La salida del Presidente del Consejo de Ministros no significa un giro al centro como muchos piensan. El nombramiento de Mirtha Vásquez supone una apuesta por una izquierda más progresista y responsable. Su nombramiento continúa con el rumbo trazado por gobierno de reivindicar a los líderes políticos regionales. Lo que si implica este cambio es un alejamiento de las posturas extremistas planteadas por el partido Perú Libre. El Presidente Castillo parece, al fin, haber entendido la necesidad de abrir el gobierno a un mayor diálogo y concertación.
Pedro Castillo parece haber comprendido que él era el único capaz de poner fin a la situación de zozobra en la que nos había colocado el absurdo enfrentamiento al que lo llevó su impericia gubernamental y la imposibilidad de la derecha de aceptar que perdió la elección. Lo que debería quedar claro es que con esta decisión Castillo se comporta como un estadista qua antepone al país a los intereses partidarios. Esta decisión del Presidente no significa ninguna traición y más bien lo reafirma en su vocación democrática de izquierda.
Ninguna de las reformas que intenta realizar este gobierno se podrán hacer en solitario. Es necesario el entendimiento con otras fuerzas políticas, cosa que no se podrá hacer desde un sectarismo ideologizado. Por ello, es importante que ahora la oposición recoja el mensaje que el Presiente ha enviado diciendo que el Perú no necesita ni de vacancias ni de cuestiones de confianza. Ha sido un claro llamado a la gobernabilidad.
Los problemas por los que atraviesa el país son tan profundos como urgentes. Es momento de un llamado a la unidad sin que esto signifique la claudicación en los principios, ideales y compromisos que este gobierno ha entablado con el pueblo que lo eligió. La derecha debería aceptar de una vez que ellos son los responsables principales de que hoy vivamos en medio de la crisis que atravesamos. El pueblo ha querido que sea un gobierno de izquierda el que haga frente a la peor crisis sanitaria y económica de nuestra historia. Cansados de la desigualdad y la exclusión es el momento de respetar la decisión del soberano y darle la oportunidad al gobierno de Castillo de sacar adelante sus reformas. Ya ha demostrado que es capaz de rectificar y seguir avanzando.
Con el remozado gabinete podrá asentar un nuevo estilo de gobierno más dialogante. Vásquez debe tener mucha muñeca para poder entablar con diálogo que ponga al país por encima de las rivalidades y velar porque se sigan haciendo los cambios que sean necesarios en los puestos que sí lo requieran.
La mano del gobierno ha sido extendida y debería ser un deber de la derecha saber leer el gesto y darle mayor gobernabilidad y estabilidad al país. Las fuerzas políticas de izquierda deberían seguir apostando por la unidad y ser el soporte político del gobierno, anteponiendo, claro, el rechazo a la corrupción venga de donde venga. Los peruanos merecemos estabilidad para comenzar a proyectarnos en cómo salir de la crisis.