La irracionalidad política antifujimorista ha intentado menoscabar un logro geopolítico histórico para el Perú como la firma del acuerdo de paz con Ecuador, que acaba de cumplir 25 años, la misma que se logró en base a la tozudez bienvenida del expresidente Alberto Fujimori y la sapiencia e inteligencia del entonces canciller Fernando de Trazegnies.
Antes de ello, todos los eneros se producían escaramuzas en la frontera norte y a veces escalaban en conflictos, como en el caso del segundo gobierno de Belaunde, con el incidente del llamado “falso Paquisha”, en 1981, o más intensamente durante el régimen fujimorista en el conflicto del Cenepa, en 1995, guerra que, crudamente, debemos admitir que perdimos y que solo se suspendió luego de una jugada psicosocial brillante, la de exponer la flotilla de los MIG 29 comprada -hoy se sabe corruptamente- a Bielorrusia, que asustó a los militares ecuatorianos.
Difíciles negociaciones diplomáticas condujeron al acuerdo de Itamaraty, que mantuvo a salvo las fronteras originales, cediéndose tan solo el espacio simbólico de Tiwinza, que tanta alharaca “nacionalista” despertó en la izquierda tradicional peruana, la misma que hoy saliva por una desmembración del sur andino y la constitución de una república aymara.
La salida del horror inflacionario, la reinserción del Perú al mundo, la destrucción del Estado paquidérmico que sufríamos, la derrota del terrorismo de Sendero Luminoso y del MRTA y la paz con el Ecuador, son los grandes logros nacionales conquistados durante la década de los 90, que el Perú hace mal en no rememorar con orgullo. Y no lo hace por los odios antifumoristas que ya hace rato dejaron de ser un síntoma de vitalidad democrática para convertirse en un lastre que atrapa al país en el estancamiento político.
Sumando exportaciones e importaciones, el comercio con el Ecuador se ha multiplicado por 11 veces desde la firma del acuerdo (las exportaciones han pasado de 80 a 1304 millones de dólares y las importaciones de 118 a 934). Indudablemente, el crecimiento de la economía peruana (que exporta nuevos productos e importa más) tiene mucho que ver, pero entre países que se detestan la posibilidad de que el comercio crezca es menor que entre países que tienen excelentes relaciones. Nuestras exportaciones pesaban 1.2%, ahora pesan 2.0% (y eso es importante considerando cómo han crecido las exportaciones mineras a China y otros países).
Ha hecho muy bien la presidenta Boluarte en resaltar el hecho invitando y condecorando al mandatario ecuatoriano, Guillermo Lasso. Desprendida de prejuicios, reconoce un triunfo diplomático bilateral, pero que tiene una connotación política que suma a los activos fujimoristas y que la historia no puede esconder bajo tierra.