Jaime Villanueva - Sudaca.pe

La otra Izquierda

En los tiempos convulsos que estamos viviendo se han tergiversado, adulterado y hasta perdido la significación de ciertos conceptos sobre los que valdría la pena volver para tener una comprensión más clara de lo que se está discutiendo hoy en el país. Se está haciendo una costumbre etiquetar como de izquierda o de derecha a posturas que muy poco tienen que ver con lo que estos términos refieren.

La derecha no es el remedo que vemos en varios políticos que se ufanan de etiquetarse en un espectro que seguramente no llegan a comprender. En el Perú la derecha se ha identificado, lamentablemente, con un conservadurismo obtuso y un mercantilismo aprovechador. Carecemos de una muy necesaria derecha liberal que defienda en lo político y en lo económico los principios del liberalismo. Nos estamos acostumbrando a aceptar y repetir una narrativa que identifica derecha con autoritarismo. El problema aquí se debe a la pobreza ideológica y de pensamiento de quienes sólo saben defender sus intereses y privilegios.

Por su parte, la izquierda tampoco se salva de este descalabro. En los múltiples espectros de ésta se pueden identificar a una izquierda conservadora, patriarcal, que niega las libertades económicas y sociales que piensa en un sistema político planificado queriendo repetir modelos que ya han mostrado su absoluto fracaso. Congelados en el tiempo aún creen en las leyes objetivas de la historia, en la burda contraposición entre materialismo e idealismo, en la agudización de las contradicciones y en una seria de rezagos o, mejor dicho, retazos de los manuales con los que la URSS inundo el planeta.

Estos representan los extremos que se chocan y se repelen. Olvidan que el objetivo principal de liberales y socialistas ha sido siempre la lucha contra la opresión, la libertad y la reducción del estado. Lo que los han separado siempre ha sido la estrategia, pero cuando Engels habla del paso del socialismo utópico al moderno reconoce explícitamente que la lucha del socialismo moderno es por alcanzar la plena autonomía del individuo que se encuentra atrapado por y sometido por las condiciones de clase a los que lo ha llevado el capitalismo. Es en el fondo el mismo principio el que une a liberales y socialistas: lograr la autonomía de los individuos.

En ese sentido y desde esa perspectiva. Si se quiere ser liberal y progresista en el Perú es un deber moral ser de izquierda. Pero no de una izquierda trasnochada sino de aquella que defienda tanto los derechos de las minorías, las libertades en todas sus manifestaciones, así como la que le haga la lucha al mercantilismo para lograr una suerte de capitalismo popular que le entregue el poder real a los ciudadanos. Esa otra izquierda moderna es la que está naciendo y encarnando en el programa político del Nuevo Perú.

Un Nuevo Perú es también la posibilidad de una nueva izquierda. En medio del torbellino político que vivimos, en medio de las acusaciones de terroristas y fascistas se cierra toda posibilidad de diálogo y la política enmudece para dejar abierta la puerta a la violencia. Ese peligro es el que la nueva izquierda está llamada a conjurar, el peligro de la inestabilidad a la que nos pueden arrojar posturas extremas, irreconciliables y sordas ante lo que el pueblo realmente quiere.

Es cierto que los peruanos mayoritariamente hemos apostado por un cambio, por un gobierno popular y por la posibilidad de un nuevo pacto social. Pero también es cierto que mantenerse en una guerra permanente cuando la muerte asecha es un despropósito. Por ello, es un deber la izquierda más sensata sentar las bases para una discusión sobre nuestro destino como país y empezar el arduo y trabajoso camino de la reconciliación. Lo que está en juego es no sólo la estabilidad y la viabilidad del país sino la posibilidad misma de nuestras propias vidas. Es un espectáculo realmente grotesco ver, en medio de la muerte y la miseria, cómo los políticos de uno y otro bando se pelean por las migajas de lo que quedará cuando la pandemia haya arrasado con lo poco que quede.

El Nuevo Perú tiene la posibilidad de seguir contribuyendo firme en el afianzamiento y transformaciones que se pueden realizar desde un gobierno progresista y del pueblo, pero a la vez, le corresponde ir generando la narrativa de que nos merecemos un mejor país y una mejor política que el progresismo liberal es la manera más ética de actuar en política en el Perú que estamos empeñados en construir.

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Guido bellido, Nuevo Perú, Pedro Castillo

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