Congreso de la República

Leyendo Ojo por Ojo de Umberto Jara, me topé con un párrafo sobre el accionar de Vladimiro Montesinos que decía lo siguiente: “Montesinos […] pasó a controlar las fuerzas armadas y policiales en su totalidad […] e impuso en los principales cargos a sus compañeros de promoción sin importar méritos o capacidades.” ¿Esto les suena familiar? Muy parecido al reciente escándalo por los ascensos forzados en las FFAA donde Castillo buscó influir para ascender a dos coroneles que, coincidentemente, nacieron en el mismo distrito del actual presidente.

Definitivamente en el Perú, apostar por la calidad y la meritocracia no siempre han sido prioritarios, y es algo que venimos viendo desde hace muchos años, no solo en la política peruana sino también en otros sectores como educación. 

El documento “Marco Conceptual del Grupo de Directivos Públicos del Servicio Civil Peruano” publicado por SERVIR señala que el 80% de los puestos directivos del Estado serán ocupados por profesionales seleccionados en concursos públicos competitivos, dejándose un 20% para cargos de confianza, pero que deben cumplir con el perfil del puesto (Fuente: SERVIR). Y hoy en día, el mismo Congreso está buscando vulnerar esto con la modificación de la Ley de Reforma Magisterial.

Este año, la Prueba Única Nacional, que es la evaluación que deben rendir todos los docentes para postular a una plaza en 2022-2023, fue filtrada, y el Minedu amplió los contratos para asegurar la presencia de maestros en marzo próximo. El Congreso aprobó eliminar esta prueba en el 2021, y además de eso, aprobó incorporar a la carrera pública magisterial a todos los profesores que trabajan en instituciones educativas que no son controladas por el MINEDU, sino por MINDEF o MININTER, sin que deban aprobar previamente la Prueba Única Nacional. ¿Dónde quedó la meritocracia? Si el mismo Congreso parece estar en contra de ella, y supuestamente son quienes representan a todos los peruanos, entonces, ¿qué podemos esperar? 

Definitivamente estamos lejos de tener un cambio en los ámbitos mencionados. Los años pasan, y nada cambia, y al parecer, siempre hay intereses ocultos que prevalecen sobre el bienestar del país. Y el problema no solo es que escogemos mal a nuestros líderes políticos, sino que el sistema tampoco ayuda. Hace unos años se aprobó la no reelección de congresistas, lo cual yo creo que es un craso error y, además, uno de los factores por los cuales no existe la carrera política, ni tenemos buenas opciones para elegir. Como menciona Martín Hidalgo en su libro Congresopedia, “Al no poder reelegir a sus cuadros, los partidos han optado por buscar personalidades de distintos rubros sin detenerse a pensar en la importancia de la carrera política, y específicamente la especialización parlamentaria”.

Por eso mismo no sorprende ver a exfutbolistas postulando a cargos públicos como George Forsyth, Jean Ferrari o el Coyote Rivera, o a una actriz como Vanessa Terkes postulando al Congreso. Aparte de Forsyth, ninguno de los demás mencionados tenía alguna experiencia legislativa, y muchos partidos recurren a estas personalidades para ganar votos y lograr pasar la valla electoral. Actualmente tenemos congresistas que parecen luchar por presentar el mayor número de iniciativas donde figure su nombre, antes que presentar proyectos de ley que realmente aporten, o siquiera conocer bien el reglamento en lugar de blindar a personajes cuestionables.

Nos urge un cambio. Necesitamos que las personas que trabajan para el país estén ahí por sus capacidades, por su experiencia, por el mérito, no simplemente por contactos, por allegados, o por intereses personales. Y esto precisamente juega un rol sumamente importante en la corrupción que nos aqueja hoy en día. No sigamos permitiendo que quienes nos gobiernan continúen haciendo del Estado su tablero de ajedrez. Alcemos la voz de ser necesario, informémonos para estar al tanto de lo que sucede con nuestro país, e involucrémonos para generar un cambio. Si nuestras autoridades no lo hacen, no nos quedemos sentados de brazos cruzados.

