Relaciones Internacionales

[ENTREVISTAS] ¿Qué tan inusual es que un país desacate una orden de la CIDH?

En los casos de Venezuela y Nicaragua es frecuente. ¿A eso nos queremos parecer? Lo que estamos haciendo es golpearle la médula a nuestros indicadores de sostenibilidad institucional. Si no respetamos sentencias de los tribunales internacionales, qué clasificador de inversiones extranjeras recomendará invertir en un país que respeta sentencias internacionales solo cuando le da la gana.

¿Liberar a Alberto Fujimori bajo las condiciones en que se realizó afectará la imagen del país?

Eso no es imagen, eso es reputación, lo que es mucho más serio y forma parte de los indicadores en base a los cuales se desarrollan las relaciones internacionales, las políticas y la inversión. Este desacato forma parte de los indicadores que influencian hasta en la tasa de interés de los préstamos. Influencian hasta en la estabilidad de los bonos que puede intentar colocar el Estado en el futuro.

¿El gobierno y el Tribunal Constitucional contaban con argumentos para ignorar la orden de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y liberar a Alberto Fujimori?

Bajo ninguna. Porque la falsa doctrina que se ha estado difundiendo con respecto a que las resoluciones de supervisión de sentencia pesan o vinculan menos al Estado que las sentencias mismas no tiene apoyo en ningún precedente del derecho internacional. No tiene apoyo en las prácticas del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y, además, todos los tribunales internacionales tienen procedimientos de supervisión a la ejecución de sus decisiones que permiten hacer cosas como las que hizo la CIDH el 5 de diciembre. Eso en ningún sistema internacional está en discusión. El gobierno sabe que lo que ha perpetrado es un desacato que contradice prácticas establecidas en el derecho internacional y, sin embargo, ha decidido hacerlo.

Usted ha señalado que el argumento de menor fuerza vinculante no podrá ser el camino utilizado para sustentar el desacato a lo ordenado por la CIDH, ¿pero hay otro camino que sí podrían intentar seguir?

No. No hay un solo autor en el derecho internacional sobre procesos ante tribunales internacionales que pretenda válido lo que el gobierno ha hecho. No hay una sola regla que justifique que las resoluciones de los tribunales tengan menos valor que las sentencias. Lo que ha hecho el gobierno es un desacato que va a tener consecuencias. Estos días se ha venido diciendo que no importa, que no es cierto que hay consecuencias y reportar el desacato ante la OEA no significa nada. Pero eso significa el registro de un país que no cumple sentencias internacionales y eso va a ser tenido en cuenta en los clasificadores de riesgo y en cada arbitraje internacional que el estado sostiene en protección de inversiones. Vamos a perpetrar un papelón en la próxima audiencia ante la CIDH . Porque quien ponga la cara simplemente no va a tener nada para decir.

¿Por qué el gobierno de Dina Boluarte no frenó la excarcelación de Fujimori teniendo en cuenta todos los factores mencionados?

Nos lo tendrán que explicar. Lo único que puedo dejar en claro es que el señor Otárola ha sido coautor de trabajos sobre derecho constitucional con uno de los principales expertos de derechos humanos que es Enrique Bernales Ballesteros. No puede pretender desconocer lo que sabe, las reglas del derecho internacional que defendió cuando se adjudicó la primera medida de indulto. Tendrán que explicar por qué están contradiciendo cosas que saben que rigen en el derecho internacional.

El magistrado Manuel Monteagudo declaró que él y otro magistrado no tenían conocimiento del fallo que liberaba a Alberto Fujimori y que este no fue debatido por todos los miembros del Tribunal Constitucional, ¿esta situación demostraría que se buscaba liberarlo bajo cualquier condición?

Todo el procedimiento ha sido forzado y se pone en evidencia con los tres errores gruesos que han cometido los magistrados del Tribunal Constitucional (TC) que han respaldado esta decisión. El primero es que nadie se dio cuenta que el juez de Ica se iba a negar a seguir las instrucciones que públicamente le dieron los tres jueces que se presentaron en medios durante esta crisis. El segundo error es la sentencia que dijeron estar ejecutando es una sentencia del pleno del TC que tenía que ser ejecutada por el pleno del TC y este no fue convocado. El presidente sólo convocó a los magistrados que suscribieron los autos de aclaración que no tienen nada que ver con la libertad de Fujimori y uno no firmó la orden de liberación. Tercero, para ordenar la libertad de una persona que está en la cárcel, las firmas de los magistrados debieron ser registradas en el INPE. Esos tres errores muestran el apresuramiento que tiene una sola explicación: lograr que Fujimori salga de la cárcel antes que la CIDH pueda reaccionar.

¿Estos errores que menciona podrían llevar a que se invalide la decisión de liberar a Alberto Fujimori?

Para eso era la orden provisional de la CIDH que iba a suspender el procedimiento hasta que se llame a una audiencia de supervisión que, no tengo dudas, hubiera concluido que la decisión del Tribunal Constitucional de marzo del 2020, y también la de diciembre, no se podían ejecutar. El camino correcto era suspender el procedimiento.

Debido a que esto no ocurrió, ¿cuál es el procedimiento que seguirá la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)?

