democracia peruana

Se les debe exigir a los candidatos peruanos un pulcrísimo compromiso con la democracia formal. Y el test Venezuela sirve para ello. Quienes se muestren dubitativos o ambiguos respecto de lo que allí ha sucedido, demostrarán que no tienen entre su arsenal valorativo político la defensa democrática.

Y es muy fácil hoy en día llegar al poder y convertir la democracia peruana en un sainete. Es muy popular atentar contra ella y recorrer el camino autoritario. Según la última encuesta del IEP, el 87% de peruanos se halla insatisfecho o muy insatisfecho con la democracia y un 57% de ciudadanos justificaría un golpe militar.

Recordemos, además, lo fácil que es cooptar la democracia por dentro. Un inepto como Pedro Castillo logró controlar el Congreso a punta de prebendas o sobornos directos, y si bien las Fuerzas Armadas le dieron la espalda cuando perpetró el golpe de Estado demoraron horas en pronunciarse (algunas dudas o disputas institucionales internas debe haber habido).

Basta llegar al poder y desde allí cooptar las instituciones poco a poco y después dar un zarpazo constitucional que permita la reelección y se acabó la democracia en el Perú. No tenemos la fortaleza institucional suficiente para aguantar una embestida del nuevo perfil autoritario (Venezuela, Nicaragua, Bolivia, etc.).

Y el problema mayor en la coyuntura actual es que la amenaza proviene de ambas orillas del espectro ideológico. Las propuestas autoritarias se despliegan por igual desde ambos bandos y reducen el margen de opciones democráticas a una derecha y una izquierda moderadas que ojalá levanten cabeza y logren lanzar mensajes disruptivos que compitan con las bravatas demagógicas que abundarán, efectistamente, desde los extremos.

Hoy mismo, a año y medio de las elecciones, las encuestas colocan en la delantera a partidos autoritarios que seguramente molerían la democracia, con todo lo que ella implica (Estado de Derecho, separación de poderes, etc.) a la primera de bastos.

Corresponde a la prensa ejercer un rol hipercrítico y vigilante de estos arrestos o síntomas autoritarios y denunciarlos con firmeza, como merecidamente ha ocurrido con Verónika Mendoza por su deleznable ambigüedad respecto de la tiranía de Nicolás Maduro.

 

Tags:

democracia peruana

La simple conformación de un grupo político nuevo, de centro, como él mismo se define, denominado Lo Justo, ha generado una sobrerreacción inusitada de cierto sector de la derecha, zahiriéndolo y atacándolo con saña.

No se entiende, la verdad, el encono ciego de este sector de la derecha hacia todo lo que se conduzca por los carriles del centro o la centroizquierda. Detrás del epíteto de “caviar” sobreviene de inmediato una ola de adjetivos descalificatorios que no guardan proporción con los que le endilgan a quienes de verdad sí pondrían en riesgo todo el modelo económico y político instalado desde la Constitución del 93, como es la izquierda radical, que viene creciendo paso a paso en el país y que amenaza con ser protagonista electoral.

El verdadero enemigo que el país democrático tiene al frente es el que conforma la izquierda radical aludida, que de llegar al poder construiría, sin dudarlo, un modelo chavista en el país. A esa izquierda, sin embargo, la prensa de ultraderecha hasta la apapacha porque coincide con ella en su odio anticaviar.

A los sectores de centro o de centroizquierda lo que sí cabe reprocharles es haber desmontado de a pocos el modelo económico que brilló hasta finales del segundo gobierno de García y que fue el que permitió la inmensa reducción de la pobreza obtenida. Hipnotizados por el apego a la institucionalidad democrática mal entendida estos sectores fueron, poco a poco, trabando la inversión privada, bajo sinfín de regulaciones burocráticas, haciendo que la transición post Fujimori termine construyendo el lecho sobre el cual luego se montó un triunfo electoral como el de Pedro Castillo.

La lección, sin embargo, parece aprendida. De lo escuchado hasta el momento a diversos voceros del centro, queda claro que el respaldo incondicional al modelo de inversión privada se da por descontado. Ese constituye un avance político en el país que la derecha haría bien en ponderar antes que denostar con furia.

Se va a necesitar que tanto el centro como la derecha conformen frentes multipartidarios para el 2026 y sean dos actores de tales predios ideológicos los que pasen a la segunda vuelta, sacando de carrera a la expresión de los ánimos antiestablishment que enarbola la izquierda radical. Ojalá la ultraderecha y sus voceros mediáticos lo entiendan.

La del estribo: imperdible la obra teatral Mudarse de sí (pollito con papas), una autoficción del dramaturgo Tirso Causillas, quien también actúa en la obra, y que es dirigida por Nani Pease. Desnuda una tragedia familiar con humor y mordacidad, además de recursos teatrales muy propios. Va por pocas semanas en la casa Yuyachkani.

Tags:

democracia peruana, frentes multipartidarios, la derecha peruana
x