gobierno de Castillo

La decepción del gobierno de Castillo no proviene solamente de los sectores divergentes de su raíz ideológica. No son solo el centro o la derecha los que lo desaprueban. También, mayoritariamente, la izquierda. Según la última encuesta del IEP, el 42% de los que, en la propia encuesta, se autoidentifican de izquierda, lo aprueba, pero el 50% lo desaprueba.

Si nos guiamos por los segmentos que lo llevaron a la presidencia (zonas rurales y niveles DE), el resultado también es relevante. En el Perú rural el 36% lo aprueba y el 50% lo desaprueba; en el sur el 40% le da nota aprobatoria, pero el 48% le otorga nota negativa; en los niveles socioeconómicos DE, el 34% lo aprueba mientras que el 54% lo desaprueba.

Entre los que se definen de izquierda, 44% considera que tiene capacidad para gobernar frente a un 52% que considera que no la tiene; a un 47% le inspira confianza, mientras que a un 52% no; un 49% de gente de izquierda cree que Castillo no terminará su gobierno frente a un 42% que sí estima que lo culminará: de ese porcentaje (de gente de izquierda) un 60% cree que no acabará por su incapacidad para gobernar y un 46% porque no lo dejan gobernar.

Claramente, la decepción descrita, que ha generado el mediocre gobierno de Castillo en sus primeros cinco meses de gobierno, se extiende a todo el espectro ideológico y a la propia gente que votó por él, que resiente una gestión llena de acciones cuestionables: nombramientos inaceptables, malas decisiones, actos limítrofes con la moral pública, escándalos por doquier, etc.

Algunos sectores radicales podrían interpretar que estos resultados se deben, precisamente, a que Castillo no ha cumplido las promesas refundacionales que se esperaban de él: estatizaciones, expropiaciones, Asamblea Constituyente, caballazos radicales, etc. Pero a la vez, todas las encuestadoras señalan su discrepancia de esta percepción: la mayoría de la población no aprueba una Constituyente, expropiaciones ni acciones radicales.

La decepción social de Castillo es por su mala gestión, por su pésima administración de políticas estatales, por su mal manejo del Estado, por su brutal impericia y falta de propósito de enmienda, por los indicios de corrupción que ya empiezan a asomar, etc. Hasta la propia izquierda y sus bases sociales perciben que algo anda muy mal en el gobierno y se expresan disconformes por esa razón. Ojalá, al menos frente a esos ciudadanos que le dieron su voto, Castillo entienda que debe recapacitar y corregir rumbos.

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gobierno de Castillo, Izquierda, raíz ideológica

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3 niveles de gobierno, ejecución de gasto, Estado, gastos de gobierno, gobierno de Castillo, gobiernos regionales, Plan de Gobierno, presupuesto económico

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La derecha política, y en particular la derecha liberal, debería marcar claro distingo de los grupos extremistas, reaccionarios y violentos, que empiezan a prosperar en sus cercanías.

Plagados de libertarios conservadores o abiertamente fascistas (basta ver su simbología para darse cuenta de ello), estos grupos se dedican a hostilizar a cuanto personaje o entidad consideren ellos caviar o izquierdista, recurriendo a métodos coercitivos que colisionan con los criterios mínimos de un Estado de Derecho.

Su última víctima ha sido Francisco Sagasti, pero seguramente serán otros, si no se les pone pronto atajo. Y los primeros que deberían empezar a hacerlo son los representantes políticos (congresales o no) de la derecha política realmente existente.

La Carta sobre la tolerancia de John Locke, publicada en 1690, hace más de tres siglos, es el texto fundacional del liberalismo, y en aquel, el filósofo inglés trazó los límites que el ejercicio del poder debe tener, en cualquiera de sus formas, respecto de las creencias y valores ajenos. Harían bien los llamados liberales peruanos en releerlo, o leerlo, porque parece que algunos nunca lo han hecho.

¿Es verdad que los mismos que hoy se indignan por lo ocurrido hace unos días, aplaudieron entusiastas el puñete al congresista Ricardo Burga, el conazo a Carlos Tubino, la asonada en la vivienda de Beto Ortíz o el apaleo a Luis Alva Castro en los exteriores de la residencia del embajador de Uruguay? Sí, es cierto. Hay que admitirlo porque es menester corregir conductas de ambos lados del espectro ideológico nacional.

