psicoterapia

[MENTE ABIERTA] La percepción sobre los beneficios de acudir a terapia psicológica ha cambiado mucho en los últimos años. Ha pasado por un rebranding (modificación de marca), según la cual ya no es un recurso para “locos” o personas “que han tocado fondo” sino un medio necesario para mejorar la vida de cualquier persona.

Estos son, por supuesto, extremos y exageraciones alejadas de la realidad sobre los beneficios de “ir al psicólogo”, pero subsisten algunas preguntas fundamentales para la gente común: ¿Qué tan necesario puede ser algo a lo que tan pocas personas realmente recurren? ¿De verdad “están mejor” que yo aquellos que van a terapia? ¿Cómo ha podido funcionar “igual” el mundo antes de que existieran los psicólogos?

Este tipo de dudas son completamente válidas porque la psicología no es una disciplina todopoderosa e infalible para enderezar nuestras vidas y a todo el mundo. Evidentemente tampoco pretende serlo (aunque a veces sea retratada así). Y si una persona está dándole vueltas a la idea de acudir a terapia psicológica, entonces es importante tener una visión realista de lo que puede esperar (y lo que no) para tomar una decisión consciente e informada. Esto incluye evaluar las siguientes posibilidades:

La psicoterapia puede hacerme sentir temporalmente peor

El proceso terapéutico, al abrir una caja de Pandora, es bastante complejo y nunca se da de la misma forma en personas diferentes. Pero si hay algo que me atrevería a decir es que en todos los procesos de psicoterapia que tienen resultados positivos, se desafían las creencias y esquemas de los individuos.

Este quiebre es uno de los objetivos de la psicoterapia ya que nos permite crear nuevas costumbres y creencias que se adapten mejor al contexto en el que estamos; sin embargo, esto es difícil, incómodo y muchas veces doloroso. Ahora, el terapeuta siempre debe ser respetuoso y sensible ante el ritmo de cada uno, ya que parte de su rol es hacernos transitar a través de estos cambios de la manera más fluida posible, pero esto no quita que el camino sea largo y difícil. Por ello a veces “nos sentimos peor”, luego de acudir a terapia, pero casi siempre este es un estado temporal que da paso al crecimiento y la sanación.

Veamos un ejemplo: P. es un adulto de 35 años que acude a psicoterapia porque le cuesta mucho relacionarse con otras personas. Ha tenido relaciones de pareja efímeras y se ha alejado de su familia. A pesar de ello, en el día a día P. no se siente “demasiado mal”. Quizás P. se percibe un poco solo y algo insatisfecho con su vida, pero lejos de sufrir “una crisis”. Luego de un tiempo en terapia empieza a re-elaborar episodios de su infancia que forjaron en él la situación en la que se encuentra. Comienza a entender su niñez y cómo esta le ha afectado a lo largo de la vida, pero, lejos de sentirse mejor, se siente desilusionado. Durante su vida, no recordaba estos hechos conscientemente por lo que sentía que no le afectaban al estar desconectado de los mismos.

En este punto, es trabajo del terapeuta el brindarle las herramientas para transitar por este recién aparecido dolor y ayudarle a manejar estas emociones. El punto de esta exploración es que, al aprender de dónde vienen los comportamientos y emociones que lo afectan actualmente (los ya señalados), empiezan a ocurrir cambios, sobreponiéndose a la incomodidad y el dolor que implica este proceso.

De ninguna manera esto no significa que antes de iniciar el proceso terapéutico hayamos estado “mejor”, aunque al paciente ello le parezca por un tiempo. El quid del asunto es que algunos pacientes, ante este sinsabor pueden tender a abandonar la terapia, por lo que el psicólogo debe lograr que interiorice que es fundamental perseverar para que estas emociones tristes o dolorosas, que se manifiestan en múltiples áreas de su vida en un inútil intento de huir de ellas y protegernos, deben ser sacadas a la superficie para liberarse de ellas y sanar.

La psicoterapia puede no ser para mí.

Es complicado hablar sobre este tema en medio de una ola de concientización sobre la importancia del cuidado de la salud mental, pero yo argumentaría que toda terapia debe basarse en la realidad de las personas, caso contrario podría no ser de ayuda. Los factores que impiden que nuestros problemas sean resueltos por medio de una terapia pueden ser miles. Repasemos algunos:

  • El paciente no confía en el terapeuta: La primera etapa de la psicoterapia debe dedicarse a desarrollar el vínculo terapéutico entre el paciente y el psicólogo, pero esto no siempre ocurre de la mejor manera. A veces simplemente no congeniamos, de ida y vuelta.
  • Resistencia a los cambios: Muchas de nuestras creencias, valores y costumbres están tan arraigadas a nosotros que se dificulta cambiarlos. Este problema es aún más complejo si el tipo de terapia que recibimos está muy centrado en resultados tangibles sobre nuestra conducta sin profundizar en el porqué de nuestras acciones.
  • “Esperaba algo distinto”: Es común que nuestras expectativas sobre lo que iba a suceder en terapia nos jueguen en contra. Quizás queríamos ver resultados más rápido
  • Necesito algo más: Este punto se refiere a aquellos casos en los que la terapia oral no es suficiente. Para muchas personas, la psicoterapia requiere de complementos la exploración corporal. También existe la posibilidad de que, debido a la naturaleza y severidad de un trastorno mental, necesitemos de tratamiento psiquiátrico acompañado de medicamentos de acuerdo con cada caso.

Como psicólogo, ver el lado menos idealista de la psicoterapia ayuda a quitarnos las expectativas irreales y ponernos metas más aproximadas a las posibilidades de lo que puede suceder al momento de tratar a un paciente. Nuestro objetivo no es convertir a cada cliente en una versión perfecta de sí mismo, sino ayudarlos a entenderse mejor, afrontar sus desafíos de manera más saludable y encontrar las herramientas para vivir una vida más plena, feliz y significativa. La terapia no elimina por completo el dolor, la tristeza o el estrés, pero puede proporcionar estrategias y recursos para manejar nuestra la vida de manera más eficaz.

Por otro lado, desde la perspectiva del paciente, entender estas limitaciones inherentes a la terapia puede ser liberador. A menudo, cuando las personas buscan ayuda, cargan consigo la esperanza de que un terapeuta resolverá todos sus problemas con un chasquido de dedos. Cuando esto no sucede es natural sentirse frustrado y desilusionado. Es común creer que si la terapia no nos ha funcionado es porque nosotros no podemos ser ayudados o no podemos cambiar, cuando este no es el caso. Por ello, al reconocer que la terapia tiene sus propias limitaciones, los pacientes pueden abrazar el proceso con una mentalidad más realista. Iniciar un proceso terapéutico debe verse como un proceso de autoconocimiento y crecimiento personal, en lugar de una solución mágica a todos nuestros problemas.

La psicoterapia, en su esencia, es una herramienta poderosa que puede brindar apoyo, orientación y facilitar el cambio, pero no es una fórmula infalible ni un atajo hacia la felicidad instantánea. Tanto terapeutas como pacientes se beneficiarían de abrazar una visión más realista para así alinear sus expectativas y tomar en cuenta que es un proceso que requiere de esfuerzo, compromiso y mucha paciencia, para llegar al éxito.

Ig: @ps.fausto

Tags:

Autoconocimiento, psicoterapia, Salud Mental, Terapia psicológica
x