Teófilo Cubillas

[PAPELES VIRTUALES]

UNO

Fue a inicios de mes. Exactamente un domingo 05 de agosto de 1973. Tengo recuerdos de ese momento. Estábamos –en familia– viéndolo en casa, contaba con 7 años. De repente, la emisión se cortó –problemas con el satélite– y nos pusimos a escuchar el relato de Martinez Morosini. Al finalizar, un manto de tristeza cubrió la Ciudad Blanca. Si, vivíamos en Arequipa, en el barrio mesócrata de Vallecito. Fue mi primer contacto con la selección peruana. Semanas antes, habíamos ido al estadio a ver a Universitario, cuando se enfrentó al Melgar. Mis viejos y hermanos eran hinchas cremas. Al final, la U fue goleado inmisericorde. Aquel equipo characato era bueno, destacaban tres argentinos.

  • Romero, Tanque Gómez y Bastida.

Todo arequipeño futbolero se acuerda de ese team, que terminó tercero en el descentralizado. Eran otros tiempos, el futbol peruano en aquellos tiempos era uno de los mejores del continente. Todo a raíz del Mundial 70. Vivíamos la secuela lógica, de aquella eclosión futbolística.

Universitario, el año anterior, había salido subcampeón de la Copa Libertadores. En abril –de ese año– el diario El Mundo eligió a Teófilo Cubillas como el Rey de América.

A Sotil lo vinieron a buscar los directivos del club culé, incluido Rinus Michels.

  • Esa noche, después de un partido, llegué a mi casa y la muchacha que trabajaba con nosotros me dijo: Señor, hay cuatro gringos esperándolo. ¿Gringos?, pensé; aquí vienen indios, cholos, pero gringos, no. Eran el entrenador, el presidente y dos dirigentes más. Rinus Michels (el técnico culé) me preguntó si quería viajar a España. Y yo le dije que sí y ni siquiera sabía para qué equipo era.

Y sucedió la eliminación.

DOS

A lo largo de la década del setenta y ochenta, traté de encontrar la razón del porque Perú, con la generación más brillante que tuvo en su historia, fracasó en clasificar al Mundial de Alemania 74. Conversé con gente de futbol, leí comentarios de los periodistas más avezados y revisé los diarios de la época.

Había diversas razones. No solo una.

Al terminar el Mundial de Méjico, los directivos peruanos pensaron – cojudamente– que Didí se equivocó, grandemente, en el partido ante Brasil. Motivo por el cual lo despidieron. A mediados del 71, pensaron en un técnico europeo, y contrataron al prestigioso técnico húngaro Lajos Baroti. Responsable principal del team Campeón Olímpico del 64; también, del desempeño magiar en los Mundiales 58, 62 y 66.

Baroti no se andaba con vueltas. Era un tipo que criticaba, sin tapujos, las deficiencias del futbol peruano. Pasamos de un Didí, que era comedido y agradable en el trato, a un gringo cincuentón sabio, que les marcaba la cancha a los sabihondos dirigentes.

Sin embargo, fue Lajos quien vaticinó que Teófilo Cubillas seria la estrella preponderante de los setenta. Al año siguiente, se planificó la famosa Gira por los Tres Continentes. El húngaro declaró.

  • Vamos a Europa para que se les caiga la venda de los ojos, que comprueben que allá los jugadores no son troncos.

Esa franqueza no gustaba a los jerarcas. Estos pensaban que Perú estaba entre las cinco mejores selecciones del mundo. Lo cual no era cierto. En Europa, deslumbraba el Ajax y su futbol total.  Los clubes europeos entrenaban 2 veces al día. De esta manera, le ponían énfasis al estado físico. En Perú, los jugadores entrenaban solo en las mañanas. Vino un alemán a dirigir al Cristal, quiso hacer doble turno y fue expectorado al poco tiempo. Estudiantes de la Plata, era un equipo competitivo y violento, en muchas ocasiones; pero entrenaba mañana y tarde. De ahí, que definía muchos partidos en los últimos minutos.

Amén que Sotil y Cubillas jugaron lesionados, el equipo decepcionó. Perdimos ante Holanda, Escocia, URSS y empatamos con Rumania. Los resultados le dieron la razón al DT, pero esto recién empezaba.

Entonces a un jugador se le salió la cadena. Hurtó un casete en una tienda en Feyernoord y fue detenido. Si bien se pudo resolver el problema, cuando llegaron a Lima, se desató el escándalo. Los popes aprovecharon ese incidente para echar al húngaro.

  • ¿Y el proceso?

A la sazón contrataron a Roberto Scarone, el Director Técnico de Universitario.

TRES

El entrenador uruguayo era un ganador total. Bicampeón de América con Peñarol. Campeón con Universitario el 69 y 71. A continuación, sucedió la escena bizarra.

