Todos los días, de lunes a viernes, Alexandra Ames, David Rivera y Paolo Benza discuten los temas más importantes del día por Debate. En nuestro episodio número 230: El periodista Ángel Páez desmonta parte de la defensa del ministro de Trabajo en el Pleno. ¿Es Maraví un protegido especial de Castillo? ¿Por qué Bellido lo defiende ahora?

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Lima – Perú

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Ángel Páez, Guido bellido, Iber Maraví, Presidente Castillo

Cada nuevo gobierno que llega al poder realiza cambios en todas las instituciones. Ello es totalmente válido. Nuevo gobernante, «nueva» administración. Todos los partidos lo hicieron, iniciando por el segundo gobierno de Alan García, quien no dudó en llenar de militantes apristas cada rincón de TV Perú. La gestión de Humala hizo lo suyo y no dudaron en sentirse poderosos, al punto de humillar a diversos reporteros del canal del Estado.

Efectivamente, los ministros de Ollanta Humala miraban por encima del hombro a los periodistas del canal de los peruanos: Pedro Cateriano.

¿Cómo olvidar –YouTube guarda el registro– cuando reporteros de TV Perú intentaron realizar preguntas al exministro Pedro Cateriano, en vivo, y el ex aliado de la campaña de la señora K lanzaba miradas de desprecio y actitudes de hombre con poder? Todo televidente del canal de todos los peruanos pudo verlo. Don Pedro Cateriano no supo disimular o el poder lo embriagó.

En los pasillos de Tv Perú siempre se supo que Nadine Heredia contaba con una cobertura especial por parte del canal. Eso no es periodismo gubernamental. ¡Ni de lejos!

Ahora bien. Lo que viene para Tv Perú en la era de Perú Libre en el poder. No es muy distinto, es peor. No sólo porque van a instalar a sus amigos en el canal del Estado, sino porque no tienen cuadros capaces para dichos puestos. Hasta el momento, no tenemos un presidente ejecutivo del IRTP y el ministro de Transportes y Comunicaciones, Juan Silva Villegas, tuvo la osadía de quejarse sobre la línea informativa de TV Perú.

Es evidente que, para Perú Libre y aliados más fanáticos, la información que proporciona el canal del Estado y la opinión de sus trabajadores debe ser monolítica y alineada a los intereses del partido y del gobierno. ¡No hay forma, señores, de ninguna manera!

¿Qué pretende el gobierno de Castillo con declaraciones y actitudes que sólo demuestran sus raíces autoritarias? ¿Qué concepto tiene el partido de gobierno sobre la libertad de expresión como derecho fundamental? Soslaya que todo medio de comunicación, con clara oposición a su gestión, tiene el derecho de expresar su posición en temas políticos, y que los ciudadanos tenemos el derecho a la información, algo que este gobierno no tiene claro, y lo demuestra con la relación agresiva que mantiene con los diversos medios, incluso contra el canal de Estado.

TV Perú necesita una reingeniería. No podemos permitir que los gerentes o directivos del canal controlen y manipulen el trabajo de reporteros que deciden realizar preguntas importantes e incómodas a ministros que creen que el canal de Estado es la caja de resonancia para sus pésimas gestiones: preguntas que generan indignación para ciertos ministros porque no saben qué, ni cómo responder. Cuando esto sucede, el reportero es llamado a gerencia y es «regañado» porque al ministro y a su equipo de prensa no les gustó sus preguntas. Lo digo por experiencia personal. El equipo de prensa de la exministra de Salud de Pedro Pablo Kucsynzki, Silvia Pesaj, puso mi nombre en gerencia de prensa porque no les gustó mi entrevista.

Seamos claros y directos. La línea editorial del Canal de los peruanos es definida por lo que decide el gobierno que ingresa. Ha sido así por muchos años. Pero es necesario que eso cambie. Sí. ¿Cómo hacerlo? El presidente ejecutivo no puede seguir siendo elegido a dedo por el Ministerio de Cultura. Dicho puesto debe dejar de ser un cargo de confianza, al igual que el gerente de prensa. ¿Tal vez es momento de dejar la creación de los contenidos a terceros? La elección de los altos cargos debería darse mediante un riguroso concurso público. La responsabilidad del canal del Estado es cubrir e informar las actividades del presidente y sus ministros, por supuesto.

