Ojalá mejore un poco la situación económica en el 2025, como ha previsto Julio Velarde, presidente del BCR, y ello genere, a su vez, una relativa sensación de mejora o mayor bienestar en las empobrecidas clases populares peruanas.

Tal circunstancia podría amenguar en algo la irritación popular masiva y omnipresente que siente la plebe en el Perú, podría servir para aminorar la “cólera del pobre”, como la definía nuestro poeta mayor César Vallejo.

La pandemia sirvió para tumbarse la ilusión de que había surgido en el Perú una pujante clase media y fue útil también para demostrar la inexistencia del Estado para los más pobres, que recibieron una atención médica de país del cuarto mundo.

Y ese hecho los debe haber hecho reflexionar cómo les sucede lo mismo, en educación, en seguridad, en acceso a la justicia, en oportunidades, digámoslo claramente, de romper el círculo de pobreza en el que se hallan, desbaratando la ansiada mejoría de sus nuevas generaciones.

El Perú va a necesitar un gobierno extraordinario el 2026, que sea capaz de romper la inercia económica y hacernos retornar a la dinámica existente hasta el final del segundo gobierno de García, pero que, a la vez, y no en menor jerarquía, empiece a construir un Estado capaz de ejecutar políticas públicas, libres de ineficacia y de corrupción.

Lamentablemente, la mediocre y pueril gestión de Dina Boluarte atenta contra una opción así, porque favorece que el malestar popular busque fórmulas autoritarias, populistas, radicales, disruptivas, y soslaye las propuestas acomedidas de la sensatez.

Ya los expertos en marketing electoral tendrán ante sí la dura tarea de convertir el hartazgo popular en esperanza y optimismo. Pero ello va a depender, en gran medida, de que la centroderecha (¿o acaso el fujimorismo o la izquierda radical son opciones razonables?) logre unirse. Ayer me escribía un amigo de que con la lista de presidenciables de derecha que había colocado, la misma no iba a ningún lado. Con mayor razón, en su unidad puede alcanzar la virtud política que se traduzca en intención electoral. No veo otro camino.

La del estribo: gran expectativa y confianza en la dirección de la gran Mariana de Althaus para sacar adelante Detrás ruge el lago, una versión libre de La Gaviota de Antón Chéjov. Con un elenco encabezado por Tatiana Astengo y Leonardo Torres Villar promete buen teatro. Va en el Teatro La Plaza hasta el 22 de octubre. Entradas en Joinnus.

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BCR, Cólera del pobre, Julio Velarde

1.- Lo primero es definirse sin ambages de derecha. Ya no es una mala palabra para los sectores populares. Por el contrario, según algunas encuestas, supera a la izquierda en autoidentificación ideológica.

2.- No es posible que Hernando de Soto, Fiorella Mollineli, Fernando Cillóniz, Roberto Chiabra, Rafael Belaunde, Carlos Espá, Ricardo Márquez, Carlos Neuhaus, Pedro Guevara, Carlos Anderson o Wolfang Grozzo, vayan por separado a una justa electoral. Todos unidos, en un solo frente, con un buen candidato y sobrados cuadros tecnocráticos y candidatos al Congreso, pasarán a disputar, sin duda, la segunda vuelta.

3.- Debe ser disruptiva. El “modelo” vigente, tal como lo entiende la gente, es un desastre, sin salud, educación, justicia, seguridad, crecimiento económico. Hay que patear el tablero y ser enfático en que se quiere cambiar el establishment, no mantenerlo y mucho menos defenderlo. Hay decenas de propuestas programáticas en diferentes sectores que bien podrían darle ese tono disidente a la derecha unida.

4.- Deben alejarse lo más posible del gobierno actual. Es un desastre absoluto. El pacto Ejecutivo-Legislativo que nos gobierna es una calamidad sin remedio y por eso su altísima tasa de desaprobación. Algunos sectores de la derecha se conforman con Dina Boluarte porque hay relativa paz social. Es un craso error de interpretación, que no está leyendo el inmenso malestar popular que crece a diario bajo la epidermis aparente de la calma.

5.- Debe cuestionar con dureza a los dos socios cooperantes del desastre, que son Keiko Fujimori y César Acuña, que en los hechos están demostrando cómo sería un gobierno de cualquiera de ellos. Por supuesto, ni pensar en sumar a Fuerza Popular o Alianza Para el Progreso, en ningún tipo de pacto o alianza.

6.- Empezar la campaña desde ya. Quien más recorra el país, más opciones tendrá. Lo pueden hacer. La gente no los identifica con el régimen y no son, por ende, repudiados. Con una buena campaña de marketing publicitario, la derecha debería estar llamada a disputarle a la izquierda radical o a Keiko Fujimori la jornada final de la segunda vuelta.

