Vacunagate

En la Cancillería las aguas están movidas. Tres diplomáticos sancionados por vacunarse en secreto con dos dosis de Sinopharm han sido colocados en embajadas con peso estratégico: el Vaticano, Tokio e Irlanda. Se trata de Jorge Lazo Escalante, Manuel Gonzales Chávez y Óscar Suárez Peña. Ellos irán a dichas sedes el próximo año, de acuerdo al plan de traslados y rotaciones de Torre Tagle para el 2022. Lo harán como ministros,  la segunda categoría más importante en el mundo diplomático.

La decisión ha causado malestar en un grupo de diplomáticos que no fueron considerados para cubrir las cien plazas vacantes en las representaciones diplomáticas en el exterior. Esto, porque consideran que ellos sí tienen una hoja de vida intachable, según pudo conocer Sudaca.

Propuesta
Lista del cuadro anual de traslados y rotaciones de los diplomáticos para el 2022. Los ministros Manuel Gonzales Chávez, Óscar Suárez Peña y Jorge Lazo Escalante, quienes se vacunaron en secreto, figuran en los puestos 37,42 y 56.

LAS MOVIDAS

Suárez Peña, Gonzales Chávez y Lazo Escalante serán enviados a Irlanda, Japón y el Vaticano, respectivamente. En febrero de este año, los tres fueron retirados de sus cargos y sometidos a un proceso disciplinario por un pedido expreso del entonces canciller Allan Wagner, tras destaparse el escándalo del ‘Vacunagate’.  Una tormenta política luego de que 487 personas se inmunizaran en secreto con dos dosis de Sinopharm, en el marco de un ensayo clínico. La revelación embarró al expresidente Martín Vizcarra, quien se vacunó en secreto antes que los médicos y con la pandemia del coronavirus en su peor momento. Y también provocó la caída de la entonces canciller Elizabeth Astete, otra de las privilegiadas.

Elizabeth Astete
Elizabeth Astete Rodríguez renunció al cargo de canciller, en febrero de este año, tras admitir que se vacunó en secreto, en medio del escándalo del “Vacunagate”. Foto:Congreso.

El diplomático Suárez Peña pasó la situación más comprometedora. Al momento del escándalo estaba destacado en la Presidencia del Consejo de Ministros y participaba en una comisión creada por Relaciones Exteriores para negociar la compra de vacunas, según un informe de Contraloría. Suárez se aplicó la vacuna en secreto el 27 de octubre y el 17 de noviembre del 2020.

Durante la investigación de control, Suárez dijo que él mismo le pidió la vacuna a Arturo Jarama, cabeza de las negociaciones para la adquisición de antídotos en Cancillería. “Ante mi comentario espontáneo [su pedido para vacunarse] al embajador Jarama, recibí de él el ofrecimiento para participar en dicho ensayo. Mi entendimiento inicial fue que el ofrecimiento era para participar en los ensayos clínicos de la fase 3 del proyecto de la vacuna del laboratorio Sinopharm, en las mismas condiciones que los otros 6.000 voluntarios y que, probablemente, mi inclusión se debía a que algunos de los convocados, inicialmente, habían declinado”, aseguró Suárez, quien fue el segundo funcionario de Cancillería en vacunarse. El primero fue Jarama, que salió de Torre Tagle en medio del escándalo.

En febrero de este año, la Cancillería cesó a Suárez de su cargo de representante de esa cartera en la PCM y como cónsul general en la ciudad de Vancouver, en Canadá. Casi de inmediato la Oficina General de Recursos Humanos y una comisión disciplinaria le abrieron proceso a Suárez. Lo sancionaron con seis meses de suspensión, sin goce de haber. 

Cumplido el castigo, la Comisión de Personal de Torre Tagle, presidida por el vicecanciller Luis Chávez Basagoitia, decidió en un informe del 22 de noviembre proponer a Suárez como ministro -un alto cargo en la diplomacia que funge de asesor principal de un embajador- en la legación de Irlanda. El viaje fue programado para julio del próximo año. Fuentes del Ministerio de Relaciones Exteriores alegan que “al cumplir la sanción, el diplomático queda apto para seguir la carrera”. 

Vice Canciller
Viceministro de Relaciones Exteriores, Luis Enrique Chávez Basagoitia, presidió la Comisión de Personal de Cancillería y recomendó el traslado de diplomáticos que se vacunaron en secreto a embajadas estratégicas. Foto: Emmanuel Berrod.