Sin embargo, señores ministros, informar significa dar a conocer las distintas aristas de un tema. Lo malo, lo bueno y lo feo. Necesitan una aceptable percepción de imagen. Lo sabemos. Pero esa responsabilidad no es del canal de Estado. La responsabilidad es sólo suya.

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Gobierno peruano, línea editorial, Tv Perú

Han pasado casi tres años desde que cientos de vecinos de la zona de Los Tusilagos, en San Juan de Lurigancho, vieron sus viviendas inundadas por primera vez. Fue un aniego enorme causado por la ruptura de un colector de desagüe. En aquella oportunidad, el Ministerio de Vivienda señaló como responsables a la tardía respuesta de Sedapal, y a las empresas contratadas para el mantenimiento y reparación de aquellos colectores: la española Acciona Agua y H&M Servicios Industriales.

Sin embargo, aspectos claves de lo ocurrido no se conocían hasta hoy. Diversos documentos revelan que Sedapal exoneró de responsabilidad a Acciona Agua S.A, al no exigirle que termine con la reparación de una tubería dañada en el colector ubicado en la zona de Canto Grande. Una tarea que estaba estipulada en el contrato, pero que ninguna de las partes cumplió. 

Por el contrario, tomaron la decisión de apartar a la compañía del lugar, apuntalando una coartada pública que este medio desmontará a continuación.

Según el contrato firmado entre Sedapal y Acciona Agua en el 2017, las funciones que debió cumplir la empresa española eran «el mantenimiento preventivo y correctivo del sistema de alcantarillado». Es decir, el desatoro, la reparación de rupturas, el reforzamiento de tuberías, la limpieza mecánica y otros aspectos necesarios para el buen funcionamiento de los colectores. La autoridad a cargo de supervisar el servicio de la empresa contratada era Yuri Sanchez, actual jefe del Equipo de Recolección Primaria de Sedapal y presidente del comité que le dio la buena pro a la empresa española. 

El contrato también indica que Acciona Agua daría mantenimientos a colectores de aguas residuales con diámetros entre 350 a 2.400 mm (milímetros). La tubería afectada del colector tenía 1.500 mm, por lo tanto se encontraba dentro del rango de responsabilidad y aplicación de trabajo establecidos en los términos de referencia.

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Parte del contrato entre Sedapal y Acciona donde se aclara que toda negligencia o deficiencia en el trabajo será responsabilidad del contratista.

 

RED DE MENTIRAS

El 2 de enero de 2019, Sedapal informó a la Municipalidad de Lima que iniciarían labores de rehabilitación de un colector en La Huayrona. Las obras, anunciaron, estarían a cargo de Acciona por el lapso de un mes.

Pero apenas iniciado el trabajo, el 3 de enero, Sedapal le pidió a Acciona retirarse del lugar y contrató, mediante un seguro del Estado, a la empresa H&M Servicios Industriales para que acudiese de emergencia a la zona. Así quedó registrado en un correo, donde Yuri Sanchez, funcionario de Sedapal, alertaba de una avería en el colector de Canto Grande, ubicado a pocos metros del de La Huayrona. ¿Qué había pasado?

Lo sabríamos poco tiempo después de la madrugada del 13 de enero, cuando ocurrió el aniego. En ese momento Sedapal admitió que se dio debido a un “represamiento” -un atoro- en el colector Canto Grande. El Colegio de Ingenieros precisaría un mes después, en un informe, que el colector tenía un forado en su superficie que permitió el ingreso de «una gran cantidad de conglomerado».

