Aarón Quiñón

[EL CANCERBERO] Recientemente se publicó un artículo llamado “¿De Guatemala a GuatePerú?” (https://revistafal.com/descarga/22049/) en la revista “Foreign Affairs Latinoamérica”. Este hace un paralelo entre el proceso político guatemalteco y el peruano.

Este fue escrito por Alberto Vergara, doctor en ciencias políticas de la Universidad de Montreal y profesor de la Universidad del Pacífico y Aarón Quiñón, licenciado en ciencias políticas de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Si bien coincido con gran parte de lo planteado en el artículo, considero que este resalta episodios de la política peruana que validan una narrativa y silencia otros que la contradicen, critica ácidamente procesos que no han sido favorables a una posición política pero no hace lo mismo con otros igualmente criticables.

El artículo describe la situación política actual en el Perú como una de “vaciamiento democrático” en la cual, a diferencia del pasado, ya no existen partidos con programa y los políticos no tienen ni experiencia ni capacidad. En este punto coincidimos plenamente.

Menciona la importancia del proceso de lucha contra la corrupción que se inició a partir del escándalo Lava Jato y el efecto que este tuvo sobre los principales políticos del país. Se resalta dos hechos que se entiende fueron la reacción de las fuerzas políticas afectadas por la lucha contra la corrupción:

1) El intento del ex Fiscal de la Nación Pedro Chavarry de destituir arbitrariamente a los fiscales del caso Lava Jato y 2) La vacancia del expresidente Martin Vizcarra y la toma de mando de la presidencia por parte de Manuel Merino (expresidente del Congreso).

Sin embargo, no se mencionan otros hechos que son igualmente relevantes para entender la reacción de otros actores también relacionados con casos de corrupción:

1) La disolución del Congreso por parte del gobierno de Vizcarra utilizando el precario argumento de la “denegación fáctica” y 2) Que el Congreso que se eligió posterior a esa disolución decidió vacar a Vizcarra basado en indicios de corrupción.

El artículo es especialmente descriptivo cuando se refiere al proceso de vacancia de Vizcarra: “asaltaron el ejecutivo”, “clara voluntad restauradora y reaccionaria”, “coalición de ultraconservadores y ultra interesados”, “actores adversos a la democratización” entre otras frases.

Pero respecto de la disolución del Congreso por parte de Vizcarra no se observa crítica alguna.

El artículo critica a la derecha peruana por su comportamiento antidemocrático y tramposo al utilizar el falso argumento del fraude para descalificar la elección de Pedro Castillo. En este punto estamos de acuerdo.

Posteriormente explica que Castillo es vacado como fruto del golpe de estado que trato de cometer, asumiendo la presidencia Dina Boluarte, su vicepresidenta. Pero, a este proceso constitucionalmente correcto lo califica de “lotería presidencial”. ¿Corresponde esa calificación?

El articulo prosigue: “Mas del 70% de peruanos demandaban elecciones anticipadas, pero ni a ella ni al Congreso les importó”, “En la democracia peruana ya no quedan políticos ni demócratas con interés en rendir cuentas a la ciudadanía”, “Boluarte es la versión exitosa del fallido experimento de Merino, logra mantenerse en el poder a sangre y fuego”.

¿Sugiere el artículo que Boluarte no debía haber defendido la constitucionalidad de su mandato? ¿Boluarte necesariamente debía ceder a las protestas que intentaban forzar su renuncia?

¿Sugiere el artículo que el proceso democrático peruano debería ir por la ruta de la democracia directa? ¿Se debe hacer lo que la población demanda más allá de lo que la Constitución determina?

¿Qué tipo de precedente nos dejaría un adelanto de elecciones? ¿Cuándo, en el futuro, un candidato gane una elección presidencial, bastaría que la población demande su salida para que corresponda un adelanto de elecciones?

¿El Republicanismo que propone Vergara, es respetuoso de la Constitución?

El artículo continua: “Boluarte ha llevado la degradación peruana a nuevos sótanos”. Si se refiere a los más de sesenta fallecidos durante las protestas post golpe de Castillo, estamos de acuerdo en que estas muertes son inaceptables, un atentado contra los derechos humanos y que requieren ser investigadas y sancionadas de acuerdo a ley.

También es cierto que Boluarte ha sido tibia en su crítica y sanción a los actores del Estado que han sido responsables tanto directos como políticos.

Lo que no hace el artículo, que creo es indispensable para ser balanceado, es describir el contexto en el que se dieron las protestas y la represión. No solo había un Estado Peruano reprimiendo, también había un multitudinario movimiento de protesta que incluía grupos violentos y que tenía como objetivo restituir a Castillo en el poder y cerrar el Congreso.

El artículo se pregunta por qué, a pesar de compartir niveles de rechazo similares, cayo Merino, pero Boluarte no.

Explica que: 1) La represión a desanimado a muchos, 2) El gobierno de Castillo destruyo la representación de muchos sectores democráticos y 3) El bloque antifujimorista perdió legitimidad al no denunciar la corrupción de Castillo y su entorno durante su gobierno. Coincido en estos puntos.

Sin embargo, le falto añadir dos razones importantes: 1) La mayoría de peruanos no desea restituir a Castillo como proponen los líderes de las protestas y 2) La población intuye que una nueva elección no asegura ni un Congreso ni una Presidencia mejor a la actual, solo implica tirar los dados una vez más.

El articulo concluye que es necesario formar una plataforma de defensa del Estado de derecho, algo en lo cual coincido. Sin embargo, considero que ser laxo en el respeto de las reglas constitucionales es contradictorio con el objetivo de defender la democracia.

¿Qué sucede cuando el politólogo se convierte en político? Es probable que la falta de lideres políticos en el Perú deje un vacío que los politólogos estén tentados de llenar, pero eso no implica que deje de ser necesario diferenciar entre un análisis político objetivo e imparcial y otro que tenga como prioridad favorecer a una posición política particular. Y esto aplica, aunque se tenga la mejor de las intenciones.

Si bien la tesis que plantea el artículo es correcta, el diagnóstico es parcial. Estamos en un proceso de descomposición política y social, que en la posición actual del péndulo se inclina hacia la derecha, pero no es solo corrupción de un sector: afecta a la izquierda (Castillo, Villarán, Humala), al centro (PPK, Vizcarra, Toledo) y sin duda alguna, a la derecha (Fujimori, García). Todos deben ser criticados por igual.

¿Qué queda? La sociedad civil. Construir de nuevo.

@rafaelletts

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