¿Cómo se perenniza todo esto? Muy simple. Todo parte también por la presencia de marcos legales que limitan la presencia de verdaderos partidos políticos, que impiden la presencia de una verdadera democracia dentro de los pseudo-partidos vigentes, que se circunscriben a cúpulas con un fuerte sesgo mercantilista. No todo queda allí, cuando un congresista no tiene la obligación a rendir cuentas periódicas a los electores, amplían su capacidad de generar resultados en contra de sus electores. Mas aún cuando son casi inamovibles por cinco años. En resumen, nuestro entorno político esta viciado y no dispone de las condiciones para generar la promoción y aprobaciones de normas que vayan, realmente, en favor de las mayorías.
Las empresas y los cientos de miles de empresarios honestos y correctos, hoy disponen de dos enemigos. De un lado, la ignorancia e ideologías obsoletas al interior de las ideologías de nuestros políticos; cosa que vivimos hoy con claridad. De otro lado, parte de los mismos empresarios ligados a la corrupción y el mercantilismo. No hay peor enemigo de un empresario, que un empresario corrupto.
El empresario corrupto, por ejemplo, no entiende en la necesidad de crear un ecosistema a favor de sus colaboradores donde pueda compartir el valor creado por su empresa. “Compartir valor” no es caridad, ni responsabilidad social. “Compartir valor” es darle sostenibilidad a los negocios generando un ecosistema donde el compromiso y lealtad de los colaboradores de la empresa se consolide día a día. Esto es aún más necesario en economías que no disponen de institucionalidad y donde el Estado se acompaña también de corrupción e ineficiencias. No basta con pagarle un sueldo a un trabajador, se debe explorar la posibilidad de otorgárselo, en parte, garantizando un mínimo de calidad de atención a su familia en materia de salud y educación, por ejemplo. Algunos dirán que para eso se paga impuestos y de ello se debe encargar exclusivamente el Estado; eso no es cierto cuando no hay institucionalidad.
Otros dirán que esto es costoso, pero la verdad es que si un esquema mínimo en favor de la necesidad de compartir valor operara en nuestro país, la sostenibilidad de los resultados de los negocios se validarían en el mediano y largo plazo. A veces sacrificar algo del Ebitda empresarial a corto plazo, genera la sostenibilidad de mejores resultados del negocio en el mediano y largos plazo. No hay mejor manera de construir fidelidad laboral, paz social y bienestar empresarial que compartiendo valor.
Ahora, imaginémonos una nueva realidad en Perú, donde su frente político se institucionaliza realmente, donde el frente publico se hace eficiente y donde el frente empresarial busca alternativas de compartimiento de valor; esos son los elementos que requerimos para que el modelo económico que puso nuestra macroeconomía como una de las destacadas del mundo por dos décadas, pueda alcanzar el estado de generar realmente mayor bienestar para todos los peruanos.