“El aniego fue un proceso que se incubó a lo largo de varios días. Se inició el 3 de enero de 2019 y derivó en el atoro del 13 de enero de 2019”, señaló la entidad. Es decir, que los trabajos en La Huayrona dañaron al otro colector, el que generó la inundación.

Sedapal nunca responsabilizó a Acciona por este hecho. Lo extraño es que la empresa estatal tampoco emplazó a su contratista para que -como lo estipula su contrato- repare la tubería dañada. Oficialmente todo quedaba en manos de H&M. Y a eso apuntó la empresa española.

Correo enviado por Yuri Sánchez para la activación de un seguro para reparar una tubería que se encontraba en el rango de responsabilidades de Acciones Agua.

En una nota periodística del diario Gestión, Acciona señaló que no habían tocado el mentado colector y que sólo estuvieron los días 2 y 3 de enero realizando trabajos en la zona. Es decir, desviaron la atención hacia H&M.

Las versiones de la empresa y Sedapal coincidían. Pero diversos correos enviados a Yuri Sanchez, jefe del Equipo de Recolección Primaria de Sedapal, evidencian que mintieron y que Acciona sí estuvo trabajando en el lugar por más tiempo.

Cuatro correos demuestran que en los días 07, 09, 10 y 11, dos días antes del desastre, la empresa Acciona Agua continuaba en la zona del tubo afectado. Es decir, no se retiraron como aseguraron a los medios. Este es uno de ellos.

Los días 7, 9, 10 y 11 de enero, el equipo de seguridad de Sedapal reportó que en el lugar del desastre se encontraba trabajando personal de H&M y también de Acciona. Además, se comunicó que ningún trabajador de la empresa estatal se encontraba en la zona supervisando los trabajos, una falta grave de la institución. Dos días después, San Juan de Lurigancho estaba cubierta de excrementos.

Otro de los correos que muestra que Acciona siguió trabajando en el lugar, según informaron a Yuri Sánchez funcionarios que llegaron al lugar. Sudaca tuvo acceso a todos los correos.

El exministro de Vivienda, Carlos Bruce, señala a Sudaca que, si Sedapal le ordenó a Acciona Agua que se retire, como aseguran en la nota de Gestión, la empresa no debió haber estado los demás días en el lugar del colector dañado.

Bruce recuerda el informe del Colegio de Ingenieros “en el que se demuestra el ingreso de materiales, piedra, basura a las tuberías del colector Canto Grande por la ruptura”. “Acciona Agua debió limpiar eso y no ocultarlo con una tabla, como indica el informe final», asegura.

Asimismo, Christian Castillo Luna, experto en contrataciones del Estado, señala que, si Sedapal decidió retirar a la empresa del trabajo en los colectores primarios, debió de cancelar el contrato por incumplimiento y ejecutar cartas fianzas. “Lo que me preocupa es por qué no se resolvió ese contrato, porque había daños que pagar”, agregó Castillo Luna. 

El abogado apunta que la negligencia de Sedapal es evidente. “Al resolver el contrato, la española debía ser sancionada por el OSCE y, al suceder esto, la empresa ya no podría contratar más con el Estado, menos con Sedapal. Como que los han protegido con ese tema”, añade.

Sudaca se comunicó con el funcionario Yuri Sánchez, el protagonista de los correos, pero no quiso participar de este reportaje. También nos comunicamos con el área de prensa de Sedapal y enviamos un pliego de preguntas que no fueron respondidas. Con la empresa española tampoco hubo suerte. Este medio envió preguntas a la gerencia de proyectos, pero al cierre de esta edición ninguna fue resuelta.

La empresa Acciona, involucrada en el desastre que mantuvo bajo aguas residuales y por varios días a cientos de vecinos de San Juan de Lurigancho, continúa aún contratando con el Estado. En total son once contratos, de los cuales diez son con Sedapal por montos cercanos a S/1.000 millones. El negocio de la compañía española sobrevive en nuestro país gracias a la empresa pública de agua y desagüe.

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San Juan de Lurigancho, sedapal

Todos los días de lunes a viernes «Si el Río suena» con Patricia del Río, entrevistas exclusivas. Este es nuestro episodio número 19.