Se reunió con los periodistas más importantes del medio y les solicitó sus opiniones sobre que jugadores deberían ser parte del seleccionado. Por último, tomó nota de cada una de los juicios vertidos. Pareciera que buscaba la aprobación de la prensa deportiva. Insólito para cualquier técnico que se dice serio y respetable. Jamás lo hubieran hecho Tele Santana, Menotti, Brandao, Giudice, Zubeldia, entre otros.

El 25 de octubre de ese año se jugó la Copa Ramón Castilla, contra una Argentina que contaba con nuevos valores. Estaban todos por parte de Perú, incluido Julio Meléndez. Perdimos claramente dos a cero. Los argentinos se renovaron y demostraron que eran mejores. Un año después, nos volvieron a ganar, en Buenos Aires, por tres a uno. Lo del 69, quedaba en el pasado.

Con respecto a Chile habría que indicar el contexto. El técnico era el Zorro Alamos, quien también dirigía al Colo Colo, que justo ese año jugó una espléndida Copa Libertadores, llegando a la final. Debió ganarla. Decisiones arbitrales frustraron su coronación. El país sureño tenía una interesante cantidad de jugadores de calidad, incluso desperdigados por Brasil y Méjico.

Encima en las Eliminatorias no jugó Elías Figueroa. El Internacional – su club– no le dio permiso.

CUATRO

El 29 de abril se jugó el primer partido en Lima. Las crónicas señalan que Chile vino por el empate. Se resguardó atrás, a esperar un contragolpe. Perú atacó incesantemente los primeros veinte minutos. Luego el partido entró en una meseta. Entonces, Sotil, definió en el área chica después de un paso a rastrón. En el segundo tiempo, el Cholo, nuevamente, con un tiro desde el borde del área, consiguió el segundo. Increíblemente, el equipo se dejó estar. Como si esos dos goles fueron suficientes. Scarone sacó al Nene y puso a José Fernández. Defender el marcador era primordial. Incluso, Chile tuvo algunas ocasiones. La mayoría coincidió que el rendimiento no fue bueno. Los mejores fueron Chumpitaz, Challe y Sotil. En tanto, que el Rey de América jugó cuidándose las piernas. Estaba próxima su venta a Europa.

Hubo una euforia desmedida para el partido de vuelta, un 13 de mayo. Terminado el partido, las estadísticas fueron demoledoras. Chile remató 13 veces al arco, Perú solo 2 veces. Páez anuló al Nene y Lara –con muchas dificultades– se encargaba de Sotil. Mientras tanto, el cero se mantenía. La táctica de Scarone estaba dando resultados. Al menos, hasta el minuto 65, cuando reemplazó al 10, para dar ingresó a Muñante. Don Roberto buscaba aprovechar los pases largos de Challe y la velocidad del tándem Muñante-Cachito Ramírez para generar más peligro.

Y sucedió la hecatombe, en tres minutos vinieron los goles chilenos, como una ráfaga.

En Montevideo, Cubillas no jugó. Se adujo una lesión. Para unos, arrugó; para otros, Scarone y Chiarella – su asistente– no soportaban su divismo. Encima, alineó en el medio a Mifflin y Challe, Se olvidó de Quesada y Mayorga. Entonces Reinoso y Valdez se desplazaron con total libertad en la mediacancha.

Alinear a Chicho Uribe fue un craso error. Ni siquiera era titular en su club. No se entiende. El lateral Carbonell cometió la falta que derivo en el gol del empate chileno. En otras palabras, el uruguayo hizo cambios que no repercutieron en un mejor accionar. Ni siquiera la presencia de Orlando La Torre fue gravitante. A Perú le faltó, incluso carácter. No mostró personalidad en momento claves, como si lo tuvo Chile para dar vuelta el marcador. Considero que a Roberto Scarone le superó el momento. Era un buen técnico, pero cometió errores en los tres partidos. Igual los jugadores tienen su cuota de culpa.

Y nos quedamos sin Mundial Alemania 74.

Cuatro años después, la mayoría de esos jugadores se redimieron.

El futbol siempre da revancha.

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Chumpitaz, Eliminatorias 1973, Mundial Alemania 74, Sotil, Teófilo Cubillas

Así como los Ballumbrosio (la familia de mi Meno) cultivaron el arte negro en el pueblo de El Carmen, Chincha, junto con el patriarca don Amador y la matriarca Adelina, muchas familias han compartido sus creencias religiosas y costumbres culturales para enriquecer el acervo artístico peruano. Hagamos un compartir en cuanto a prioridades y necesidades y no un competir en las acciones futuras. Reconozcámonos como una nación pluricultural que se enriquece, precisamente, por sus grandes diferencias culturales internas.

¡Vamo’ pa´Chincha, familia!

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