agricultura tradicional

La denominada segunda reforma agraria ha puesto en agenda el impulsar el agro tradicional. El agro tradicional es el de menor productividad en zonas rurales con baja cobertura y calidad de servicios. Está ligado a la población más vulnerable y con altos niveles de pobreza. Desarrollar mejores políticas públicas para este sector debe ser una prioridad. Comparto varios puntos para el debate de qué debería contener la reforma que se implemente.

En primer lugar, el foco no puede ser solo el agro tradicional, sino el desarrollo rural. La generación de ingresos en el territorio está asociado a múltiples actividades. La productividad del agro tradicional y otros está influenciado por el ecosistema productivo y la presencia de servicios e infraestructura en el territorio.

El desarrollo rural enfrenta retos por la baja densidad poblacional, la baja conectividad y los altos costos unitarios de entrega de cualquier servicio. Por ello, se requiere que la entrega de servicios sea multisectorial e itinerante. Estrategias como las Plataformas Itinerantes (PIAS), los locales multipropósito (Tambos) o Unidades Ejecutoras Multisectoriales son necesarias.

Para el desarrollo productivo es clave priorizar las actividades económicas con mayor potencial de un territorio. Es conveniente que se fomente la escala productiva alrededor de pocos productos de modo que surjan mini clústeres de producción. Así se desarrollan los servicios y capacidades que se requieren para ser exitosos.

Entre estas diferentes actividades económicas, la agricultura tradicional ocupa un lugar importante junto a actividades como turismo, trabajo en construcción, trabajo en ciudades cercanas y algunos servicios básicos en el territorio como el transporte. Se debe promover el desarrollo de todo el conjunto de actividades, no solo de la agricultura.

La agricultura tradicional necesita en primer lugar de agua y de su uso adecuado para incrementar su productividad. Sin agua suficiente, la actividad agrícola genera una campaña al año y con rendimientos bajos que no permiten generar ingresos suficientes para el agricultor. Con agua y un sistema de riego tecnificado la productividad puede multiplicarse. Infraestructura que permita la gestión del agua a gran escala como a pequeña escala es fundamental.

Escoger adecuadamente el cultivo definirá los ingresos y riesgos de los agricultores. Los de mayor potencial son los de exportación. Es clave entender la valoración y demanda de los cultivos en los mercados. Diferentes opciones demandan diferentes inversiones por hectárea y también diferentes tiempos de recupero de la inversión. En el caso de zonas de agro tradicional, la capacidad de invertir y de esperar para recuperar la inversión es muy baja. Se requieren intervenciones que reduzcan las barreras y costos de invertir como por ejemplo el desarrollo de viveros y mercado de semillas certificadas.

Cada cultivo tiene y requiere buenas prácticas agrícolas tanto para la pre-siembra, siembra, cultivo y cosecha. El aplicar adecuadas prácticas influirá en la calidad del producto, el rendimiento y en la posibilidad de certificar y acceder a mercados más sofisticados.

Para manejar la logística de venta y acceso a los mercados se deben promover alianzas con los agroexportadores modernos de la costa. Estas empresas ya tienen contacto con los mercados y conocimiento de la logística para atender los pedidos. Además, pueden brindar o facilitar financiamiento y conocimiento sobre buenas prácticas agrícolas. También hay una red de mayoristas y minoristas para atender los mercados de las ciudades. Si bien los intermediarios se quedan con un alto margen del precio de venta final, brindan un servicio y cumplen un rol. Se debe estudiar adecuadamente las opciones para promover la competencia y eficiencia de la cadena logística de modo que el productor en campo reciba una proporción mayor del precio de venta final. No creo recomendable reemplazar a la cadena de distribuidores por entidades estatales puesto que generaría muchas ineficiencias y pérdidas. Ese presupuesto puede ser mejor usado en otras intervenciones.

La implementación debe ser flexible para reconocer las características y potencialidad de cada territorio y de sus actores. Impulsar el desarrollo del agro tradicional es clave para seguir mejorando el bienestar de la población.

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