Para el vocero de la bancada de Renovación Popular, Jorge Montoya, el presidente del consejo de ministros tiene una actitud inadecuada al creer que está en su barrio defendiéndose de sus compañeros. Además, señaló que en la conversación que tuvo el presidente Pedro Castillo con los voceros de las bancadas aseguró que no disolverá el congreso y que corregirá los puntos débiles de su gestión.

En el comentario económico, David Rivera indicó que la precariedad política del gobierno afecta directamente a la economía nacional.

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David Rivera, jorge montoya, Pedro Castillo

Un gobierno débil, torpe, ineficiente, mediocre y pertinaz en el error, como el que nos ha tocado en suerte, ha decidido, a pesar de que su tarea inmediata debiera ser resolver ese zafarrancho interno, ir a la confrontación política con el Congreso.

El premier Bellido ha anunciado que evalúan hacer cuestión de confianza por el eventual pedido de censura al ministro de Trabajo Iber Maraví. El propósito es claro: intimidar al Congreso, dado que si a pesar de la amenaza éste insiste en la censura gasta una bala de plata. Se tumba al gabinete Bellido, pero queda expuesto a que a la siguiente cuestión de confianza denegada que se dé, podrá ser disuelto.

Y si el gobierno ha decidido hacer cuestión de confianza para defender a un políticamente inefable como Maravi, pues hará lo propio cuando quiera expropiar Camisea u otros proyectos empresariales privados (que requiere ley del Congreso), cuando solicite formalmente las facultades delegadas o cuando quiera reformar el artículo 206 de la Constitución.

El régimen, por cierto, juega con fuego, porque ante el escenario factible de la disolución, lo “racional” para un congresista, será optar por la vacancia. “Si me van a disolver igual, pues prefiero irme vacando al gobierno matón”, puede ser tranquilamente la lógica que prime en parlamentarios que hasta ayer podían dudar de si llegar o no a la censura al titular de Trabajo.

Ante la matonesca advertencia de Bellido, lo digno y valiente es que el Congreso, con mayor razón, censure a Maravi y fuerce un cambio de gabinete. Y que se prepare para que el Ejecutivo trate de repetir la figura a la primera de bastos. Es el propio Ejecutivo el irresponsable que ha decidido desempolvar las armas nucleares que ambos poderes del Estado tienen en su arsenal político.

De no ser patético sería risible. O es ambas cosas a la vez. Y claramente refleja que lo que cunde en Palacio es un absoluto desgobierno, con un Presidente timorato y ausente, a quien su Premier se da el lujo de pechar públicamente. Resultado de ese caos interno es el exabrupto político que ayer ha anunciado el Premier con la aparente anuencia -ya ni eso se sabe a ciencia cierta- del holograma palaciego.

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Congreso de la República, Guido bellido, Iber Maraví

El 73% de colaboradores peruanos afirma querer cambiarse de trabajo o dejar su actual empleo, según la encuesta realizada por la consultora Dench. La principal razón de ello son el agotamiento y estrés al ejercer sus labores con más intensidad que antes de la pandemia.

En ese sentido, es importante que los líderes sepan tener un buen manejo de sus equipos para evitar este tipo de situaciones. Un informe de Mensalus, centro de coaching, brinda algunos consejos para reducir el estrés:

Desconectarse al finalizar la jornada

El trabajo es necesario para nuestra vida y es esencial para el bienestar, pero algunas personas se vuelven adictas al trabajo y ellos mismos son los causantes de su situación de estrés. Anima a tu equipo a desconectarse al finalizar la jornada laboral y evita usar tu tiempo personal a tareas pendientes. El descanso es sinónimo de bienestar y el trabajo no debería de comprometer la salud psicológica.

Además, la falta de sueño puede interferir con la productividad, la creatividad, las habilidades de resolución de problemas y la capacidad de concentración. Cuanto más descansada esté una persona, más capacitada estará para hacer frente a sus responsabilidades.