 

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Congreso de la República, meritocracia, política peruana

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2021, Congreso de la República, Guido bellido, Pedro Castillo

-La cruzada de denuncias de fraude en el proceso electoral, que agitó medios y movilizó activistas dentro y fuera del Perú, y al final, como quedó demostrado palmariamente, no pasó de ser un bluff. Keiko Fujimori perdió, ajustadamente, pero perdió. Y lo lamentamos, porque seguimos creyendo que era mejor opción que el desastre de gobierno que tenemos ahora, pero la lideresa de Fuerza Popular no entendió razones, hizo una mala campaña en segunda vuelta y se dejó derrotar por un mediocre e improvisado como el candidato de Perú Libre.

-Las campañas mediáticas y médicas contra la vacuna Sinopharm, que llegaron a asustar a un sector de la población, injustificadamente. En base a bulos o papeles, prejuiciosa y malintencionadamente leídos, se quiso hacer creer que dichas vacunas eran “agua destilada! (¡!). Hoy se sabe que la vacuna en cuestión es eficaz, ha salvado miles de vidas, sobre todo del personal de primera línea, y es aceptada, además, en casi todo el planeta. Los causantes del bulo siguen campantes haciendo periodismo o sentados en el Congreso perorando con presunta autoridad académica.

-La expulsión fallida de los venezolanos. Un operativo mendaz, encima fracasado porque no se hizo la coordinación diplomática debida, dirigido por el propio presidente Castillo y con la complicidad del titular del Interior, Avelino Guillén, sumándose a los ultras xenófobos que circulan, felizmente en minoría, por estos lares.

-La complicidad de la izquierda, dizque moderna y progresista, con los desaguisados contrarreformistas y conservadores de un gobierno como el de Pedro Castillo. Verónika Mendoza, su lideresa máxima, se ha prestado a brindarle apoyo a un inefable exministro de Educación, como Carlos Gallardo o un expremier como Guido Bellido. Ojalá la izquierda completa se achicharre luego de tan mediocre gestión y no reaparezca en el escenario electoral peruano por un buen tiempo, hasta que no haga suyos los criterios de modernidad y respeto a las libertades que, otras izquierdas, en diversas latitudes, sí exhiben, y permiten un saludable ejercicio de rotación política con las derechas nativas.

-La votación del Congreso otorgándole la confianza al gabinete presidido por Guido Bellido, que cayó al poco tiempo por su absoluta impericia y desmadres políticos causados por sus miembros. Fue un voto vergonzante del Congreso, particularmente de las bancadas del centro. Nos atreveríamos a decir que este ha sido el papelón político del año, por encima de los otros mencionados. Gracias a ese voto, el país perdió meses cruciales, la economía se deshizo y la confianza empresarial y ciudadana se vino por los suelos.

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2021, Congreso de la República, Guido bellido

Falta poco para que termine el año y si miramos atrás, nos sorprende el haber sobrevivido a un periodo tan intenso: el dolor de la pandemia, la primera vuelta electoral, las vacunas, el desconcertante triunfo de Pedro Castillo, la búsqueda del fraude electoral, la lucha de Perú Libre por el poder en el ejecutivo, la ruptura de Perú Libre en el congreso, la información distorsionada por el periodismo peruano, la búsqueda de la vacancia presidencial, la caída de ministros, la profunda crisis de la educación nacional.

Y justo en el momento en que la crisis socioeconómica en la que se encuentra el mundo entero nos absorbe, Pedro Castillo sigue comportándose como si se encontrará en campaña electoral y aún no gobernara. Un duro desafío para la gestión de un Estado tan inestable, cuando en este contexto, las prioridades debieran tener claro cómo será el retorno a las clases presenciales, el tener listo el sistema de salud para atender al alto número de contagiados con la última variante del virus, el haber empezado un plan para conseguir el retorno de capitales y reactivar la economía de la manera más justa posible, el poner sobre el tapete nuevas políticas de seguridad para enfrentar al narcotráfico y la delincuencia urbana, el tener diseñadas con diversos medios campañas sociales y  culturales a favor de la convivencia sana y solidaria que necesitamos más que nunca.

