Universidad del Pacífico

A fines de febrero de 1962, un grupo de integrantes de la élite empresarial del país apoyado por la jerarquía de la Compañía de Jesús, la congregación más grande de la Iglesia Católica y a cuyos miembros se les conoce como los jesuitas, fundó una universidad que debería dedicarse a la formación y a la investigación en materia económica. Tiempo después, las autoridades de esa joven institución que usaba como sede un edificio de pequeñas dimensiones en el centro de Lima decidieron especializarla en las carreras de Administración y de Economía, tal como había sido el sueño de sus fundadores: Carlos Ferreyros, Alfonso Montero, Juan Pardo Heeren y Alberto Benavides de la Quintana. Esos ejecutivos, quienes fundaron desde abajo cuatro dinastías empresariales sólidas y preocupadas por el país, fueron asesorados por el conocido jurista y ex ministro de Economía Rómulo Ferrero Rebagliati y por Felipe McGregor (S.J.) en el diseño, formación e impulso de una universidad dedicada a las disciplinas económicas. Como diría Henry J. Winterberger (S.J.) de la Universidad Loyola: ‘la Universidad del Pacífico debe dedicarse fundamentalmente a las áreas administrativas y socioeconómicas’.

Entonces, ¿cómo entender que un centro de estudios económicos y administrativos creado por las más prominentes figuras de la actividad empresarial nacional y extranjera afincada en el Perú y respaldado por los prominentes jesuitas de los años sesenta derivara a un campo de batalla ideológico que siembra el desconcierto entre sus ex alumnos?

Para intentar una explicación al conflicto público entre la Asociación de Egresados de la Universidad del Pacífico (AGEUP), liderada por José Espósito Li Carrillo y el rector Felipe Portocarrero, sociólogo egresado de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), debemos situar el momento histórico en el que se fundó la Universidad del Pacífico (UP) y el tiempo de inestabilidad política e ideológica en el que vivimos en los últimos treinta años. En los primeros años de la sexta década del siglo XX, nuestro país vivía el fin de más de una década de ‘vacas gordas’, como resultado de la utilización coherente de las divisas procedente del auge exportador, y una evidente preocupación de los mineros, industriales y agro exportadores por los años por venir. Se habían dado cuenta que el país necesitaba más y mejores economistas, administradores de empresas y especialistas en ciencias contables. Paralelamente, opinaron que la Compañía de Jesús tenía todo lo que se necesitaba en organización, en experiencia académica y en contactos internacionales para iniciar desde cero una institución formativa de los alumnos que serían al cabo de unos años los economistas y administradores requeridos. Además, vista por el espejo retrovisor, la era abierta por la Presidencia decadente de Manuel Prado, el golpe anti aprista de los militares liderados por Ricardo Pérez Godoy y el sexenio belaundista interrumpido en 1968 por los militares socialistas encabezados por el resentido, ignorante y abusivo Juan Velasco, fue altamente complicado, nunca analizada con suficiente claridad y destructiva a más no poder.

Sin hacernos cargo de ninguna de las dos posiciones enfrentadas por el control ideológico de una universidad que alguna vez fue un modelo de excelencia académica y un centro de estudios dispuesto a admitir a los postulantes que tuvieran en talento lo que sus padres no tenía en sus cuentas de ahorros, creemos que en algún momento la institución creada para formar economistas, administradores e investigaciones de ambas disciplinas se desplazó peligrosamente a terrenos circunscritos en su acta fundacional a otras universidades. Probablemente, también habría que preguntarnos si los jesuitas de ahora no han contribuido a esa invasión a territorios vedados por los jesuitas fundadores por causas que se pueden intuir, pero que no tienen explicación oficial de los miembros de la jerarquía de la orden de los jesuitas. ¿Se ha izquierdizado esa jerarquía y al izquierdizarse ha permitido el ingreso de profesores y autoridades llamadas progresistas a los claustros de la Universidad del Pacífico? Según los conocedores, los jesuitas de ayer y los de hoy defienden los mismos valores que en el siglo XVIII, cuando fueron expulsados de España. Y lo harán siempre.

La asociación de ex egresados emitió este comunicado

Intentamos hablar con Esposito Li Carrillo y nos respondió que no le interesaba hablar sobre el tema.

Posteriormente la universidad publicó un larguísimo comunicado dónde sienta su posición, pero siembra más dudas que certezas.

También nos comunicamos a la Universidad del Pacífico, pero no obtuvimos respuesta.

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Ageup, Asociación de Egresados, Jesuitas en Perú, Universidad del Pacífico

Los complejos tiempos que vivimos han desafiado a los emprendedores y las Mypes buscan prepararse para generar valor y eficiencia a sus clientes. Según Datum Internacional, el 42% de los emprendimientos vigentes nacieron durante la pandemia y 55% de los peruanos tiene un emprendimiento en la actualidad.

Maria Laura Cuya, experta en finanzas y profesora de la Escuela de Postgrado y Educación Ejecutiva de la Universidad del Pacífico, explica que las micro y pequeñas empresas han visto un año lleno de desafíos, dividido en dos etapas debido a la pandemia.

“Se dio una primera etapa en la que todo cambió sin una ruta clara, y en la segunda etapa llegó el momento del aprendizaje, en el que se definieron las propuestas de valor, se reforzaron o cambiaron líneas de negocio, mejoraron la calidad de los productos, se dio el cambio al teletrabajo y se enfrentó a nuevos competidores”, explica Cuya.

 

Incertidumbre en las Mypes

La experta explica que la incertidumbre en lo económico y social afectó en especial a las Mypes, pues las ventas se redujeron.

“Los gobiernos tienen que responder de maneras distintas y creativas, porque si no, no se puede mitigar los efectos de la crisis por Covid-19. Lo que hemos visto es que esta crisis ha generado que muchas Mypes tengan menores ventas, incluso algunas cerraron y eso ha sido dramático”, indica.

“Como agenda de Gobierno, yo creo que es importante articular la divulgación en la capacitación y construir un marco innovador que permita que más micro y pequeñas empresas puedan conocer las ventajas de elementos como la factura negociable. Hace falta un marco institucional pro fintech que hemos visto que funciona muchísimo”, recomienda Cuya.

 

Mejorar internas

La coyuntura obligó a muchas micro empresas a cambiar rápidamente sus dinámicas de trabajo, forzandolas a adaptarse rápidamente. En ese sentido, Cuya recomienda múltiples puntos de mejora que las Mypes deben considerar, como temas de gestión financiera y patrimonial, así como gestión de cultura y de adaptabilidad de infraestructura externa e interna. Esto implica el talento y el abordaje de mercados.

“Otro punto también tiene que ver con las finanzas operativas, los costos financieros. Hay una reflexión ahí, en temas de intermediación, costos, tasas a considerar, renegociar alianzas con proveedores, con ofertantes de créditos. Es necesario  generar eficiencias para que las Mypes puedan tomar el tema del financiamiento y gastos operativos que les permitan ser más solventes”, finaliza.

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Maria Laura Cuya, MYPE, Universidad del Pacífico
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