Hacer ejercicio

Si bien descansar es importante, lo es también tener hábitos saludables. El ejercicio físico reduce los niveles de cortisol, la hormona relacionada con el estrés, e incrementa la producción de norepinefrina, un neurotransmisor que puede moderar la respuesta del cerebro al estrés. Además, ejercitarse produce endorfinas que ayudan a mejorar el estado de ánimo.

Gestión del tiempo

La mala gestión del tiempo es una de las causas más habituales de estrés. Por ejemplo, no tener planificada la agenda del día que permita culminar con los pendientes, generará estrés en el equipo en general. Una correcta organización del tiempo es una de las mejores estrategias para prevenir esta situación. Aprovecha los lunes durante las mañanas para alistar los pendientes de la semana y que todo el equipo pueda alinearse.

Practicar Mindfulness

Esta puede considerarse una filosofía de vida que ayuda a afrontar las experiencias de una forma más adaptativa y saludable. Gracias a la meditación y otras técnicas, la persona que practica Mindfulness o atención plena, consigue desarrollar la habilidad de ser consciente, compasiva y de estar en el aquí y el ahora con una mentalidad no enjuiciadora.

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equipo de trabajo, Estrés, Liderazgo

El principal problema del ministro Ciro Gálvez es que no conoce el fenómeno cultural, y en consecuencia no tiene un punto de vista sobre qué debe hacer el MINCUL. Podría asesorarse, aunque a estas alturas es obvio que no se lleva bien con buena parte del sector que encabeza, y que es un hombre impetuoso. Todavía puede buscar asesoría internacional, mejor si es algo diversa, para comparar. Hoy con el hábito del zoom, es cosa de días concretar el apoyo. Pero antes debe tomar plena conciencia de sus debilidades, y actuar considerándolas.

Creo que todas las políticas de Estado, a nivel ministerial, deben contribuir al proyecto nacional de escapar del subdesarrollo. No tengo dudas de que este último responde a una división internacional del trabajo que nos perjudica, y que persistimos en el modelo degenerativo porque un velo occidentalista y colonial que nos lleva a hacerlo. En este orden concentrador de riqueza, sólo un público reducido de la población – usualmente el de mayores ingresos – ejerce su derecho a la cultura, en parte porque en la lógica occidental ésta no es gratuita (sino más bien cara), y en parte porque la concepción de producto cultural que prima lo impide. Por ello, la función central del MINCUL debe ser la de empujar la universalización del acceso a la experiencia de producir y consumir cultura. Cuál otra podría ser, me pregunto. La institucionalización definitiva y la guardianía de la pluriculturalidad peruana, por ejemplo, debería estar en manos de la PCM, porque es una política pública interministerial y multinivel que demanda mucha experiencia de gobierno y poder político, y que a menudo colisiona con grandes intereses privados. Un ministerio nuevo, muy precario y con poco peso ante la opinión pública facilita la labor de los depredadores empresariales, y hasta hoy siempre ha sido rápidamente silenciado por el presidente de turno cuando ha habido conflictividad social de procedencia intercultural. 

La promoción de valores ciudadanos es otra tarea asumida como trabajo primordial del MINCUL, sobre todo entre nuestros gestores culturales. No tiene por qué ser una mala idea, pero está imposibilitada de ser función central del ministerio, porque no tenemos un consenso valorativo al respecto, y por tanto los contenidos del proyecto estarían siempre sujetos a cambios quinquenales, o a ser superficiales para poder sobrevivir. Tampoco la identidad nacional es misión del sector Cultura, como se ha pretendido algunas veces. En general, los contenidos  cohesivos de Estado son responsabilidad del presidente y todo el ejecutivo. El MINCUL puede ser muy estratégico en este cometido, pero no lo lidera. Su gran función pública está  vinculada a la universalización de la experiencia cultura, cuyo ejercicio libre – sea uno emisor o receptor – nos enriquece en la toma de conciencia frente a la realidad, y en muchos otros sentidos. Seríamos otro pueblo si todos estuviéramos más familiarizados con estas prácticas.