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elecciones 2026, ideas para la derecha

Interesantes las respuestas que sobre el fujimorismo contiene la última encuesta del IEP. Preguntada la ciudadanía respecto de la influencia del fujimorismo actual, 52% cree que mucha, 19% algo, 13% poca, 7% nada. Yo hubiera respondido que mucha, dado el peso político que Fuerza Popular mantiene en el Congreso y su rol de socio del gobierno de Dina Boluarte (ésta, sin Fuerza Popular, no dura una semana en Palacio).Lamentable papel que ojalá le cueste a Keiko el pase a la segunda vuelta.

Más precisada, la encuesta pregunta sobre la valoración de la influencia y coincide con mi parecer. Un 63% estima que su influencia es mayormente negativa, 51% positiva y negativa al mismo tiempo y 45% mayormente positiva.

Respecto de la evaluación de Alberto Fujimori como personaje político, un 47% la considera mayormente negativa, 37% mayormente positiva y un 12% positiva y negativa al mismo tiempo. Acá yo hubiera respondido “mayormente positiva”; sus activos me parecen superiores a sus pasivos.

Calza ello con la evaluación del gobierno de Alberto Fujimori: un 44% lo considera mayormente positivo, 42% mayormente negativo y 12% que tuvo cosas positivas y negativas al mismo tiempo. Fujimori fue un gobernante extraordinario en lo bueno y en lo malo (derrota al terrorismo, reforma económica versus autoritarismo y corrupción), pero su legado final me parece positivo en el balance.

Un 51% considera que el fallecimiento de Alberto Fujimori impactará políticamente en el futuro del fujimorismo y un 41% considera que no. Me sumo a la mayoría. La muerte del patriarca, ocurrida en un momento de unidad familiar, le suma a Keiko Fujimori; el albertismo es una fuerza importante.

Discrepo de la respuesta que señala, en un 9.1%, que fortalecerá al fujimorismo y en un 18.5% que lo debilitará. A la postre, terminará beneficiando a Keiko y seguramente utilizará la figura del padre durante su campaña. Lo cual no es una buena noticia ya que, como dijimos ayer, la mejor noticia política para el país es que Keiko no pase a la segunda vuelta.

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Encuestas, IEP

La única razón atendible para entender por qué alguien como Keiko Fujimori mantiene una relativamente alta tasa de aprobación o de intención de voto, es el recuerdo de la gestión del padre -calificada positivamente por la mayoría de ciudadanos-; no se halla otra explicación.

Porque las dos gestiones congresales del keikismo han sido un desastre mayúsculo. La del 2016, con inmensa mayoría, pudo darle el apoyo legislativo al gobierno de PPK, del mismo signo ideológico, y haber completado las reformas de segunda generación que se requerían luego de las del 90.

Pero no, llevada por resentimientos pueriles, condujo a su bancada al sabotaje y a la destrucción del gobierno de Kuczynski, llevándolo al final hacia la renuncia, abortando así la que quizás haya sido la última oportunidad histórica de la derecha de poder gobernar con mayoría absoluta en el Legislativo.

De peor modo, desde el 2021 en adelante, la gestión congresal del keikismo es penosa. Se ha convertido en comparsa y sostén del peor gobierno de los últimos lustros, excepción hecha del de Pedro Castillo. Se entiende en César Acuña, quien debe haber sopesado que nunca va a ser presidente del Perú, y que, en esa medida, lo único que le queda es sacar el mayor provecho posible de los gobiernos de turno. Pero no de Keiko, quien mantiene, según las encuestas, intactas opciones de pasar a la segunda vuelta el 2026.

El pacto Ejecutivo-Legislativo es lesivo para el Estado de Derecho y para el país. No ha aportado un solo proyecto de ley rescatable o que haya mejorado la vida de la sociedad peruana. Es una componenda para distribuirse cuotas de poder que ha tenido el descaro de incluir en la marmaja nada menos que a Perú Libre, corroborando así que lo suyo no responde a un proyecto político o ideológico sino a una simple repartija de canonjías.

¡Cuánto bien le haría al Perú que el 2026 Keiko Fujimori no pase a la segunda vuelta y que sea otro candidato de la centroderecha quien le dispute el poder al seguro candidato de la izquierda radical que de hecho será protagonista de la justa!

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candidatos peruanos, Keiko

El 82.4%, preguntado por IEP por quién votaría si se adelantasen las elecciones, señala que no sabe, no precisa o que por ninguno. Al 43%, según Datum, le interesa poco informarse sobre política y al 28% simplemente no le interesa. A un 68%, según IEP le interesa poco o nada la política. Un 42%, según Ipsos, no se identifica ideológicamente ni de derecha, ni de centro ni de izquierda.