El asunto es que, en la interna de Torre Tagle, un grupo de diplomáticos considera que se afecta la meritocracia y la imagen de Cancillería, de acuerdo a una fuente de Relaciones Exteriores que le manifestó su preocupación a Sudaca. Esto al ver que, tan pronto cumplen su sanción, los involucrados en el ‘Vacunagate’ son nombrados en embajadas consideradas importantes.

“Si ellos han estado castigados, no han debido salir del Perú en un tiempo regular, al menos cinco años. No sé cuál es el criterio que ha utilizado la Cancillería. Ellos han faltado a una norma. Se vacunaron, aprovechando su posición”, dice a Sudaca el exembajador Juan Velit Granda. Y añade: “Muchas veces, por acercamientos políticos o por varas, alguien tiene mejores destinos que otros”. 

Otros opinan distinto. El experto en derecho internacional Fabian Novak dice que, al cumplirse el castigo, “no se puede seguir pidiendo que la sanción se prolongue”.

Sudaca envió un correo al diplomático Suárez Peña, pero al cierre de esta edición no hubo respuesta.

OLVIDO Y PERDÓN 

Otro caso es el del diplomático Manuel Gonzales Chávez, quien en julio del próximo año será enviado a la embajada de Tokio, Japón,  para ejercer como ministro. “Japón es un país asiático fundamental para el Perú, aunque China es una plaza de mayor trascendencia”, dice Fabian Novak. 

Gonzales Chávez se vacunó, el 14 de enero y el 4 de febrero del 2021,  cuando ejercía el cargo de jefe del despacho viceministerial de Relaciones Exteriores. “Deseo subrayar que no me animó un interés egoísta. No antepuse mi interés personal sobre el público. Mi deseo fue contribuir a garantizar la consecución óptima de las funciones que venía desempeñando de manera presencial”, declaró Gonzales Chávez en la investigación de la Contraloría, que recomendó sanciones administrativas. 

El látigo para el castigo lo tenía Torre Tagle.  En una investigación interna, Gonzales fue sancionado con tres meses de suspensión sin goce de haber. El diplomático tampoco atendió nuestras consultas al cierre de esta edición. 

Finalmente, el diplomático Jorge Lazo Escalante, otro de los vacunados, recalará, en enero, en una plaza considerada codiciada por los expertos consultados, el Vaticano. El puesto: ministro. 

“El Vaticano es un buen destino y podría considerarse como un premio. Se vive una vida muy apacible, muy tranquila”, dice el exembajador Velit. 

Lazo se desempeñaba como director de la Dirección General de Protocolo de Cancillería, cuando cayó en la tentación de vacunarse  el 15 de enero y el 5 de febrero del 2021. “En el mes de diciembre del 2020 me enteré que el jefe del gabinete del Ministerio había sido vacunado contra la Covid- 19. Entendía por ello que, al menos, estaba autorizada la vacunación para el personal de la Alta Dirección y para aquel personal considerado indispensable para la continuidad operativa del Ministerio de Relaciones Exteriores, y que se encontraba altamente expuesto al contagio por ir diariamente a trabajar de manera presencial”, declaró Lazo a la Contraloría. 

Torre Tagle lo sancionó -como en los otros dos casos, en abril- con dos meses de suspensión sin goce de haber. “La Cancillería encontró responsabilidad por un error de apreciación. Yo considero que fue injusto. Era un funcionario por demás expuesto al contagio, viajando a provincias, estando en plazas públicas, haciendo veinte mil ceremonias y teniendo contacto físico con mucha gente”, dice Lazo a Sudaca.

Al ser consultado sobre si está arrepentido, responde: “No es que me arrepienta o no me arrepienta. Por supuesto que estoy apenado por todo lo que se ha generado. Nosotros hemos sido inducidos al error por otros funcionarios. En mi caso, hice todas las consultas sobre si podría ser vacunado. Por esa razón me vacuné, entendiendo que estaba autorizado”. 

“Me afectó moral y económicamente la sanción. Y me afectó la carrera porque tenía una foja de servicio intachable, con pura felicitación. Me dolió que en mi foja aparezca una sanción disciplinaria por algo en lo cual no actué nunca con dolo. Ni siquiera con culpa. Simplemente cometí un error, de seguir lo que pensaba eran instrucciones”, añade Lazo, sin decir quién lo indujo a vacunarse. Ahora va a la Santa Sede, como ministro. 

Al cierre del año, los movimientos de personal en la Cancillería de Óscar Maúrtua han alborotado la interna.