Pero delimitada la función, vayamos al dilema: cómo hacer accesible y masiva la experiencia cultural en el Perú. Es claro que aquí se está entendiendo cultura como el conjunto de eventos representativos de la realidad, que se diseñan y presentan – o registran y distribuyen – para el disfrute de otros, y no cultura en su concepción antropológica. Al punto: lo primero es mirar y entender nuestra oferta de cultura, pues sobre ella tiene gobierno y capacidad de fomento el MINCUL. Dicha oferta tiene dos grandes componentes: las bellas artes y sus géneros contemporáneos (por ejemplo la pintura, la danza o las expresiones conceptuales callejeras) y las industrias culturales, que demandan tecnología de producción masiva, y por tanto mucho más inversión en la producción (el ejemplo típico es el cine). De hecho, hay muchos productos que pertenecen a ambos dominios, como la música de estudio o la literatura impresa,  porque los límites conceptuales entre ambas categorías son difusos, pero de todas formas, son estos dos terrenos los que delimitan, hasta hoy, la oferta cultural peruana. El problema de este esquema es que está muy lejos de permitir el masificación de la experiencia cultural libre, pues su institucionalidad y sus fuentes de financiamiento se contraponen, tarde o temprano, a la universalización del acceso, a la libertad de contenidos o a ambos.

En el caso de las bellas artes y sus formatos contemporáneos, está en su génesis la tendencia a complejizar el disfrute y la producción del acto cultural, lo que trae como consecuencia la inevitable elitización del circuito. Son siempre ofertas y demandas muy pequeñas las del mercado de la “alta cultura”, y el esfuerzo de hacerlas masivas, de intentar acercarlas al gusto mayoritario, violenta lo que más valoran sus agentes creativos: la no interferencia de terceros en el contenido de la manifestación vivencial, explícita u oculta. De modo que, aunque se contara con los grandes montos públicos que requiere consolidar una oferta de bellas artes (y afines) competitiva en volumen y calidad, ésta nunca sería masiva, muchos menos en un país subdesarrollado donde las prioridades de gasto familiar siempre son otras. Suele haber libertad de contenidos en este componente de la oferta cultural, pues casi siempre sus productos están financiados por quien los inventa, pero esta independencia se restringe cuando – ocasionalmente – se ayuda con el apoyo material del Estado (premios o infraestructura de exhibición), pues en general los gobiernos valoran mucho más la estabilidad política que el derecho a la crítica revulsiva.

Las industrias culturales, por su parte, sí están vinculadas a los grandes públicos, pero no a partir de sus contenidos más progresistas – que suelen ser de culto – sino, en general, por medio de sus creaciones más banales y elusivas. Y dado que los soportes masivos tienden a ser caros, el empresario o dependencia pública que los financia no suele hacerlo “por amor al arte”, sino por objetivos concretos (no siempre visibles), que en el conflicto de intereses se impondrán a la libertad de contenidos. Obviamente, hay matices en toda realidad, pero es difícil discutir que la industria cultural está muy lejos de poder garantizarnos al acceso masivo a la experiencia cultural libre.

Nada de lo anterior significa que la acción cultural vigente no tenga relevancia política. Claro que la tiene, y por eso es necesaria. Además es una matriz instalada en la realidad social y en nuestras mentes, por tanto es legítima. Pero no está llamada protagonizar la universalización de la experiencia cultural en el Perú. La oferta cultural contemporánea, tal como está concebida, tiene muchísimo que aportarle a las élites informadas y activas del país. Es indiscutible que la creación y el consumo del arte amplía la inteligencia de las personas, y que hay obras geniales que provocan profundas movilizaciones internas. Vaya que les sería útil este hábito cultural a nuestros grandes tomadores de decisión en el país – públicos o privados – y a nuestros mejores especialistas. Asimismo, el prestigio internacional de una corriente creativa o de una sensibilidad nacional es fortaleza geopolítica – poder sutil -, como bien lo han sabido los países desarrollados del mundo, que han posicionado a su gremio artístico por medio de buenas y malas lides. El MINCUL debe manejar con equilibrios inteligentes las tensiones propias de nuestro mercado cultural y – aunque estemos a décadas de una situación mínimamente comparable a la que se busca – apuntar al crecimiento y la mejora sistemática de nuestra oferta creativa artística.