Contra la urgido, el presidente cierra el año desaprobado, bajo la vigilancia de fiscales debido a sus desconcertantes reuniones fuera de palacio de gobierno, a sus vínculos con funcionarios de estado bajo sospecha de corrupción gracias a que la prensa se encarga de indagarlo. Y más allá de si la información es verdadera o no, la indiferencia del presidente nos desafía cada vez que en lugar de dar razones o justificar lo acaecido, responde tan solo mediante consignas de movilización popular, alimentando el misterio sobre las preguntas que nunca se responderán. Como contraparte, este año nos ha confrontado con un Congreso de la República que hasta la fecha ha realizado pobres y pocas propuestas legislativas creadas para favorecer la informalidad y la corrupción. El resto del tiempo, sus integrantes se han dedicado a deshacer y rehacer alianzas en contra del Ejecutivo y sus ministros. Por supuesto, más desaprobado que el presidente, se encuentra el Congreso.

Esta falta de representación recogida en las encuestas realizadas por diversas agencias, debe alertarnos porque el resultado en cualquier sociedad es sin duda la anomia, el sufrir la carencia de normas capaces de regularnos: los cultivos de coca para el narcotráfico se han multiplicado, los robos a mano armada y los homicidios han aumentado, la violencia de género en los hogares y los problemas de salud mental se han elevado de manera angustiante, la defensa de la informalidad y la evasión tributaria se han posicionado políticamente, la difamación y manipulación abusiva de la información se han vuelto pan de cada día.

Las únicas figuras públicas que han conseguido mantener cierta estabilidad en nuestra sociedad a pesar de esta inmensa ola alimentada por el conflicto de poderes han sido el ministro de Economía y la presidenta del Consejo de Ministros. La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) ya indicó que la economía peruana se encuentra entre las mejor preparadas para el próximo año en la región y el ministro Francke ha cerrado el año anunciando que el crecimiento del producto bruto interno del 2021 ha sido también el más grande en nuestro continente, superando las proyecciones al comenzar el año. La Primera ministra Mirtha Vásquez, reconocida como la auténtica encargada del actual gobierno, ha conseguido como el mayor logro de este año, el reencausar los conflictos con distintas mineras heredados de gobiernos anteriores. Las Bambas sea quizás el más difícil de todos hasta la fecha, pero los resultados mostrados desde el mes de octubre, nos dan esperanza para el desarrollo de la mesa de diálogo que mañana jueves 30 comenzará a trabajar. Que Renovación Popular con apoyo de la prensa no cese de pedir que Vásquez se retire es un ejemplo de cómo en un contexto tan delicado, la oposición política sólo se dedica a alimentar el caos y no nos permite responder solidariamente a las prioridades que tanta falta nos hacen.

Mis mejores deseos para que el 2022 tengamos un respiro con un Congreso y un Ejecutivo dispuestos a trabajar de verdad. 

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Congreso de la República, Gobierno, propuestas legislativas

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carlos gallardo, censura de ministro, Congreso de la República, Educación, ex ministro Gallardo

Dada la tara política del gobierno, la misma que parece irreversible e irremediable, el Congreso opositor va a tener que tomar iniciativas que se entrometan en responsabilidades ejecutivas. Aquí, algunas sugerencias al respecto y otras, propiamente legislativas:

-Debe definir el tema de la incapacidad moral permanente. O se restringe a una perturbación psíquica inhibitoria de las responsabilidades presidenciales o se extiende a serios indicios de corrupción palaciega que comprometan la figura presidencial y justifiquen, sin mácula constitucional, el uso de la vacancia como recurso válido, tanto jurídica como políticamente.

-Precisar la prohibición de que el Estado ejerza función empresarial alguna. Hoy no se puede crear una empresa pública sin ley del Congreso, pero Petroperú y Sedapal sí pueden coexistir. Son, podría decirse, preconstitucionales. Pues bien, debería impedirse que sigan funcionando y que se proceda a su privatización. Eso puede ser tarea del actual Congreso y así nos evitaríamos el desastre que ha anunciado ayer el Presidente de hacer que Petroperú vuelva a explorar y explotar (cada pozo explorado será un colegio o un hospital tirado al tacho).

