Hacha

Héctor se levantó muy temprano. Estaba súper emocionado y con el entusiasmo a mil: tenía un nuevo trabajo y era su primer día. Era algo que lo llenaba de entusiasmo y esperanza. Así que se dirigió al campamento en el bosque, donde se desempeñaría como leñador. Llegó al campamento, preguntó por el administrador, la persona a cargo, y se puso a disposición, para iniciar sus labores. El administrador le entregó un hacha reluciente, la cual recibió con una sonrisa contagiante, como la de un niño al que le dan el regalo más esperado.

Unos instantes después le preguntó al administrador, cuántos árboles cortaban normalmente durante la faena diaria (para darse una idea clara de qué se podía esperar de él).

El administrador respondió que, normalmente, se cortan entre ocho a nueve árboles al día, en el caso de los más experimentados. Entonces Héctor observó el hacha y le respondió: “con esta hacha, mi actitud, mi entusiasmo, dedicación y esfuerzo, sé que haré esos nueve árboles por día. Así que me comprometo para, al final del día, tener al menos 9 árboles talados. El administrador le sonrió y le deseó el mejor de los éxitos en su nueva labor.

Héctor tomó el hacha y se dirigió a la zona donde iba a desarrollar sus labores. Con una actitud envidiable, con toda la fuerza, con un optimismo a toda prueba, inició sus labores. Sin descanso, con el entusiasmo al 100%, avanzó y al final del día tenía nada más y nada menos que nueve árboles talados. Estaba súper feliz, pero, sobre todo, muy orgulloso de lo que había logrado. De regreso al campamento se cruzó con el administrador y le contó que había cumplido con su meta de nueve árboles, y que se comprometía para el día siguiente a dar la milla extra y talar diez. El administrador nuevamente le sonrío y le deseó el mejor de los éxitos.

Al día siguiente, Héctor nuevamente decidido, empoderado, y con el entusiasmo al 100%, se dirigió  al bosque. Dio su 100%. De hecho, incluso, se esforzó aún más que el primer día. Pero sólo logró ocho árboles. Él se había propuesto 10. Es decir, no sólo no había cumplido con su meta, sino que había logrado menos que en su primer día. Esto lo tenía molesto, contrariado e incómodo, porque a pesar de darlo todo y aún más, de su entusiasmo, de su actitud positiva, de su empoderamiento, no logró su meta. No estaba claro que había pasado y eso lo confundía más. Nuevamente, y de regreso al campamento, se encontró con el administrador y le contó lo sucedido. Que a pesar de darlo todo no había podido lograr su meta. Pero que se comprometía al día siguiente a esforzarse aún más, a no detenerse, a no dejarse vencer, a comprometerse al 100% y con su entusiasmo, su dedicación y su actitud, él estaba seguro de que ahora sí lo lograría. Él iba a cortar al menos nueve árboles.

El tercer día, estuvo preparándose mentalmente y esta vez no iba a dejar que nada ni nadie se interpusiera entre él y su meta de cortar 9 árboles. Incluso fue más temprano a su trabajo. Sin embargo, al final del día, y con las justas y casi muerto, solo logró cortar siete árboles. De regreso al campamento, confundido, totalmente desanimado, a punto de tirar la toalla, sin tener claro porque a pesar de su entusiasmo, su dedicación, su optimismo y su actitud 100% positiva, no había podido lograr su meta. Entonces se encontró con el administrador. Y cuando le contó lo que le había pasado, y cómo a pesar de todo, de su actitud, de su optimismo, no había logrado su meta. Fue cuando el administrador puso su mano sobre el hombro de Héctor, lo miró a los ojos y le preguntó: “¿Hace cuánto no afilas tu hacha?”.

Y esa es la pregunta para ti: ¿Hace cuánto no afilas tu hacha? ¿Hace cuánto tiempo no aprendes cosas nuevas? ¿Hace cuánto tiempo no le dedicas un tiempo a prepararte para los nuevos retos? Y no me malinterpretes, no es que el entusiasmo, la actitud positiva, el empoderamiento, como el que tenía Héctor, no sean importantes ¡claro que lo son! Sin embargo, no bastan… porque en ciertos momentos de tu vida, sobre todo para los nuevos retos, ya no alcanzan, ya no son suficientes. Debes complementarlos con nuevos conocimientos, desarrollar nuevas habilidades y destrezas.

Nuevos retos, nuevos desafíos, nuevas situaciones, nuevos problemas requieren actitudes, acciones y soluciones nuevas. Si quieres lograr lo que aún no has logrado en tu vida, debes estar dispuesto a hacer, quizás, las cosas que hasta este momento no has hecho. También es posible que debas tomar las decisiones que, hasta ahora, por alguna razón, no has tomado o quizás hayas postergado.

Te invito entonces a que “afilies tu hacha”, que te prepares, que crezcas como persona, que te desarrolles, que enfrentes nuevos retos, pero con nuevas herramientas, con nuevos conocimientos. Hoy por hoy, el acceso a la información es muy sencillo, ya no hay razón para no aprender constantemente. Recuerda, el que quiere y se compromete… encuentra el camino. El que solo lo ve como una buena idea, siempre va a encontrar una excusa. ¿Qué eliges? Vamos, entonces, por esas metas y esos sueños. Vamos entonces a “¡afilar el hacha!”.

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Creciendo entre amigos, Hacha
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