Pero el MINCUL también debe tener claro que, para optimizar su gran objetivo de universalizar el derecho a la cultura en el subdesarrollo peruano, debe abrirse a lógicas y contextos distintos a los que hasta hoy han ocupado su principal atención. Espacios donde el mercado, la vocación distintiva (humana, por cierto), y el Estado mismo, tengan mucha menos posibilidad de intervención. Hay que promover, revalorar y hacer costumbre la expresión cultural en la vida cotidiana de la gente, sobre todo en el mundo popular. Pablo Macera, preciso y sistémico como ninguno, decía en 1975 que todo hombre puede y debe hacer cine, pero que antes había que democratizar sus tecnologías, abaratarlas. Fue muy visionario: hoy cualquiera produce videos con su celular, y un poco que cada uno de nosotros va haciendo, en las redes, la película de su vida día tras día. Debemos divulgar la idea de que la expresión cultural representativa es un derecho y una necesidad de todos, y que debemos ejercerla – para beneficio propio – en nuestra vida familiar y nuestros entornos vecinales. Siempre habrá público dispuesto. Todos estamos formados y definidos, en gran parte, por experiencias culturales de representación, porque son propias de la condición humana. Sin esos recuerdos, usualmente familiares, escolares o de barrio, seríamos otros. 

Los peruanos somos, además y desde siempre, un pueblo de músicos y danzantes, porque nuestros antepasados pre-hispánicos, y luego la comunidad afro-peruana, vivían entre cantos y bailes. Esto, como muchas herencias profundas, sigue felizmente en nuestros genes. Miren el futbol y el vóley de nuestras selecciones en sus mejores momentos, con ánimo contemplativo. Seguramente encontrarán música y danza muy particulares, distintos a los que ofrece el rival. Son manifestaciones humanas (insisto en que muy culturales), donde se ve expresada nuestra sensibilidad colectiva, en este caso nacional. Cuando nos conectamos con estos eventos, nos hacemos mejores. Es interesante notar que, bajo esta mirada, el límite entre expresión cultural y deporte es casi inexistente, siempre que éste sea vivido con amplitud mental, orgullo local y ánimo amateur.

Sin duda la propuesta que describo está muy intersecada con los movimientos peruanos y latinoamericanos de cultura viva comunitaria, aunque se concentra más en la democratización de la acción cultural misma que en la divulgación de la filosofía del bien común. No dudo que al final, inevitablemente, se trata de la misma lucha. También es cierto que estamos hablando de un territorio donde lo oral, actoral y lo audiovisual son lo más propicio, pero eso no significa que lo escrito va a dejar de existir en este entorno. Es imposible, encontrará sus causes expresivos y formatos. Muchos dirán que la mayoría de productos culturales de este circuito no tendrán gran sofisticación técnica y acabado. Es cierto, pero eso no significa que estén impedidos de adquirir la pericia básica necesaria para transmitir vivencias y conmover, o que no puedan inventar formatos más manejables. Al final lo más importante es si se transmite – y cuánto – los sentimientos y estados de ánimo.  Piensen en la música, cuya práctica puede complejizarse mucho, pero que también puede ser ejercida por cualquiera. Cantar es memorizar una melodía y una letra, e interpretarla con nuestra experiencia y voz. Percutar está en nuestra naturaleza. Hacer seguido ambas cosas nos puede dar muchas satisfacciones, y si se nos dan algunos secretos basales del oficio, podemos pasar por la experiencia cultural libre en nuestros entornos cercanos, todas las veces que queramos. Tema tras tema hacen repertorio todos los músicos del mundo. Nadie niega que hay instrumentos complicados, pero hoy existen tecnologías que los reemplazan. El asunto es quitarle la alta exigencia técnica al acto cultural, y privilegiar su potencial expresivo y movilizador para poder masificarlo. 

