liquidador que está dando servicios en este momento, como aquellos que le brindaron servicios a Doe Run en su etapa de liquidación en marcha. Y dentro de esos proveedores estratégicos, está DQM, que además tiene ratificada su condición de proveedor estratégico, mediante un laudo arbitral que ya quedó firme, porque, aunque Doe Run lo quiso cuestionar a través de un recurso de anulación en el Poder Judicial, se lo rechazó y contra ese rechazo no cabe presentar ninguna impugnación más. Entonces, lo único que corresponde es que Doe Run cumpla con pagar esa deuda de inmediato.

La única cuenta por cobrar que tiene Doe Run, que son los fondos de libre disponibilidad que tiene en    el llamado fideicomiso Proyecto de Adecuación de Manejo Ambiental (PAMA). Y; esos fondos se liberarán, mejor dicho, si es que sale un decreto supremo que así lo autorice por parte del Ministerio de Energía y Minas.

Originalmente, hasta febrero de este año, el Ministerio de Energía y Minas decía que no iba a liberar los fondos de ese fideicomiso. Ahora la situación es diferente porque la Dirección General de Minería, ha elaborado un proyecto de decreto supremo justamente para liberar los fondos de ese fideicomiso porque han llegado a la conclusión que carecen de objeto, porque están garantizando un proyecto en el complejo metalúrgico de La Oroya que ya no se va a llevar a cabo.

Entonces, como ha devenido un imposible jurídico, están emitiendo el borrador del decreto supremo para que esos fondos se liberen. 

MINEM responde a DQM

El MINEM ha confirmado la existencia del Expediente No. l-16242-2024 que contiene la propuesta del Decreto Supremo que modificaría el Decreto Supremo No. 046-2004-EM, a través del cual, se establecieron disposiciones para la prórroga excepcional de plazos para el cumplimiento de proyectos medioambientales específicos contemplados en Programas de Adecuación y Manejo Ambiental – PAMA (incluido el PAMA de DRP).

Esta propuesta de Decreto Supremo se encuentra en proceso de evaluación en la Oficina General de Asesoría Jurídica del MINEM, a cargo de la Dra. Giovanna María Díaz Revilla.

Dado que dicha oficina viene trabajando en el levantamiento de las observaciones realizadas al proyecto normativo propuesto por la DGM, su texto ha sido considerado como un documento en etapa deliberativa.

El tratamiento de este documento como uno en etapa deliberativa, es la justificación dada por el MINEM para no proporcionar copias del mismo, alegando que estaría comprendido en la causal de excepción del ejercicio de derecho de acceso a la información pública, regulado el numeral 1) del artículo 17 del TUO de la Ley No. 27806.

El ministerio es uno de los que tiene que cumplir con esa obligación de acuerdo con el laudo arbitral, debe liberar los fondos del fideicomiso, y retenerlos porque de esa manera se garantiza el pago a DQM  ese es uno de los aspectos que establece el laudo arbitral, con lo cual ya no habría pretexto para retener el dinero ni decir, que se está discutiendo la validez del laudo en el Poder Judicial porque eso ya terminó, el recurso que había presentado Doe Run ya se lo rechazaron y ya no cabe contra esa decisión ninguna impugnación más.

Cumplir con lo que corresponde

En este caso, el actor principal y el más crucial, se ha vuelto el Ministerio de Energía y Minas, porque es el que tiene los fondos que van a servir para pagar esa obligación, de lo contrario estaría incumpliendo un mandato arbitral si es que ordena la liberación de los fondos, pero no los retiene para garantizar el pago de la deuda a DQM.  

Adrián Simóns, asesor legal de DQM, señaló que, si el Ministerio de Energía y Minas no cumple con el mandato arbitral que garantiza el pago a DQM, este incurriría en desacato a la orden emitida por el Tribunal Arbitral, orden que consta en un laudo que tiene calidad de cosa juzgada y, además, ratificada su validez por el Poder Judicial. En efecto, el numeral 9 del artículo 118 de la Constitución, establece que el Poder Ejecutivo (en cabeza de la Presidencia de la República) está en el deber de cumplir y hacer cumplir las sentencias y las resoluciones de los órganos jurisdiccionales. Los laudos y demás resoluciones que dictan los árbitros son órdenes jurisdiccionales de obligatorio cumplimiento, tal como lo reconoce nuestra constitución y el tribunal constitucional. 

Parte de las garantías a las inversiones que se hacen en nuestro país, implica también que nuestras autoridades cumplan con los mandatos jurisdiccionales, ya sean judiciales o arbitrales. 

Ley que busca favorecer a Doe Run

El 3 de julio, se instaló una mesa de trabajo en el despacho del congresista Pasión Dávila titulada «Liquidación de Doe Run Perú – Pagos créditos laborales concursales y corrientes (posconcursal)», relacionada con un proyecto de ley presentado en abril para modificar la Ley General del Sistema Concursal. Doe Run, en insolvencia desde 2010, había destinado un fideicomiso de 20 millones de dólares para terceros, gestionado por el Ministerio de Energía y Minas. La modificación de la ley permitiría que estos fondos regresen a la empresa, lo que podría impedir los pagos a trabajadores y proveedores.

Lo que estaría buscando Pasión Dávila es sacarle la vuelta, digamos, a ese decreto supremo, porque por una norma especial en la ley concursal, estaría el liquidador facultado a pedirle directamente al ministerio que le entregue los fondos. Independientemente de que el decreto supremo diga lo que tenga que decir, como la otra norma estaría dentro de una ley especial en el marco de un procedimiento concursal, entonces el liquidador lo que quiere es una ley que le diga como es un fideicomiso constituido para garantizar obligaciones de una empresa que está en liquidación, un liquidador está facultado para ir a pedirle directamente los fondos a quien tenga retenido esos fondos en fideicomiso. Es una manera, de sacarle la vuelta al mecanismo oficial, regular de liberación de ese fideicomiso que sería mediante decreto supremo.

Doe Run es una empresa que se ha coludido con más de un organismo del Estado para impedir que las cosas ocupen su lugar. Con mil y una artimañas, Doe Run se ha preocupado durante largo tiempo en esquivar los requerimientos de los empleados públicos; con esas mismas artimañas, la compañía de capitales extranjeros ha organizado un esquema para burlar los controles de los organismos reguladores, llegando al extremo de poner en planilla a congresistas, funcionarios menores y empleados que ocupan cargos públicos menores. En fin, ha montado un andamiaje para no pagarle ni un sol al país. 

Esa es Doe Run, ¿qué les parece?

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Doe Run, DQM, Minen
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