Bolsón electoral presto a ser conquistado e indicador, por ende, de que nada está dicho para las elecciones presidenciales venideras, sueñan los candidatos más optimistas que aún no aparecen en el radar.

Sin duda, hay un porcentaje de indecisos al interior de los resultados estadísticos mostrados, que a la hora nona, terminarán decidiendo razonablemente, pero el grueso de los que aparecen allí son ciudadanos anómicos a los que no les va a interesar quién candidatea sino al momento de estar parado en la cola para ingresar a votar y terminará haciéndolo por el que esté de moda, el que más excéntrico le parezca, el que más joda al resto.

Años de destrucción del debate público, de la ausencia de políticas públicas que ameriten una discusión alturada, de ausencia de políticos (que se esconden para recién aparecer cada cinco años), carencia de cuadros tecnocráticos en el ámbito político, por más explosión de politólogos de la que seamos testigos, la desvinculación de la academia, la farandulización de los grandes medios de comunicación, son, entre otras razones, las causas de esta situación harto peligrosa para la sostenibilidad democrática del país.

Ese ciudadano descrito en las encuestas no vota por buenos candidatos, por programas de gobierno, por equipos tecnocráticos y políticos por más años que haya costado labrar, no se fija siquiera en la lista de candidatos al Parlamento. Es un voto antisistema por naturaleza y difícilmente va a aminorar de acá al 2026.

Ese es el lecho rocoso sobre el que se va asentar la jornada venidera y sería bueno desde ya que los candidatos decentes establezcan campañas ad hoc para ese público (hay tácticas de microfocalización que hoy permiten llegar a niveles o segmentos focalizados pequeños con relativa precisión). Si no, serán desbordados y ni se enterarán por qué.

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elecciones 2026, Encuestas, votantes 2026

Keiko Fujimori ha recibido un claro impulso a su candidatura con la muerte de su padre y la imagen de reconciliación familiar que conllevó la buena relación entre ambos al final de la vida del exmandatario.

Según Ipsos, el recuerdo de Alberto Fujimori es altamente positivo. Un 44% siente pena por su muerte; 6% alegría. Preguntada la ciudadanía sobre el impacto de Fujimori en la historia, 61% dice que será más positivo y 31% más negativo. Un 56% se muestra de acuerdo con la rendición de honores, un 39% en desacuerdo.

Dependerá obviamente de Keiko Fujimori sacar partido de ese activo, porque, en principio, la mayoría estima que disminuirá la fuerza del fujimorismo, pero la lideresa de Fuerza Popular ya demostró saber sacarle manteca al albertismo en las elecciones del 2021. Probablemente haga lo propio para las del 2026.

Todo ello altera un poco la perspectiva electoral que de antemano existía (que dos candidatos de la izquierda radical pasen a la segunda vuelta) y recoloca a Keiko Fujimori en el partidor (ya las encuestas la colocan con alrededor de 10% de intención de voto, con lo cual pasa probablemente a la vuelta definitoria).

A ver si con eso, los candidatos de la centroderecha entienden que el rival a derrotar no es, en la primera vuelta, la izquierda, sino Keiko Fujimori. El antifujimorismo, habitualmente identificado con la izquierda, tendrá que pasar a ser una parte del arsenal político de la centroderecha.

Material de sobra tienen. El autoritarismo y corrupción de los 90 deberán ser traídos al presente. La irresponsabilidad macroeconómica del segundo mandato de Alberto Fujimori. La violación constitucional de querer una segunda reelección. Su postulación al Senado japonés. Su encubrimiento al grupo Colina. Etcétera, etcétera.

Una derecha liberal antifujimorista deberá ser el signo político que adquiera cualquier candidatura que pretenda encaramarse por encima de Keiko Fujimori y evitar que sea ella la que pase a la segunda vuelta y seguramente pierda la elección contra quien se le ponga al frente. Normalmente, el antifujimorismo se activa en la segunda vuelta. Será responsabilidad de la centroderecha (porque a la izquierda le conviene que su rival sea Keiko Fujimori), quien se encargue de ello.

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derecha peruana, Keiko Fujimori, pie derecho

In Retail Farma y Loreal Perú vienen siendo investigados por Indecopi por colusión vertical y abuso de posición de domínio.

Después de haber incautado equipos y realizado varios interrogatorios a los funcionários de estas empresas, Indecopi no ha avanzado más ni informado nada sobre este grave atentado contra el libre mercado y competencia.

Siendo un tema de interés público que afecta directamente a los consumidores, vamos a seguir revelando nuevos detalles de esta COLUSIÓN CONTRA LOS PEQUEÑOS.