Ni el filofascismo criollo ni el supremacismo moral caviar pueden dictar la agenda pública. Se requiere construir, ahora más que nunca, que llegamos a un tiempo donde la transición democrática ha sido dilapidada por gobernantes mediocres y corruptos, a la revalorización de criterios de convivencia ciudadana.

La mediocridad rampante del gobierno de Castillo, y esa extraña coexistencia de magros resultados y excesivo ruido político, exacerbarán aún más los ánimos de sectores que ya se polarizaron durante la campaña. En ese ambiente crecientemente hostil, es imperativo llamar al orden democrático y defender la tolerancia como valor supremo de las libertades. Se juega mucho, en términos del futuro nacional, si miramos de soslayo estas muestras crecientes de fanatismo agresivo y violentista.

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derecha liberal, derecha política, filofascismo, Francisco Sagasti, gobierno de Castillo, supremacismo moral

Ha hecho mucho el presidente Castillo por quitarle argumentos a la derecha extrema, que lo quiere vacar desde el primer día sin importar razones, al romper con Vladimir Cerrón, el polo radical marxista que el exgobernador de Junín representaba.

La queda aún tarea por hacer. Desde tomar distancia también del ala maoísta del magisterio que lo acompaña y que se infiltra a través del Fenate-Movadef y de un displicente -si no, cómplice, ministro de Educación-, hasta, además, en lo que sería la piedra madre de la maduración del régimen, el abandono del proyecto de Asamblea Constituyente (y cuyo pase obligado por la disolución del Congreso es lo que activa todas las alarmas de una vacancia expréss). La última encuesta de Ipsos refleja que solo el 10% de la ciudadanía apoya el cambio de la Carta Magna.

Haciendo ello, Castillo no se humaliza, ni despliega una “hoja de ruta”. Simplemente quita toda la maleza que en estos momentos sigue perturbando la visión legítima de un gobierno de izquierda, que, como tal, debiera abocarse a tareas urgentes pendientes en el país.

Desde ajustar inequidades tributarias obvias, hasta generar nichos de competencia donde en estos momentos no los hay, en lo que coincidiría, dicho sea de paso, con una opción liberal, en manejar disruptivamente el establishment económico-empresarial del país.

Y, sobre todo, desplegar una reforma radical y profunda de los sistemas de salud y educación públicas. Allí radica la esencia de un gobierno de izquierda en el Perú. En lograr una ecualización ciudadana en base a esos dos grandes sistemas de nivelación e inclusión social, que representa que los pobres del país gocen de una salud y educación de primer orden, gratuita y universal.

Pero de ello hasta el momento poco o nada. El ministro de Salud está abocado, con eficacia, a manejar los asuntos de la vacunación (esperemos que también esté preparando al país para la tercera ola), pero de reforma del sector y de integración de EsSalud y el Minsa en un solo sistema, no hay una sola letra. Y el ministro de Educación va a contramarcha de lo mucho de bueno que se ha avanzado en los últimos lustros respecto de la carrera magisterial meritocrática y se la quiere tumbar de un porrazo. Es, en la práctica, un contrarreformista.

Castillo debe durar cinco años. Un gobierno de izquierda declarado debe poder hacerlo. Pero necesita despercudirse de tics ideológicos absurdos y abocarse a lo que realmente importa y corresponde.

-La del estribo: a ver si la correcta ministra de Cultura, Gisela Ortiz, le da una miradita al absurdo tema de rutas y aforos de Machu Picchu, la estrella del turismo nacional, que hoy está atrapada en regulaciones absurdas que solo espantan al turista en lugar de atraerlo.

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gobierno de Castillo, Izquierda, Presidente Castillo, Vladimir Cerrón

Todos los días, de lunes a viernes, Alexandra Ames, David Rivera y Paolo Benza discuten los temas más importantes del día por Debate. En nuestro episodio número 239: ¿Cuál es la estrategia de Cerrón para el gobierno de Castillo? Mirtha Vásquez le gana el vivo a María del Carmen Alva. Y PJ ordena inscribir dos madres en DNI de menor.

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