[CASITA DE CARTÓN] Esta casita de cartón abre sus puertas escribiendo en estado de pánico ante la subida del dólar a raudales. En este preciso momento, el dólar sigue está en 720 y la tensión que ya ha pasado a paranoia social invade el país, que ya no es el país de la furia sino de la ¡¡desesperación!! Y esto se debe en medida al resultado electoral de las Paso, que ha dejado a más de uno boca abierto o como con Condorito, en estado de ¡¡¡Plop!!! Pero al presente columnista no le sorprende, ante un país con 110 % de inflación y con 38% de pobreza, era más que evidente este canto de cisne, y uno muy entonado.
Que el oficialismo tenga de candidato al Ministro de Economía de un gobierno fracasado (pareciera hasta una broma de mal gusto) como a una oposición que ha endeudado a este país con cifras records, inviables de saldar, iba a dar pie a este derrotero y que nazca este tipo de personajes. De este cansino bipartidismo, alguna vez el pueblo, bien o mal, tenía que responder y estas son las consecuencias. Este gobierno timorato y con la cuerda floja de Alberto (que vale subrayar, tuvo la carga pesada del Covid), tibio ante tiempos que no son para viejos, como el título la obra del maestro Cormac McCarthy (No es país para viejos). Es decir, vivir de ensueños de la “época ganada”, porque la población no cesa su hambre con suspiros. Porque con su ineptitud pareciera haberse quedado en el tiempo en pleno cambios mundiales, geopolíticos (BRICS), de nacionalismos contra el globalismo. Y a esto, ¿cómo puede ser que la derecha enarbole la bandera de la revolución social, de masas? ¿En qué horror cósmico de Lovecraft se puede tomar esto como real? Pero existe, y ya desde hace un tiempo viene asentándose, y ahora en las urnas han reflejado su poderío.
Por eso mismo, el domingo me encaminé a la sede donde estarían esperando los resultados los partidarios de la agrupación de La Libertad avanza, que es el partido de Milei. Quería presenciar al nuevo mesías de la política argentina, aquel hombre con chaqueta y con la melena deshilachada y que dice (según el reciente libro autobiográfico sobre él) que Dios le encomendó la misión de ser presidente. Quería descubrir por qué mueve a tanta gente y en especial los jóvenes, así que no desaproveché mi estadía en este país. Llegaría casi a las 8 de la noche, ya había un mar de gente, con cánticos y uñas dispersadas en los suelos por los nervios, pero a su vez ya se podía sentir el frenesí que terminaría de estallar una vez mostrado los resultados, la explosión y la algarabía rebosaba, y no era para menos, cuando todos los pronósticos daban que quedaría tercero, la pantalla lo mostraba primero. Presencié su discurso atentamente ante todas las efervescentes personas que no paraban de cantar, y que han encontrado en él una esperanza ante su gran hartazgo y desilusión social. Después me tomaría un tiempo para preguntarles en torno a muchas propuestas, como la dolarización, la venta de órganos y demás. Y la verdad, en sus respuestas encontré muchos puntos que dan mucho que desear. Salí particularmente sorprendido, era medianoche y con los gritos que se oía hasta cuadras colindantes: “la casta tiene miedo”.
La medida que alguna vez impulsara el Kichnerismo, el voto de los 16 años (opcional) el domingo le dio una bala a traición. Uno puedo ver en esta juventud, o como algunos llaman, “la generación de cristal”, espantados de su realidad, y que encuentran como responsables en gran medida al peronismo (es la peor elección registrada en su historia), narrativa empleada por el candidato ganador hasta saciar, pero además de eso, el de votar por un discurso como extraído de libros de autoayuda pero dentro del idioma político, es decir, lo que la gente quiere oír una y otra vez, pero el fondo es tan amplio que no alcanza las manos a tocar como esas ideas de realizar muy probablemente, dentro de un facilismo programático, muy acorde al cantar demagógico que se viste de libertad en estos últimos años pero que llevan tras de sí intereses extranjeros importantes, sin importar el pendón político. No por algo el candidato ya definió los países a los que iría a la mañana siguiente en caso ganase las elecciones. Esta elección ha dejado como lección la importancia que tiene y tendrá para las elecciones venideras las redes sociales. Su factor transcendental como el poder que tiene, el inmediatismo cibernético y la clarificación que entrega: un ‘like’ y unas palabras que queremos oír, o que refleje nuestro desencanto, basta para marcar un voto.
En lo que a mi refiere, mis ideas están muy lejos de ser parte de lo que pregonan el “Mileismo”. Pero está claro decir, en la arena política, este ‘outsider’ está mejor parado ad portas de octubre. ¿Será que llegará al sillón de Rivadavia? Me quedo con estas máximas ante este particular panorama: nadie comprende el dolor ajeno hasta que nos sucede como nadie aprende en cabeza ajena. Esta casita de cartón cierra sus puertas con el dólar rozando los 800 pesos. Terminado las elecciones, ¿a cuánto estará? Como diría Evita Perón: “No llores por mí, Argentina”.