Claramente el deporte hoy en día es un negocio muy rentable, donde a muchos no les importa lo que pase más allá de los límites del campo de juego. Se mueven millones de dólares entre auspicios y derechos de transmisión, por lo que si resulta provechoso (para algunos) organizar un certamen deportivo en un país donde se violan los derechos humanos, donde se maltrata a las mujeres o a minorías como la comunidad LGTBIQ+, esto no será relevante a la hora de tomar una decisión.
A pesar de que con los años esto no haya cambiado, considero que el rechazo que ha causado el mundial de Qatar es algo bueno, ya que muestra que la sociedad está progresando en este aspecto. Ahora muchos se indignan porque la FIFA haya permitido que el país del medio oriente sea sede de la Copa del Mundo, lo cual no sucedió anteriormente con los casos antes mencionados. Ojalá este progreso continúe, ojalá dejemos de asistir a certámenes en cuya organización haya habido abusos, o en cuyas sedes no se respete a la mujer. De alguna manera esto ejercerá presión para que se tomen en cuenta estos aspectos en el futuro a la hora de escoger una sede para cualquier competición internacional.