*Fotoportada: Darlen Leonardo

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El “Vacunagate” es un buen gatillo para disparar reflexiones más allá de la indignación que ha causado la miseria moral de la casta política, empezando por el expresidente Vizcarra y algunas ministras, que “no podían darse el lujo de enfermarse“. Peor aún cuando en la lista de los 487 privilegiados con la vacuna “muestra gratis” de los chinos hay parientes de los elegidos, choferes, un dueño de chifa y hasta un cura, que les quitaron la posibilidad de sobrevivir quién sabe a cuántos trabajadores de primera línea, médicos, enfermeras, policías, barrenderos. No hablemos ya de los ancianos, que están entre los más vulnerables. Se trata, simplemente, de un genocidio en segundo grado, de un crimen repulsivo de lesa humanidad, impulsado por el egoísmo y la falta de escrúpulos.

 

Quiero por ello recordar un dato que trajo hace varias décadas el gran crítico español Luis Monguió cuando en un artículo que examinaba los múltiples sentidos de la palabra “nación” se fijó en un documento antiguo que hablaba de una “nación porcina”. Puede sonar gracioso, pero tiene sentido, pues en su significado arcaico una nación es cualquier agrupación de origen común, con rasgos homogéneos de costumbre, apariencia, origen geográfico y ancestral, y con lealtades gregarias que benefician al conjunto. Se cumple para los chanchos como para los humanos, salvo que en estos la lengua es también un rasgo definitorio. Con el tiempo, la palabra nación (del latín “natio”) se usa exclusivamente para las personas, y corresponde al término “ethnos”, que en griego significa lo mismo.

 

Los tiempos cambiaron con la Revolución Francesa y el término pasó a significar algo más amplio, transterritorial y transétnico, marcado en sus límites por un territorio “nacional” dominado por un estado burgués o de aspiraciones burguesas para explotar mejor las nuevas tierras heredadas de las monarquías y la aristocracia y asimiladas a su dominio. Pero eso recién empieza a ocurrir desde el siglo XVIII, haciendo que el significado antiguo de nación sea cada vez menos común.

 

A pocos meses del Bicentenario, el “Vacunagate” hace pensar qué clase de nación somos en el Perú. Es obvio (y ya lo han dicho los historiadores hasta la saciedad) que la Independencia declarada por el general José de San Martín el 28 de julio de 1821 fue una de tantas proclamaciones, antes y después. Asimismo, que si bien participaron tropas mestizas, mulatas y en menor medida indígenas en los ejércitos tanto realista como patriota, la dirigencia de la causa libertadora estaba en manos de los descendientes de los encomenderos y los comerciantes coloniales, es decir, de los criollos de la élite, agrupados en su mayoría en Lima. Aunque no todos los criollos eran fervientes partidarios de la independencia, se trataba en su conjunto de una nación criolla que aspiraba a convertirse en nación peruana por arte de birlibirloque, buscando acomodar sus intereses y alimentar su empoderamiento. Por eso la situación de los grupos subalternos casi no cambió en nada, al menos hasta la Reforma Agraria del general Velasco Alvarado.

 

La “nación criolla” nos ha gobernado por casi 200 años y no tiene visos de cambiar. Su necropolítica volvió a mostrar su rostro asqueroso con el incidente del “Vacunagate”, uno de tantos escándalos de corrupción en que se muestra que el Estado supuestamente “nacional” está al servicio de los grandes personajes y los grandes negocios, no del pueblo.

 

Una búsqueda rápida en plataformas como Google nos lleva a que el origen de la palabra “vacuna”, según Pasteur, “viene de la palabra latina vacca (vaca), en homenaje a los experimentos de Edward Jenner con la inoculación de la viruela bovina (también conocida como viruela vacuna)”. O sea, el concepto de “vacuna” tiene su origen en el reino animal. Podemos hablar, pues, también, de una “nación vacuna” enquistada en el poder.

 

Ya sería hora de desalojar a esa nación de animales morales o de lograr que comparta sus privilegios con los más de treinta y dos millones de peruanos. Los criollos de a pie debemos formar alianzas fuertes y duraderas con el resto del pueblo de este hermoso país, con los pueblos originarios, con los mestizos de raíces fuertes, con nuestra olvidada comunidad afrodescendiente, que sufren la misma opresión histórica y la tremenda desigualdad económica.

 

Ojalá el “Vacunagate”, nuestra vergüenza nacional del momento, no se nos olvide a la hora de votar el 11 de abril. Ahí veremos si hay esperanza.

 

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