Se produjeron ayer domingo elecciones regionales y locales en Colombia. El gran derrotado, el petrismo, particularmente en Bogotá, donde la alcaldía la ganó Carlos Fernando Galán Pachón, hijo de Luis Carlos Galán, quien fuera asesinado en 1989 por la mafia. En la capital colombiana, el oficialismo pensaba triunfar con la candidatura del exsenador Gustavo Bolívar, quien sólo obtuvo el 18.71% de los votos.
Así, nuestros vecinos se suman a la misma ola de derechización regional que se ha apreciado en Chile, en Ecuador o en Paraguay, y que en Argentina no prosperó por culpa de los errores de campaña de Javier Milei, quien, así, no supo capitalizar el enorme descontento popular con la gestión del peronismo.
No es cierta, pues, la narrativa izquierdista de una ola roja en la región. Todo lo contrario, parece haber una vuelta a posturas más centradas o abiertamente derechistas, producto, sobre todo, de malas gestiones de los gobernantes de izquierda, que defraudan a sus propios electores rápidamente.
En el Perú se mantiene una inclinación ideológica mayoritaria hacia el centro y la derecha, pero el problema que tenemos para que ello se plasme en resultados electorales, es múltiple, básicamente centrado en tres factores: inmenso ánimo antiestablishent de la ciudadanía, proliferación de candidaturas de centroderecha y ausencia de un candidato que parezca reunir las condiciones de aglutinamiento necesarias para derrotar a una izquierda que hace menos de un año tenía extendida la partida de defunción por su complicidad con el gobierno de Pedro Castillo.
Hasta hace poco, lo sucedido en México, Colombia, Brasil, Chile, Bolivia y Argentina, además del propio Perú, impulsaba la idea de un retorno de la izquierda a los fueros gubernativos, pero el acelerado deterioro de sus malas gestiones ha hecho que el panorama cambie o empiece a dar síntomas de esperanza de que haya sido una ola pasajera que pronto será revertida.
América Latina se está quedando atrás en el panorama global. África misma es vista hoy con más expectativa por los grandes capitales mundiales. Malas políticas económicas y parálisis en las reformas que muchos países emprendieron hace décadas, han logrado ese lamentable panorama. Ojalá la ola derechista se extienda, se retome el cauce modernista y pronto, Latinoamérica vuelva a ser la región prometedora que hace poco fue.