La CIDH llamará a una audiencia en la cual le va a ordenar al Estado suspender la ejecución de la liberación, lo va a reportar a la OEA y va a comenzar este despliegue de las consecuencias en la reputación. El Perú es un estado cuyo gobierno es incapaz de armar una agenda internacional. Qué va a pasar ahora que, además de arrastrar las muertes de diciembre y enero, arrastrará también un desacato a la CIDH.

¿Qué tan probable es que Fujimori vuelva a prisión?

No voy a especular sobre ese extremo. Me preocupa más la situación de los familiares de las víctimas de los crímenes de los años noventa que sufren en carne propia las consecuencias. La situación de Alberto Fujimori no es estable. Algo más tendrá que pasar para darle una forma definitiva a esto. Espero se reconozca el derecho de las víctimas a ser incorporadas en cualquier decisión sobre el destino final de estos casos y se deje de utilizar a Alberto Fujimori como una moneda de cambio cuando es una persona condenada por crímenes que se cometieron durante su gobierno.

Se ha cuestionado que el indulto que le otorgó el expresidente Pedro Pablo Kuczynski se dio en un momento en el cual Fujimori parecía estar agonizando y que, en los años posteriores, su salud se ha mantenido estable, ¿considera que actualmente se reúnen las condiciones para que sea indultado?

Las cuestiones sobre el destino final de un condenado por derechos humanos son muy complejas. Creo que es importante notar que es un hombre de 85 años con salud precaria, pero que tiene una ruta definida por una condena judicial de la que la única inflexión posible se produce a partir del reconocimiento de lo que pasó en sus años de gobierno en materia de derechos humanos y ese reconocimiento supone pedir perdón de manera mínimamente seria a las víctimas. Sobreponer a eso la discusión de su salud como causa de la libertad es eludir el debate sobre las consecuencias de un perdón que no ha pedido seriamente.

¿Perú se expone a algún tipo de sanción?

El derecho internacional no es como el derecho penal. No funciona con cárceles ni policías. Funciona sobre las consecuencias que sus decisiones tienen en la reputación.

La Fiscalía ha solicitado dieciocho meses de prisión domiciliaria para Alberto Fujimori por la masacre de Pativilca, ¿es un pedido viable?

Es muy poco probable. Estas son cuestiones sobre peligrosidad procesal, capacidad para eludir la justicia o alterar las evidencias de un caso, y Alberto Fujimori, a estas alturas de su vida, está lejos de representar un peligro procesal.

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Alberto Fujimori, derechos humanos, Desacato CIDH, Relaciones Internacionales, Reputación de Perú

Irán ha logrado su objetivo: ya Arabia saudita anunció que suspende toda negociación con Israel para entablar relaciones diplomáticas. El ataque terrorista de Hamás tiene muchas lecturas -entre otras la impresionante pasmosidad de los servicios de inteligencia israelíes-, pero lo que resulta obvio es que la política de mano dura de Netanyahu contra los palestinos iba a tener repercusiones indeseadas y una de ellas la acabamos de espectar.

Comparto la tesis de David Leonhardt, en The New York Times: todo esto es resultado del fin del mundo unipolar controlado por los Estados Unidos y el ingreso a una multipolaridad en la que suceden conflictos larvados, animosidades contenidas y el planeta empieza a ser un escenario de estallidos de violencia desperdigados y descontrolados, fuera de los ejes geopolíticos de Washington o a contrapelo de ellos.

“La explicación más sencilla para esto es que el mundo se encuentra en una transición a un nuevo orden que los expertos describen como multipolar. Estados Unidos ya no es la potencia dominante que fue y no ha surgido otra para reemplazarlo. Como consecuencia, los líderes políticos de muchos lugares se sienten envalentonados para reivindicar sus intereses, con la creencia de que una acción agresiva tendrá más beneficios que costos. Estos líderes piensan que ejercen en su región más influencia que Estados Unidos”, señala Leonhardt con acierto.

Así, agrega, Rusia ha lanzado la mayor guerra en Europa desde la Segunda Guerra Mundial; China se ha puesto más belicosa hacia Taiwán; India ha adoptado un nacionalismo virulento; Israel ha conformado el gobierno más extremo de su historia; y la mañana del sábado, Hamás atacó con descaro a Israel; lanzó miles de misiles y de manera pública secuestró y mató a civiles.

No duró mucho la unipolaridad, apenas 30 años desde la implosión de la Unión Soviética. Noah Smith, bloguero norteamericano, experto en temas económicos y políticos, escribió en su boletín Substack sobre la nueva guerra en Medio Oriente:

“En las últimas dos décadas se ha vuelto popular arremeter contra la hegemonía estadounidense, hablar con sorna del “excepcionalismo estadounidense”, ridiculizar la actuación de Estados Unidos como “policía mundial” y anhelar un mundo multipolar. Bueno, felicidades. Ahora tenemos ese mundo. A ver si les gusta más”.

Lo cierto es que la multipolaridad es irreversible y habrá que acostumbrarse al surgimiento, como islotes, de conflictos impensados hace dos décadas, frente a los cuales Estados Unidos nada hará o podrá hacer.

Hay que estar alertas, inclusive, de que una región pacífica como América Latina, empiece a mostrar fricciones larvadas entre naciones que hoy conviven sin sobresaltos. Sería bueno que nuestra Cancillería empiece a trazar estrategias geopolíticas de larga perspectiva al respecto.

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