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cadenas de farmacias, Farmacias, In retail Farma, Indecopi, Loreal peru

Hacen muy bien precandidatos como Carlos Anderson, Rafael Belaunde o Rafael López Aliaga en ser muy críticos del gobierno de Dina Boluarte. Es más, deberían ser más radicales aún frente a un régimen incompetente e indolente como el que nos rige.

La narrativa opositora no puede ser monopolio de la izquierda radical. La centroderecha y la derecha tienen sobradas razones para cuestionar el establishment y de esa manera no ser barridos por el poderoso ánimo contestatario que anida en la población de modo absolutamente mayoritario.

Todas las encuestas, a través de diversas preguntas de sus cuestionarios respectivos, muestran que la ciudadanía está harta del sistema y que si no explota socialmente antes del 2026, se acercará a votar, cuando le toque hacerlo, con un tremendo malhumor, superior inclusive al que mantenía en las elecciones del 2021 y que nos trajeron, por eso, a un improvisado radical como Pedro Castillo.

La izquierda se ha lavado la cara con la caída de Castillo y hoy se presenta como una opción renovada, refrescante, inédita. El pacto derechista Ejecutivo-Legislativo la ayuda lamentablemente, aunque sea históricamente injusto que no asuman la responsabilidad por el desastre calamitoso que significó al paso del Atila chotano por la administración pública. Por eso es doblemente importante que haya voces de centroderecha que también marquen distancia radical del statu quo y le disputen esa narrativa a la izquierda.

Para completar la tarea de “posicionamiento” ideológico, sería importante que líderes como los mencionados al inicio de esta columna sean también ácidos críticos de la actuación política del fujimorismo y del acuñismo. Tanto Fuerza Popular como Alianza Para el Progreso están jugando un rol deleznable en su sostenimiento interesado del gobierno de Dina Boluarte. Le dan sus votos en el Congreso a cambio de prebendas políticas. Tan claro como el agua.

Se va a necesitar nuevos líderes de la centroderecha el 2026, capaces de sacar al país del pasmo en el que se encuentra, que lancen buenos candidatos, armen equipos tecnocráticos y políticos, preparen un buen plan de gobierno, pero que, antes que eso, se coloquen en el lugar correcto del espectro, en este caso, marcando distancia no solo de Boluarte sino también de sus sostenedores.

[PIE DERECHO] El gobierno ha lanzado un plan rimbombante para combatir la inseguridad ciudadana. No va a funcionar. De estados de emergencia, patrullaje militar y demás parafernalia ya estamos cansados en el Perú. Se han hecho antes y no han resuelto nada.

El ministro del Interior, Juan José Santivañez ha dicho que si su plan no funciona dará un paso al costado. Que se vaya preparando para hacerlo porque de hecho lo que propone no va a funcionar.

No sorprende, en todo caso, que el gobierno revele que no tiene la más remota idea de qué hacer frente al problema más grave que hoy nos afecta. Ya es resabido el nivel de inopia que el régimen demuestra frente a los principales problemas nacionales.

Lo que sorprende más es el silencio absoluto de la oposición o los partidos que aspiran a suceder a Dina Boluarte en el poder. Salvo algunas iniciativas congresales para considerar terrorismo urbano a la delincuencia organizada, no se escucha absolutamente ningún plan al respecto.

Solo Antauro Humala y Carlos Álvarez hacen del tema de la seguridad ciudadana el eje de sus narrativas políticas. ¿Han escuchado algo de Keiko Fujimori? ¿De César Acuña? ¿De Rafael Belaunde? ¿De Alfredo Barnechea? ¿De Hernando de Soto? ¿De Guido Bellido?

El silencio es ostentoso, porque pone de manifiesto de que no hay planes al respecto. Lo terrible es que si toca en suerte que alguno de ellos llegue al poder, recién entonces pergeñarán alguna idea al respecto, con los enorme costos de la improvisación frente a un tema que ya amerita un esfuerzo de concertación nacional.

La delincuencia no solo tiene inmensos costos económicos sino que golpea la línea de flotación de la gobernabilidad democrática. En un país donde el 87% de los ciudadanos se siente inseguro cuando transita por las calles de noche, no es dable exigir civismo democrático y lo más probable es que ese ciudadano opte por alternativas autoritarias o populistas que mellarán aún más el ya raído tejido democrático del país.

La del estribo: gran expectativa por María Estuardo, de Dacia Maraini, bajo la dirección de Alberto Isola y las actuaciones principalísimas de dos grandes del teatro actual, Alejandra Guerra y Jimena Lindo. Va en el ICPNA de Miraflores desde esta semana hasta el 8 de diciembre. Entradas en Joinnus.

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