Consolidar un nuevo sentido común cultural y su institucionalidad no es sencillo ni se hace de un día para otro, muchos menos en nuestros países. La primera, y quizá la única gestión de Estado que se ha tomado en serio esta posibilidad, es la de Susana Villarán, que formalizó la política publica de promoción de culturas vivas comunitarias por medio de una normativa consensuada con los interesados  y un presupuesto de volumen significativo. Hay que retomar y reforzar este esfuerzo. Se trata de construir una nueva red de prácticas sociales, lo que se hace con objetivos lógicos, contenidos claros y divulgables, capacidad de desconcentración administrativa, tecnologías e instalaciones adecuadas. Lo último es lo más carente, porque demanda espacios públicos en la ciudad y eso  depende más de la gestión urbana que de la cultural, pero de ningún modo  impide el proyecto. Las tecnologías de transmisión masiva hoy son mucho menos problemáticas, aunque es verdad que la posibilidad digital todavía está lejos de ser universal en el Perú. Pero está el espectro electromagnético de propiedad pública, de donde el MINCUL debería obtener una señal televisiva y radial – bajo un esquema de financiamiento adecuado – para fortalecer su trabajo de gestión de culturas vivas comunitarias, y todo su plan sectorial. 

Debe quedar claro que el MINCUL, y cualquier entidad pública, no tiene por sí sola los brazos necesarios para llegar a la vida cotidiana de la gente, a todos los espacios locales del país. Por eso, además de las direcciones regionales de cultura – que deben ser fortalecidas – sus socios naturales, para este esfuerzo, son los gobiernos locales y los colectivos culturales, porque conviven de la dinámica de los barrios distritales. Otro canal muy importante es la escuela. El MINCUL debe buscar que se modifiquen los contenidos de la actual currícula escolar, en el área denominada Arte y Cultura, cuyas competencias a desarrollar entre los estudiantes son “apreciar de manera crítica las manifestaciones artístico-culturales” y “crear proyectos desde los lenguajes artísticos”. Es obvio que esto está pensado bajo los parámetros de la oferta cultural vigente, para incentivar a eventuales críticos o profesionales del arte, o para asegurar que los futuros ciudadanos entiendan los códigos de la alta cultura y los aprovechen. El área debe llamarse Expresión Cultural o algo así, y su objetivo debe ser equipar a los alumnos, emotiva, racional y físicamente, para ejercer su derecho a la cultura expresando sus vivencias en sus entornos cercarnos. El espíritu de este espacio docente, incluso su metodología, deben ser definidos por el MINCUL, aunque debe quedar muy claro que cualquier profesor promedio, sin importar su especialidad, puede enseñar muy bien estas materias, si comprende su definición  de acto cultural y le entusiasma el nuevo camino.

Queda por verse nuestro territorio rural, pues es evidente que lo hasta aquí comentado es sólo urbano. En el mundo pre-hispánico, la producción cultural era generalmente funcional, y se daba durante el trabajo agrícola y en ceremonias espirituales, para fines energéticos y de comunicación con la naturaleza. También hubo una tradición de acción cultural cotidiana entre los antiguos peruanos. Según María Rostworowski, abundaban los músicos y los instrumentos de fabricación casera en el incanato, y se solían hacer reuniones en las plazas públicas – entre familias amigas – para rememorar los antepasados con música y chicha de jora. El MINCUL debe ser parte estratégica de una política nacional de regeneración del territorio andino – tema discutido aquí en anteriores columnas -, y debe ser el responsable de recuperar y fortalecer la manera cultural pre-hispánica. Es un objetivo que no sólo agradecerá la patria, sino la especie entera, que busca  urgida las respuestas que el orden capitalista occidental ya no le ofrece.

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Cultura, MINCUL
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