-Modificar las leyes de descentralización. Es, la historia de los últimos 21 años lo confirma, un fracaso. No ha servido para darle mayor poder económico a las regiones, no ha generado una clase política provinciana educada y con solvencia técnica, no ha generado una tecnocracia pública, no ha mejorado los indicadores de salud y educación, salvo muy honrosas excepciones, y, más bien, ha alimentado una horda de caciques corruptos e ineficientes que han hurtado o dilapidado los recursos públicos.

-Disponer que los ascensos militares y designaciones diplomáticas pasen por decisión del Congreso. Si se precisa reformar la Constitución, pues habrá que hacerlo. Hay que poner todos los candados posibles a cualquier intento de copamiento de dos entidades tutelares de la República. Ya hemos tenido más que suficiente con éste y anteriores gobiernos que han deshecho el escalafón militar por puro cálculo político subalterno, bajo la creencia torpe de que controlando las Fuerzas Armadas se evita la posibilidad de un quimérico golpe de Estado.

-Censurar ministros con mayor rapidez. No puede ser que se demoren casi cien días en arreglar los entuertos de alguien como el exministro de Educación, Carlos Gallardo. Se necesita mayor celeridad. Por si los congresistas no lo recuerdan o saben, no se necesita interpelar previamente para censurar a un ministro descalificado moral o técnicamente para ejercer el cargo. Si Castillo no enmienda rumbos, esta potestad política de la censura va a ser determinante para evitar que el país se vaya al despeñadero.

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Congreso de la República, ex ministro Gallardo, Ministro de educación

Se hizo una el Congreso de la República al censurar al inefable e incompetente ministro de Educación, Carlos Gallardo. Como habíamos señalado en anteriores columnas no era admisible que el Legislativo se abocara, entusiasta, a buscar la vacancia del Presidente y no haya sido capaz, en más de 130 días, de haber siquiera censurado a uno de los tanto ministros impresentables que este gabinete alberga.

En el caso de Gallardo, se trataba de un ministro comprometido con la reversión de la reforma magisterial y universitaria, sospechoso de haber filtrado la prueba docente de manera corrupta, ligado a un sindicato como el Fenatep, de filiación filosenderista, empeñado exclusivamente en destruir el tejido sindical del Sutep antes que en desvelarse, por ejemplo, por el reinicio de las clases presenciales. Muy bien censurado. Más bien, lo criticable es que no se haya hecho mucho antes.

La lista de próximos censurados cae por su propio peso. Juan Silva, ministro de Transportes, entre otros, resalta por su incapacidad y por su manejo sinuoso del portafolio. Ha destruido lo poco que se había avanzado en materia de reforma del transporte, entregándole cuotas de poder a las mafias del transporte informal, orondo e impune.

Eduardo Gonzáles, ministro de Energía y Minas, cómplice de la destrucción de la actividad minera que este gobierno está dejando que se produzca, ausente, cuasi responsable delictivo. El propio ministro ha llegado a hacer declaraciones contemplativas con los autores de los desmanes violentos que ya han paralizado varios proyectos mineros (ayer nomás han incendiado las instalaciones de la mina Anabi, en Chumbivilcas, Cusco).

El propio ministro del Interior, Avelino Guillén, merece, al menos, una interpelación. ¿Cómo es posible que las fuerzas policiales no intervengan en el levantamiento de los ilícitos y extorsivos bloqueos de carreteras, o que no actúen respecto de los ataques a la propiedad privada que hemos visto en varios campamentos mineros, sin que se haya producido siquiera una acción de custodia o de investigación posterior? La policía, al parecer por órdenes del ministro, ha decidido no actuar.

¿El Congreso quiere recuperar sus fueros y su legitimidad? Que acentúe su labor de fiscalización de un Ejecutivo que no da la talla. Eso no es obstruccionismo. Por el contrario, al hacerlo, el Parlamento colabora con la escasa gobernabilidad que un Presidente tan mediocre como Pedro Castillo despliega.

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