[AGENDA PAÍS] El jueves 19 último, la selección peruana de fútbol recibió en el coloso de José Diaz a su similar de Argentina sufriendo una dolorosa derrota que nos fastidia más por la forma cómo nuestros seleccionados enfrentaron el compromiso, que por el resultado mismo.
Como hincha acérrimo del fútbol y de mi selección, me prendí de la televisión y con una buena cerveza en mano esperaba el momento del inicio del partido. Las cámaras enfocaban un estadio bastante lleno y entre las camisetas rojiblancas que se multiplicaban en las tribunas, algunas albicelestes aparecían, unas en grupo en un sector del estadio y otras entre camisetas peruanas.
Pensé que, quizá, algún argentino residente en el país fue con sus patas peruanos al estadio y con justa razón, se puso sus colores para alentar a su selección en medio de ellos. Esta escena se repitió en varios sectores de las tribunas y las dudas sobre si eran realmente argentinos empezaron a llegar.
Durante el partido, varios espectadores ingresaron a la cancha para tocar o tomarse una foto con Messi, pero fueron interceptados por la seguridad y en un caso, por un atajadón de nuestro “pulpo” Gallese que interceptó al intruso, le quitó el celular, y lo despejó lejos cual pase certero al lateral.
Pocas críticas al intruso aparecieron luego del incidente, más bien a Gallese le han dado con palo, creo yo, injustificadamente. Gallese no debió interferir, pero es el mal llamado “hincha” que irrumpió un espacio de trabajo donde se brinda un espectáculo deportivo, interfiriendo con el desarrollo del mismo.
Pero que la policía y seguridad hayan sido superados por algunos aficionados, que el “hincha” casi llega a Messi y que Gallese le arranchó el celular, no son, en realidad, lo más significativo de esta historia.
Lo relevante es la pérdida de referentes que nuestros jóvenes están teniendo si vemos a nuestros mismos compatriotas con camisetas argentinas o incluso, con camisetas peruanas y el nombre de Messi en la espalda. ¿ Qué ha pasado en el Perú ?
Los últimos lustros vividos en el país ante tanta incompetencia, corrupción, delincuencia impune y políticos descarados y sin vergüenza, están dejando una huella de desilusión y desazón en los ciudadanos que buscan en personajes foráneos, a alguien con quien identificarse.
Un caso claro es el de Javier Milei, el disruptivo candidato liberal que peleará el balotaje en Argentina que tiene entre los peruanos, a su más amplia red de seguidores fuera de sus fronteras. No hay, por ahora, una figura política peruana que pueda apasionar a los ciudadanos y principalmente a los jóvenes, con la esperanza de un futuro mejor.
El fútbol no escapa a esa realidad. Ya Guerrero juega sus últimos minutos y dejó de ser el ídolo de antes, Gallese es un gran arquero, pero los arqueros no meten goles, Cueva anda más de juerga en juerga y no tenemos a ningún peruano que sea el referente en el extranjero. El último fue Claudio Pizarro.
Nuestra juventud no tiene referentes en nada ni nadie. ¡Si hasta Pedro Castillo fue presidente del Perú!
Es realmente triste y preocupante constatar el desasosiego de muchos compatriotas al no sentirse protegidos, dirigidos, escuchados. Lo único que ven son autoridades que se ríen de la justicia, que se protegen entre ellos y peor aún, en el emblema de la democracia como es el congreso, no brilla la decencia, pero sí los “ mocha sueldo” y otras joyitas.
Hemos entrado a un círculo del mal, nadie respeta a nadie ni nada. Lo malo ya no es tan malo porque es socialmente aceptado, y hasta puede ser bueno, como el “ hincha” que es justificado a irrumpir la cancha para tomarse la foto con Messi, siendo el malo Gallese.
El Perú está de cabeza y nos toca a todos los que queremos ver una patria diferente, respetuosa y solidaria, salir a dar el ejemplo. Pero toca también a los líderes, compartir una visión simple pero atractiva, que nos dé esperanzas a todos y con ese granito de pasión, aquel que la gente espera y que aún, no encuentra.