No hay camino más seguro para la derrota de Keiko Fujimori que ella y sus allegados hagan eco de los pánicos, histerias y prejuicios de los sectores altos de la sociedad peruana o de la extrema derecha aterrada con el resultado de las encuestas.
Campañas furibundamente racistas y clasistas en redes sociales, dispendio en paneles absurdos en la ciudad de Lima (habrá que suponer que no han provenido del equipo oficial del Keiko), solo contribuyen a reforzar el estereotipo positivo del gran candidato anti establishment que se tiene al frente, como es Pedro Castillo.
Castillo tiene grandes debilidades personales y colectivas. Para hablar en términos futbolísticos, no tiene banca ni variantes de juego. Va ganando el partido, pero éste se le puede voltear si sigue evadiendo precisiones y contactos con la prensa más inquisitiva.
Hay zonas grises que revelan que su respaldo no es sólido. Está recibiendo votantes de derecha que naturalmente debieran haber migrado al keikismo, tiene respaldo antinatural en el sector AB, el grueso de su electorado no quiere un cambio radical de la Constitución, etc., etc.
De ello va a cosechar, sin duda, la candidata de Fuerza Popular. Pero para ello requiere inteligencia estratégica: convencer primero al propio electorado derechista, rebajar el antifujimorismo y también el antikeikismo (que tiene vida propia) y finalmente convencer a los sectores antisistema de la gran masa D y E que detestan todo lo que tenga que ver con el statu quo político y económico.
Pero esa finura de estrategia (¿cómo defender el modelo y a la vez ser antiestablishment?), pasa por algo más sutil que aquella basada en los miedos irracionales de un sector importante de la derecha peruana, de la cual haría bien Keiko Fujimori en apartarse.
Castillo no está dando muestras que querer cambiar. Hasta ahora lo que se ve es al candidato de Perú Libre estacionado y a la candidata de Fuerza Popular desplegando una estrategia gradual.
Quedan cinco semanas y media por delante. Nada está dicho definitivamente, a menos que los habituales artífices de las derrotas de los últimos lustros, la inefable derecha bruta y achorada, se logre enseñorear en los predios del keikismo. Si es así, mejor que le coloquen la banda de una vez a Castillo.